[Autonarrada - D] Un pequeño recordatorio
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Misión Rango D



Han Ganryu era un miserable. Debía de serlo, ¿no? Shozo tenía en sus manos el rutinario de aquel tipo que uno de sus superiores le había facilitado para localizar a Ganryu y ejecutar la misión. El tipo trabajaba en un matadero de pollos. No podía tener un sueldo desorbitado, pero lo que ganara con ello lo gastaba como otro pelele de tantos en las apuestas de los torneos organizados por la facción rebelde. Por si fuera poco, había tenido la desfachatez de permitirse sobornar a uno de los luchadores para intentar engañar a los revolucionarios… Como si le sobrara el dinero. No, y no solo eso, la inteligencia también parecía brillar por su ausencia en él.
 
Un miserable. O… - Un miserable, ¿u otra víctima más? – Otra víctima más del sistema en el que vivían. En fin. Fuera como fuere, Shozo no le dio muchas más vueltas al asunto. En ese momento estaba cayendo la noche, una noche húmeda y lluviosa típica en la aldea de la niebla, mas no hacía demasiado frío para aquella época del año. Obsevaba el del clan Heizu las calles de la zona residencial desde un tejado, agachado con sus largas piernas flexionadas y apoyando así su peso prácticamente en su totalidad en sus tobillos.
 
Vestía un atuendo shinobi típico de la vieja Kirigakure no Sato que sin embargo complementaba con su particular gorro de dormir –aquel día uno azul marino- y su abrigo de plumas negras. Frente a él estaba el bloque de pisos en el que Han Ganryu vivía. Ya había localizado su puerta; sabía que no estaba en casa. La cortina estaba echada pero no salía ninguna luz desde su interior. Por la hora que era, todavía faltaban algo más de cuarenta minutos para que Ganryu terminara turno en el trabajo. Era el momento de entrar.
 
Shozo saltó hasta el pasillo exterior que daba a la puerta de Ganryu con sumo sigilo. Miro a ambos lados para asegurarse, una última vez, de que ninguno de los vecinos del hombre podría verle, aunque fuera algo que ya había hecho antes de acercarse a la puerta. Después, apoyó en ella su mano. Estaba algo roída, vieja y húmeda. No sería difícil romperla, pero sería algo estúpido pues forzarla tampoco lo iba a ser y así lo hizo.
 
Pudo así entrar sin problemas en el hogar del estafador. No había luz alguna dada, por supuesto, así que tras cerrar la puerta, prendió una de sus cerillas para contemplar su alrededor por unos segundos. Los suficientes para tener un rápido vistazo al lugar pero no tanto como para analizarlo todo. Tampoco lo necesitaba. Un gran salón de estar directo desde la entrada, un par de puertas que llevarían a baño y dormitorio respectivamente, la ventana que desde fuera había observado, una vieja chimenea para calentarse en el frío País del Agua, un viejo sillón… La cerilla se apagó.
 
Tocaba esperar a que Ganryu llegara. A pesar de la penumbra que le rodeaba, Shozo había recordado la distancia a la que aquel sillón se encontraba y caminó hasta él sin llegar a tropezar con ningun mueble. Se sentó. Desde luego, estaba lejos de la comodidad soñada que hubiera querido a sabiendas de que iba a tener que pasar ahí un rato. En los posabrazos la tela estaba algo rasgada y gomaespuma asomaba desde el interior como el gas de un refresco. El hogar del estafador desprendía un hedor a humedad y alcohol que no era del agrado de Shozo. Con cero respeto por la propiedad de aquel sujeto, se encendió un cigarro en la oscuridad cuya ceniza iría echando en el propio suelo.
 
Pasó más rato del esperado. La hora de salida del trabajo del estafador había pasado y se demoraba más de lo que debía en lo que el camino hasta su hogar había de tomarle. ¿Habría parado en algún lugar? No le preocupaba demasiado al Heizu a sabiendas de que tarde o temprano el tipo tenía que aparecer. Tenía veinticuatro horas para hacer su trabajo y le sobraban veintitrés. Solo el aburrimiento podía preocuparle.
 
A poco de quedarse dormido, escuchó voces en el exterior. ¿Voces? Han Ganryu se suponía era un tipo solitario, sin mujer ni hijos, sin pareja ni demasiados amigos… ¿Por qué vendría acompañado? Tal vez aquella misión fuera a complicarse un poco. Shozo bajó un poco su gorro y tapó parcialmente su rostro con el abrigo de plumas. La puerta se abrió, esta vez sin ser forzada.
 
