Selling my soul | Ohana
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Última modificación: 05-12-2023, 02:29 AM por Sadashi.
Sadashi suspiró mientras contemplaba el atardecer desde la colina donde se encontraba. El Sol se ocultaba lentamente, tiñendo el cielo en tonos cálidos que contrarrestaban el pesar que invadía su corazón. A pesar de haber completado al pie de la letra sus primeras misiones como Gennin, las recompensas eran escasas y apenas le alcanzaban para sobrevivir, La vida como Shinobi no era tan gloriosa como la había imaginado hace un par de años atrás.

Sus misiones eran simples y mundanas. Encontrar animales perdidos, ayudar ancianos, pintar cercar y otras tareas que se alejaban mucho de la emoción y el peligro que había anhelado. Cada misión la sumía en un abismo de aburrimiento, haciendo que su alma aventurera se durmiera lentamente. La promesa de grandes hazañas y emocionantes batallas parecían estar cada vez más distantes y comenzaban a esfumarse con cada tarea trivial que le asignaban.

Aunque Sadashi había recorrido muchos lugares gracias a sus misiones, el costo de su estilo de vida nómada era evidente. El escaso dinero que ganaba a penas le permitía satisfacer sus necesidades más básicas. Cada día enfrentaba la decisión dolorosa de pasar la noche a la intemperie o invertir su menguante salario en una humilde hogaza de pan. La lucha diaria contra el hambre y la fatiga la estaba desgastando tanto física como emocionalmente.

Su mente se dedicaba a perderse en deseos vanos y algo tontos mientras paseaba por las calles del País de las Aguas termales. Donde en sus momentos de desesperación, la sombra de la tentación se cernía sobre ella. ¿No era más fácil seguir el camino de sus padres quienes habían optado por la ilegitimidad al adherirse a la oposición del imperio? La idea de desviarse hacia la senda de la oscuridad cruzaba su mente como una serpiente traicionera, ofreciéndole soluciones rápidas y aparentemente fáciles.

Sadashi no podía dejar de soñar en grande. La llama de la ambición ardía dentro de ella tal como su naturaleza férrea, alimentando su determinación de lograr algo significativo en el mundo Shinobi aunque eso distara de la ética y moral que se espera. En aquellos delirios de grandeza que la llevaban desde la hambruna y desesperación, estaba dispuesta a desafiar las expectativas e ir en contra de la corriente, aunque eso significase enfrentarse a la desaprobación de la jerarquía. Ella jamás se conformaría con una vida de mediocridad y conformismo.

Su historia comenzaba a marcarse esa noche en la aldea, y los murmullos entre los callejones resonaban inquietantes. La kunoichi, cansada y hambrienta escuchó el vago rumor que parecía flotar en el aire: un prostíbulo. La idea era dirigirse hacia ese lugar lleno de secretos y connotaciones que la intrigaban ligeramente, aunque sólo fuese para pasar la noche antes de regresar a su hogar. Se aventuró por los pasadizos oscuros hasta llegar al lugar de los murmullos, donde al acercarse percibió la atmósfera cargada y la algarabía que emanaba desde el el interior. No sabía que esperar, pero la necesidad de resguardo la impulsó cruzar el umbral.

El lugar, estaba atestado de personas de todas las edades y procedencias. El zumbar de la música y conversaciones flotaban en el aire, entre una mezcla de risas y tintineo de monedas. La joven Sadashi se sentía como una intrusa en ese mundo desconocido. No sabía si sería bien recibida o repudiada debido a su aspecto, pero no dio un paso atrás ante su decisión.

La fémina de la cicatriz imponente en su rostro, se acercó a la barra, donde sería atendida por una mujer. Sin preámbulos, aclaró su garganta y con un aspecto de mala gana le dirigió la palabra, fijando sus profundos ojos carmines en la mujer. —Necesito pasar la noche aquí. No tengo mucho que ofrecer. — Sentenció llevando la diestra hasta el mesón de madera y dejando caer los pocos ryos que le quedaban. Su estoica actitud le hacía parecer segura, aunque por dentro y sin querer admitirlo, le comían los nervios.
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Últimamente, en el burdel de aquel barrio rojo, el burdel del infierno, Ohona estuvo ocupada aprendiendo a llevar el negocio, no estaba del todo contenta con la situación, pues ella solía llevar una vida más ajetreada, enlistada en misiones de alto calibre y viviendo al límite poniendo su vida en juego en todo momento, algo completamente distinto a lo que tenía que vivir ahora… varias de las mujeres de aquel burdel la trataban como a una santa, le entregaban los reportes de ingresos y solicitaban revisión de algunos clientes… estaba todo patas para arriba, no entendía nada de números, ella era bastante tonta para esta clase de cosas… aaah porque tenía que tocarle esto…


