Konohagakure No Sato, 7 D.K / 3:00 PM
A las afueras de Konohagakure, en un pequeño prado, se encontraba Kin haciendo uso de algunos Kunais y Shurikens que su madre le había otorgado días atrás para que comenzará con su entrenamiento con las armas y algún día pudiera usarlas con destreza, después de todo, era natural que Miko quisiera que su hijo heredara el estilo de lucha con Armas que ella usaba, más enfocado en la espada, aunque también estaba abierta a la posibilidad de que talvez, Kin tome otro rumbo en su entrenamiento.
El día transcurría con total normalidad, el pequeño Genin lanzaba sin ningún tipo de habilidad aquellas armas arrojadizas, guardadas en un pequeño bolso trasero, también cortesía de Miko. Parecía que todo seguiría tal cual, pero el destino tenía otra cosa preparada para Kin, de entre los árboles, las pisadas de alguien más empezaron a escucharse, los crujidos de las ramas y las hojas secas alertaron al joven Uchiha quien tomó un Kunai en su mano derecha y se mantuvo a la espera de quien estuviera acercándose, con su mirada totalmente fija en la oscuridad del bosque.
Aquella persona se acercaba cada vez más y más hasta Kin, incluso, el Uchiha temblaba un poco, aún era un aprendiz y era normal que los nervios se le subieran al tope cuando se sintiera en una situación de peligro. Finalmente, alguien apareció, otro niño de su edad apareció frente a él, un niño de unos centímetros más alto que Kin y cabello marrón, su nombre era Saki y Kin lo conocía muy bien. Su estadía en la Academia Shinobi apenas había empezado hace meses, pero ya tenía la experiencia suficiente con aquel sujeto como para saber la razón de la visita del chico.
- Miren a quien tenemos aquí, una basurita de los Uchiha, el grandioso Kin Uchiha - Dijo el niño con total sarcasmo mientras aplaudía burlonamente.
- Eres tú… ¿Vienes a molestarme otra vez? -
Kin intentó calmar los nervios que la situación le habían producido, estaba claro que intentaba aparentar ser alguien fuerte ante Saki, pero no podía evitar sentirse mal e inferior a él, los constantes insultos de Saki sí que le habían calado en lo más profundo de su ser.
- Se podría decir que sí, ¿Qué estás haciendo aquí?, ¿Entrenando?, ¿Qué acaso no eres capaz de entenderlo? Por mucho que hagas, nunca dejarás de ser un tonto para las Artes Shinobi. Me da un poco de pena decir que en el Clan Uchiha hay alguien como tú, sin talento, no puro, nada… -
Kin escuchaba constantemente esos insultos desde que ingresó a la Academia y se topó con Saki. El Uchiha, como bien dijo Saki, no era alguien muy talentoso, constantemente fallaba en realizar las técnicas más sencillas del Ninjutsu Básico, su estado físico era fatal al lado de otros niños aprendices, sus habilidades de lucha cuerpo a cuerpo eran peores que un bebé manoteando y en el Genjutsu ni se diga, prácticamente, Kin no sabía hacer Genjutsu. Eso y sumado a que Kin no era un Uchiha puro como si lo era Saki, hizo que el ya mencionado, comenzara a molestar e insultar constantemente a Kin.
- Ya deberías decirle a la Señora Miko que ni se esfuerce en comprar equipo y gastar dinero en tu entrenamiento, al final del día no lograrás nada. Incluso, puede que la culpa sea de la misma Señora Miko, después de todo se casó con un hombre que no pertenece a los Uchiha -
- Cuida tus palabras Saki, con mi madre no te… -
- Pero es la verdad Kin, talvez si la Señora Miko se hubiera casado con un integrante del Clan Uchiha, no serías tan tonto para hacer lo básico -
La molestia en el rostro del pequeño Kin era notable y el tono fanfarrón de Saki tampoco ayudaba en lo más mínimo, pero ese día, Kin no estaba totalmente de humor como para estar aguantando los insultos del niño. Sin pensarlo dos veces, soltó aquel Kunai que aún sostenía en su mano y se lanzó contra Saki en un intento de darle un golpe, y lo consiguió, aunque eso hizo que la molestia de Saki apareciera y le siguiera el “juego” a Kin.
Ambos niños comenzaron a darse golpes con la mayor fuerza que podían, pero algo estaba claro, Saki tenía la ventaja pues lograba esquivar más y acertar más golpes a Kin, después de todo, era el típico niño talentoso. La pelea no se extendió más allá de unos cuantos minutos siendo Saki quien le daría un fin con un certero y efectivo puñetazo a la cara de Kin, haciendo que éste último cayera al suelo de espaldas y con un visible dolor en el abdomen y la cara.
