Hagamos un castillo de arena
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Rõgu se había separado de sus padres, ahora era parte de una organización rebelde que buscaba librar al País del Viento del yugo de la Yakuza y así revivir a la antigua Sunagakure. Pero no era un trabajo fácil y por ello debían buscar mas miembros para la causa, por ello, el mejor lugar para buscar era el desierto, sus habitantes posiblemente estarían de acuerdo con la idea de mejorar sus vidas y quizás hayan guerreros capaces de luchar por ello.

Rõgu caminaba el desierto del País de Viento junto a otro miembro de la organización, Kaito al igual que Rõgu provenia de un clan que antes vivia en Sunagakure e incluso tuvo miembros que llegaron al mas alto puesto como Kazekages. 

El Jinsoku y el Chikamatsu compartian el mismo deseo de recuperar su madre patria así qué Rõgu aprovecharia este viaje para intentar hablar un poco con su compañero-He cruzado el desierto un sin numero de veces. Pronto llegaremos a un poblado con una fuente de agua donde descansar del sol-pero a pesar de sus ganas de charlar, no sabía como tocar los temas de interez.

Yo no nací en la aldea. Bueno, creo que es obvio, ya hubiese muerto... P-pero si me gustaria ver como era todo antes. Si Sunagakure era de las 5 grandes naciones... Supongo que habrá sido un gran lugar-con esfuerzo logró mencionar algo de interez pero se preguntaba si era lo correcto, no conocía a la Yakuza pero según Rõgu la gente no puede ser pura maldad...
Pasivas
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Kaito asintió con seriedad mientras caminaban por el abrasador desierto. Las palabras de Rõgu resonaron en su interior, y compartían un lazo profundo al tener raíces en Sunagakure. Aunque su compañero no había nacido ahí, el propio Kaito sí y sentía el peso de la historia de su clan y la importancia de restaurar la grandeza perdida de la aldea.

— Entiendo tu deseo, Rõgu. La imagen de Sunagakure en sus días de esplendor es algo que muchos de nosotros llevamos en el corazón, incluso aquellos que no nacieron entre sus muros. Yo aún nací en los últimos días de lo que alguna vez fue la gran aldea. No era tan imponente como otras, pero siempre llevará un lugar en mi pecho —respondió Kaito con un tono reflexivo.

El Chikamatsu miró a su compañero de viaje— ¿Dónde es que naciste tú? No sabía que tu origen también era este desierto —añadió, mostrando interés en la historia personal de Rõgu.


Kaito observó algo de duda y contrariedad en su compañero, así que con su avispada percepción se adelantó. — Es una verdadera lastima lo que la Yakuza hizo con este lugar, no creo que ni uno solo de ellos tenga más que odio en su interior— 
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Kaito afirmó compartír el deseo de Rõgu de ver un mejor Sunagakure, de hecho afirmó haber nacido en los ultimos dias de la aldea y recordar su gloria. Eso le daba curiosidad a Rõgu ¿que edad poseía Kaito exactamente? Recordar algo de hace mas de 15 años no ha de ser muy sencillo, menos si eras un niño de ¿5? Rõgu le calculaba un maximo de 20 años a su compañero pero bueno, capaz tenia un poco mas quien sabe.

Ah bueno, mi familia siempre han sido nomadas. Mi nacimiento de hecho fue en otro Pais. Creo que el de los osos y crecí viendo el mundo. Por eso me gustan todas las aldeas, tienen clanes, comidas y costumbres increíbles-respondió animado ante la pregunta de su compañero, la verdad es que la unica aldea que no había visitado era la Kirigakure y los demás Paises que necesiten de un barco para llegar.

Kaito demostró odio hacia la Yakuza por darle este triste destino a Sunagakure y Rõgu solo pudo rascarse la cabeza-Bueno, puede que tengas razón. Así que ya nos toca a nosotros cambiar las cosas, derrocarlos y mejorar al País. Me gustaria reclutar a un miembro del clan Jiki. Esos que pelean con arena, podrían ser de ayuda para crear las edificaciones de la aldea nuevamente-afirmó con animo y decisión a la idea de mejorar la vida de los ciudadanos del País del Viento.

El duo llegó al poblado que dijo Rõgu, había un oasis en el centro del pueblo así que habían algunas minigranjas que ayudaban a hacer prosperar el lugar. Quizás la economia del Pais se la llevaba toda la Yakuza pero eso ha ayudado a la gente a trabajar toda junta en una sociedad con toque familiar.

