Patrullaje de fondo [Ft. Kia & Ryata]
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El terreno que alguna vez había sido una imponente y respetada aldea bajo el nombre de Iwagakure, ahora era simplemente una más de las grandes ciudades controladas por el nuevo orden mundial. En su caso, fueron la forja y la minería las actividades económicas que sacaron adelante a su gente, permitiéndole gozar de cierto estatus como una de las capitales del continente, aún prescindiendo de la fortaleza militar que la caracterizaba.


Entre tantos cambios, destacaba la estratificación del territorio y en consecuencia de su gente. La ciudad estaba conformada por tres niveles, como si de una pirámide socio-económica se tratara. 
Shiryu había logrado adaptarse a la vida allí sin problemas, en gran parte gracias a la ayuda de Kia. La joven ya sabía lo que era vivir ahí, e incluso le había contado en varias oportunidades durante su entrenamiento en las montañas acerca de su día a día en la cueva. Por supuesto, la vida del segundo nivel en adelante era mucho más fácil comparada a aquella en los barrios bajos, donde se sustentaba todo lo agradable que tenían para ofrecer los estratos superiores.
Tras ser ambos enviados a cumplir su función como soldados a dicha ciudad, no pasó demasiado hasta que comenzaron a llamarlos para resolver distintas problemáticas, La más grave y aquella sobre la que más hincapié hacían sus superiores, era sin duda cualquier signo de rebelión por parte de una o varias personas, ni hablar si estas demostraban algún tipo de habilidad ninja. Era en esos casos que había que actuar de inmediato y donde más ponían la lupa tanto sus supervisores como los mismos líderes de la ciudad sobre su trabajo.


Una mañana soleada, o que al menos parecía serlo desde la deficiente iluminación del segundo nivel, un nuevo encargo llegó. Esta vez no irían solos, pues habían asignado a un nuevo soldado para acompañarlos en su tarea. 
-Esto puede significar dos cosas. O se trata de algo muy importante, o bien están empezando a desconfiar de nosotros.- Comentó al aire mientras leía el encargo con Kia a su lado. Hasta que se demostrara lo contrario, le gustaba pensar que sólo era una misión importante, pero no quería dejar de compartirlo con Kia ya que muy dentro suyo existía cierta preocupación.


Los jóvenes juntaron sus cosas y se dispusieron a bajar al tercer nivel, sin tener ni la más mínima idea de qué podrían encontrar allí. Justo en el pasaje hacia el piso inferior, esperaron por unos minutos a quien sería su nuevo compañero. La ansiedad era total, pues el tipo de persona que les pusieran definiría casi en un 100% el comportamiento y las acciones a tomar.
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No muchos rayos de luz lograban filtrarse al segundo nivel, aunque sí los suficientes como para no necesitar demasiada iluminación artificial. Y menos luz natural ingresaba a las casas. Pero Kia corrió esa mañana, como todas, a abrir las cortinas de la cocina. Se quedó viendo su reloj durante unos segundos, y súbitamente los rayos del astro mayor iluminaron su rostro. Eran las 8:03 AM, la hora exacta en el que la luz lograba ingresar a su casa, y sólo se mantenía hasta eso de las 9. Sonrió levantando la mirada, y allí se desperezó, estirando sus brazos y bostezando muy grotescamente. Todavía estaba en pijama. Sonó su cuello y se dirigió al baño a asearse.

Niijima y Shiryu, ambos compañeros durante su servicio militar, y desde entonces grandes amigos. Como soldados, les asignaron una vivienda en el Sector C del segundo nivel de la moderna Kouseki, y Kia no dudó en compartirla con él, que además estaba bastante perdido en la laberíntica urbe. Era una vivienda tipo, de clase media, con suficientes comodidades y bien equipada. Tenía dos dormitorios, enfrentados entre sí y divididos por un pasillo, al final del cuál se encontraba un baño común, y cada uno tenía un baño personal en sus habitaciones. La cocina-comedor no era muy espaciosa, pero sí estaba bien amueblada y era acogedora, con unas ventanas que dejaban filtrar algo de luz durante el día.



Tras colocarse su atuendo y cargar su Bô en la funda a su espalda, la joven soldado se ubicó de un pequeño salto junto al Tatsumaki, husmeando en el encargo que les habían dejado esa mañana. "Desconfianza", a Kia en realidad no le sorprendía mucho. — No me sorprendería que desconfíen. Están tan expuestos que temerían una traición hasta de su mejor soldado. — Comentó mientras se acercaba al desayunador para tomar su vaso térmico y llenarle de café, mientras tomaba una tostada, llevándola a su boca y sosteniéndola con los dientes. — Engh maghcha, compaghero.



