El tema había dado muchas vueltas a mi cabeza, y poco había podido hacer para darle forma al problema que se me había presentado.
Esa tarde volvería al cuartel, en donde se me había requerido para analizar un peculiar objeto, el cual era una hermosa y exuberante mujer en un pergamino, encontrada en las ruinas de la "Casa de Papel", antiguo lugar en donde artistas, sobre todo pintores, se habían reunido a aprender, practicar y mostrar sus obras, pero que tras mi combate contra Benji Emaki, antiguo mangaka y shinobi sin aldea, ahora eran ruinas humeantes.
¿Que tenía de especial esa chica? Todo.
Hermosa como había sido en "vida", incluso más, como el sueño imposible de cualquier hombre, atrapado en los confines del papel especial que la contenía. Se le reconocía como una hermosa chica desaparecida hace décadas, y que aún conservaba su apariencia, e incluso superior.
En cuanto los guardias del cuartel me vieron llegar, me guiaron hasta una cámara con llave que abrieron para dejarme ver aquel pergamino.
¿Un dibujo? Pensé, cuando aquella chica, de rodillas y cabeza agachada, abrió los ojos lentamente y alzó su cabeza para verme. Estaba viva aún. Décadas prisionera en ese papel, no podía imaginar tal tormento.
La chica no dijo nada, simplemente me observó.
-¿Benji Emaki?- le pregunté. Los ojos de la chica comenzaron a derramar lágrimas y su mirada mostró una mezcla de horror y sorpresa.
-Ese nombre...- dijo ella- ese ser es el demonio, ¿lo conoces?
-Lo conocí. Lo enfrenté en la "Casa de Papel", y todo se quemó. Parece que los ninjas de konoha te encontraron- dije a la chica, la cual mostró aún más sorpresa.
-¿Te enfrentaste a Benji y sobreviviste?... espera, ¿que hay de Ken Ichi?- me preguntó la chica.
Uno de los guardias se me acercó. Era un oficial superior a mí.
-Te llamamos porque esta chica puede tener mucha información útil sobre Benji Emaki, o "Benji Mazda". Te llamamos a ti porque estás familiarizado con estas cosas, no creas no sabemos de lo que haces en tu "parque de diversiones" en el País de las Olas, Mangagakure- dijo el oficial con tono enfadado. Yo lo miré y volteé a ver a la chica.
Me acerqué a analizar el pergamino, y el dibujo, pero la chica volvió a preguntar, gritando.
-¿Donde está Ken?- cuestionó la mujer. Me detuve en seco y volteé a ver al oficial. El sólo cerró los ojos y negó con la cabeza.
La expresión de la chica cambió de una de sorpresa y horror a una de profunda tristeza.
-Sólo encontramos pergaminos quemados. Eres el único pergamino "bueno" que encontramos- dijo el oficial. Incluso yo sentí el vacío que esas palabras causaron en la joven mujer en el pergamino.
-Ken era mi prometido, íbamos a casarnos el verano de ese año. Él era un gran pintor, un artista, y cuando fuimos a la casa de papel para una exposición de pinturas... fuimos atrapados- dijo la chica con lágrimas escurriendo por sus mejillas- quedamos atrapados en pergaminos, "redibujados" y almacenados. Durante años, él era quien calmaba mi tristeza, quien me reconfortaba al pensar en la familia que nunca tuvimos, en nuestras familias que dejamos detrás, en todos los sueños que no cumplimos. No pudimos ver nuestros rostros en la oscuridad del almacén, sólo su voz me reconfortaba.
Esas palabras me hicieron pensar en lo que yo mismo había hecho. Quizás el gobierno haría de la vista gorda cuando lo hacía con criminales, bandidos de lo peor y escoria social, pero no pensaba en lo que pasaba cuando convertía a alguien en dibujo.
El mismo oficial se volteó para que no viera su rostro de tristeza.
-Nagato ¿puedes desellarla?- me cuestionó el oficial con voz gruesa.
-No. Pero reconozco este jutsu... tengo que terminarlo- dije. La chica se mostró sorprendida, pero con un toque de esperanza, dejando de llorar. El oficial me miró sobre su hombro, con una ceja alzada.
-Haz lo que necesites- dijo el oficial.
Preparé el jutsu. Ya estaba hecho el redibujo y sólo faltaba liberarla. Tras realizar los sellos específicos sobre el altar ritual, un chorro de tinta emergió del pergamino.
Tras esto, la chica apareció ahí, de pie, una vez más. Intentó caminar, pero tras tanto tiempo sin hacerlo cayó y yo la atrapé.
-Necesito ver "La casa de papel"... por favor-dijo la chica. Miré al oficial y este tras unos segundos, asintió con la cabeza.
...
