Había pasado por varias penurias en el viaje, además el clima del País del Viento aún en invierno era insoportable. Atravesé el camino, luego de que la caravana me dejase lo suficientemente cerca para que sólo me tomara poco más de media hora llegar a Konohagakure. <<Este es el clima que me merezco>> dije para mis adentros, al tiempo que me acercaba a la villa en aquella madrugada invernal. Mis ropas no eran apenas adecuadas para ese entorno, pero ya tenía en mente ir de compras con lo poco que me quedaba de dinero.
Me acerqué a uno de los shinobi que estaba de guardia junto a la puerta y saludé, no sabiendo si debía esperar su aprobación para ingresar a la aldea o si podía entrar sin más.