[Evento Halloween-C] La epifanía del rey calabaza
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El País del Agua nunca ha sido un lugar especialmente conocido por la amabilidad de sus gentes. Siglos de guerras y matanza los han convertido ante los ojos del mundo ninja en, si bien quizás no los shinobi más respetados... Posiblemente los más radicales.

En todo este entorno de violencia, sangre y autoritarismo, hay quienes ven en las fechas más "bellas" del año una oportunidad para refugiarse de la cruel realidad. Llevados por las memorias de una cálida hoguera, rodeada de sus seres queridos en una de las pocas noches en las que nada más importa, los ciudadanos comunes han aprendido a venerar las fechas que se celebran a fin de año. Por otra parte, si algo detesta o es indiferente para una parte de esta población, son las fechas "oscuras", especialmente si están relacionadas con la muerte... Y es así como en algunos poblados o círculos más reservados (O como algunos dirían "cobardes") han convertido la festividad del día de los muertos en poco más que una víspera extendida de las próximas navidades...

Ese fue su primer error.

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26 octubre, año 15 D.K.
Zona de Ocio y comercio del País del agua

Llegareis al país del agua como corresponda a vuestro personaje; quizás alguno ya se encontrará allí, quizás se os asignó la misión mientras buscabais un trabajo en los tablones de anuncios o puede que la curiosidad sobre lo que algunos han empezado a denominar "el alzamiento del Rey Calabaza" os haya llevado a querer investigar estas tierras...

Sea cual fuere la razón, ahora os encontráis en el barrio comercial más importante del País del Agua. Reunidos por el llamamiento de vuestra misión en la esquina norte de la "Plaza de los Inocentes", un agente de la policía militar de la ciudad os está relatando las últimas novedades con respecto a los sucesos que os han reunido hoy aquí.

- Como ya sabréis si estáis aquí, algo ha incitado el caos y la anarquía por aquí en los últimos días - Su voz, grave y autoritaria, suena agotada, como si ya hubiera contado cientos de veces lo que está diciendo - Alguien haciéndose pasar por el "Rey Calabaza" o que kami nos ayude, el verdadero Rey Calabaza, ha lanzado un ultimátum contra la gente de este lugar. Al principio sus amenazas nos sonaron a un cuento descabellado, disparates de un anarquista loco. El problema, es que en el último día la gente dice que ha empezado a ver ciertos... Seres por aquí - Sin demasiado disimulo, el agente afloja ligeramente el cuello de su camisa; parece angustiado - ¡Como sea! Nuestros investigadores están dispuestos a pagar a todo el que capture vivo y en óptimas condiciones a cualquiera de estos especímenes; especialmente al supuesto Rey Calabaza, así que... ¿Buena suerte?

Antes de mandaros marchar, uno de los presentes ala la mano. Pese a que en un inicio el agente de la ley parece ignorarlo, dejando en claro que aquello no es una rueda de prensa, al final acaba cediendo ante su insistencia y atendiendo a la duda que este le plantea.

- ¿Cómo sabremos por dónde empezar?

- Podéis empezar por preguntar a la gente, buscar por la zona, en los cementerios, en los parques... - Es cortado por la detonación de una gran explosión, seguida de una atronadora risa demoniaca, que casi parece resonar con más fuerza que la propia explosión. A su vez, el agente sonríe y señala en dirección a la misma - O podéis empezar por allí... Aunque os recomendaría tener cuidado a los más novatos.

Recordatorio de la Misión
normas

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Había pasado suficiente tiempo desde que regresaba a su verdadero hogar. No el país en el que había obtenido vivienda y los suficientes permisos para que no estuviesen molestándolo día de por medio con qué hacía allí todavía, el País del Fuego, sino el País del Agua que le vio crecer desde su insensata e incrédula niñez hasta el día en que por fin pudo marcharse de aquel condenado lugar donde la violencia era pan de cada día y los cuerpos de sus habitantes se apilaban por montones, hasta que los cuerpos de agua se teñían con la sangre de muchos, inocentes y culpables por partes iguales. Sagrados recuerdos que, para bien o para mal, le habían puesto el suficiente estrés en su día a día para meterle por la fuerza cómo defenderse con un arma de filo.

Sus razones para estar presente ese día eran mixtas. Por un lado, no podía dormirse en los laureles con respecto al dinero. Debía mantenerse en movimiento con respecto a los trabajos para llegar a fin de mes a la vez que asegurarse de que su hermanita pudiera conseguir sus medicamentos. Esto por supuesto no era algo que pudiera darse el lujo de ignorar o siquiera dejar para otro momento. Pero era la segunda razón, mucho más derivada de una curiosidad egoísta que ignoraba las posibles consecuencias, la que cementaba el camino hacia el encargo de bizarra naturaleza.

Rumores, hiperbolizados a tales magnitudes que se notaba cuán desesperados estaban sus emisores. Pero incluso de los mitos más descabellados siempre existían fragmentos de verdades que se podían destripar parte a parte hasta tener el relato completo y de alta fidelidad. De lo que podía entender...  Algo había surgido en su país de nacimiento. Un bandido de nombre extravagante, un completo lunático o una criatura sobrenatural; su curiosidad se imponía por encima de su propio instinto de auto-preservación, una ligera intuición de que las cosas podían ir para mal rápidamente. Al menos si hablaba estrictamente de la situación en la que tuviera que lidiar con lo que sea que estuviera al final de estos rumores por su cuenta. Y contaba con que no era el único interesado en este supuesto "Rey Calabaza".

