Sean todos bienvenidos al Golden Lotus, un paraíso terrenal dónde nuestros ángeles -o de demonios, si es que buscas algo más atrevido- te recibirán, escucharán y otorgarán el trato que siempre has deseado. Disfruta de las distintas salas de entretenimiento, de nuestras exóticas bebidas y los alimentos más exquisitos e idílico que nuestros refinados chefs prepararán en exclusiva para tí.
¡Disfruta además de nuestra recién inaugurada temporada navideña! Si la familia satura tu mente y tu alma, necesitas sentir un poco de ese espíritu navideño que tanto se nos resiste a veces o sencillamente disfrutar de estas festividades y volverlas verdaderamente inolvidables, tenemos una buena noticia para ti. Con solo indicarlo en nuestra recepción, tendrás acceso a la sala más festiva del País del Fuego... Con cócteles y platos temáticos personalizados, nuestro staff y trabajadores vestidos para la ocasión (ya veremos cuánta de esa ropa permanece de fluir demasiado alcohol...) y la calidez que solo una buena compañía puede otorgar. Olvida a Santa Claus, estás navidades somos nosotros quienes tenemos justo lo que deseas... Siempre hemos preferido a los niños malos.
Y recuerda... En el Golden Lotus, todos tus deseos y secretos más profundos están a buen recaudo.
Rodeado de paredes de piedra, enseres de laboratorio, una camilla y varias estanterías cargadas de pergaminos, una enigmatica figura podía verse coronando la estancia en una mesa central, ocupada en terminar de organizar información útil o comprometida que hubieran obtenido para él los trabajadores del Golden Lotus en el último mes.
Finalmente, con todo en su lugar, tomaría una elegante chaqueta blanca que se encontraba acomodada en una percha justo antes de la salida y, una vez la misma se ciñiera a su torso como si de un guante medido al milímetro se tratara, se pasaría sobre la misma su capote ceremonial, caminando en dirección a las escaleras que conducían arriba y al exterior, a través de la puerta secreta que llevaba directamente al despacho del gerente.
Aprovechando el breve espacio de tiempo en el que aún se mantenía lejos de la vista pública, Samuru estiraría su cuerpo, permitiéndose emitir un notorio bostezo, producto del entumecimiento que se había apoderado de él en las últimas dos horas "Ahora toca volver a ser un Host man respetable, debo dejarlo todo listo antes de partir... Era más fácil cuando solo debía complacer las espectativas de mis clientas". Apartando casi al instante aquel pensamiento invasivo, el titiritero volvería a adoptar en su semblante la máscara de dulce complacencia y nobleza que debía caracterizar a alguien en su posición, justo a tiempo de atravesar las puertas de su despacho y salir directamente al recibidor, donde varios hombres y mujeres, rodeados de decoraciones navideñas, ya estaban siendo atendidos y guiados a las salas en las que sus comensales les ofrecería la compañía esperada.
Los dos primeros meses habían sido complicados. Entre la búsqueda y adquisición del terreno, la preparación del mismo y el proceso de construcción -que habría ocurrido a una velocidad milagrosa gracias a la contratación de, entre otros shinobis con dotes elementales, aquellos capaces de manejar el mokuton- la primera quincena había resultado especialmente agotadora. Además, en los días donde su presencia en la obra era innecesaria y durante la segunda quincena, habría aprovechado para viajar a los lugares y terrenos más exóticos, consiguiendo en el proceso un digno plantel para el Hostess "Aunque estamos algo cortos con la disponibilidad de mujeres". El transcurso del segundo mes, más monótono que agotador, se habría centrado exclusivamente en el marqueting del negocio recién abierto... Y como si se tratara de un milagro pre-navideño, el último mes del año ya mostraba números positivos -si bien tendría que pasar un buen tiempo antes de recuperar su inversión innicial- llevándonos de vuelta al momento actual. Ahora solo quedaba terminar de preparar el evento navideño, que dejaría a cargo de una de sus damas de confianza, antes de partir a alguno de los grandes eventos de fin de año, en dónde esperaba encontrar algún fichaje prometedor.
Para cuándo su mente dejara de divagar respecto a todo lo ocurrido en los últimos meses, Samuru se encontraría a si mismo saludando a las clientas habituales que, genuinamente interesadas, se habían dirigido a él nada más verlo, ya fuera para preguntar por la disponibilidad de sus chicos favoritos o por su propia compañía en aquel día. Guiandolas con su mejor sonrisa a ser atendidas por el staff de recepción, el propio titiritero se acabaría situando tras el mostrador, dónde ayudaría a sus empleadas a dirigir el flujo de visitas en aquella concurrida hora...
