Un murmullo del inframundo parecía palpitar en cada tumba del cementerio de la Isla del Oeste del país del agua, como si los propios muertos se estremecieran, por lo que cada año acontecía en aquel cementerio. El cementerio era el más grande del país, una enorme explanada de tumbas ordenadas en filas y columnas que de día se perdían a la vista, un paraje estremecedor acordonado por una verja de metro y medio en mal estado por la corrosión del tiempo y la humedad del ambiente. Había tumbas de todos los tipos y tamaños, y en cada una figuraba los nombres de sus dueños, en algunas faltaba descripción de aquel que estuviera bajo tierra, e incluso en algunas se rezaba el nombre de algún que otro vivo por raro que parezca, como si de una broma pesada y de mal gusto se tratase, pero, ¿quién en su sano juicio osaba jugar a eso?
En todo el cementerio, se compactó una terrible niebla que impedía la visibilidad de la profunda noche, una niebla que hasta se podría palpar, dicho fenómeno era lo más usual por aquellas tierras, sin embargo, la de esa noche calaba hasta las entrañas e incapacitaba una visión medio lejana de todo aquel que quisiera internarse en aquel lugar. La niebla se arremolinaba, dejando levemente visible la cabeza de una extraña colina que se alzaba en el corazón del cementerio, cuya pendiente oscilaba hacia el oeste y que como todo lo relativo allí, era de lo más extraño. Una extraña sombra empezaba a cobrar presencia en lo alto de esta. Su aparición parecía bajar la temperatura del ambiente, se asentó un frío que penetraba hasta el interior de los huesos azotando incómodamente cualquier cuerpo, y un mal aura empezaba a colmar la zona para todo aquel con un mínimo de presentimiento.
Una extraña y oscura figura, delgada y alta, se empezó a mover, pavoneándose tétricamente en el pico ladeado de aquella colina, sus brazos antinaturales se doblaban en contra del codo, cogía su cabeza arrancándosela para luego volver a depositarla en su cuello, una escena esperpéntica que en su contraluz con la enorme luna que se alzaba aquella noche, rompería la cordura del más cuerdo de los hombres, más sin embargo, todavía existían bravas y curiosas almas que presenciaban aquella innombrable escena. De un momento a otro, aquel ser se quedó quieto, clavado como una larga estaca.
- HHAaaHHAHAHaaahhaHAAHA.... Añoo TRass aAAÑÑo sIGuennn LLLeeegGaAAAAndo mÁaSSS iLusSSSoOs quE IIiinnTenTTtaanN lo QuEEe naDdIIIee pUuddDo -
Su voz retumbaba en la misma alma, una voz titánica y arcaica, ruinosa e implacable que todo aquel ser vivo del cementerio podría sentir en el pecho. Sus palabras llegarían a todos los allí presentes, desafiándolos y menospreciando la causa que le hubiera atraído hasta él, pues él quedaba lejos del alcance de cada uno de ellos por siglos y siglos, lejos de cada humano, lejos de la carne. Aquel ente despedía un negro fulgurante a su alrededor, oscilaba su verticalidad para atravesar con su mirada los cuerpos de los que lo estaban presenciando, él sabía de su majestuosa figura, pues se le consideraba una deidad oscura desde que el mundo es mundo.
- VveoO VvvvEEeeoo a CadDaa unNNNnoo dEe vOsoTTrros AahOogadossS eNn VvueesTtrOOo eEstúUppiDDoo egGGGgo SshiiNnoBbi, AalIiMentTadDos pOrr VuEEstRRro estÚPpiDoO PppppooOOdDer EndDeeBLeEE y PrpeppOOteNnte, cEEggGadDos por vUeesTRaAA eSStúPIiidDDAaaa CodDicCCciA... PeRRroo noOO... NnOoo ConnTRaa mÍI, ConttrrRa Mmi vuEEStrRa CaRRrnE se PpuuUUudrEEEe, vVuuesTRos HueSSooOs qUuiiIeebrRran y eLl aLLmaaA se Oos CoorroompPPPeeEEee... puEESs Noo sSSooOiiISSs másS Queue SucioOOSs morTTalesSS... y Yoo.... VvIIvVo y SoYYYyy vueSSTrra PrroppiiaaAA MoorTTtalliidDAAAAAAaaaaaaAaaAaAaaadd HAAhaHAHAHAaaHaAHaAhAhAhaHaHAhahahahhaAHaAAHAHAAH -
Aquel ser irreverente destapó su identidad, y así mismo se autodenominó como la mismísima muerte, y desde su condición, se reía de los presentes como si fueran muñecos de trapo que no tenían ningún tipo de influencia sobre él, o en ese mundo.
- SSsinn EmmbaRRggoO, QuiiEro Vverr CcomoO oSS CommPorTtaiS siN VueEsstrRRaaA VioLLennnCCiaa, CcuaALll de vvOosSotrOOs PpueEEdee vEEr mÁAass aLLá dEE sUU sobBeerRRbbIaA y DDeJjaar PaasoO aAa sUU PersppicaZZiaA, LleGGaarrRr HhasTTaA mMí conNN Aallggo mAssS que AaAarrRmaASssS, PuuuUUesS aQUíii No TiieEnnneN CaBBbiDdAA IiNNeePttOs AHAaAHaAHAHAAhahaAA... EennPEecceEEMmoos... ¿EESsTáIs preParRradOOoooSs?? -
Y de repente, de las lápidas sin inscripción aparecieron unas letras resplandecientes de un azul mortecino, y segundos después se formaron palabras. El cementerio adquirió una apariencia mucho más fantasmagórica con el centelleo de estas letras, las cuales, solo serían legibles para aquel que las tuviera en frente, y de lejos parecían unos fuegos fatuos que traicionarían a todo aquel que los siguiera.
- DDeeE EestteE EEsSpErRRRoooO QuUUEeEEee PoOoddDAaíss PAassSarrR tooDDossS... SSii nOO vuuEEesstrRRaaA exIIsTTennCCiia eeN EsstTTeeE MMuunDDo sEErrIa iiiGGuUuaAAlll aa LAass DdeeEE LaaasSS RRrraaTTttaasSS -
Volvió a decir desafiante, tronando con su voz los corazones de todos en el frío cementerio. Los allí presentes podrían ser de los pocos privilegiados en este mundo que cada año retan a la misma Parca, o eso al menos es como se proclamaba aquel ser, sin embargo, en sus mentes y no en sus manos estaba la labor de desprestigiar su yugo, y romper con un patrón primigenio en el que la humanidad yacía frágilmente bajo su poder. ¿Quién de todos acabaría desistiendo por la locura?, pues no sería el primero en tantos siglos de historia, ¿quién de todos sería el que lograse entender aquel espeluznante juego? pocos shinobis a lo largo de la historia lograron acercarse, y ¿quién de todos ellos tendría la ocasión de poder enfrentarla? nadie, absolutamente nadie lo logró hacer, o al menos es lo que se sabe.