Siguió las indicaciones que pudo reunir del documento en el que se publicó el trabajo, presentándose en la esquina norte de la Plaza de los Inocentes junto con el resto de individuos que -intuía- estaban allí presentes para intentar tomar el encargo. O, en su expresión mas mínima, escuchar de qué se trataba antes de tomar su decisión. Allí, quien tenía el porte de una figura pública levantó su voz para entregar los detalles adicionales que no podían incluir en el trozo de papel. Lo que se mostraba decisivo con respecto a tomar el encargo o darse media vuelta y marcharse. Por su parte, el peliblanco ya había decidido seguir el rastro de migajas hasta donde pudiera ver todo el panorama, y decidir si retirarse o avanzar hasta el final que fuere.

Una explicación breve, rebosante de emociones que no eran difíciles de leer en el agente; estaba seguro que más de uno allí había notado la expresividad nerviosa del hombre por cuán poco intentó ocultarla en primer lugar, algo que al final del día solo ponía más peso en el centro y razón de todo este encuentro: El Rey Calabaza. Dubitó. No era demasiada información, pero era más que suficiente para empezar a ponerla en marcha. Y solo en caso de... Antes de tener tiempo a consultar con el agente, alguien le habría arrebatado las palabras de la boca. Una pregunta tan sencilla como preguntar por un punto de inicio, pero que para su suerte -o desgracia- resultó en un anuncio propio mucho más pronto de lo que cualquiera anticiparía.

Un estruendo atronador que se hizo sentir en todo el lugar, y seguramente a lo largo de otros barrios. Si se trataba de una coincidencia tan grande como para que el Rey Calabaza se hiciera sentir en todo el lugar, una revelación directa de su posición, podía considerarse como una persona en extremo afortunada. ¿Podía tratarse de una trampa, quizá? Actos teatrales de tal escala y con tal reputación rara vez salían sin un as bajo la manga, solo de las personas con una abundancia de confianza o de tontería, términos que no eran mutuamente exclusivos.

Se aclaró la voz, colocó sus dedos estirados a un costado de su boca cubriéndola parcialmente haciendo como si susurrara a alguien y de pronto... -¡Ey, creo que ese ha sido el Rey Calabaza, todos deberíamos ir a ver!- Una voz ronca, modificada tanto como su laringe le permitía hacer sin lastimarse, arrojando un consejo en medio de la multitud que se había reunido. El popular, burlón pero sorprendentemente efectivo truco de "La voz sin rostro", siendo que hacía cuanto podía para disimular su presencia entre la multitud. Un acto de lo más infantil, caricaturesco incluso, pero que tenía un objetivo claro: Incentivar al grupo a avanzar en grupo, dándoles el primer paso necesario para ésto: La sugerencia.

Resumen
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Última modificación: 05-11-2023, 10:36 PM por Horaime.
–En estas fechas todo se pone algo raro, probablemente no sea más que un loco enmascarado haciéndose pasar por un monstruo para ganar importancia– pensó el chunin mientras leía los documentos de la misión y seguía su marcha al punto de encuentro, –En cualquier caso el imperio suele poner atención especial a esta clase de locos, que luego se les van de las manos y terminan con algún pequeño grupo terrorista haciendo estallar algo– pensó mientra saltaba por las ramas de un pequeño grupo de árboles hasta llegar al lugar  en cuestión, –Es bastante más grande de lo que pensé– murmuro el chico mirando a su alrededor una gran y viva zona comercial, –Veamos dice que una plaza– murmuro leyendo brevemente el pergamino de la mision y volviendo a guardarlo entre sus ropas, el chunin tenia puesta su vestimenta característica, un rakusu de color dorado con su patrón de cuadros en color verde, debajo un yukata de color azul con pantalones negros, y al costado izquierdo de su cintura colgada la bandana de la aldea, tambien tenia puesto el caracteristico chaleco chunin.

Luego de algunos minutos de andar el chunin encontró a un pequeño grupo reunido escuchando las palabras de un oficial, –Parece que este es el lugar– pensó acercándose un poco, –Seres? será alguna especie de genjutsu que los hace ver creaturas…– pensó un instante mientras continuaba escuchando al oficial, –Solo eso? ni descripciones ni pistas, tampoco último lugar de avistamiento, cada dia estamos peor– pensó el chico que se disponía a empezar con la preguntas hasta que otro de los presentes se le adelantó, –Por suerte alguien que tambien piensa– murmuro escuchando la igualmente vaga respuesta del oficial, el chunin se dispuso a levantar la mano y acribillar al oficial a preguntas pero justo en ese momento una explosion seguida de una macabra risa resonó por toda la zona.

–No me digas…– murmuró en tono de burla llevando su mano derecha a la boca y cortando un poco su dedo gordo con los dientes, inmediatamente el chunin procedió a realizar una tanda de sellos mientras varios de los presentes corrían directo al sitio de la explosion

Concluida la tanda de sello el chico puso su mano frente a él y una nube de humo se levantó, –Horaime-Sama, cual son sus órdenes hoy– se escuchó decir a una gran lechuza totalmente negra que emergió de la nube de humo, –No tenemos mucho tiempo Nix, vamos hacia esa columna de humo– ordenó el chunin subiendo a la espalda de lechuza que rápidamente alzó vuelo y tomo rumbo a la zona de la explosion.
Nix


Gastos
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Cómo odio el simple hecho de ir al País del Agua, me pesa nunca me ha gustado sus lugares ni mucho menos sus playas, aunque bellas al fin, así que no fue de mi agrado escuchar como había una misión sobre un… "Rey Calabaza", me sorprendí. Normalmente me tiraría a reír pero no obstante escuché que podía tener diversión con algunos combates, mis ojos se abrieron como platos y mi cuerpo reaccionó por sí solo tomando uno de los papeles que el niño traía consigo. Buah, asquerosidad pues era del país del agua pero ya que, un buen combate me quitaría el ser un simple viaje tonto.

