[Flashback] Nunca fui buena en las persecuciones. (Yukine)
LinkIcon Enlace al Post
- Espero que para la próxima vez las otras aldeas aprendan a recoger su basura. - Comenté por lo bajo durante mi expedición fuera de mi aldea.

Esta vez no estaba sola, me acompañaba un grupo variado de shinobis de nuestra propia tierra así como unos cuantos independientes que pretendían ganarse unas monedas haciéndose cargo de unos criminales interimperiales. No es extraño que los criminales conozcan bien las jurisdicciones de los lugares donde cometen delitos, son expertos (para mal) de la legislación y el territorio que los rodea lo cual los hace particularmente escurridizos. He de confesar que no soy una buena rastreadora y que tampoco tengo una buena experiencia lidiando con prófugos, por lo que la ayuda es algo que agradezco inmensamente.

Nunca fui particularmente solitaria ni orgullosa en lo que a mi persona respecta, no se me veía ni mínimamente incómoda al cooperar con mercenarios. Es más, diría que incluso fui bastante asertiva al traer alimento y abrigo para muchos de ellos quienes no se acostumbraban al clima hostil de las alturas. La falta de oxígeno hacía mella en muchos de ellos, estando aún más alto que en la propia aldea de las nubes algunos pulmones dejaban de ser tan confiables y se notaba cierto mareo en los menos acostumbrados.

- Toma, mastica y no se te taparán los oídos. - Le dije a uno de ellos acercándole un simple caramelo de miel, esperando que la actividad muscular en su mandíbula aliviase la presión acumulada en sus oídos permitiéndole escuchar con comodidad nuevamente. Fui gentil, mi voz dulce y permanecí con una sonrisa en todo momento a pesar de la seriedad de la adversidad.

Poco a poco nos acercábamos a nuestro objetivo: Una extraña fábrica en las alturas, algo que poco sentido tenía por lo difícil que sería la logística considerando el contexto climatológico. Un shinobi de mi aldea tomó sus auriculares y observó todos los alrededores puesto a que ninguno de nosotros tenía habilidades sensoriales particularmente buenas, o no que yo lo supiera.

- Gracias por venir caballeros… La verdad es que no hubiese aceptado la misión si no me hubiesen acompañado, soy más hogareña de lo que creen. - Confesé con modestia, consciente de mis limitaciones. Mis habilidades no eran las mejores para este tipo de misiones, estaba muy limitada en todo lo que es búsqueda y captura. Suspiré, sentí el agotamiento por la altura por un instante pero esperé decidida a nuevas instrucciones.
LinkIcon Enlace al Post
El ambiente que rodeaba el País del Rayo siempre era uno que exhibía hostilidad hacia sus visitantes más inexperimentados, y Yukine no era ninguna excepción a esta regla dorada. Siendo único por estar mayormente compuesto por terreno montañoso de sorprendentes, casi asfixiantes alturas, todo personal que tuviese intenciones bélicas en la zona se encontraba de cara con un obstáculo difícil de flanquear: La diferencia de oxígeno, usualmente abundante en otras zonas del mundo, se veía drásticamente reducida aquí.

Física aquí, física allá. Aunque el concepto era algo más largo de lo que muchos buscaban entender, el punto final era predominante e inevitable sin importar para dónde se viera: El oxígeno es perezoso, y prefería no viajar tan alto salvo que ya existiera allí en primer lugar; con una capacidad aeróbica mucho más baja de lo que el cuerpo humano normalmente acostumbraba tener a disposición, hacer una pirueta o canalizar técnicas que requirieran inhalar bocanadas de aire se hacía dramáticamente más complicado, a falta de decir que dejaba tras de sí una extenuación innatural para muchos. 

