(Auto Narrada) Rango C: Pesadilla en la Cocina
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Los rayos del sol se filtran entre la niebla que poco a poco es menos densa, el camino perpetrado por una caravana de personas y carromatos, a un lado de uno de ellos voy caminando mientras repaso uno de mis últimos libros, uno de recetas de setas que gané en un concurso en el país de la hierba, una aventura inolvidable, pero esta vez voy de camino a una pequeña aldea cercana a Kirigakure, esta vez la misión se trata de algo peculiar e inaudito para mi, no pensaba que a un shinobi se nos podría dar este tipo de encargos, aunque después de ver como algunos de ellos se trata de buscar al típico perro o gato de alguien importante, esta tarea no me sorprende del todo y a la vez no me disgusta.

A las afueras de aquel pequeño pueblo va a tener lugar un boda, por lo visto se trata de la hija de alguien importante y con dinero y eso se traduce en una fiesta sin igual, sin escatimar en gastos, tanto que ha contratado los servicios personales de la villa de la niebla, tanto como escolta, vigilancia e incluso cocineros y camareros, se ve que también contrató un servicio de catering famoso en la villa, pero la carga del trabajo es tanta que la propia villa también ha mandado shinobis para echarles una mano, algunos de camareros y otros pocos como yo en cierta formación como cocineros. Es verdad que desde hace un par de años que ocurrió aquello de mi madre he tenido que hacerme cargo de todas las labores de casa mientras ella sigue en el hospital, desde limpiar, pagar facturas y sobre todo cocinar, en ese momento descubrí que no se me da nada mal y me resulta tranquilizadora, pero lo que he escuchado por el camino una cosa es cocinar para ti y los tuyos y otra cosa es el caos en las cocinas de este estilo.

- Espero que esta vez no eche nada a arder - digo para mis adentros mientras recuerdo como en una de mis primeras veces usando el horno casi quemo la casa.

La caravana está formada por el mismo personal, tenemos que llegar horas antes del acontecimiento para montar las carpas, descargar la comida y empezar a encender los fogones entre otras muchas cosas, la gente no para de hablar animada por el camino a pesar de la dura jornada de trabajo que se nos viene encima.

Al cabo de unas horas, antes del mediodía ya llegamos a la pequeña aldea donde a las afueras misma se vislumbra un gran prado donde ya hay varias personas trabajando en el montaje, al vernos llegar se alegran bastante al tener ya al resto de la cuadrilla así como los materiales, yo me dirijo a una casa que hay justo al lado, allí es donde está la cocina y nos designarán las órdenes.

- Vamos a ver ¿Melessar cierto? - me pregunta al llegar un señor ataviado ya con la vestimenta típica de cocinero y una lista que está revisando tras la pregunta

- Si señor, soy Melessar

- Estupendo, ve adentro, coge un mandil y un gorro que te sirva y allí ve hablar con el jefe de cocina

Sin poder ofrecer una respuesta el hombre se va hacia otra gente preguntándoles el nombre, yo me dirijo hacia el lugar que me ha dicho donde encuentro una montaña de mandiles y otra de gorros de cocinero, cojo los dos primeros que veo que me quedan bien y procedo a entrar a lo que parece ser una gran cocina y de donde se escucha demasiado ajetreo, al pasar me miro en un espejo para terminar de ajustarme el mandil y el gorro, me quedo unos segundos mirándome con esas pintas.

- Menos mal que no me puede ver de esta guisa - comento en voz baja imaginándome como reaccionaria mi madre si me viera así vestido, no dudaría en sacarme una foto para restregármela en cualquier momento

Desechando esos pensamientos me centro en mi labor del día que está por empezar y a juzgar por el caos que sale de la gran cocina el día promete que no va a dar mucha tregua, tomo aire y una vez relajado ingreso al lugar. Una vez dentro observo como varias personas vestidas como yo van de un lado a otro portando diferentes ingredientes, mientras que unos van sacando pescados de cajas y poniéndolas en orden, otros andan ordenando hierbas, etc.

- Buenas señor, soy Melessar - le digo a un hombre que está en medio de la cocina con una lista dando órdenes

- ¡¡Vaya ya era hora de que llegarais!! - exclama algo enfadado - vete allí y ayuda a tu compañera, ella te dirá que hacer - señala una de las esquinas del todo donde veo a una chica.

Sin dejar que me afecte el nefasto humor del que se supone que tiene que ser el jefe y el capitán de todos, se ve que no esta muy acostumbrado al caos y a mantener la cabeza fría, si el que manda no la tiene el resto tampoco la va a tener y entonces vienen los fallos, hay mucha diferencia entre un capitán de un equipo de shinobis con lo que tengo delante como supuesto encargado.

- Buenos días, soy Melessar - le comento con una sonrisa a la chica que anda atareada con unos cuchillos.

- Vaya al fin me manda a alguien ese descarado, en fin encantada yo soy Krista - me tiende la mano la cual estrecho - pues a ver, ve tu afilando los cuchillos que estoy dejando en este lado y los vas colocando aquí y yo los voy ordenando ¿vale?

- Echo jefa

Krista ríe al llamarle jefa, para mi ahora es lo mas parecido que he visto, serena y amable, ordenada, con celeridad me pongo a hacer lo que ella me ha ordenado, cojo uno de los cuchillos y una de las limas para afilar y empiezo con mi labor.

- Y dime Melessar ¿tu también eres un ninja como algunos de los que han venido?