A la mañana siguiente, me vestí y tomé una capa o bueno, una túnica negra que cubría mi cuerpo completo, mis armas y lo que no puede faltar, una cajetilla de cigarrillos, tomé rumbo al País del Agua. En el camino me divertí mucho con lo que encontraba, normalmente; me pararía y compraría en cualquier local de esos, pero decidí hacer mi propia comida hasta que llegue al puerto. Saludé con cordialidad y me enteré que tenía que comer lo que venía ya en el menú del pequeño barco. Cuando el barco empezó su camino me puse en la proa y encendí mi cigarrillo, quería ver el mar de noche. El sucio y asqueroso mar del país del agua.

Al llegar, le di las gracias a los tripulantes y emprendí camino hacia el barrio comercial de kirigakure, aún tenía mi túnica. Camine y camine hasta llegar al lugar, ví a un viejo conocido: Horaime, sonreí pues no esperaba verlo aquí pero no lo saludaría, quizás estaba ocupado. Escuché y escuché y no pude parar de pensar en lo tonto que se escuchaba el nombre. Escuché que alguien grito sobre el Rey Calabaza. Miré llevando mi mano derecha a mi porta kunais a punto de sacar un tanto de ahí pero no, no había nada. El truco de la voz sin rostro, me daba risa aunque bueno, perdí tiempo. Quité mi mano y me tomé unos segundos. — El Rey Calabaza suena a un musical pero de los viejos, eso no implica que no sea fuerte, no lo sé. Veremos. — Una pequeña risa salió de mí, no pude evitarlo, ese nombre era gracioso. Sin más escuché que de dónde venía el humo era donde estaba el Rey Calabaza, con rapidez salí corriendo hasta el lugar, ¿Qué me encontraría ahí?, no lo sé, la intriga me mata.

resumen


Estadísticas de Jikaro Uzumaki
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Última modificación: 06-11-2023, 05:03 PM por Skuld Samuru.
El ajetreo de la población y de aquellos reunidos en el lugar (principalmente cazarrecompensas, mercenarios y otros ninjas de rango bajo)) creció visiblemente a causa de las explosiones ocurridas y la alteración de algunos de los presentes, quienes decidieron que, por si acaso, mejor se marchaban a casa.

Los restantes, a razón de descubrir de dónde venía el ajetreo original, marcharían en dirección al ataque que tan sonoramente había delatado la posición del supuesto enemigo.

Pese al ajetreo ocasionado por aquella detonación, la mayoría de comerciantes y turistas estacionales parecían estar relativamente tranquilos; quizás por la seguridad trasmitida por las fuerzas de Konoha que sabían (o esperaban) estarían vigilándolos en calles, callejones y tejados... O quizás sencillamente habían confundido el espectáculo como uno de los muchos fuegos artificiales lanzados a lo largo de aquel día. En cualquier caso, parecía que, por el momento, no iban a interponerse en el camino de aquellos en busca del Rey Calabaza.

La primera en llegar al lugar señalado sería la invocación de Horaime, acechando desde las alturas, lejos del gentío y alboroto, podría ver con claridad como una figura alargada (De unos tres metros) y esqueléticamente delgada, cuyo rostro mezclaba la forma y características de una calabaza de Halloween (Ojos y sonrisa) con lo que parecía la tonalidad y corte de un cráneo humano, lanzaba varias calabazas (de aspecto “normal” hallowenesco, con rostros tallados) a los alrededores, produciendo visibles explosiones que, pese a la apariencia teatral de los recipientes, estaban causando daños visibles a los elementos afectados... Sería así como, al llegar el resto del grupo de implicados, lo único que alcanzarían a ver sería como esta figura fantasmagórica abandonaba con gran velocidad la escena (podéis perseguirla si gustáis) dejando tras de sí únicamente la destrucción ocasionada... O eso podría parecer sin una investigación más detallada (podéis quedaros a buscar restos o pruebas).

En el tiempo en que los implicados tardaban en decidirse sobre que curso de acciones tomar, un peculiar llanto comenzaría a escucharse del callejón por el que la mayoría habían llegado. A pocos metros de distancia, desde otra de las rutas para alcanzar el lugar, un chirriante sonido de piedra resquebrajada, estaría más cerca de ellos por cada segundo transcurrido.

Resumen:
  • El gentío se disipa levemente por miedo a las repercusiones, ahora aparentemente reales.
  • La invocación de Horaime llega a tiempo de ver al Rey Calabaza destruyendo los alrededores.
  • Todos llegan a tiempo de ver el resultado de dicha destrucción y a la figura del rey "huyendo" de la escena. (Podéis seguirlo).
  • Los alrededores parecen destruidos, podéis investigar en busca de alguna pista extra.
  • Empieza a escucharse un peculiar replicar de callejones cercanos; podéis ir en su dirección o esperar a ver que ocurre.
Normas de la misión

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Sin perder tiempo Nix comenzó a aletear ganando altura rápidamente, –Esas explosiones fueron cercanas, si lo hizo a proposito es por que quiere que vayamos debemos tener cuidado Nix podría ser una trampa– le dijo al chunin a la gran lechuza que lo cargaba en el aire y se desplazaba rápidamente al lugar de las exposiciones, –La gente parece muy confiada en el accionar de las autoridades locales– murmuró con sorpresa el chunin al ver como algunas personas continuaban su cena como si nada mientras él continuaba desplazándose a encontrarse con el causante de las sorpresivas explosiones, con amplia ventaja no solo en velocidad sino también en evitar a la multitud que podía entorpecer su movimiento Nix y Horame fueron los primero en llegar a la escena.

