El Uchiha cancelaría todo plan que tuviese en curso y actuaría para encarar las nuevas circunstancias. Sus ojos cambiaron de patrón, uniéndose los tomoes, señal inequívoca de que había activado la fase suprema de su doujutsu, el mangekyo sharingan. Sin perder tiempo, manifestaría el susanoo en su modo de Armadura y se arrojaría con vehemencia para recuperar los cuerpos de los ninjas de la hoja, aunque a estas alturas él aún no contaba con la certeza de que hubiesen perdido la vida.
La secuencia finalizaría con Rukasu invocando a su ave de compañía, un colosal cuervo negro, para montar sobre él y escapar del campo de batalla. Probablemente todo aquello que habían planeado se había ido por el caño, ahora, ante el nuevo escenario, tuvo que tomar esa decisión. El ninja de la hoja lograría recuperar los valiosos cuerpos de sus aliados, era de vital importancia que el material genético no cayera en manos de sus enemigos, pero el precio de ello resultó en que quedara marcado como un traidor para los rebeldes. ¿Qué repercusiones le traería a futuro?.
Por su parte, Kiyoko se fue vio afectada -por un breve momento- por la técnica ilusoria del oriundo del país del fuego. Durante ese instante, su motivación para contender y su iniciativa bélica serían suprimidas, para cuando regresó en si misma ya había sido demasiado tarde. Solo pudo observar como su, en teoría, aliado se escapaba de escena sobre el ave. Incluso el jutsu que alcanzó a conjurar sería ineficaz ante la sólida fortaleza del susanoo. Sumida en su rabia, la Kurama asestaría tajos a diestra y siniestra en contra de nuevos enemigos que se encontraba en el camino, ninguno de ellos suponía una amenaza real para ella y quizás solo era su forma de desahogo. Lo cierto era que si bien, había liquidado a un par de serios oponentes, también causó daño amigo y tendría que responder por ello más tarde.
En cuanto a Hikaru, quien se robó las kill, se limitaría a observar la situación y no actuaría sin tener certeza de lo que sucedía. El Yuki se acercaría a su compañera para cuestionarla por su raro comportamiento y dejaba planteada la probabilidad de que el shinobi de la hoja fuese un traidor.
La situación en el campo de batalla se inclinó fuertemente hacia el bando imperial, después de todo, los miembros más fuertes del bando rebelde habían sido derrotados. Era cuestión de tiempo para que, con la diferencia de fuerzas, se proclamase al ganador.
El Yamanaka tenía claros sus objetivos y actuó en consecuencia para conseguirlos. Ya se había logrado infiltrar en la fortaleza e incluso logró sabotear las líneas de comunicación de los imperiales. El trabajo de inteligencia parecía ser precisamente su fuerte. Ahora debía acercarse a las celdas, donde se encontraban los prisioneros, pero desde luego que esa zona no sería tan fácil como lo anterior, pues, para llegar a ella, había que recorrer un pasillo de 30 metros de largo y 3 metros de angosto. Al inicio del pasillo había 2 guardias imperiales, uno a cada lado, mientras que al final había otros dos, que eran los últimos antes de llegar a los prisioneros.