Where i come from, there's no saviors (Priv. Khal)
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El barco había atracado para evitar la tormenta, las olas se volvían cada vez más altas y el cielo parecía romperse con el sonido de los truenos. La mayoría de los viajeros habían terminado por refugiarse en una pequeña cantina cerca del puerto.

Kaida maldecía todo lo que se le pasaba por la cabeza en aquel momento, pero al menos la túnica había impedido que se mojara demasiado y su sombrilla estaba intacta.

Perfecto.

Deslizó la capucha y revolvió suavemente sus cabellos plateados para organizarlos un poco, acomodando el flequillo con los dedos.-Y decían que haría buen tiempo.-Una mierda, el cielo parecía caerse a cachos y ella estaba de un humor de perros.

Se sentó en una de las mesas, dejó la túnica a secar y observó con curiosidad a la gente que había allí. De todo un poco, como siempre, al final los viajeros eran los que más abundaban por aquellos parajes.

-¿Perdona?-Alzó suavemente la mano para que la chica que llevaba la bandeja la viera, la muchacha, algo nerviosa, pasó entre las mesas y dio un pequeño respingo al notar como alguien le rozaba la cadera.

Que desagradable…La mujer de ojos de oro ligeramente opacos negó un momento,tomo la túnica y decidió acercarse a la barra para que la chica no tuviera que moverse hasta el fondo.

-Con permiso caballeros.- Sonriendo de lado a los de la mesa, simplemente empujó un poco la silla de uno de los hombres para poder pasar, cuando este fue a levantarla para apartarse, colocó el pie debajo de la pata y tiró con fuerza.

La silla se deslizó de su espalda y su frente se dio de forma fuerte y sonara contra la mesa.

-Vaya, hay que ver lo torpes que estamos, entre eso y las manos largas, estamos dando todo un espectáculo.- El hombre fue a levantarse, pero ella ya se había ido hasta la barra, donde dando una palmada animada miró a la mujer de antes.

-Perdón por las molestias, yo también tengo las manos algo largas~ -Dejó la túnica y la sombrilla en un lateral, procediendo a sentarse.-Si algún cliente se queja, prometo invitarle a algo.- De esa forma se colocó medio girada, mirando al grupo de hombres que no estaba nada contento con ella.

¿Su respuesta? Les lanzó un beso y les guiñó un ojo, uno de los hombres quiso levantarse y ella ni pestañeo.

Que mal carácter.
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El viaje hasta el reino de los acantilados había sido largo y tormentoso, pero la búsqueda de un nuevo sentido movía al joven pelinegro a trasladarse a lo largo y ancho del continente. ¿Un objetivo fijo? no, no existía tal cosa como ello, pero era precisamente esa ambigüedad e incertidumbre lo que hacía valiosa tal aventura. Cualquier cosa o asunto, por más banal que pudiera parecer, podría servirle como pista, o inclusive como base, para ayudarle a ampliar su criterio.
 
~ Parece que tampoco hubo suerte acá, tocará dejar este país tan pronto mejore el clima ~ Una voz femenina resopló dentro de la cabeza de Khal. No era necesario que se manifestara en voz alta, puesto que ambos seres compartían una sinergia especial y sus pensamientos podían ser comprendidos por el otro sin ninguna interferencia. A pesar de que podía responder también de manera telepática, el chico prefirió comentarlo con su voz y tono habitual. — Cenemos algo, pasemos aquí la noche y mañana nos iremos —. No había alguna emoción en particular mezclada con sus palabras, ni entusiasmo, ni decepción. Sabía que este viaje de redescubrimiento no sería para nada fácil y tampoco lo apremiaba la urgencia, así que no pasaba nada.
 
