(Auto-narrada) Misión C: Ecos cavernarios
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Era un día como otro cualquiera en la aldea ninja Iwagakure, vivía una joven llamada Yuta. Era un día despejado con apenas algunas nubes en el cielo y extremadamente tranquilo ideal para hacer un poco de ejercicio o salir a dar una vuelta. Mientras entrenaba en el campo de entrenamiento, recibió una nueva misión de su instructor.

La misión consistía en investigar una serie de robatorios que habían estado ocurriendo cerca de las cuevas laberínticas que rodeaban la aldea. Estas cuevas eran accesibles desde varios puntos en la aldea y se pensaba que los bandidos se habían aprovechado de los pasadizos subterráneos para escapar rápidamente. En verdad si se conocían las cuevas era imposible no colarse en cualquier lado de la aldea en un abrir y cerrar los ojos. Al mismo tiempo que se era inaccesible para cualquiera que intentara perseguirte, porque era muy fácil ser despistado por los múltiples caminos divididos y entrelazados. 

Intrigada por la misión, Yuta se dirigió rápidamente hacia las cuevas cercanas. Descendió a través de los oscuros túneles y se adentró más y más en la enorme red de pasadizos subterráneos. A medida que avanzaba, comenzó a notar que había desaparecido una gran cantidad de objetos en las viviendas cercanas a las cuevas. La gente de la aldea estaba preocupada y temía que los bandidos estuvieran utilizando las cuevas como su guarida para realizar sus robos. Yuta entendía la preocupación de sus compañeros y se propuso encontrar al culpable. Habian habido muchos robatorios en los días recientes, lo cual era extraño porque cuando Yuta miraba la lista de objetos eran cosas muy dispersas y sin mucho sentido. Parecía como que los ladrones robaban cualquier cosa que tuvieran a mano en su alcance, de hecho no habian entrado en casas solo robaban en los balcones.

Decidida a resolver el misterio, Yuta se adentró aún más en las cuevas. Usando su agudo sentido de la audición y su destreza ninja, se movía sigilosamente a través de los pasillos oscuros y laberínticos. Se deslizaba entre las sombras, con cada paso más cerca de descubrir la verdad. Finalmente, después de horas de búsqueda, Yuta llegó a una gran caverna donde vio una pareja de pájaros que parecía estar buscando algo. Sin hacer ruido, se acercó sigilosamente a ellos y los observó en silencio. Para su sorpresa, los pájaros recogían con sus picos objetos pequeños de los balcones y jardines cercanos. Y entonces los llevaban hasta su nido para recolectorarlos y algunos los integraban en la estructura como tal de su nido.

Intrigada, Yuta decidió seguir a los pájaros hasta su escondite. Se movió rápidamente y en el momento adecuado logró capturar a la pareja de pájaros en una red ninja. Analizando la situación, Yuta se dio cuenta de que los pájaros habían construido su nido en la caverna y salían en la noche para robar objetos que encontraban en los alrededores. Comprendiendo que estos pájaros no eran bandidos malintencionados, sino solo buscaban materiales para construir su nido, Yuta decidió que lo mejor era trasladarlos fuera de las cuevas y, por lo tanto, fuera de la aldea. Con cuidado, tomó el nido de los pájaros y lo colocó en una bolsa de tela.

Guiada por su sentido de orientación ninja, Yuta salió de las cuevas y regresó a la aldea. Llegó a la plaza central con el nido aún en su bolsa y reunió a los líderes de la aldea para contarles lo que había descubierto. Explicó que los robos no eran obra de bandidos, sino de una familia de pájaros que había hecho su hogar en la caverna. Los ciudadanos de la aldea quedaron sorprendidos por la revelación de Yuta. Entendieron que la alarma de los robos había sido infundada y que los pájaros solo estaban buscando materiales para su nido. Agradecieron a Yuta por su diligencia y su rápida resolución del caso.

Yuta devolvió todos los objetos a la gente que se reunió cuando los convoco a la plaza. Había mucha gente recuperando prendas de ropa, algunos juguetes para los niños que quedaron en el balcón, otros eran útiles de jardín; seguramente habian robado tambien comida, pero eso evidentemente ya había quedado en mal estado o se lo habian comido los pájaros. Era inevitable que unos animales no tuvieran sentido de la propiedad y se llevaran los objetos que veían si eran brillantes o necesitaban anidar. Pero ahora mismo las aves ya estaban fuera de la aldea en un buen lugar, un bosquecito en el que podrían anidar bien, lo más probable es que quedaron atrapados estando ya por poner los huevos la hembra y no hubo más remedio de anidar en la caverna. Yuta estaba contenta de que al final hubiera sido una falsa alarma fácil de resolver y que no hubiera más crisis por ahora en la aldea.
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MISIÓN FINALIZADA
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