Al llegar al epicentro de las explosiones el dúo pudo observar algo que los dejó fríos, claramente no era obra de ningún genjutsu como pensó inicialmente el chunin, en el suelo pudo ver  una gran figura con una calabaza por cabeza que lanzaba lo que parecían bombas también con forma de calabaza, estabas bombas impactan los edificio cercanos comenzando a causar daños visibles,era claro para el chunin que con el terreno alto tenía una amplia ventaja y aquella extraña "cosa" parecía no darse cuenta aún de su presencia, –Sube mas Nix– orden Horaime a su emplumada companera que rápidamente obedeció,  sin perder de vista el objetivo y  en cuanto aquella cosa se puso en marcha el chunin decidió seguirla desde el cielo, –Mientras más información tenga antes de atacar más ventaja podremos conseguir, mantén la altura e intenta ocultarse con las nubes Nix, síguelo y veamos qué podemos averiguar de esa extraña cosa– murmuró dando indicaciones claras a su invocación, después de todo lanzarse directo al ataque sin pensarlo nunca fue su estilo.
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Lo que empezó como una congregación de gente reunida en un mismo lugar, en espera de respuestas, no tardó en pasar a ser siquiera una fracción de lo que había sido inicialmente. Lo entendía perfectamente de los civiles, que les faltaba el gen de la cotillería y escogían su vida por encima de estar actualizados en los últimos rumores... Bueno, la mayoría, al menos.

Pero una parte del resto, aquellos cuya apariencia y marcas de guerra daba lugar una historia en el campo de batalla, se había unido a la mencionada multitud. ¿Tan rápido habían tirado la toalla en el caso? Aunque por un lado optimista significaba menos cabezas las cuales contar a la hora de repartir recompensas, el lado negativo significaba que eran menos personas que aseguraban el buen desenlace del trabajo. Le preocupaba, pero un extraño sentimiento de aventura se apoderaba de sus pensamientos y los infectaba, llenándolos de expectativas con respecto a lo que sus ojos verían si continuaba por éste camino. Continúo sin darse la vuelta, clavado a llegar hasta donde bien pudiera permitirse.

No se cortó con su movimiento. Lejos de permitir que los pocos presentes restantes sirvieran como un obstáculo para sus movimientos, de un salto se colocaría a la altura de la oleada de hombros frente a él, y usaría cada par de hombros que podía ver en cada parpadeo para pegar pequeños pero medidos saltos ágiles, tanto como pudiera permitirse antes de tener que seguir a nivel del suelo con normalidad. Con cada uno se aseguró de impulsarse solo lo suficiente, una medida para evitar tirarles el equilibrio por los suelos y que se provocaran un daño tonto a sí mismos; podía no estar en representación de alguna aldea, pero aun así tenía un mínimo de profesionalidad.

Su llegada, apenas por detrás de la primera tanda del grupo, tan solo le permitiría observar al aparente causante de todos los estragos abandonar la escena a toda velocidad, con el desastre causado como el único indicio de todo lo ocurrido. Velocidad que le hizo pensar dos veces si era una buena idea ir tras él, o que siquiera fuera una opción en primer lugar; si podía moverse tan ágilmente de manera consistente, entrar sin pensarlo acabaría mandándolo al hospital mucho antes de lo que podía permitirse.

Por ahora, su atención se centró en una cosa: Saber si podía dar con algo en la escena, o si las personas compartirían aunque sea algo de lo que sea que supieran. Si aquel altísimo ser tenía algo con la capacidad de reventar como un sello explosivo, prefería entenderlo de antemano antes de comérselo de frente. Con suerte, encontraría más de lo que pedía.

No dejó siquiera un segundo de por medio, empezando a dar pasos alrededor de la escena mientras que su mirada escaneaba los escombros y el lugar recientemente abandonado en busca del mas mínimo detalle que le pudiera ser útil. -Vamos, aunque sea la pieza más pequeña...- Murmuró para sí mismo, pensativo pero atento. Si esto probaba ser inefectivo, su paso inmediatamente siguiente sería pasar a cualquier persona que pudiera haber estado presente de antemano, buscando sonsacar cualquier fragmento de información.

Resumen
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Atraídos por la curiosidad, la fuerza, el deber o una mezcla de todos los anteriores, el pelotón inicial de implicados vería su camino separado en la plaza que había sido atacada por el Rey Calabaza. Tres figuras (Horaime, su invocación y Jikaro), ansiosos por desenmascararla o combatirla; seis individuos permanecerían en la plaza del supuesto atentado, pensando en como actuar o buscando algo que les ayudara; El resto... Desaparecerían del lugar sin dejar rastro, expelidos por la posibilidad de peligro real al ver los cráteres, empezando a creerse la historia que allí les había llevado.

El joven Yukine, que había permanecido en el pequeño grupo de "investigación", comenzaría a mirar por los cráteres que habían dejado las explosiones del Rey Calabaza, sin aparente éxito inicial en la tarea que le acontecía; Todas parecían explosiones limpias sin restos de artificio alguno, señal inequívoca del uso de chakra para realizarlas. Sería al examinar las zonas afectadas de la calzada cuando captaría algo distinto al resto de las detonaciones... Restos de pólvora.