No hay que olvidar que dentro de lo malo hay algo bueno-comentó mientras se quitaba su capucha.
Pasivas
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Kaito escuchó atentamente la respuesta de Rõgu mientras continuaban caminando por el abrasador desierto. El tono animado de su compañero al hablar sobre su nacimiento y sus experiencias en diferentes países despertó cierta curiosidad en Kaito. La diversidad de clanes, comidas y costumbres de las distintas aldeas parecía haber dejado una marca positiva en Rõgu, contrastando con el resentimiento que ambos compartían hacia la Yakuza y su impacto en Sunagakure.

Ante la sugerencia de reclutar a un miembro del clan Jiki, especializado en el uso de la arena, Kaito asintió en señal de acuerdo. La idea de contar con habilidades únicas para contribuir a la reconstrucción de la aldea resonó en él.

— Tienes razón, Rõgu. Necesitamos unir fuerzas y uno de esos moradores de las arenas sería un gran aliado —respondió Kaito con determinación.

Al llegar al poblado que indicó Rõgu, Kaito observó el oasis en el centro, rodeado de pequeñas granjas que contribuían a la prosperidad local. A pesar de las dificultades impuestas por la Yakuza, el espíritu comunitario parecía prevalecer en ese rincón del país.
Rõgu, creo que sería bueno encontrar un lugar para comer algo y descansar un poco. No podemos subestimar la importancia de mantenernos fuertes y alerta en esta travesía —sugirió Kaito mientras caminaban por las polvorientas calles del pueblo. La búsqueda de aliados y la lucha contra la Yakuza eran tareas agotadoras, y un breve descanso sería beneficioso para recargar energías. Juntos, se dirigieron hacia el centro del pueblo, donde esperaban encontrar algún establecimiento que ofreciera comida y sombra.

El aroma de especias y alimentos locales impregnaba el aire a medida que se acercaban a un modesto puesto de comida. Un anciano atendía el lugar, y la promesa de un refugio del calor y un bocado reconfortante hizo que Kaito y Rõgu se dirigieran hacia él.

— Buenas tardes, señor. ¿Nos podría servir algo para comer y beber? Estamos de paso y buscamos un breve descanso antes de seguir nuestro camino —preguntó Kaito con cortesía.

El anciano, con una sonrisa amable, les ofreció un lugar a la sombra de una improvisada estructura de tela.
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Ante la sugerencia de Rõgu de aliarse con miembros del clan Jiki, Kaito dio el visto bueno pues era una buena idea dado a futuro en la reconstrucción de la aldea oculta entre la arena, dejando en Rõgu un sentimiento de satisfacción al saber que su idea era útil, aunque claro, debían llevarla a cabo para que fuera realmente útil.

Ya en el poblado Kaito sugirió descansar y comer algo bajo sombra. Rõgu no se oponia a la idea, podía estar acostumbrado a viajar mucho y hacer pocas paradas pero no por ello era incapaz de apreciar los tiempos de descanso extra.

Caminaron mas al centro, ahí un puesto de comida estaba en pleno funcionamiento, Kaito pidió comida y bebida sin especificar que quería exactamente y por ello el hombre decidió darles lo mas barato.

Brochetas de lagarto y dos vasos de agua con azucar en camino-mencionó el hombre mientras abria una hielera para sacar la cola de un lagarto, pues, aquel hombre tenia una granja de lagartos de arena y les cortaba las colas cada vez que podía. Los lagartos la podían regenerar asi que siempre tenía carne, para sus dos especialidades, brochetas de largato y sopa de lagarto.

Hola señor Henry-el muchacho saludó al hombre el cual se sorprendió un poco-Oh Rõgu, muchacho. Gusto en verte ¿otra vez te adelantaste?-al no verlo con su familia creyó que el muchacho había estado compitiendo otra vez con su padre.

No exactamente. Decidí hacer un viaje solo. Bueno, no tan solo, he estado conociendo gente nueva, oh, me da también algunos escorpiones fritos-pidió para no perder la costumbre de aquel Snack crugiente.

Vaya, Parece que ya eres todo un adulto. Muy bien ya te preparo tu orden ¿no quieres leche de camello? Está de anoche, deberia seguir fresca-Gracias pero con el agua estoy bien, aunque saber que hay leche es bueno. Tal vez pida algunos quesos al señor Cristobal para el viaje. Espero aún le quede pan-Creo que le queda Casabe. ¿Sabes? Es una pena que no estes con tu padre, les hubiera pedido que me trajeran algunos camarones de las zonas costeras, Linda lleva como una semana diciendome que quiere unos buenos camarones para ligarlos con arroz. Ya sabes como son las mujeres, solo quieren lo que está fuera de su alcance jajaja-la conversación iba demaciado bien y el hombre mo perdia de vista su comida, pronto tendría los pedidos listos y en platos para su consumo.

Orden lista.
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