El Yotsuba continuaría con su andar, bajo el refugio de un gran paraguas rojizo, hasta llegar a un bar que no tenía precisamente la mejor pinta de todas. Allí, empujaría con su diestra la robusta puerta de manera para abrirse paso. Tras ingresar, cerraría su sombrilla y la dejaría reposando a un costado de la entrada. Un vistazo sobre la periferia le confirmaría que realmente no había algo que destacara en el establecimiento, tan solo un montón de hombres fornidos que se reunían para pasar el rato, tomar algunos tragos y hacer algo de escandalo, una cantina cualquiera pues.
 
Sin prestar algo de atención particular sobre algún foco en específico, se dirigiría hasta la barra para hacerle su pedido a la camarera. — Un tarro grande de cerveza y algunas tiras de carne seca, por favor — Khal no era precisamente exigente con los alimentos, cualquier cosa que le mantuviera satisfecho le valía. A la par que hacía su pedido, también se sentaba sobre uno de los banquillos de patas largas ubicados justo en la zona de barra, él prefería estar allí que compartir mesa con alguien. Sobre su abrigo había algunas marcas de agua producto de la tormenta de afuera, así que desabrochó los botones del mismo para quitárselo y estar más cómodo en el interior. Mientras él hacía eso, también se suscitaba una pequeña escena tan solo a unos cuantos metros de distancia.
 
Señorita, tendrás que compensarme por lo que haz hecho — Con voz ronca y un tono inclinado hacia la lujuria, el hombre que había sufrido agravios se dirigió hacia la peliplata, probablemente la había identificado como una presa fácil y una víctima potencial. ¿Cómo lidiaría la joven con ello?
 
Por el rabillo del ojo, el ex-shinobi de la hoja dedicó un poco de su atención hacia los participes de la conversación, él no había puesto nada de detalle hasta el momento, pero su hermana sí que lo había hecho y nuevamente le dedicó unos pensamientos. ~ Parece ser que la mocosa estará en problemas. ¿Quieres intervenir? ~ Pero Khal no respondió nada, simplemente continuó a la espera de ver como se desarrollaría la situación.
Khal: Hablando — || « Pensando » 
Khaleesi: Hablando — || ~ Pensando ~ 
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Última modificación: 22-06-2024, 04:56 AM por Tsukihime Kaida.
-¿Está la dueña? La última vez que pasé por aquí me lleve muy bien con ella.-Era una imagen divertida, la mujer de kimono en tonos amarillentos y coleta que se movía a lado a lado no se inmutaba demasiado de lo que pasaba a su alrededor.

Tal vez viajaba demasiado, pero después de haber pasado toda su vida peleando por sobrevivir, había decidido relajarse.

-Vamos, prometo hacerle una función gratis y todo si deja de enfadarse cada vez que vengo por aquí.- La sonrisa amplia la delató, como un felino travieso y algo malvado que tenía algo entre sus zarpas.

Algo que alguien decidía parar e interrumpir.

-Oh… Por supuesto, dame un segundo.-La mujer de ojos de oro opaco le miró fijamente, mordiéndose el labio.-Si… Definitivamente, te mereces una compensación.-Fue rápido, la verdad, tal vez porque bueno, era una jodida vagabunda.

Pero le estampó la botella en toda la frente y el hombre acabó por caer como peso de plomo hacia atrás.- Al próximo, en vez de una, le doy dos.-Y quizás era la tranquilidad en sus palabras, la naturalidad de su postura o aquella sonrisa ladeada y divertida que parecía no inmutarse demasiado ante lo que pudiera pasar.

Pero definitivamente nadie más iba a molestarla… Más o menos.

-¡Maldita sea Kaida!-Casi se mata al intentar esconderse debajo de la barra, pero fue demasiado tarde, una mujer bastante mayor salió de la cocina buscando a la traviesa dama sabiendo muy bien que tenía que estar allí.

-¡Te avise la última vez!...¿Cuál es la única regla que te puse? -Se apartó sus cabellos plateados e hizo como si la cosa no fuera con ella, apartándose lentamente, aunque la mirada de la señora fuera a comérsela viva, se fue acercando hacia el extraño que acababa de entrar, intentando disimular.