Habiendo sido ignorados hasta aquel preciso instante, los extraños ruidos y gemidos que se escuchaban provenientes de los callejones que rodeaban al lugar de los hechos cesaron de inmediato, propiciando que, por un instante, reinara el silencio... Entonces, desde el callejón más lejado a Yukine, se oiría una macabra y retorcida risa juguetona de mujer. Al mirar en la dirección del sonido, los presentes podrían ver ante ellos una figura femenina, vestida de blanco nupcial; sus elegantes ropajes, rotos y con aspecto empapado, no permitían percibir prácticamente parte alguno del cuerpo de la mujer, con la única excepción de sus manos y el rostro que se filtraba a través del translúcido velo... Rostro y manos que, de manera bastante perceptible, eran cubiertos por un insano color pálido y muestras de una avanzada putrefacción. Pero quizás y pese al macabro aspecto de la mujer, lo más atemorizante de todo no sería su sola presencia, si no el hecho de que, con una gesticulación claramente amenazadora, señalaba con su mano derecha en dirección al callejón más cercano a Yukine y única salida de aquel lugar...

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Poco importaría seguir o no la dirección señalada por la mujer, puesto que un nuevo y perturbador sonido llamaría la atención de aquellos que hubieran preferido no mirar en la dirección señalada: Un poderoso rugido que mezclaba el aullido de un lobo y la desesperación humana, que tomaría forma física ante los ojos de los pocos que habían permanecido en aquel lugar como la imposible y legendaria figura del hombre lobo.

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Ahora, rodeados por el peligro inminente, Yukine y los otros dos únicos sujetos humanoides del lugar (Pues los otros dos acababan de saltar al interior de un contenedor de basura que permanecía pegado a una de las paredes del lugar) se encontraban ante la encrucijada de cómo salir de aquella situación... Y el lobo parecía hambriento. Además, estaba el hecho de que la misión había solicitado la captura de aquellos extraños especímenes vivos y sin dañar, pero claro, no eran los científicos quienes se encontraban acorralados por bestias de leyenda.
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Por su parte, Horaime y Jikaro, quienes habían optado por seguir al Rey Calabaza, quien ahora saltaba por los tejados de la ciudad (Ponedme vuestra técnica de caminata vertical si queréis seguirlo desde los tejados, de lo contrario continuareis en tierra). No les sería difícil percatarse de la absurda velocidad que desplegaba aquel sujeto, que conseguía mantener la distancia en todo momento mientras reía sádicamente, sin dejar de tirar calabazas explosivas cada pocos metros a algún objeto que no fuera de su agrado (Estátuas, tejas, antenas...).

Deteniéndose menos de un segundo, el peculiar regente de la noche se giraría hacia sus dos perseguidores, optando de inmediato por "burlarse" de los mismos, acompañado de una enorme sonrisa que le llegaba, literalmente, de oreja a oreja.

- ¿Así pensáis detenerme..? He visto calabazas rodando colina abajo más rápidas que vosotros - Inmediatamente detendría su diálogo pateando varias tejas en dirección a los shinobi y aprovechando aquel movimiento para dejarse caer del edificio hacia la total oscuridad... De ir en la dirección de la caída, nada podría verse en la zona, y sin embargo, una lejana risotada ya peculiarmente familiar y un par de explosiones, indicaría a los perseguidores que su objetivo se encontraba, sorprendentemente, a dos edificios de distancia.

Si decidían continuar la persecución acabarían llegando a, quizás, el lugar más evidente de toda la ciudad para el ambiente bizarro que acompañaba aquel evento... El cementerio de la ciudad. En aquel lugar, la alargada figura del Rey Calabaza les esperaría teatralmente tumbado sobre los brazos de un ángel de piedra, simulando un llanto falso que no tardaría en volver a convertirse en su habitual risa, sin dejar de mirar a los shinobi.

- Esta historia es un poco pobre la verdad... Hasta un niño adivinaría lo que va a pasar ahora. ¿Pero no lo hace eso mucho más emocionante? No encontrareis nada igual en navidad.

Normas & Anotaciones

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El chunin seguía según el camuflado en lo alto del cielo, siguiendo los movimientos del misterioso hombre calabaza, mientras el ente se movilizaba ahora corriendo por los tejados a una velocidad que parecía sobrehumana aún para los estándares shinobi, entretanto Horaime pudo observar como por tierra otra figura también le daba caza a la calabaza que no detenia la destrucción ni aun cuando se supone estaba huyendo de la zona.

–Será que el imperio envió más shinobis para la tarea– pensó el chunin distrayéndose unos segundo mirando al que parecía ser su compañero, luego de unos instantes escuchó una voz al frente que lo sacó de sus pensamientos y lo hizo voltear la mirada, solo para sentir como Nix revoloteaba en el aire hábilmente esquivando algo, –Lo siento Horaime-Sama– contesto Nix recuperando la estabilidad y el aliento, –Tranquila– replicó el shinobi que sin perder tiempo miro al frente sin poder localizar a su objetivo, –Mierda lo perdimos…– murmuró mientras Nix bajaba unos metros y avanzada por una oscura zona que no daba rastro del hombre calabaza.

–Lo siento Horaime–Sama, me concentré en esquivar y no tirarlo de mi espalda y lo perdí de vista– comentó agobiada la lechuza tomando toda la responsabilidad del asunto, –Tranquila, yo estaba distraído tambi…– intento responde Horaime, pero la charla fue interrumpida por un par de nuevas explosiones acompañadas de una macabra risa, –Vamos Nix– dijo rápidamente el chunin señalando la dirección de donde provenían las exposiciones.Luego de volar unos minutos llegaron al lugar más inesperado para que se escondiera un terrorista, un oscuro y lúgubre cementerio –Parece que le gusta el espectáculo– comentó Horaime mientras miraba a lo lejos la espigada figura de aquel extraño ser, sin perder tiempo Nix avanzó unos metros y descendió dejando al chunin a una distancia segura, uno quince o veinte metros tal vez.

