En busca del retrato perfecto.
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Última modificación: 31-05-2024, 09:34 AM por Daiki.
Daiki despertó de madrugada en una noche de primavera, aunque dormía desnudo se levantó sudando por dormir demasiado abrigado, su sueño aquella noche no había sido demasiado profundo ni reparador. Su humilde hogar parecía una leonera, todo estaba desordenado y sucio, con los restos de comida de la noche anterior desperdigados por toda la habitación, la única zona que estaba ordenada y cuidada era su zona de pintura, en la que destacaba una mesa de madera ya bastante desgastada con sus recientes dibujos, la mayoría bocetos de pinturas y otros escritos llenos de cosas sin acabar.

El ninja se levantó de la cama algo agobiado, seguía cansado, desanimado, algo muy normal en él cuando recién comenzaba su día. Avanzó lentamente hasta el baño, comprobó que tenía ojeras frente al espejo que estaba situado encima del lavabo, como siempre, lleno de salpicaduras de tintas. Se lavó la cara para refrescarse y despejarse y ahuecando su mano recogió agua del grifo para dar un pequeño sorbo de agua tibia. Tras aquel pequeño sorbo Daiki comenzó a toser, la tos sonaba enfermiza, pero el ninja no estaba preocupado, solo algo descompuesto y en algún momento extenuado por el sobreesfuerzo que le provocaba la tos. -Uff, en olor de las tintas me reseca la garganta, los cigarrillos me la irritan y que me cueste tragar agua no ayuda mucho.- Dijo recordando que hacía nueve días que no bebía agua mientras trataba de recobrar la compostura frente al espejo. Lejos de poner remedio a aquella situación preparando una infusión o aclarando la garganta el joven caminó hasta una mesa auxiliar para prender una cerilla y encender un cigarrillo con una profunda calada, paradójicamente para él ese era el mejor remedio para cortar la tos mañanera de cuajo.

Entre calada y calada el ninja se acomodó en su mesa de pintura, prendió la radio tratando de distraerse mientras daba algunas pinceladas, retocando sus dibujos minuciosamente.

Todo indicaba que el día que tenía por delante sería como otro cualquiera, quizás con suerte realizar alguna misión sencilla para poder comprar más material para la pintura. Entonces escuchó un anuncio en la radio que le llamó poderosamente, el anuncio consistía en un concurso de pintura, algo que identificó como propaganda de Konoha para ensalzar sus valores ninja, un concurso de pintura para decorar con carteles la academia ninja, algo que inspirara a los más jóvenes. Daiki creyó que podría ganar fácilmente el concurso, no conocía a mucha gente que tuviera más talento que él para la pintura en Konoha, imaginó que si retrataba de manera épica a algún ninja o kunoichi de la villa podría ganar el concurso. 

-Mierda, no conozco a nadie que pueda servirme de modelo.- En ese momento el genin reconoció para sí mismo que él no era la persona más sociable de Konoha, más bien todo lo contrario.

Daiki preparó varios lienzos y bocetos para el concurso durante horas, al amanecer su cenicero estaba lleno de colillas, seguía sin desayunar y empezaba a estar preocupado por no encontrar alguien digno de ser retratado para ganar aquel oportuno concurso.

Después de tomar una ducha, se vistió, peinó su cabello hasta formar una coleta y trató de cuidar un poco su imagen. Marchó a la calle para encontrar al modelo perfecto. Necesitaba a alguien con una expresión facial y corporal lo suficientemente inspiradora, y necesitaba un buen plan para convencer a alguien para que aceptara ser retratado. Estaba dispuesto hasta compartir el premio si conseguía ganar el concurso.

Al llegar a una plaza se sentó pacientemente en unas escaleras, estuvo un buen rato ojeando la plaza, viendo a la gente pasar, tratando de encontrar a la persona perfecta, un rostro que pudiese permanecer impávido y un cuerpo lo suficientemente fuerte para aguantar la misma postura durante un posado de al menos dos horas de trabajo.

De repente un escalofrío recorrió la nuca de Daiki, y entendió que había encontrado lo que buscaba. Se levantó de las escaleras y con un paso tranquilo se acercó a aquella persona. -Buenos días, disculpa la molestia pero si me permites me gustaría presentarme. Me llamo Daiki, soy genin de Konoha, pero aparte de eso también me dedico a la pintura. Verte me ha inspirado para un proyecto que tengo en mente y si te interesa me gustaría retratarte. Perdona que sea tan directo pero es que el tiempo corre en mi contra.- Dijo el genin de manera encantadora y amistosa, apenas se notaba que le costaba hablar con desconocidos, Daiki en el fondo era alguien bastante introvertido.
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Los días de patrullaje del Uchiha en ocasiones eran monótonos y aburridos. ¿Qué tan difícil podría ser patrullar una aldea fuertemente custodiada por el poderoso Imperio del Kami-Sama? Es por esto que los crímenes eran escasos y los pocos que había, eran de muy bajo calibre, siendo apenas una discordia entre una o varias personas.