-¡Kaida!-Dio un ligero respingo, colocando con calma su bonito kimono para recomponerse.-No causes más problemas de los que puedes solucionar.-Admitió finalmente en voz alta, rodando los ojos casi hasta el fastidio.-Lo siento, lo siento, os invitaré por las molestias a lo que pedisteis.-Sonriéndole a ambos de forma suave, siempre con aquella forma ligeramente caótica y traviesa.

-Vamos,te regalare una de mis sombrillas, si te tapas del sol te saldrán menos arrugas~-La camarera casi se atraganta y ella saca una sombrilla finamente pintada, de colores dorados y blancos, como si nada.-Si el caballero quiere una puedo dársela también, a juego con sus bonitos ojos.- Después de todo el dorado de aquella pintura sentaría bien a sus ojos verdosos.
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La joven de cabellos plateados parecía estar totalmente despreocupada, ¿de dónde provenía tanta confianza?. Su actitud alegre y su andar extrovertido se mantuvieron a pesar de las malas miradas de algunos cuantos de los presentes, estaba claro, no le importaba en lo más mínimo lo que pudieran pensar de ella. La interferencia del robusto hombre no mereció alguna clase de intervención, pues sería ella misma quien se encargaría de lidiar con él.

Claro que sí primor — Replicó ante las primeras palabras de la chica. El verla mordiéndose los labios inquietó al barbaján, quien no se esperaba en lo absoluto el consecuente flujo de acciones. Antes de que pudiera darse cuenta, una botella de vidrio había impactado sobre su cabeza, noqueándolo de manera inmediato y haciéndolo estampar en contra del piso. El resto de los tipejos, que segundos antes estaban alborotados a carcajadas, tragaron saliva y guardaron un silencio sepulcral ante lo sucedido. 
 
Todo parecía indicar que las aguas se habían calmado y que ahora algún momento de tranquilidad tendría que presentarse, al menos ese era el deseo del Yotsuba, aunque pronto se daría cuenta que eso no sería lo que fuese a ocurrir. Una nueva persona haría acto de presencia desde la cocina, se trataba de una mujer mayor, misma que no tardaría en reprimir a la chica de ojos dorados.
 
~ Así que se llama Kaida, no es mal nombre ~ El pensamiento de Khaleesi sería el que resonaría dentro de la mente de Khal, este no prestó demasiada atención a las palabras de su hermana y simplemente tenía la intención de esperar a que le sirviesen su orden. — Descuida, no hay necesidad de ello. No me has perjudicado en nada —. Levantando ligeramente la mano para hacer un ademán de "calma", el pelinegro trataría de detener la invitación de su contraparte, cómo iba a permitir que una mocosa cubriese sus gastos. 
 
Lo que sí lo sorprendería fue el hecho de que la chica sacara una sombrilla de la nada y se la ofreciese de una manera traviesa. ~ Ohhh ¿acaso la chiquilla te intenta encantar? ~ como de costumbre, Khaleesi "molestaba" a su hermano en pensamiento ante cualquier oportunidad que se presentara, a veces hasta tenía ganas de manifestarte con el único afán de incordiar a su otra mitad.
 
Khal estiró su mano derecha para sujetar la sombrilla que Kaida le había ofrecido, era bonita, vistosa y fina, él acostumbraba a usarlas y esa realmente le había gustado. — Pareces aún algo joven como para intentar darle un obsequio a un hombre como yo — Comentó esbozando una media sonrisa, tras observar los detalles del utensilio por un par de segundos, añadiría a su comentario original — ¿O hay alguna especie de pago por ello? —. El ojiverde no se fiaba mucho de las cosas gratis y menos viniendo de un extraño tan peculiar.
 