¡Disfruta además de nuestra recién inaugurada temporada navideña! Si la familia satura tu mente y tu alma, necesitas sentir un poco de ese espíritu navideño que tanto se nos resiste a veces o sencillamente disfrutar de estas festividades y volverlas verdaderamente inolvidables, tenemos una buena noticia para ti. Con solo indicarlo en nuestra recepción, tendrás acceso a la sala más festiva del País del Fuego... Con cócteles y platos temáticos personalizados, nuestro staff y trabajadores vestidos para la ocasión (ya veremos cuánta de esa ropa permanece de fluir demasiado alcohol...) y la calidez que solo una buena compañía puede otorgar. Olvida a Santa Claus, estás navidades somos nosotros quienes tenemos justo lo que deseas... Siempre hemos preferido a los niños malos.
Y recuerda... En el Golden Lotus, todos tus deseos y secretos más profundos están a buen recaudo.
Rodeado de paredes de piedra, enseres de laboratorio, una camilla y varias estanterías cargadas de pergaminos, una enigmatica figura podía verse coronando la estancia en una mesa central, ocupada en terminar de organizar información útil o comprometida que hubieran obtenido para él los trabajadores del Golden Lotus en el último mes.
Finalmente, con todo en su lugar, tomaría una elegante chaqueta blanca que se encontraba acomodada en una percha justo antes de la salida y, una vez la misma se ciñiera a su torso como si de un guante medido al milímetro se tratara, se pasaría sobre la misma su capote ceremonial, caminando en dirección a las escaleras que conducían arriba y al exterior, a través de la puerta secreta que llevaba directamente al despacho del gerente.
Aprovechando el breve espacio de tiempo en el que aún se mantenía lejos de la vista pública, Samuru estiraría su cuerpo, permitiéndose emitir un notorio bostezo, producto del entumecimiento que se había apoderado de él en las últimas dos horas "Ahora toca volver a ser un Host man respetable, debo dejarlo todo listo antes de partir... Era más fácil cuando solo debía complacer las espectativas de mis clientas". Apartando casi al instante aquel pensamiento invasivo, el titiritero volvería a adoptar en su semblante la máscara de dulce complacencia y nobleza que debía caracterizar a alguien en su posición, justo a tiempo de atravesar las puertas de su despacho y salir directamente al recibidor, donde varios hombres y mujeres, rodeados de decoraciones navideñas, ya estaban siendo atendidos y guiados a las salas en las que sus comensales les ofrecería la compañía esperada.
Los dos primeros meses habían sido complicados. Entre la búsqueda y adquisición del terreno, la preparación del mismo y el proceso de construcción -que habría ocurrido a una velocidad milagrosa gracias a la contratación de, entre otros shinobis con dotes elementales, aquellos capaces de manejar el mokuton- la primera quincena había resultado especialmente agotadora. Además, en los días donde su presencia en la obra era innecesaria y durante la segunda quincena, habría aprovechado para viajar a los lugares y terrenos más exóticos, consiguiendo en el proceso un digno plantel para el Hostess "Aunque estamos algo cortos con la disponibilidad de mujeres". El transcurso del segundo mes, más monótono que agotador, se habría centrado exclusivamente en el marqueting del negocio recién abierto... Y como si se tratara de un milagro pre-navideño, el último mes del año ya mostraba números positivos -si bien tendría que pasar un buen tiempo antes de recuperar su inversión innicial- llevándonos de vuelta al momento actual. Ahora solo quedaba terminar de preparar el evento navideño, que dejaría a cargo de una de sus damas de confianza, antes de partir a alguno de los grandes eventos de fin de año, en dónde esperaba encontrar algún fichaje prometedor.
Para cuándo su mente dejara de divagar respecto a todo lo ocurrido en los últimos meses, Samuru se encontraría a si mismo saludando a las clientas habituales que, genuinamente interesadas, se habían dirigido a él nada más verlo, ya fuera para preguntar por la disponibilidad de sus chicos favoritos o por su propia compañía en aquel día. Guiandolas con su mejor sonrisa a ser atendidas por el staff de recepción, el propio titiritero se acabaría situando tras el mostrador, dónde ayudaría a sus empleadas a dirigir el flujo de visitas en aquella concurrida hora...
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