- ¿Eso es todo lo que tienes, Kin? Cada día decepcionas más, no esperaba nada de ti y aun así logras decepcionarme -
Kin lo miraba con enojo y frustración desde su cama de tierra, Saki fingía no sentir dolor por los pocos golpes que Kin logró acertarle mientras se sacudía las manos y sus ropajes
- Te dejo, no puedo quedarme más tiempo a jugar contigo, los niños talentosos como yo, si tenemos un entrenamiento que realizar. ¡Nos vemos! -
Y de una forma totalmente arrogante, el Uchiha se retiraría del lugar dejando a Kin postrado en el suelo. No se sentía triste ni quería llorar, que sería la acción que un niño haría, en su lugar sentía impotencia por no poder hacerle frente a Saki y callarle la boca de una vez por todas. Podría decirle a su madre y que ella pudiera ayudarlo, Miko era la mejor amiga de la madre de Saki, talvez ella lograría algo, pero Kin era orgulloso y quería resolver ese problema por él mismo, quería demostrar que no era un inútil como Saki o como otros Uchiha pensaban solo por no ser de sangre pura como ellos.
Adolorido, el Genin se levantaría del suelo y tomaría con agresividad sus cosas del suelo, las cuales habían caído ahí en su pequeña riña con el otro niño y se decidió a irse de ahí. Al menos ese día, Kin ya no estaba de humor para entrenar, solo quería llegar a su casa, descansar y olvidarse de lo sucedido con Saki. El sol aún estaba en el cielo, indicando que aún era temprano para volver a través del bosque y poder ver algo, pues la luna aveces no otorga la suficiente iluminación como para poder guiarse efectivamente a través de los bastos bosques que rodeaban a Konohagakure.
(Un día te venceré Saki y entonces sabrás que te equivocaste, no puedo esperar a ganarte y callarte la boca…)
Con ese pensamiento, Kin abandonó el lugar, internándose en el bosque para poder salir del prado y llegar a su casa, no sabía si alguien lo esperaba, talvez Miko aún no volvía de su patrullaje y su padre aún estaba en la tienda de armas a las afueras de Konoha, pero era algo a lo que ya estaba acostumbrado y de alguna forma entendía la ausencia de sus padres.
A las afueras de Konohagakure, en un pequeño prado, se encontraba Kin haciendo uso de algunos Kunais y Shurikens que su madre le había otorgado días atrás para que comenzará con su entrenamiento con las armas y algún día pudiera usarlas con destreza, después de todo, era natural que Miko quisiera que su hijo heredara el estilo de lucha con Armas que ella usaba, más enfocado en la espada, aunque también estaba abierta a la posibilidad de que talvez, Kin tome otro rumbo en su entrenamiento.
El día transcurría con total normalidad, el pequeño Genin lanzaba sin ningún tipo de habilidad aquellas armas arrojadizas, guardadas en un pequeño bolso trasero, también cortesía de Miko. Parecía que todo seguiría tal cual, pero el destino tenía otra cosa preparada para Kin, de entre los árboles, las pisadas de alguien más empezaron a escucharse, los crujidos de las ramas y las hojas secas alertaron al joven Uchiha quien tomó un Kunai en su mano derecha y se mantuvo a la espera de quien estuviera acercándose, con su mirada totalmente fija en la oscuridad del bosque.
Aquella persona se acercaba cada vez más y más hasta Kin, incluso, el Uchiha temblaba un poco, aún era un aprendiz y era normal que los nervios se le subieran al tope cuando se sintiera en una situación de peligro. Finalmente, alguien apareció, otro niño de su edad apareció frente a él, un niño de unos centímetros más alto que Kin y cabello marrón, su nombre era Saki y Kin lo conocía muy bien. Su estadía en la Academia Shinobi apenas había empezado hace meses, pero ya tenía la experiencia suficiente con aquel sujeto como para saber la razón de la visita del chico.
- Miren a quien tenemos aquí, una basurita de los Uchiha, el grandioso Kin Uchiha - Dijo el niño con total sarcasmo mientras aplaudía burlonamente.
- Eres tú… ¿Vienes a molestarme otra vez? -
Kin intentó calmar los nervios que la situación le habían producido, estaba claro que intentaba aparentar ser alguien fuerte ante Saki, pero no podía evitar sentirse mal e inferior a él, los constantes insultos de Saki sí que le habían calado en lo más profundo de su ser.