- Pasa, cariño, como si estuvieras en casa… - La quebrada voz de Ganryu daba la bienvenida a alguien. Pudo Shozo ver ambas siluetas justo antes de que el estafador prendiera la luz. Fue entonces cuando el shinobi se percató de la botella de alcohol ya abierta que llevaba en la mano y de la acompañante. Aparentemente, una prostituta.
 
Así que, al final, sí que era un miserable… Shozo se puso en pie. Han Ganryu se sobresaltó e incluso pareció esconderse detrás de la mujer que, igualmente, parecía algo asustada. Eso no entraba en los planes de ninguno de los dos. El shinobi dio una larga zancada sabiendo que cualquiera de los dos podría intentar huir y cerró la puerta con fuerza antes de que lo hicieran. Han Ganryu se agazapaba en el suelo, encogiéndose sobre sí mismo, y pasando de ser un tipo de pasados los cuarenta a un bebé indefenso. La mujer, mientras tanto, palidecía y daba pasos hacia atrás, en dirección a la chimenea, alejándose de Shozo. El activista rebelde, con sus largas y anormales piernas, se alzaba frente al estafador y solo clavaba en el su mirada.
 
- ¿Le has pagado ya? – Sentenció, sin dejar todavía que se viera su rostro.
 
- Q… ¿Qu…? – Han Ganryu estaba aterrorizado. Apenas podía hablar por el miedo y, aun así, Shozo le hizo temerle más apoyando la bota en su cuello, empujándole contra un armario viejo que había tras él.
 
- Te he preguntado si le has pagado ya. – Repetiría, señalando a la prostituta. Han Ganryu asintió y solo entonces Shozo desvió la mirada hacia ella. – Puedes irte, querida. – Le diría sonriendo bajo el abrigo que tapaba su boca. Aun así, en sus extraños y anómalos ojos podría interpretarse esa expresión. Lejos de mostrarse agradecida, la prostituta tragó saliva y corrió hasta la puerta, la abrió y dejó atrás el lugar. Shozo la cerró de nuevo.
 
Miró, ahora con la luz dada, a su alrededor. Tal y como los rebeldes habían estimado, Han Ganryu no parecía en absoluto una persona a la que le sobrara el dinero. Gastaba lo poco que ganaba en sus vicios y aun con eso había intentado reírse de los organizadores de aquel torneo. – Has querido ser el más listo de todos, oh, Han Ganryu, ¿verdad que sí? – Shozo despegó la bota del cuerpo del estafador y se dio la vuelta mientras comenzaba su particular monólogo. – Han Ganryu, putero, borracho y estafador. ¿Creías que no íbamos a enterarnos? Oh, Han Ganryu. ¡Idiota! – Con un veloz movimiento, se giró de nuevo y le pisó la mano, apoyada está en el suelo. Seguramente habría roto uno o dos dedos en el proceso.  A pesar de no ser el trabajo de matón aquello que más le entusiasmaba al shinobi de Kiri, ese tipo parecía ser alguien falto de muchos valores.
 
El estafador gritó. A estas alturas, los vecinos ya podrían empezar a sospechar que algo ocurría. – Supongo que te lo pensarás mejor la próxima vez que vayas a untar de pasta a uno de nuestros luchadores, ¿verdad? – Shozo se acuclilló. Mientras Han Ganryu asentía con temor, el shinobi llevó una  de sus manos con disimulo al portakunais que ataba a su cintura, justo en la parte trasera y sacó uno de sus cuchillos ninja. Al mostrarlo, el estafador pronunció un asustadizo grito ahogado. – No se va a repetir, ¿a que no? – Y Ganryu, obediente, negó con la cabeza. – Te hemos hecho ganar mucho dinero otras veces de forma limpia, ¿verdad, Han Ganryu? – Preguntaba con ironía al pronunciar por enésima vez su nombre, burlón.
 
El cuchillo se acercaba amenazante a la mejilla de Ganryu hasta apoyar su frío acero en ella. Shozo apretó un poco con este por unos segundos, el estafador tragó saliva y, finalmente, se separó. El rebelde se puso en pie y miró con desprecio a su víctima. – No lo olvides. – Sentenciaría una vez más. Sabía que esa advertencia era más que suficiente para el enmudecido gañán. Era hora de volver antes de que algún vecino pasara a curiosear. – Miserable… - Murmuraría Shozo dejando el sollozo de Ganryu tras de sí.
[Imagen: 68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e617773...342e676966]
-Color de diálogo #904058-
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MISIÓN FINALIZADA
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