Casi al mismo tiempo la camarera llegaría con el tarro de cerveza y las tiras de carne seca que había ordenado previamente. Un pensamiento inmediato cruzó la mente del renegado y antes de que la trabajadora se retirara, ordenaría algo más en adición. — En cambio, déjame invitarte — Estas palabras fueron dirigidas hacia Kaida, acto seguido, voltearía su cabeza hacia la camarera para decirle — Para la niña supongo que un vaso de leche caliente y unos panquecitos estarían bien. ¿O no? —. El Yotsuba claramente quería provocar a la chiquilla para ver cómo esta reaccionaba. Tras sus palabras finales, dirigiría su atención nuevamente a la peliblanca dedicándole una sonrisa, pero no cualquier sonrisa, sino una que de alguna manera le retaba en comportamiento. De alguna manera le había nacido cierta curiosidad para con ella, le parecía raro como alguien de apariencia delicada noqueó a un alborotador usando únicamente una botella de cristal en un accionar algo burdo y como en cuestión de nada se había transformado y ofrecía un utensilio tan llamativo y sofisticado.
Khal: Hablando — || « Pensando » 
Khaleesi: Hablando — || ~ Pensando ~ 
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La llamada pequeña dragona, ya que eso significaba su nombre, simplemente afilo su mirada de oro, mientras buscaba simplemente volver a la tranquilidad. Ella era inquieta, siempre lo había sido, pero a la vez la gente nunca llegaba a conocerla demasiado como para afirmar que más era.

Otras personas, no habían conocido un lado amable de ella.

-¿Vas a robarme, abusar de mí o golpearme? El que está en el suelo parece mayor que tú y las tres cosas le salieron mal.-Aquella sonrisa ladeada, traviesa y tranquila pintó sus labios, mientras simplemente clavaba la mirada en la del hombre.-No creo tener problema con lo que puedas intentar, viejo.- Le resultaba divertido aquello, como alguien que había vivido en la calle desde que tenía recuerdo.

Nunca había sido tratada como una niña, desde que pasados los quince le salió pecho, para todo hombre desagradable con ojos en la cara era mujer. Luego ella había empezado su propio juicio y ahora que iba a cumplir los veintiuno le resultaba casi irónico.

Definitivamente, en algún punto de su vida, hubiera sido agradable ser una niña.

-Es gratis, un regalo, pero apreció la invitación.-No iba a decirle que no a algo de comer o de beber, bueno, mentira, definitivamente iba a decirle que no a lo que acababa de ofrecerle, y la señora estaba a punto de partirse de risa.- Si el viejo necesita leche para sus huesos o azúcar para sentir algo en el cuerpo, adelante.- Sus finas uñas pintadas de dorado dieron leves golpes en la barra, inclinada suavemente sobre esta.

-Yo estoy bien con una cerveza.-Alzando suavemente el mentón, volvió la mirada al hombre. Pestañeando con una falsa inocencia que no había ni en su rostro, ni en sus ojos de oro oscuros ni en su descaro.-Pero viejo, no bebas demasiado, ¿Qué haremos si te cae mal en el estomago o te atragantas? A estas edades todo puede hacerte daño.-De esa forma, simplemente se acomodó en su asiento, cruzó las piernas en aquel suave kimono y se encogió de hombros.

Fue entonces que se inclinó ligeramente hacia el hombre, como si fuera a contarle alguna especie de secreto.-Incluso una jovencita como yo puede causarte un infarto si te excedes demasiado.-Siempre había sido así, siempre había jugado con el peligro, con el fuego o con lo que fuera hasta destrozarlo con sus propias manos.

Además, nunca rechazaba un reto y el hombre definitivamente, la estaba retando.

-Mi nombre es Kaida, encantada viejo... Aunque sospecho que eso ya lo sabes.-Espero entonces que dijera su nombre, aunque iba a necesitar una razón de peso para usarlo. Después de todo para él era una jovencita o una niña, para ella entonces, un viejo o abuelo.
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