[Concurso SV] Filosofía del amor y el mito de la Media Naranja.
LinkIcon Enlace al Post
Evento


En lo alto de las montañas, donde el viento susurra secretos antiguos y las cumbres tocan el cielo, vivía un ser especial, un hombre ya anciano que dedico su vida a la reflexión. Nadie conocía su nombre, pero en la comunidad local le llamaban "El Sabio de las Cumbres". Este individuo, a través de años de reflexión y conexión con su propio ser, había tejido una visión única del amor.

Su morada, una pequeña cueva en lo más alto, estaba rodeada por el silencio y la inmensidad de la naturaleza. Desde allí, contemplaba el amanecer y el anochecer, cada ciclo de la naturaleza, este era un principio básico que no muchos llegan a conocer, la egoencia. En su soledad, no estaba solo, sino más bien conectado con la esencia de la vida.

Ese ser, como cualquier ser humano, había experimentado las complejidades del amor. Las sombras y luces de sus propias experiencias amorosas se reflejaban en sus ojos sabios. No veía el amor como un concepto abstracto, sino como una fuerza que fluía como la sangre misma de la vida. Sentía que el amor no era simplemente un vínculo entre dos personas, sino una energía que unía a todos los seres en un tapiz invisible de conexiones.

Sus pensamientos se sumergían en la autocompasión y el autodescubrimiento, entendiendo que para amar a otros, primero debía encontrar esa chispa dentro de sí mismo. En su introspección, descubría el amor propio como un manantial que brotaba desde lo más profundo de su ser, nutriendo cada rincón de su alma.

En las noches estrelladas, este ser reflexionaba sobre la idea de la "media naranja". No encajaba en su filosofía. No buscaba en otro la mitad que le faltaba, sino un compañero que compartiera la plenitud de su existencia. Veía las relaciones no como una búsqueda para completarse, sino como una oportunidad para crecer y expandirse juntos.

En sus  ocasionales interacciones con los aldeanos de los pueblos cercanos, este ser experimentaba las complejidades de las relaciones humanas. Veía en cada encuentro una oportunidad para explorar el amor en su forma más pura. Las alegrías y los desafíos compartidos eran lecciones que lo guiaban hacia una comprensión más profunda de sí mismo y de los demás.

En su búsqueda de amor, este ser se sumergía en el océano de la compasión. Reconocía que todos, desde los amigos más cercanos hasta los desconocidos en la aldea, buscaban la misma alegría y liberación del sufrimiento. Para él, el amor era un acto de dar sin esperar nada a cambio, una conexión natural que unía a todas las formas de vida en un abrazo cósmico. Una de sus frases mas conocidas: Resignar los frutos de la acción

Una tarde, mientras el sol se ponía detrás de las cumbres, este ser se retiró a su humilde morada. En la penumbra, reflexionó nuevamente sobre el amor romántico. Apreciaba la pasión, pero entendía que la verdadera esencia del amor duradero se encontraba en la amistad, el respeto y la lealtad mutua. Sus pensamientos exploraban las múltiples expresiones del amor, reconociendo que el romántico era solo un matiz en el amplio espectro del amor universal.

A medida que los años pasaban, este ser comprendía que el amor podía ser un maestro exigente. A través de sus propias sombras y limitaciones, descubría oportunidades para crecer y evolucionar. No temía a las dificultades ni mucho menos los desafíos propios de la vida; las abrazaba como puentes que lo llevaban a un entendimiento más profundo de sí mismo y de los demás.

En sus momentos más íntimos, este ser se sumergía en el océano del amor incondicional. Visualizaba a todos los seres, desde los niños que jugaban en la aldea hasta los animales que deambulaban por los bosques, envueltos en la luz cálida de la compasión. Sus pensamientos exploraban la idea de que el amor incondicional era la culminación de una vida dedicada a comprender la unidad que subyacía en toda la creación.

Al llegar la noche, este ser emergía de su refugio con el corazón abierto y la mente clara. Había integrado la filosofía del amor en su ser, comprendiendo que amar era un acto consciente que iba más allá de las limitaciones del ego. En su caminar por la aldea, irradiaba amor hacia todos los seres, recordando que la esencia del amor residía en la conexión universal que unía a toda la creación. Así, El Sabio de las Cumbres continuaba su jornada, siendo un faro de amor en medio de la vastedad de la existencia, esbozando su característica sonrisa y contagiando en gran medida su sentir...

"En el pantano de la existencia, la flor de loto se alza en su esplendor, recordándonos que, a veces, la mayor belleza surge de las aguas turbias de los desafíos compartidos, revelando la capacidad de florecer incluso en las circunstancias más difíciles."
Salto de foro:

Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)