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Una recepcionista joven, de unos 25 años, de un cuerpo esbelto y bien formado, con escaso pecho, pero con unas caderas bien pronunciadas y un trasero firme que denotaba que mantenía un buen estado físico era la encargada de la recepción, su pelo trenzado y recogido en tomates era de un color azul oscuro, bastante bello, que contrastaba con lo blanco y tersa de su piel, su fino cuerpo estaba decorado con un antiguo vestido chino de color negro con un dragón dorado que recorría todo su cuerpo, rodeando su cintura y desembocando en su escaso pecho, sus manos estaban cubiertas por simples guantes de tela negra y sus pies eran adornados por unos modestos zapatos del mismo color negro. Sin lugar a dudas, la muchacha a primera vista parecía tener alta clase y estatus social, sin embargo, si se prestaba la suficiente atención, el dragón estaba estampado por sobre un vestido recortado y ajustado a la medida, no era tela de la más fina, sus zapatos no tenían nada de especial, al igual que sus guantes, sin embargo, era su rostro y sus expresiones lo que la volvían una muchacha refinada y altamente cotizable…

La joven ninja llegaría ante esta recepcionista, solicitando una habitación para toda la noche, aquella muchacha le miraría fijamente y, con una mano en el mentón, se acercaría a ella, examinaría su rostro y suspiraría tras ver sus pocas monedas sobre el mesón, para luego responder con un poco de frialdad en sus palabras – amor, con eso podrías pagar un momento con una de las muchachas, pero no te alcanzaría a más de 15 minutos… con más dinero tal vez podrías pasar una noche de pasión con una de las chicas, si gustas igual las llamo, y me indicas cual te gusta – decía, para tomar una campana por debajo del mostrador y hacerla sonar con desgano.

Tras sonar la campana, varias muchachas empezaron a rumorear, hablaban entre si diciendo cosas como “es una muchacha” y “dios, a mí no me molan las mujeres... aparte, ¿viste su cara?” o cosas por el estilo, pero al fondo del recinto se encontraba ella, la Matrona del Infierno, estaba revisando unos papeles para cuando le llego el rumor de lo que estaba pasando, sin moverse y sin pensarlo dos veces, simplemente dijo en voz baja – pero… debemos atender a todos los clientes que lleguen… ¿no? – sin pensarlo siquiera, y así mismo, sus palabras fueron tomadas como una orden.

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Como un ejército de geishas, las muchachas fueron apareciendo una tras otra y formándose en una fila, eran alrededor de 12 mujeres que estaban desocupadas en ese momento, una que otra que parecían de apenas 19 años, otras que se notaban sobre los 40, pero en sí, la media de edad no era muy alta, todas vestidas a su manera, con trajes muy exhibidores, mallas para acentuar su cuerpo, algunas con babydoll trasparentes, otras con mallas menos reveladoras, pero lo que si todas tenían en común, es que todas tenían un físico espectacular, todas parecían bien entrenadas y ni aquella recepcionista desganada que tanto resaltaba en la recepción parecía ser la más prominente del grupo, que por cierto, también se formó al enterarse de las palabras de Ohona, en ese momento, con una actitud servicial, todas se dispusieron a ser electas para el deleite de la joven Sadashi… si, no comprendieron que lo que ella buscaba era simplemente un lugar para dormir.
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Sadashi se encontraba embriagada por la efervescencia del lugar, las luces oscuras cerniéndose sobre ella, mientras los murmullos superficiales llenaban cada rincón de la estancia lograban captar su atención, pero no más que la chica hegemónica qué la recepcionaba en el burdel, siendo destacables sus orbes azulados en su bello rostro que parecía de porcelana. Parecía una muchacha amable hasta que escuchó su negativa respuesta ante su petición, lo que logró que Sadashi se limitara a alzar la ceja derecha en son de una mueca sarcástica mientras soltaba una escueta risa de entre sus mullidos y rojizos labios. — Cariño… creo que me mal entien…— Dijo con clara molestia y siendo interrumpida por el molesto tintinar de la campanilla, ante la cual acto seguido provocó que una fila que parecía interminable de mujeres saliera cual pasarela a mostrarse como un vil pedazo de carne en el lugar. A los oídos de Sadashi llegaron los comentarios y claramente notó la cara de desagrado de alguna de las féminas que se presentaban, lo que no pasó desapercibido por la pelinegra, quién llevó la diestra a la altura de su tabique para presionar con su pulgar e índice a los costados en un vano intento de llenarse de paciencia.