- Se podría decir que sí, ¿Qué estás haciendo aquí?, ¿Entrenando?, ¿Qué acaso no eres capaz de entenderlo? Por mucho que hagas, nunca dejarás de ser un tonto para las Artes Shinobi. Me da un poco de pena decir que en el Clan Uchiha hay alguien como tú, sin talento, no puro, nada… -
Kin escuchaba constantemente esos insultos desde que ingresó a la Academia y se topó con Saki. El Uchiha, como bien dijo Saki, no era alguien muy talentoso, constantemente fallaba en realizar las técnicas más sencillas del Ninjutsu Básico, su estado físico era fatal al lado de otros niños aprendices, sus habilidades de lucha cuerpo a cuerpo eran peores que un bebé manoteando y en el Genjutsu ni se diga, prácticamente, Kin no sabía hacer Genjutsu. Eso y sumado a que Kin no era un Uchiha puro como si lo era Saki, hizo que el ya mencionado, comenzara a molestar e insultar constantemente a Kin.
- Ya deberías decirle a la Señora Miko que ni se esfuerce en comprar equipo y gastar dinero en tu entrenamiento, al final del día no lograrás nada. Incluso, puede que la culpa sea de la misma Señora Miko, después de todo se casó con un hombre que no pertenece a los Uchiha -
- Cuida tus palabras Saki, con mi madre no te… -
- Pero es la verdad Kin, talvez si la Señora Miko se hubiera casado con un integrante del Clan Uchiha, no serías tan tonto para hacer lo básico -
La molestia en el rostro del pequeño Kin era notable y el tono fanfarrón de Saki tampoco ayudaba en lo más mínimo, pero ese día, Kin no estaba totalmente de humor como para estar aguantando los insultos del niño. Sin pensarlo dos veces, soltó aquel Kunai que aún sostenía en su mano y se lanzó contra Saki en un intento de darle un golpe, y lo consiguió, aunque eso hizo que la molestia de Saki apareciera y le siguiera el “juego” a Kin.
Ambos niños comenzaron a darse golpes con la mayor fuerza que podían, pero algo estaba claro, Saki tenía la ventaja pues lograba esquivar más y acertar más golpes a Kin, después de todo, era el típico niño talentoso. La pelea no se extendió más allá de unos cuantos minutos siendo Saki quien le daría un fin con un certero y efectivo puñetazo a la cara de Kin, haciendo que éste último cayera al suelo de espaldas y con un visible dolor en el abdomen y la cara.
- ¿Eso es todo lo que tienes, Kin? Cada día decepcionas más, no esperaba nada de ti y aun así logras decepcionarme -
Kin lo miraba con enojo y frustración desde su cama de tierra, Saki fingía no sentir dolor por los pocos golpes que Kin logró acertarle mientras se sacudía las manos y sus ropajes
- Te dejo, no puedo quedarme más tiempo a jugar contigo, los niños talentosos como yo, si tenemos un entrenamiento que realizar. ¡Nos vemos! -
Y de una forma totalmente arrogante, el Uchiha se retiraría del lugar dejando a Kin postrado en el suelo. No se sentía triste ni quería llorar, que sería la acción que un niño haría, en su lugar sentía impotencia por no poder hacerle frente a Saki y callarle la boca de una vez por todas. Podría decirle a su madre y que ella pudiera ayudarlo, Miko era la mejor amiga de la madre de Saki, talvez ella lograría algo, pero Kin era orgulloso y quería resolver ese problema por él mismo, quería demostrar que no era un inútil como Saki o como otros Uchiha pensaban solo por no ser de sangre pura como ellos.
Adolorido, el Genin se levantaría del suelo y tomaría con agresividad sus cosas del suelo, las cuales habían caído ahí en su pequeña riña con el otro niño y se decidió a irse de ahí. Al menos ese día, Kin ya no estaba de humor para entrenar, solo quería llegar a su casa, descansar y olvidarse de lo sucedido con Saki. El sol aún estaba en el cielo, indicando que aún era temprano para volver a través del bosque y poder ver algo, pues la luna aveces no otorga la suficiente iluminación como para poder guiarse efectivamente a través de los bastos bosques que rodeaban a Konohagakure.
(Un día te venceré Saki y entonces sabrás que te equivocaste, no puedo esperar a ganarte y callarte la boca…)
Con ese pensamiento, Kin abandonó el lugar, internándose en el bosque para poder salir del prado y llegar a su casa, no sabía si alguien lo esperaba, talvez Miko aún no volvía de su patrullaje y su padre aún estaba en la tienda de armas a las afueras de Konoha, pero era algo a lo que ya estaba acostumbrado y de alguna forma entendía la ausencia de sus padres.