Acompañados por el oficial y otros ninjas, llegamos a la antigua escuela y galería de arte, entre cuyas ruinas carbonizadas se había despejado un camino hacia el interior, bajo tierra. Ahí, entre rastros del combate que tuve con Benji, se encontraba la puerta del almacén, en donde habían rescatado el pergamino.
Ahí, rápidamente la chica corrió y abrió la puerta, mirando sólo una pila de papeles quemados. Desesperadamente, con lágrimas en sus ojos pero esperanza, buscó entre los restos de papel a su amado, cuya voz fue su piedra en sus momentos de oscuridad y necesidad.
Poco a poco, la esperanza se borró de sus ojos y la desesperación de apoderó de ella. Había revuelto todo y no había nada reconocible de él.
Se le pidió irse de ahí, incluso se resistió cuando la sujeté, sólo para caer de rodillas al piso y romper en llanto.
-Recé a kamisama por escapar de ese maldito pergamino, pero también deseaba volver a verlo, aunque fuera una última vez- dijo ella, cuando miró en la pared del sótano, afuera del almacén, una pintura humeada pero aún reconocible. Era un hombre joven de la mano a una chica joven, hermosa y muy parecida a la chica del pergamino.
Lentamente se acercó y con cuidado, apartó un poco del ollín del lienzo. Era como ver una ventana al pasado, incluso, vio en la esquina inferior del lienzo la firma de su amado "Ken".
-Seguramente fue su último trabajo, parece un autoretrato de ambos- le dije mientras avanzaba hacia ella.
Descolgó el cuadro y lo abrazó, llorando libremente sin retenerse.
-Bah, que se lo quede- gruñó el oficial, regresando a la planta alta para que no vieran su rostro de tristeza.
-Tal vez no lo vuelvas a escuchar, pero podrás volver a verlo cuantas veces quieras- le respondí a la chica, colocando mi mano sobre su hombro- quizás debas regresar a Konoha, aún estarás bajo vigilancia del cuartel. Cuida esa pintura...
...
De regreso en Konoha, prepararía mis cosas para volver a Mangagakure. La chica se quedaría en el cuartel, en su propia habitación mientras sensores le interrogaban todo lo que pudiera saber de Benji Emaki.
Sin embargo, dentro de mí, en esa búsqueda por mi mundo feliz, un mundo sin muerte, siempre justificaría mis acciones, pensando en que yo haría lo correcto. Después de todo, había heredado la voluntad de Benji Mazda, conocido también como Benji Emaki.
Esa tarde volvería al cuartel, en donde se me había requerido para analizar un peculiar objeto, el cual era una hermosa y exuberante mujer en un pergamino, encontrada en las ruinas de la "Casa de Papel", antiguo lugar en donde artistas, sobre todo pintores, se habían reunido a aprender, practicar y mostrar sus obras, pero que tras mi combate contra Benji Emaki, antiguo mangaka y shinobi sin aldea, ahora eran ruinas humeantes.
¿Que tenía de especial esa chica? Todo.
Hermosa como había sido en "vida", incluso más, como el sueño imposible de cualquier hombre, atrapado en los confines del papel especial que la contenía. Se le reconocía como una hermosa chica desaparecida hace décadas, y que aún conservaba su apariencia, e incluso superior.
En cuanto los guardias del cuartel me vieron llegar, me guiaron hasta una cámara con llave que abrieron para dejarme ver aquel pergamino.
¿Un dibujo? Pensé, cuando aquella chica, de rodillas y cabeza agachada, abrió los ojos lentamente y alzó su cabeza para verme. Estaba viva aún. Décadas prisionera en ese papel, no podía imaginar tal tormento.
La chica no dijo nada, simplemente me observó.
-¿Benji Emaki?- le pregunté. Los ojos de la chica comenzaron a derramar lágrimas y su mirada mostró una mezcla de horror y sorpresa.
-Ese nombre...- dijo ella- ese ser es el demonio, ¿lo conoces?
-Lo conocí. Lo enfrenté en la "Casa de Papel", y todo se quemó. Parece que los ninjas de konoha te encontraron- dije a la chica, la cual mostró aún más sorpresa.
-¿Te enfrentaste a Benji y sobreviviste?... espera, ¿que hay de Ken Ichi?- me preguntó la chica.
Uno de los guardias se me acercó. Era un oficial superior a mí.
-Te llamamos porque esta chica puede tener mucha información útil sobre Benji Emaki, o "Benji Mazda". Te llamamos a ti porque estás familiarizado con estas cosas, no creas no sabemos de lo que haces en tu "parque de diversiones" en el País de las Olas, Mangagakure- dijo el oficial con tono enfadado. Yo lo miré y volteé a ver a la chica.
Me acerqué a analizar el pergamino, y el dibujo, pero la chica volvió a preguntar, gritando.