- Si, no hace mucho que me gradúe la verdad pero no se me esta dando mal - comento con una risa

- Ya tienes que ser bueno cocinando si te han mandado aquí además - Krista me devuelve la risa

- Bueno, me defiendo

No sabría decir cuanto rato estuvimos los dos hablando, ella de su vida en el pueblo y de como ayuda a su padre en uno de los restaurantes del sitio, de su sueño de ser una gran cocinera pero que mientras tanto tendría que aprender de los mejores y ayudar a su familia, por lo visto estaba aquí ya que el restaurante de su familia es la encargada de la comida del evento y ella ha decidido ayudar desde lo mas bajo para como bien dice, aprender.

Tras acabar con la gran cantidad de cuchillos, se nos ordena a Krista y a mi ir a la zona de las parrillas para empezar a hacer el pescado, nosotros nos encargamos de hacer el pescado en la parrilla y otros de la guarnición, en cuestión de unos pocos minutos ya los tiene todo organizados y cada uno haciendo su tarea con una sonrisa, se le da bien esto por lo que veo.

- Tu conmigo Melessar, a ver como te defiendes con el pescado

No es mi primera vez cocinando con pescado y a la parrilla tampoco, aunque mi especialidad es el pescado al horno, con limón, especias y algunas verduras de acompañamiento, Krista se ríe al comentárselo y me dice que le gustaría probarlo algún día y quien sabe, si me aburro de mi vida de shinobi puedo trabajar para ella en el restaurante de su familia, algo que creo harto imposible, la vida del ninja me resulta muy placentera a pesar de trabajos como este, aun así conozco a gente interesante como la misma Krista.

- Mira Melessar, te voy a enseñar un truquito - Krista me guiña un ojo mientras sonríe y echa un poco de vino blanco sobre el pescado en la parrilla - si te pasas la puedes liar pero si echas la cantidad justa le da un punto riquísimo

Ese dato me lo apunto, es más, ella me ofrece el vino para que pruebe con el pescado que está en mi parte de la parrilla, por lo visto no hay que pasarse con la cantidad pero claro, ella lo echa a ojo porque estará mas que acostumbrada, armado de valor intento lo mismo que ella. De repente me doy cuenta de que me he pasado cuando una llama sale despedida desde el pescado hacia el techo con gran rapidez, por suerte ha sido un mero susto pero veo como gran parte de la cocina nos andan mirando y el que se supone que es nuestro encargado de malas ganas, resopla al ver que no ha llegado a más y darse cuenta de que Krista está a mi lado, la cual al mirarla está literalmente riéndose.

- Esto es lo que pasa cuando te pasas de más ¿ves? - me da una palmada en la espalda - pero no lo has echo tan mal - me dice con una gran sonrisa

Le devuelvo la sonrisa y seguimos con nuestra tarea de hacer el pescado, con el paso de las horas empiezan a ir más rápido y el caos es mas grande, las voces pidiendo a todo rato distintas comidas, eso junto al jolgorio de fuera daba a entender que el evento ya había comenzado y estaban a punto de comenzar con la parte de la comida, con tanto follón ni me había percatado del rato que llevaba en esa cocina sin parar junto a mi compañera.

Una vez terminado el pescado, quedándose un par solo de encargados de esa parte me toca ayudar a cocer el arroz para los Onigiri, por lo visto iban a utilizar los últimos pescados para el relleno de las bolas de arroz, unas de pescado y otras de carne de ternera, la boca se me hace agua al pensar en todo el menú de la boda ya que tantas veces escuchar pedir los platos a voces me da un poco de envidia el no poder disfrutarlo.

- Bueno aquí nos separamos, que no se te pase el arroz ¿eh? - Krista se ríe ya que ella está destinada a otra parte y no conmigo - cuando todo termine vendré a buscarte que tengo una sorpresa - me guiña el ojo

- Vale, que vaya bien

Me uno al grupo encargado del arroz, básicamente tengo que estar atento a las ollas del arroz y sacarlo cuando esté listo y rellenarlo nuevamente de arroz, así hasta que termine el día por lo visto, esta va ser mi ultima parada, agradezco el saberlo ya que aunque estoy acostumbrado a largas caminatas y al combate ninja creo que nunca me he desmolado tanto como el día de hoy, ya no la carga del trabajo y las horas, si no el ambiente, todo corriendo, mucho agobio como para saber que la cocina en mi caso es mas un hobbie para relajarme que para dedicarme a ello, de eso estoy totalmente seguro.

Tras un par de horas por fin me dicen que he terminado mi tarea al igual que el resto de ninjas de Kiri, ya solo falta emplatar y servir la comida cosa que no entra en nuestras labores, con un gran suspiro salgo de la gran cocina hacia donde estaban los mandiles y gorros del principio donde empezaba a formarse una montaña de nuevo pero esta vez sucios.

Observo a Krista en la puerta, con un gesto de mano me llama para ir hacia ella, me lleva hacia una de las partes traseras del gran caserío, alejados del ajetreo de la boda y de todo, allí me muestra con sonrisa una botella de sake.

- ¡Sorpresa! Es de los mejores que tenemos por aquí, pero no se lo digas a nadie - me guiña un ojo mientras se sienta apoyándose en el tronco de un árbol.

Acompaño a Krista al sentarme a su lado, mientras miro las quemaduras por los brazos y manos, a pesar de mi resistencia jamás he estado tan malherido y cansado, con una sonrisa acepto el vaso de sake que me ofrece y brindo con ella, el sake es fuerte, lo bastante como para que tosa un poco provocando que Krista rompa a reír.

- Es un poco fuerte ¿verdad?

- Bastante más de los que he probado - sonrío recobrando la compostura - mil gracias Krista

El resto del día lo paso con Krista, apoyados los dos en aquel tronco, hablando de mis viajes y experiencias, ella de sus sueños de viajar y aprender miles de recetas y mejorar en su arte culinario, la verdad un sueño demasiado duro pero por la sonrisa con la que habla de ello espero que le salga bien.
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Última modificación: 21-01-2024, 06:58 PM por Moderador.
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