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–Te va el teatro, ¿no?– preguntó el chunin después de escuchar las palabras de aquella cosa, para estas alturas ya Nix había levantado vuelo de nuevo y sobrevolaba el lugar haciendo círculos esperando alguna indicación

–Ahora tenemos dos opciones, A, vienes conmigo tranquilamente y aclaramos todo con las autoridades, B, vienes conmigo con una extremidad menos y aclaramos todo con las autoridades... en el hospital– concluyó en tono amenazante el chunin mientras juntaba sus manos formando un sello

Contenido Oculto



Estadísticas de Horaime
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Su trabajo detectivesco estaba oxidado, hacía tiempo atrás que no necesitaba escanear una zona en busca de una aguja en un pajar. Sus ojos exploraban el terreno destrozado en busca de cualquier cosa que pudiera serle de utilidad por insignificante que fuera, solo encontrándose con las imperdibles consecuencias de los estallidos que anteriormente solo había conseguido escuchar a la distancia. Sumando estos hechos a que era parte de un grupo de seis decía mucho de cuanto pensamiento del exterior de la caja exigía su situación si pretendía llegar a la solución que tanto añoraba.

Aunque la pista de no haber dejado rastro alguno de las herramientas usadas para la fechoría era por sí sola una pista de que el ser esquelético había utilizado Chakra para realizar la hazaña, esto era simplemente información irrelevante para este punto; no era diferente de lo que podía encontrar con cualquier otro Shinobi, y salvo que de alguna forma consiguieran nulificar cualquier uso de Chakra de la zona -o mejor aún, en el bombardero-, la "pista" les dejaba exactamente en el mismo punto que habían empezado: En nada.

La lógica de desenvainar una espada y golpear muy, muy fuerte se quedaba corta en este escenario, y con lo poco a nada que los conocía, solo podía confiar en que el pequeño grupo de dos personas y el animal volador que habían avanzado tras el objetivo principal de la misión tuvieran las herramientas para lidiar con él sin perder las manos en el proceso.

Al final no fue su sentido de la vista, sino de su olfato y un enorme golpe de suerte que lo llevó hasta la zona afectada de la calzada y permitió ponerlos en una mejor posición que nada: Un olor nauseabundo que recordaba a huevos podridos, disimulado por las corrientes del viento en el ambiente y la fuerza de propulsión de las detonaciones. El aroma que recordaba a huevos podridos, tenue por el poco que quedaba en el aire, pero que inequívocamente lo condujo hasta un rastro de pólvora. Bendito polvo negro, piedra angular para hacer reventar algo con mucha fuerza. Pero... ¿Que le decía eso? ¿Que necesidad tenía un ser salido de un mito con la pólvora?

Ponderó, hasta que una risa sacada de una villana de película lo arrancó de su mundo de pensamientos en un instante y arrastró su mirada hacia el callejón donde se originó.

Una... Novia, dudó por un instante. Sin duda una figura femenina en un traje de bodas, pero obviando ese detalle, la figura parecía tan salida de un cuento de terror como el Rey Calabaza. El mal presentimiento estaba garantizado y más que justificado, y su mano diestra completamente tensa llegó a la boca de la funda donde reposaba su Wakizashi mucho antes de lo que su cabeza recuperó cualquier iniciativa de pensamiento lógico.

Su cabeza relajó los músculos de su mano al primer instante que la macabra mujer señaló hacia el callejón, una acción que le dejó de lejos con mas preguntas que respuestas, y todavía más renuente a seguir las indicaciones que se le instruían. Si no acababa maldito, lo mínimo es que fuera una trampa. Pero si se ponía a pensar... ¿Cuantas opciones realmente tenía, además de entrar en la boca del lobo para dar con el tesoro y luego pensar cómo salir entero?

Dió un primer paso, y luego un segundo, y luego varios más que no llegó a contar... Hasta fue interrumpido por otra sorpresa más, esta siendo la más aterradora de lejos. No por su naturaleza ni apariencia, sino por cuanta agresión exudaba. No hacía falta sino mirarle al rostro para saber que ansiaba arrancarle la cabeza a alguien con la mano. Un hombre lobo, sin importar cuán imposible sonara el relato de esta noche.

Su expresión se mantenía estoica pero su mente divagó múltiples veces, repasando cada pensamiento en busca de una solución que le permitiera salir victorioso y posiblemente más importante: Con cada brazo y pierna unido a su cuerpo. Sus ojos viajaron a las garras capaz de romper piel y hueso de un zarpazo, y los dientes capaces de cobrarse una vida de un mordisco. Pero nuevamente fue arrancado de su trance, esta vez por algo que en el fondo le causó gracia, por extraño que fuera en la situación. Dos sujetos que saltaron al interior de un contenedor de basura, seguramente en busca de un refugio. Un acto de cobardía, pero uno con tal apariencia caricaturesca que llegó a sacarle una fugaz carcajada entre dientes. Una carcajada que le centró en el oponente frente a él, un oponente más que yacería en el piso si se concentraba lo suficiente. Solo debía maquinar cómo.

-¿Y bien, peludo? ¿Quieres solucionar las cosas de la forma pacífica, o de la forma divertida?- Se mofó, un claro frente de actitud orgullosa y temeraria que intentaba suprimir cada grito y súplica de duda que rugía en su subconsciente. Debía recordar: No se trataba de no sentir miedo, sino de actuar a pesar de él.