Suspiró de manera cancina, para luego llevar la misma mano que tocaba su nariz hasta la parte trasera de su cabeza para rascarla y alborotar levemente sus cabellos mientras relamía sus labios de manera indecorosa, a su vez que con pasos lentos comenzaba a caminar hacia las mujeres para inspeccionar una a una con suma precisión. — ¿Qué tenemos por aquí? — Dijo una vez que llegó a la primera mujer. —¿No eres muy mayor para estar en este lugar?... — Sentenció dura con sus palabras, para después continuar con las siguientes. — Tu cabello está reseco… tú no hueles muy bien… tu cara me es algo extraña…— Agregó sólo a las mujeres que habían hecho algún comentario negativo ante el aspecto de la kunoichi, sin embargo, a las demás sólo se limitó a dar una sonrisa poco amigable.

Al llegar al final de la fila, resopló con desgano y dirigió su mirada rojiza hacia la mujer de un solo ojo y dedicarle toda su atención al momento de acercarse a ella. —Por lo visto, eres la dependienta del lugar ¿no? — Preguntó al haber sido testigo de cómo todas se habían postrado ante sus palabras con anterioridad. —Comprenderás que realmente no me interesa pasar la noche con ninguna de tus mujeres. — Dijo. Sadashi comprendía que aquellas geishas, a pesar de sus circunstancias, eran seres humanos que quizás anhelaban algo más en la vida que haber terminado en un burdel, por lo que su mirada gélida y de desdén hacia ellas con la que inicialmente se había presentado, se transformó en una mezcla de compasión. —Sólo necesito pasar la noche. Estoy sumamente cansada y fatigada… Si hace falta dinero, podemos arreglarlo de alguna otra forma. — Agregó con un deje de desesperación en su voz, que pasaría imperceptible si no se le prestaba demasiada atención. — Ocho ryos dejé sobre la mesa. Si sirve para comer, también me sirve. Sólo necesito lo uno o lo otro. ¿Puedes ayudarme?
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Las mujeres del lugar recibían las críticas de Sadashi como si nada, como si hubiesen sentido antes esa clase de represarías, sin embargo, por mucho que hablara mal de ellas, todas sabían que hoy en día, sus físicos eran envidiables… repentinamente, la muchacha se acercaría hasta donde estaba una distraída Ohona, observando un documento que parecía importante, sin embargo, apenas llego Sadashi y le trato de Dependienta, en la mirada de asombro en el ojo de la joven Hyuga se vio reflejado el rostro de la joven Sadashi, quien por primera vez hizo contacto visual directamente con ella, señalo su rostro y pregunto en voz atónita y baja – espera… acaso quieres… - decía, pensando que ella no quería estar con ninguna de sus muchachas, si no que con ella.

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El resto de las Geishas observaban con recelos, era una ocasión que cualquiera de ellas mataría por lograr… una noche con la jefa, solo sirviéndole o ayudándola a entrenar, sería un honor para ellas, aunque la joven Ohona aún no se daba cuenta de la posición en la que estaba, en su burdel la adoraban. Sin embargo, cuando la joven siguió replicando, ya todo se aclaraba…

Byakugan


Repentinamente, el ojo de Ohona dilataría su pupila y tanto el iris como la pupila tomarían un color blanco azulado, sus venas recorrerían su rostro y el rostro de la Hyuga se vería algo serio, mientras analizaba sin mover un musculo de pies a cabeza a Sadashi – hummm… ya veo… parece que tienes alguna clase de entrenamiento… ¿eres un shinobi? – dijo, examinando cada musculo y posible armamento bajo la ropa de Sadashi – sin cargos, puedo ofrecerte una sesión de kinesiología, comida reconfortante para el cuerpo basada en proteína y carbohidratos, una cama con o sin compañía y un puesto en nuestra mesa, pero para eso, tienes que ser cortes y pedirlo por favor – diría la Hyuga, sin darse cuenta de lo que sus palabras podrían significar para otros. Luego de esto, su vista volvería a la normalidad y volvería a revisar sus papeles “importantes” que realmente todo aquel que preste atención, se daría cuenta que eran para ocultar una revista de deportes que tenía entre sus manos…
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