-¿Donde está Ken?- cuestionó la mujer. Me detuve en seco y volteé a ver al oficial. El sólo cerró los ojos y negó con la cabeza.
La expresión de la chica cambió de una de sorpresa y horror a una de profunda tristeza.
-Sólo encontramos pergaminos quemados. Eres el único pergamino "bueno" que encontramos- dijo el oficial. Incluso yo sentí el vacío que esas palabras causaron en la joven mujer en el pergamino.
-Ken era mi prometido, íbamos a casarnos el verano de ese año. Él era un gran pintor, un artista, y cuando fuimos a la casa de papel para una exposición de pinturas... fuimos atrapados- dijo la chica con lágrimas escurriendo por sus mejillas- quedamos atrapados en pergaminos, "redibujados" y almacenados. Durante años, él era quien calmaba mi tristeza, quien me reconfortaba al pensar en la familia que nunca tuvimos, en nuestras familias que dejamos detrás, en todos los sueños que no cumplimos. No pudimos ver nuestros rostros en la oscuridad del almacén, sólo su voz me reconfortaba.
Esas palabras me hicieron pensar en lo que yo mismo había hecho. Quizás el gobierno haría de la vista gorda cuando lo hacía con criminales, bandidos de lo peor y escoria social, pero no pensaba en lo que pasaba cuando convertía a alguien en dibujo.
El mismo oficial se volteó para que no viera su rostro de tristeza.
-Nagato ¿puedes desellarla?- me cuestionó el oficial con voz gruesa.
-No. Pero reconozco este jutsu... tengo que terminarlo- dije. La chica se mostró sorprendida, pero con un toque de esperanza, dejando de llorar. El oficial me miró sobre su hombro, con una ceja alzada.
-Haz lo que necesites- dijo el oficial.
Preparé el jutsu. Ya estaba hecho el redibujo y sólo faltaba liberarla. Tras realizar los sellos específicos sobre el altar ritual, un chorro de tinta emergió del pergamino.
Tras esto, la chica apareció ahí, de pie, una vez más. Intentó caminar, pero tras tanto tiempo sin hacerlo cayó y yo la atrapé.
-Necesito ver "La casa de papel"... por favor-dijo la chica. Miré al oficial y este tras unos segundos, asintió con la cabeza.
...
Acompañados por el oficial y otros ninjas, llegamos a la antigua escuela y galería de arte, entre cuyas ruinas carbonizadas se había despejado un camino hacia el interior, bajo tierra. Ahí, entre rastros del combate que tuve con Benji, se encontraba la puerta del almacén, en donde habían rescatado el pergamino.
Ahí, rápidamente la chica corrió y abrió la puerta, mirando sólo una pila de papeles quemados. Desesperadamente, con lágrimas en sus ojos pero esperanza, buscó entre los restos de papel a su amado, cuya voz fue su piedra en sus momentos de oscuridad y necesidad.
Poco a poco, la esperanza se borró de sus ojos y la desesperación de apoderó de ella. Había revuelto todo y no había nada reconocible de él.
Se le pidió irse de ahí, incluso se resistió cuando la sujeté, sólo para caer de rodillas al piso y romper en llanto.
-Recé a kamisama por escapar de ese maldito pergamino, pero también deseaba volver a verlo, aunque fuera una última vez- dijo ella, cuando miró en la pared del sótano, afuera del almacén, una pintura humeada pero aún reconocible. Era un hombre joven de la mano a una chica joven, hermosa y muy parecida a la chica del pergamino.
Lentamente se acercó y con cuidado, apartó un poco del ollín del lienzo. Era como ver una ventana al pasado, incluso, vio en la esquina inferior del lienzo la firma de su amado "Ken".
-Seguramente fue su último trabajo, parece un autoretrato de ambos- le dije mientras avanzaba hacia ella.
Descolgó el cuadro y lo abrazó, llorando libremente sin retenerse.
-Bah, que se lo quede- gruñó el oficial, regresando a la planta alta para que no vieran su rostro de tristeza.
-Tal vez no lo vuelvas a escuchar, pero podrás volver a verlo cuantas veces quieras- le respondí a la chica, colocando mi mano sobre su hombro- quizás debas regresar a Konoha, aún estarás bajo vigilancia del cuartel. Cuida esa pintura...
...
De regreso en Konoha, prepararía mis cosas para volver a Mangagakure. La chica se quedaría en el cuartel, en su propia habitación mientras sensores le interrogaban todo lo que pudiera saber de Benji Emaki.
Sin embargo, dentro de mí, en esa búsqueda por mi mundo feliz, un mundo sin muerte, siempre justificaría mis acciones, pensando en que yo haría lo correcto. Después de todo, había heredado la voluntad de Benji Mazda, conocido también como Benji Emaki.