Resumen


Estadísticas de Yukine Yoriichi
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Última modificación: 17-11-2023, 10:25 PM por Skuld Samuru.
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El Rey Calabaza continuaba moviendo las piernas alegremente mientras escuchaba al joven dirigirse a él. Su actitud cambió radicalmente en el momento en que recibió una amenaza por parte de Horaime, pasando a suspirar con clara desidia, casi como si le hubieran sometido a un trámite burocrático después de un largo día de trabajo.

- Oh.. ¡por Lucifer! - De manera claramente teatral, la criatura se dejó caer hasta el suelo, resbalando a lo largo de la estatua angelical en la que estaba tumbado como si su cuerpo, pese a ser completamente óseo, no tuviera hueso alguno - ¿A ti no te invitan a demasiadas fiestas, verdad? ¡Estoy intentando que esto sea divertido pero no pones mucho de tu parte!- El Rey Calabaza ni si quiera parecía ofendido; por la expresión de sus cuencas oculares, así como la torsión de sus labios, parecía estar más bien... Aburrido - En cualquier caso me sorprende que no hayáis adivinado el siguiente punto del espectáculo. En fin, eso lo hará más divertido.

Sin mediar una palabra de más, el Rey chasqueó los dedos y al momento la tierra alrededor de las tumbas que le rodeaban empezó a vibrar. Como salidas de una película de terror, varias extremidades empezaron a surgir de la tierra, aferrándose a baldosas, raíces o sus propias lápidas para arrastrar el resto del zonificado cuerpo a la superficie. En menos de diez segundos, cinco humanos completamente cubiertos de tierra y de aspecto moribundo estaban entre Horaime y el Rey Calabaza, quien en algún momento desconocido entre el chasquido y el inicio del apocalipsis zombi parecía haberse hecho con un recipiente de comida, lleno a rebosar de lo que parecían arañas secas, que ahora devoraba con pasión mientras observaba el espectáculo.

- ¿Ves? Te lo dije, ¡predecible, pero divertido!
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La llorona se había detenido a mirar el interior del contenedor, donde los gritos de los dos sujetos "ocultos" podían ser escuchados casi al punto del llanto ante la mujer que los observaba... Sus ojos abiertos de par en par, de apariencia muerta, sin casi distinción entre pupilas e iris escrutaban cada centímetro del refugio seguro... Por el momento no parecía estar dispuesta a atacarlos, si bien la sonrisa torcida en su rostro denotaba un sádico placer ante el terror producido.

El licántropo de dos metros permanecería estático ante las palabras del joven espadachín. Con su mandíbula fija en posición semi abierta y unos ojos amarillentos y extrañamente estáticos que no parecían tener la necesidad de pestañear o moverse, observaría unos segundos al muchacho ante el, como si estuviera sopesando sus posibilidades.

La magia del momento se rompería ante la aparición de un tercer elemento en discordia. Una mujer, acompañada por su hija, saldría de un callejón a la derecha del lupino; su grito, mezcla de sorpresa y terror, alertaría a la bestia de su presencia. Tomando a su hija en brazos, saldría corriendo por donde había aparecido, si bien está vez no iría sola. Girándose con cierta torpeza, la mole de dos metros empezaría a correr detrás de ella sobre dos patas, mientras gruñía alejándose por el callejón. El descarte hacia el peliblanco no era extraño, después de todo, es saber popular que la carne de lechón es siempre la más tierna.

La única duda era si ayudar a los hombres del contenedor o intentar evitar la viva reinterpretación de Caperucita Roja y su Abuela... O madre.

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Sus problemas se multiplicaban cada instante en que su cabeza no daba con una solución. Inicialmente el plan era tan sencillo como intercambiar golpes con el cánido hasta que encontrara una apertura y pudiera arrancarle la consciencia de su alcance con dos o tres golpes bien encajados, o esa misma cantidad en Ninjutsu si probaba ser un problema mas grave de lo que anticipaba, su naturaleza Fuuton se le daba fenomenal para empujar a criaturas contra un objeto lo suficientemente sólido para ocasionar una buena contusión, y desde allí todo sería sorprendentemente fácil.

Pero todo lo anterior se vio amenazado por una nueva variable en esa metafórica ecuación:  La que antes parecía ser una inofensiva, aunque sumamente inquietante, novia cadavérica había empezado a ojear el contenedor en el que el par de antes había saltado para refugiarse de los sucesos tan absurdos que acontecían en la misma noche. Visto desde sus ojos, podía comprender y hasta condonar que se arrojaran a sí mismos dentro de un contenedor de basura solo para salvar sus cuellos. Mucho mejor que solo quedarse mirando hasta que les arrebaten la vida del cuerpo o alguien les aparte del sitio antes de eso.

Ahora tenía dos factores a tener en cuenta, uno de ellos con una tentativa de amenazar la vida de "inocentes". Si bien la solución obvia era proteger a las personas que estaban ahora expuestas a la criatura de cuento de terror, ésto era mucho más fácil dicho que hecho siendo que el hombre lobo aún era una presencia imponente en el campo que no iba a ceder con un "Por favor y gracias" o dos galletas de perro y un silbato de alta frecuencia. Ahora mismo, necesitaba llegar a una solución que pudiese funcionar con todos en una sola pieza, incluso los monstruos.