— Y... Diez en punto. Con esto inicia nuestra ronda de patrullaje. No esperaré a ese tercero como una tonta, ya las minas abrieron y el nivel empieza a activarse. — Comentó mientras guardaba su reloj de bolsillo y observaba a Shiryu. En el pasaje hacia el último nivel, ya comenzaba a verse mayor tránsito de personas. La mayoría ascendían, probablemente rumbo a su trabajo en el segundo nivel, allí en las forjas y herrerías, además de la zona comercial. Otra parte, bajaban a trabajar en las minas, o volvían de aprovisionarse o realizar sus actividades en la parte alta. Con sus insignias de Kouseki, ambos soldados eran observados de lado por todo el mundo, aunque con bastante respeto. Nadie se atrevería a meterse con ellos, pues su autoridad los asemejaba a los Ishiken en mayor o menor medida.

Ambos comenzaron a descender y a andar entre las calles. Las farolas iluminaban tenuemente el espacio, y algunos pasajes incluso estaban bastante a oscuras por algún foco quemado. — Mira nada más. Hay que reportar esta mierda. Intersección 8, zona residencial del sur: mala iluminación. Esto es un peligro por donde lo mires. — Anotó los datos del lugar en una libreta. Ambos se habían detenido en mitad de la calle. Nadie se asomaba por ningún lado, parecía un lugar completamente desierto, pero al interior de las casas y en cualquier lugar, podía haber alguien acechando. A su izquierda, se abría paso un callejón que conectaba con quien-sabe-qué camino, y apenas unos metros más allá la oscuridad ya no dejaba ver nada. — Si había alguien más asignado con nosotros, nos lo cruzaremos patrullando tarde o temprano. Si en verdad nos están vigilando —, giró la cabeza y observó a sus alrededores. — nos daremos cuenta tarde o temprano. ¿No crees? 
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— La basura de unos, es el tesoro de otros.  — La voz emanó desde las sombras en las cuales apenas y lograban filtrarse ciertas luces hasta el tercer nivel de la actual Ciudad de los Minerales.  — Al parecer hoy tendremos algo más interesante en la agenda.  — Espeto con confianza esta desconocida voz proveniente de una figura la cual no mostraba su rostro aún.

Aquel “tesoro” no era más que un simple trozo de papel enmarcado con el sello de la gran facción que manejaba a todo el continente desde ya hace varios años.  — Nada que un pequeño accidente no pueda encubrir… — Aquella silueta abandonó parcialmente la oscuridad con un brusco movimiento que dejó entrever su rubia cabellera. Unos cuantos centímetros más abajo se observaba el demacrado e inerte rostro de un soldado del régimen, quien para su mala suerte había sufrido un desliz y golpeado su cuello contra una “pequeña” roca.

Para suerte del rubio, lo más probable es que no fuese encontrado sino hasta meses después; la actividad en el nivel inferior era meramente laboral, ocasionando que el régimen tuviese muy poca presencia, además de que aquellos residentes de los niveles inferiores solían ser mucho menos enérgicos que aquellos en la superficie.

Habiendo recibido aquel regalo, se dispuso a dirigirse hacia los niveles superiores, específicamente hacia la conexión del segundo y tercer nivel. Aquello fue una tarea muy fácil, pues contaba con su identidad respectiva, así como la información de residencia del segundo nivel debido a su madre y su padrastro, no obstante, para esta ocasión Ryata debía adoptar un papel muy distinto a lo acostumbrado, pues era necesario el actuar como un soldado más del régimen para dicho encuentro.

Algunos minutos más tardes, el rubio logró alcanzar la posición indicada en el papel. Claramente, se mostraba un poco inseguro y dudoso con respecto al encuentro, pues había demasiados detalles sueltos que debería ir atando conforme avanzaba la situación. — Buenos días… — Espetó a los cercanos, esperando levantar la sospecha suficiente como para toparse con sus “compañeros”.

Sus ojos revoloteaban de un costado a otro en busca de aquel par, el papel no especificaba mucho más allá que sus nombres, los demás detalles eran totalmente desconocidos para el Konjiki.
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Se hizo la hora y la impaciencia de Kia se hizo notar. Razón no le faltaba, pues -por reglamento- estaban en su derecho de partir si el desconocido tercer integrante no se presentaba al momento de la cita. Hasta donde ellos sabían, era perfectamente posible que jamás apareciera. Sin embargo, su trabajo sería el mismo con o sin él, y los directivos no mostrarían clemencia ante algún error por más demorado que estuviera su compañero.

