[Misión D] [Autonarrada/Solitario] Documentos insensibles
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Comiendo se encontraba el imbécil carcomido por su propia inutilidad. Empezando tardío su camino de vida, y que aunque tiempo en su vida no haya perdido, no era vida la que realmente vivía. No era aquello que toda su vida realizo; apuestas, contratos, inversiones, negocios, a lo que realmente estaba destinado. Y como toda flor...Él no era ninguna flor, no por maldad, sino por ausencia de belleza. Él era, más bien, un hombre ya viejo a punto de dar inicio a prácticas que otros empiezan a tempranas edades. Pero bueno, por algún lado debía de empezar, y fue así como en una de sus tantas tareas, era adaptarse a la realización de tareas comunes. Ya no más apuestas, ya no más estafas, ya no más abusar de economías quebradas de pueblos sin ningún futuro fructífero posible en cuanto a lo comercial refiere.
-¡Bueno! ¿Cómo serán estos trabajos de bajo nivel? Me pregunto cuánto pagarán...¡Más vale sean 10.000! Es lo mínimo que puedo aceptar, no, más bien lo mínimo que deberían de pagar.-

Nervioso por ser sometido a la pobreza se encontraba, y con pasos acelerados en su cabeza contaba; ¿Quinientos, mil, diez mil?, ¿Cuánto sería la recompensa adecuada por realizar una tarea simple como lo era acomodar documentos? Aunque la verdad es que él muy en el fondo sabía que esa no era la realidad, pues siempre estuvo interesado en las finanzas, y sabía bien que la recompensa por misiones como esta no era baja, sino un insulto a la desventaja por presentar tanta inutilidad siendo un hombre de rango tan bajo con poca habilidad. Pero qué importaba, allí se encontraba él, recordando direcciones y con una libreta en mano, verificando cada uno de los puntos a revisar, pues tenía dividida la lista en dos partes: La primera era aquella que mencionaba direcciones y nombres de los residentes, mientras que la segunda parte especificaba la parte a anotar de cada contrato, es decir, aquellas partes faltantes como cálculo de comisiones, renta, descuentos por beneficios varios, impuestos y hasta datos sobre los hogares de cada individuo para acomodar así mucho mejor el...¿El qué? A Kimblee la verdad no le interesaba, no le resultaba tan atractivo como el pagar apuestas para ver quién caería primero ya sea en un duelo de resistencia al alcohol, en un duelo de resistencia en patadas a la entrepierna.

-¿Huevos? Ah, sí. Debe ser la señora que vende huevos en aquella esquina...¿Por qué vende sólo huevos? No entiendo la manía de querer crear un monopolio basado en un solo y único producto. ¿Tendrá al menos variaciones de huevos?, ¿Gallinas de raza? Y yo que sé, no tengo idea, tampoco es como que deba de darle importancia, ¿O sí?... Quizás hacen peleas de gallos, ¡Por eso sí que apostaría!, ¡Siempre voy a por los que tienen el pico roto! Se ven débiles, pero por algo aún sobreviven y siguen peleando con su hermoso, bello, y horripilantemente roto pico.-

Dijo aquella amalgama de palabras sin sentido al revisar el primer domicilio en sus notas a investigar. Se trataba de una residencia algo pequeña, cuya dueña era una señora popular por la zona ya que vendía huevos de muy buena calidad. Se preguntaba luego por dentro, ¿Qué es lo que define a un huevo de calidad? Ninguno tiene pelos, todos son limpiados con agua tibia, y salen de gallinas de muy buena crianza, además de que...Bueno, eso no importaba en lo absoluto, mucho menos el barullo sin sentido que recitaba para sí mismo. Aún se encontraba adicto a las apuestas, pero al menos le reconfortaba que, de seguir este camino de vida, en algún momento se le iba a pagar sumas exorbitantes por realizar una buena cantidad de misiones, de buena calidad también, o más bien rango, o sino...La verdad es que él no tenía el vocabulario específico para referirse a todo el tema "shinobi". Le es imposible de comprender sin huir de su perspectiva mercantil.

-¡Buenas, señora! Vengo a hacerle unas cuantas preguntas. No se preocupe comerciante, las cosas están en orden. Tan ordenadas están, que es difícil que le sobre.-

Al decir "que le sobre", saca uno de sus pocos billetes de Ryos que tenía, indicándole que no venía con intenciones de robo, ni mucho menos de estafa. Aunque es raro, eso no era necesario aclararlo, pero para un hombre con tan pocos modales y aún enganchado a sus viejas usanza de abusos de negocios, quizás se le hizo costumbre especificar que todo estaba bien. Es decir, es un ladrón especificando que no quiere robar. Extraño, pero a él le hacía sentido.
Con la mayor cantidad de modales que pudo, le explicó a la mujer cuál era su tarea, a qué venía, quién lo enviaba, y qué datos buscaba específicamente. Empezó por los más básicos, recordando las cláusulas pactadas previamente para el acuerdo con fin de mejoro de su negocio; cantidad de compra de unidades, inversión de nuevas unidades de gallinas, y aumento del tamaño del establo para más crianza y espacio. Luego era importante aclarar los costos de los que cada parte se haría cargo con respecto a impuestos y porcentajes correspondidos a cada uno.
La anotación había sido rápida, y la tarea no era tan complicada como aquel oficinista pensaba, pero ¿Qué conoce uno de urgencias cuando en realidad lo que sucede es que no hay nada más de lo que preocuparse? La relajación es difícil de adquirir para algunos, pero para Kimblee no tanto. Sin embargo, algo que le sería extraño de adquirir era la sorpresa que se llevó cuando se dio cuenta que uno de los clientes que se encontraba allí a punto de comprar una docena de huevos, era el otro de la lista del que tenía que tomar datos.

-Oh mis disculpas, quizás será la suerte que tengo como buen hombre de negocios; ¡Los clientes siempre vienen a mí!-

Procedió a llenar el siguiente y último formulario. Sorpresa también le daba el hecho de que tan sólo se trataba de dos clientes de los que tomar información. No era una tarea tan grande como el oficinista planteaba, pero ¿Qué conoce uno de urgencias cuando en realidad- Bueno, eso ya estaba claro en la cabeza de Kimblee, no era necesario repetir frases innecesarias.

Luego del "arduo" trabajo que Kimblee había realizado, procedió a ir camino a la oficina del mercader novato. Su única tarea restante era llevar las notas a su oficina para que este las adjuntara a los documentos correspondientes. Y así fue: Caminó rumbo al edificio, tocó la puerta, ingresó con su permiso y entregó las notas del pedido. Por último, se retiró, agradeció la paga de la misión y apenas cerró la puerta sintió un asco tremendo recorriendo todo su cuerpo: "¿¡Qué clase de inútil hombre de negocios quiere invertir en una cantidad de negocios de tantos rubros diferentes!? Si no tiene capacidad para ordenar simples documentos, ¡Menos la va a tener para manejar ganado e infraestructura invasiva de campos!". Inútil, esa es la palabra en la que pensaba constantemente al recordar aquel hombre tan novato en negocios, y de hecho tenía la duda de que sus inversiones dieran frutos más allá de la zona en la que trabajaba. Pero qué importaba ya, el trabajo de Kimblee estaba hecho, y podía ir al siguiente o tomarse un tiempo de descanso para recomponerse de semejante asquerosidad de inútil.

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Última modificación: 12-01-2024, 09:40 AM por Moderador.
MISIÓN FINALIZADA
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