Kin se levantó temprano por la mañana para comenzar con su día de patrullaje en las calles boscosas de la aldea oculta del País del Fuego, su hogar natal y la principal razón por la que se convirtió en Shinobi, defender la aldea a toda costa y liberarla de la supuesta tiranía del Imperio. Como de costumbre, se arregló la cara y el cabello y se vistió con una camisa de manga larga de color negro azulado, la manga derecha tenía bordado el símbolo de su clan, de su familia, el característico símbolo del Clan Uchiha. La manga derecha por su parte, sostenía firmemente la placa metálica de la bandana de Konohagakure, y como olvidar el Chaleco Táctico de los Chunin de la aldea, encima de su camisa. La parte inferior de su cuerpo era muchísimo más sencilla, pantalones negros y botas de cazador, aunque las Katanas en su cintura enfundada destacaban entre el resto de su vestimenta.

Con todo listo, el espadachín salió de su hogar y comenzó con su rutina. Su andar, lento pero seguro, lo llevó a empezar por la misma Zona Residencial en la que estaba ubicado, fijando su mirada ámbar en cada detalle con tal de evitar un crimen que talvez nunca ocurrirá, deteniéndose en algunas partes de las calles para afirmar de algún modo su presencia y evitar que alguien quiera pasarse de listo e ignorar las leyes. Kin no era alguien demasiado estricto, mucho menos un tirano, pero trabajo es trabajo, así que tenía que actuar conforme a las órdenes de sus superiores.

En uno de sus “descansos”, sus sentidos ya desarrollados pudieron sentir y escuchar el caminar de una persona a sus espaldas, la diferencia con los aldeanos comunes es que esta presencia poseía chakra y podía usarlo, claramente podría tratarse de un Shinobi. El Uchiha se giró para mirar a aquella persona que caminaba detrás de él y que había captado su atención, saludando de manera amable y algo formal. Aquel chico de cabellos oscuros como el cielo nocturno se llamaba Daiki. 

Kin escuchó su presentación y la razón por la cual había decidido hablarle, con un pequeño carraspeo de garganta, el espadachín comenzó a hablar en un tono igual de amable, contrastando con su “imponente” presencia. - Buenos Días, soy Kin, Chunin de Konohagakure… Me tomas algo… ocupado, pero creo que puedo tomarme un pequeño tiempo para ayudarte con ese retrato, aunque siento que hay mejores opciones, pero que va, ayuda es ayuda -.

En el rostro del Uchiha se dibujó una leve sonrisa mientras esperaba las indicaciones del pintor que tenía en frente. Ciertamente, estaba un poco nervioso, nunca antes alguien había decidido que él iba a ser el modelo de una pintura, por lo que era su primera vez, pero a la vez también estaba emocionado de saber que planes tenía en mente el joven Genin de su rango de edad.
Pasivas

Pienso / Narro / Hablo
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Última modificación: 03-06-2024, 05:54 AM por Daiki.
-Te lo agradezco mucho Kin, descuida, no te quitaré mucho tiempo. Sé tú mismo, sé natural, pero trata de mantener la misma postura.- Daiki parecía satisfecho, apresuradamente metió su mano en el interior de su larga chaqueta y sacó un pergamino. Aquel pergamino no era como uno cualquiera, era un pergamino especial, que en su interior escondía un pincel que podía retirarse por uno de los extremos mientras que por el otro extremo se desplegaba un pequeño tintero con una tinta especial, que previamente había sido tratada con chakra. 

Con el tintero y el pincel ya preparado Daiki desplegó el pergamino allí mismo, en mitad de la calle, casi como si no quisiera perder la espontaneidad de aquel instante, tratando de retratar la sencillez del momento sin mayores florituras.

Daiki atravesó con su mirada a Kin y las veloces y certeras pinceladas del artista comenzaron a hacer su magia. El símbolo del clan Uchiha no pasó desapercibido para el pintor. -¿Sabes? me crie en una pequeña y aislada aldea del País de Fuego, mi abuela siempre me contaba historias, la mayoría leyendas del pasado de Konoha, algunos de los héroes de leyenda de los que me hablaba mi abuela eran Uchiha, siempre se refería a vuestro clan como si fuerais unos absolutos genios, sobre todo cuando se remontaba con sus historias cien años en el pasado.- Explicó Daiki amablemente mientras que el pintor comenzaba a captar la atención de algunos ciudadanos que paseaban por allí, los ciudadanos comenzaban a detenerse para admirar como el ninja dibujaba al Uchiha por mera curiosidad.

Daiki no estaba acostumbrado a dibujar en público pero no perdió la concentración, a su juicio Kin era alguien tan atractivo que hacía que al dibujarle fuese casi imposible perder el foco. -¿Puedes pensar en un breve lema para añadir a la pintura? Algo así como "Servir y proteger" algo que pueda cautivar e inspirar a los jóvenes. Si gano el concurso con esta pintura seguramente la impriman en un póster como propaganda para ensalzar los valores de Konoha, especialmente entre los más jóvenes, aquellos que sueñan en convertirse en ninjas, y todos los que buscan un referente en sus primeros días de academia.- Expresó amablemente mientras seguía haciendo trazos y dando veloces y certeras pinceladas.

-Cuenta con la mitad del premio si conseguimos ganar el concurso, ese que están publicitando por la radio últimamente. Imagino que algo habrás escuchado.- Explicó tranquilamente, muy convencido de que ganaría el concurso sin demasiado esfuerzo.
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