-Seh, salgamos. Si de verdad está viniendo, ya sabe dónde encontrarnos.

Con el equipo de siempre y la tranquilidad que este inspiraba, el dúo partió hasta el tercer nivel para ver cuál era el problema. Apenas bajaron, detectaron una clara falla en la iluminación. En un lugar como aquel, donde apenas se veía, cualquier problema de esta índole rápidamente escalaba y requería atención prioriaria. Ya bastante deficiente era el tercer nivel en aquel departamento como para que encima se viera afectado con fallas como esa.
-Pobre gente, ni siquiera eso les proveen ya.- Situaciones como esa generaban una profunda bronca en Shiryu, quien siempre empatizó con la gente del tercer nivel por la vida que les había tocado llevar y sobre la cual poco tenían que decidir o hacer. -Pensar que muchos no deben ni conocer el sol...- este último comentario ya era una apreciación más personal, pero no dejaba de ser cierto. Al estar en confianza, era frecuente que se expresara más de la cuenta, y Kia ya estaba acostumbrada.

-Tienes razón. Esto está incluso más muerto que de costumbre.- Se refirió al poco tránsito de la zona, debido seguramente en su mayoría a la actividad laboral, pero también en parte al defecto en la iluminación. En un lugar como aquel, salir a oscuras era meterse en la mismísima boca del lobo, y nadie lo sabía mejor que sus habitantes.

Finalmente, un chico rubio se acercó a su posición. Mientras los saludaba, Shiryu pudo ver que llevaba la misma insiginia que ellos, por lo que no tardó en concluir que debía tratarse de su compañero perdido.
-¡Buen día! ¿Tú también fuiste citado para inspeccionar este sector, verdad? Su forma de actuar no era normal, pero el Tatsumaki no lograba discernir el motivo. Por lo pronto, imaginó que podía estar algo avergonzado por el retraso.
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La muchacha ladeó la cabeza. Era cierto que muchos de los habitantes del nivel de las minas no conocían siquiera el sol, y cuanto mucho, habían visto un poco de sus rayos en la planta de la forja. Lo que era un mito popular que se trasladaba de boca en boca entre las gentes de la más alta sociedad de Kouseki, era una cruda realidad que los azotaba. Aquellas personas nacían para minar o forjar, y morían por ello. Su trabajo era lo más valioso, y habían sido inculcados con los valores de la fábrica y el trabajo por el que percibían un mísero sueldo con el que subsistir.

— Por suerte tu buena amiga movió fichas para que nos dieran alojamiento en el segundo nivel. — Lo observó de reojo mientras terminaba de anotar y soltó una carcajada. — Sólo bromeo. En realidad allí es donde pertenezco. No conseguí que esos malditos me consiguieran un bungalow en la superficie, pero en algún momento lo tendremos. O al menos yo, tú puedes quedarte en la forja si estás cómodo, amigo. — Se estiró luego de guardar la libreta entre su chaqueta, desperezándose.

La voz de Ryata la sorprendió, y al igual que Shiryu, volteó a verlo. El Tatsumaki era muy complaciente y hasta pasivo con el rubio, que si era su compañero de patrullaje, había llegado tarde. No es que ella fuese a regañarlo, pero su presentación parecía desinteresada. Pese a que en primera instancia aquel tercero no parecía reconocerlos, tras las palabras de su compañero esperaba que ya los identificase. — Qué hay. ¿Cómo te llamas? No te había visto por el cuartel, huh. — Lo inspeccionó de arriba a abajo con la mirada, y tras ello levantó un poco sus hombros.
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“Bingo. Al parecer he dado con el grupo.”  Pensó, en su mente danzaban ideas emocionantes y claro, una emoción bastante correspondiente, pues había logrado dar con el paradero de ambos antes de ingresar a los suburbios del nivel inferior, donde sería una tarea infernal.

— Así es, soy yo.  — Respondió con naturalidad fingida… ¿Lo suficiente como para convencerlos? Ni siquiera él estaba seguro de ello, pero pretendía colocar los intereses del encargo por delante y como no hacerlo con una pequeña pizca de presura.  — Vamos un poco atrasados debido a mi tardanza. Los guiaré, conozco estos túneles muy bien… — Espeto con honestidad, avanzando por delante de aquel par, incluso restando un poco de importancia a lo dicho por la chica, aunque lo retomaría unos minutos más tarde para no dejar cabos “muy” sueltos.