Para su suerte en escasas ocasiones, los viajes entre Países eran algo que Yukine se había visto forzado a hacer desde pequeño, y estaba acostumbrado a lidiar con condiciones ambientales caóticas a su manera. Si bien la diferencia de altura en el País de Rayo era cuanto menos problemática, Kumogakure especialmente, el albo se había educado para reducir cada movimiento innecesario en su estilo de combate para reducir la fatiga impuesta en él, y de minimizar el uso de espada -su estilo preferido- a cuando esto fuese estrictamente necesario. Las técnicas a distancia también eran un fuerte suyo, y aunque prefería combatir a cortas distancias donde su opresivo estilo de combate pudiese brillar, debía maximizar cada recurso si pretendía conservar su cabeza sobre sus hombros un día más.

Viajando junto al grupo que sería asignado para cumplir con la misión, un escaneo rápido a los participantes evidenció los problemas anteriormente descritos en la mayoría, varios de éstos exhibiendo respiración rápida para compensar las hostiles condiciones a las que eran sometidos; primíparos como pudieran ser, se alegraba de ver que muchos tenían la tenacidad para seguir adelante a pesar de todo, aunque ocultando un atisbo de preocupación por los que estaban pasándola genuinamente fatal y no conseguían mantener el ritmo general. Si no echaban para atrás a tiempo, podían estar tirando su vida tontamente por una muestra de orgullo. Pero no era su lugar decir a nadie qué hacer, y haría cuanto pudiera por quien lo necesitara llegado el momento correcto.

Una muestra de amabilidad llamaría la atención del albo cuando le fue ofrecido un caramelo de miel junto a una indicación para contrarrestar uno de los efectos adversos presentes. Una voz dulce y cautivante, y una sonrisa de parte de la chica serían bien recibidas por Yukine, quien devolvería la muestra bondadosa con una sonrisa reflejo de su parte y un tono de idéntica naturaleza. -¡Ah! Muchas gracias, ya empezaba a molestarme la sensación.- Recibió el dulce y empezó a masticar inmediatamente, enamorado de la sensación azucarada que se esparció sobre su lengua al momento de la primera mordida además del alivio gradual de la afectación en su audición; acostumbrado no significaba inmune, tan solo lo suficientemente mañoso como para amortiguar hasta cierto punto, pero era tan vulnerable como el resto a los síntomas.

Agradecido de aprender algo nuevo y por el dulce que le había entregado, tendría en especial mención a la Kunoichi durante la misión, colaborando si esto era requerido en algún momento pero sin ignorar al resto del escuadrón; los favoritismos nunca habían sido lo suyo, y su mentalidad de campesino le impedía seleccionar sistemáticamente a personas en el grupo mientras ignoraba a otros, indiferente de sus características o rendimiento en la misión. 

El arribo a la fábrica donde se encontraban los malhechores fue inminente, y debía admitir más pronto de lo que él mismo esperaba. Aun así, estaba preparado desde el momento en que pisó fuera de Kumogakure tras recibir el briefing de la misión. Unas palabras del familiar tono femenino antes encontrado llamó su atención, y aunque no dirigió directamente una mirada hacia ella, respondió con fervor. -No hay nada que agradecer. Aunque todos seamos desconocidos, por esta misión, somos lo mismo que una familia grande y feliz. Y como toda familia, nos apoyamos mutuamente a todo dar.

Pausó, esta vez girando su rostro en dirección a la chica, dedicando una sonrisa que buscaba proveer seguridad en sus palabras y determinación a todos. -Así que demos lo mejor de nosotros mismos, acabemos con esto pronto y regresemos a casa de vuelta al confort del fuego en la chimenea, ¿si?- Rió suave, no en burla sino en afabilidad. Confiaba en sí mismo y confiaba en su equipo; aunque no persiguiera una posición de liderazgo, su objetivo siempre había sido claro: Que todos estuvieran motivados y preparados para la tarea frente a ellos. -Vamos contigo, chica de Kumo. Indica el camino.- Pidió, siendo que ella era quien más familiarizada se encontraba con los alrededores presentes.
Salto de foro:

Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)