Habría pasado un rato, hasta casi olvidaba al negocio al que apliqué, sin embargo, alguien apareció en aquella casona abandonada al lado del lago. Tocaron a la puerta.
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Si ere esa niña ahogada del lago, ya te dije que no tengo tu cabez...-decía al abrir la puerta, esperando las "usuales" visitas que uno tenía en esos lugares, solitarios dentro del bosque y rodeados de niebla. Era una persona de la empresa de mensajería.
"Habrán llegado mis libros de medicina que encargué a ese periódico" pensé, cuando aquel sujeto me dio una caja. Dentro de la caja, estaba el uniforme de la empresa.
"Ah, si, el negocio" pensé algo decepcionado al ver esto.
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Bien, señor Nakai Nagamushi, necesito que firme de recibido-dijo aquel hombre, tomé su bitácora y firmé de recibido.
Estiró la mano, esperando propina, pero cerré la puerta detrás de mí. El tipo se quedó solo, en medio del bosque y la espesa niebla, mientras los aullidos de los lobos, y las risitas de unas niñas se acercaban a él.
Saqué el uniforme, y entre las piezas de este estaba un documento con la contraseña y las instrucciones. Era un mapa, e indicaba que debía presentarme a las 6:00pm.
Tras probarme el uniforme, del cual las mangas colgaban sobre mis manos por lo largas que eran, decidí guardarlo donde no pudiera arrugarse o mancharse de fluídos durante mis experimentos.
...
Pasados los dos días, como de costumbre, salí de mi escondrijo bajo tierra y miré el cielo a través de una ventana. Aún era oscuro, pero el reloj despertador de la casa, la cual era una Konan con sus brazos como manecillas, indicaba que ya casi era hora.
Me lavé en el baño de la casa, comí de la comida enlatada de mis provisiones y me dirigí al lugar, una vez puesto mi uniforme. Cerré la puerta, tenía más arañazos de lo usual y "alguien" había dejado por ahí un zapato.
Sin prestar atención a esos detalles, caminé a través de la niebla y del bosque, aún en oscuridad. El mapa me indicaba en que parte debía acudir, y ya tenía la ruta estudiada.
Al llegar, vi a otros dos chicos, una chica y un chico... el cual se me hacía familiar. Bostecé, abriendo mis quijadas de serpiente y me tallé un ojo.
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Buenos días, compañeros-dije, con mi cara somnolienta-
¿estamos esperando que nos dejen entrar?
Si, el chico se me hacía conocido.
Resumen
Recibo el paquete, la contraseña y el mapa.
Se comen al mensajero?
Espero el día y voy a donde el mapa de indica.
Me encuentro con Saito y Aiko
Los saludo y espero