— ¿Yo? Soy un novato simplemente, la verdad es que las cosas en el nivel inferior han sido desastrosas. Se me asignó ya varios meses y bueno, he logrado hacerme un hueco en las unidades del nivel inferior…  — El rubio ejecutó una pausa para estudiar de reojo la vestimenta de ambos individuos y comentar algo preciso.  — A juzgar por lo impecable e impoluto de sus ropajes, puedo discernir de que no son de aquellos que frecuentan el nivel inferior.  — Sonrió descaradamente a medida que avanzaba por una de las bajadas más utilizadas, no obstante, aquel par tan solo podría ver su espalda en todo caso.

— Por aquí, es un camino bastante concurrido y será menos agotador, además de ser mucho más seguro que otras rutas, no llevará un poco más de tiempo alcanzar el lugar, pero nos será útil resguardar nuestra vitalidad.  — Agregó, hasta ahora había hablado demasiado, quizás su faceta de “chamullador” había sobrepasado al Ryata original, un caso bastante peculiar a decir verdad.
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El rubio se "presentó" como quien faltaba en aquella misión de patrullaje, pero sin dar muchos detalles ni precisiones. De hecho, hasta esquivó identificarse y no respondió a la pregunta de Kia sobre su nombre. Aquello no hizo más que molestar a Niijima, y la hizo dudar más del sujeto, a quien no le sonaba haber visto jamás en su tiempo de servicio. Sin embargo, comenzó a seguirlo, descendiendo más en el nivel inferior y confiando en las capacidades de Ryata.

De hecho, él mismo explicó que conocía bien los niveles inferiores y allí se movía con frecuencia, en una especie de justificación de su rostro no-conocido para el par. Y el comentario de sus uniformes no hizo más que hacerlo ver un tanto soberbio o sobrador. — O podrías discernir que tenemos una pizca de decencia. — Comentó mientras continuaba siguiéndolo, sonriendo desde su posición. — Sigues sin presentarte. Te pregunté tu nombre, amigo. Y de hecho es aún más sorprendente que nunca nos hayamos cruzado, porque también suelo frecuentar el tercer nivel. — Lo observó de arriba a abajo y se detuvo un poco más en su apariencia. En efecto, él parecía similar en edad a ellos dos, por lo que no sería raro que hubiesen compartido alguna experiencia en Taifuu en su formación como soldados.

— ¿A qué batería pertenecías? Quizá nos hayamos cruzado en Taifuu y no lo recuerdo. — Acomodó su funda en el hombro mientras avanzaban por un camino "bastante concurrido". Todavía seguían al rubio, aunque sin saber exactamente a dónde. Él había comentado que estaban atrasados, pero su tarea era patrullar. — ¿Cuál es el lugar? Creo que no nos ha llegado la misma información.
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— Pues… eso es una simple posibilidad que no he preferido no contemplar, honestamente.  — Quizás ella no podía percibirlo, pero estaba en su “zona”. Poder hablar al respecto de aquellos que vivían en la superficie era satisfactorio para el rubio, quien toda su vida tuvo la experiencia del Nivel Inferior y de muy primera mano.

— ¡Ah! Disculpa mis modales… — El rubio giró su cuerpo unos cuantos grados, únicamente para la presentación que exigía la chica de anteojos. «No hace falta investigar mucho más para saber que serás la más molesta de la operación.»  Afirmaría mentalmente a medida que inspeccionaba de forma ligera y sutil sus ropajes.  — Soy Atayr.  — Mintió, pero lograba hacerlo con total tranquilidad o al menos por el momento.

— Es un poco extraño la verdad, quizás simplemente el destino no deseaba nuestro encuentro sino hasta este momento.  — Acompaño con ademanes fantasiosos aquella oración.  — Desde muy temprano fui asignado a los carriles en el nivel inferior, creo que es muy normal no habernos topado nunca, pues muy poco suelo ver el sol.  — Añadió un tono de voz más tenue para intentar apañar un poco de compasión.

— Como sea, eso no es importante.  — Añadió rápidamente. Intentando evadir la segunda pregunta más complicada de la joven de anteojos… ¿Cuál batería? Se preguntó el rubio mientras intentaba formular algo lo suficientemente convincente como para persuadir a la chica.  — ¿Eso piensas? La información que me llegó es esta.  — Extendió el documento a la chica, estaba un poco arrugado e incluso tenía una pequeña mancha de sangre después de la emboscada que le hizo a aquel soldado del régimen.

— Perdona por la poca pulcritud del documento, es un poco difícil la lectura en los niveles inferiores.  — Sonrió ligeramente agitando su diestra en un intento por reducir importancia al asunto.
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