Finalmente la situación llegó a un punto de quiebre cuando algo más importante se introdujo a sí misma en la tarima de esta retorcida obra. Sus ojos se abrieron a su límite cuando una mujer y su hija apenas asomaron sus cuerpos a rango suficiente para que la bestia fuera notificada de su presencia, y confirmada por el berrido de terror a todo pulmón que dejó salir después. Fue buena respuesta que tomara a su hija en brazos y echara a correr a la primera oportunidad que tuvo. Pero el par de piernas de una madre carecía de la velocidad o fuerza para ganarle en 100 metros planos a un hercúleo lobo antropomórfico que fácilmente podía volverse cuadrúpedo en un instante y doblar su ya impresionante velocidad. Peor aún fue que cualquier gramo de atención dedicada a Yukine se esfumó, claramente buscando la presa más satisfactoria de desgarrar con los incisivos y caninos dentales.

En su mente se sintieron como minutos, pero en la realidad no llegarían a ser sino milésimas. Milésimas en que la mente del peliblanco se movió mas rápido que nunca en busca de una estrategia, algo que sacara de apuro a las cuatro personas que ahora iban a ser la cena de criaturas de ultratumba. La solución se aclaró en ese fugaz instante, aunque era una que le ponía en una muy mala posición. Específicamente, ganándose la ira de dos bichos que -al menos asumía por el hombre lobo- podían sacarle los intestinos de un bocado. Buena historia para contar en el futuro cercano a un conocido, si es que salía con las dos piernas intactas para llegar a ese mencionado futuro, o mínimo con el corazón en su sitio.

Su mano coló su dedo índice y pulgar en el portaarmas ajustado alrededor de su muslo derecho para sacar un Kunai a la par que canalizaba chakra Fuuton que descendió hacia su mano durante éste movimiento, y de allí al arma de filo que arrojó ni instantes después, permitiéndose para arrojarlo tan solo el único segundo que le tomó canalizar el chakra necesario para manifestar su técnica -el Reppushou-, aprovechando el giro de su torso para sumar a la potencia del lanzamiento que trazaría una linea recta a la mejilla de la llorona. El kunai, rodeado por una corriente de aire generado por la técnica Fuuton, potenciaría su velocidad y se aseguraría de infligir las molestias suficientes para que la novia girara su mirada al Shinobi y no a los hombres aterrados hasta el alma. Fuera que el proyectil consiguiera atravesar su mejilla, clavarse en ella o solo causarle un pinchazo, la sensación consecuente de su técnica haría el trabajo restante de invocar su impaciencia interna hacia el Shinobi.

Sin esperar siquiera un parpadeo de más asumió una posición de carrera -con una pierna estirada hacia atrás mientras que la otra se hincaba hacia el frente en preparación del impulso inicial- y ahora canalizó el tiempo estrictamente necesario Chakra en sus pies para utilizar el Shunshin no Jutsu. El desenvaine inició un instante antes del bestial impulso que lo acercó tanto como pudo a la bestia peluda que iba tras la madre y su hija, de modo que la Wakizashi estaría desenfundada para cuando su cuerpo finalizara el desplazamiento por medio de Chakra y reapareciera, quedando a un metro por encima del suelo y dos de la bestia. Y utilizando un obstáculo -un artículo de Halloween empotrado en la cara externa de la pared- en adición a la rapidez que ya cargaba del reciente Sunshin, usaría cada músculo de sus piernas para impulsarse de un salto hacia la bestia en movimiento. Con arma en mano, intentaría un ataque en picado con el arma de filo en diagonal descendente. 

-¡OJOS A UN LADO, BESTIA!- Un grito de alerta en plena caída que carecía de sentido alguno, pero uno que ya había utilizado en su pasado. Su único objetivo era producir lo mismo que había experimentado él un momento atrás: Duda. Una dirección errónea a la real, un grito que provenía de una dirección diferente, pretendía que ese instante en el que tuviera que analizar cada fragmento de información errónea obligara a su cerebro a pensar, y a distraerse de su realidad inmediata. Una finta verbal que -esperaba- le consiguiera ese momento de reflexión y duda en el que el filo de su Wakizashi conseguiría hacer un corte profundo en uno de sus brazos, lo suficiente para que su movilidad se redujera significativamente, su carrera hacia las mujeres se detuviera y que el pseudo-animal tuviera una razón de suficiente peso para atacarlo a él.

Y si lo conseguía, tendría que disculparse repetidas veces con quien tuviera que entregar el espécimen no tan intacto como hubieran querido.

Resumen


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La tensión se palpaba en el ambiente alrededor de Yukine. Lo que ya era una situación compleja, se había torcido gravemente con la aparición de dos nuevas "víctimas" obligando al shinobi a actuar con quizás precipitada velocidad y hacer frente de la manera que creyó más conveniente a aquel asunto.

Tomaría un kunai y lo lanzaría con precisión y rapidez a la mejilla de la llorona, quien para suerte de la misma estaba gesticulando poses aterradoras ante sus víctimas (Aún encerradas en el contenedor) lo suficientemente teatrales como para que a causa de sus movimientos el kunai solo "rozara" su mejilla... La cual empezaría a sangrar de inmediato, acompañada de un gemido agónico y sorpresivo por parte de la misma.

A su vez, la mujer y su hija seguían siendo perseguidas por el estático licántropo, que aún mantenía exactamente el mismo aspecto facial mientras parecía seguir empeñado en alcanzarlas a dos patas, pese a su clara torpeza.

Haciendo muestra de una habilidad y rapidez de actuación que pocos novatos eran capaces de mostrar, Yukine desaparecería instantáneamente de donde estaba, para re-aparecer sobre el gran lobo, Wakizashi desenvainada en mano, cayendo sobre él y ejecutando un corte que prometía ser un impacto crítico, debido a la clara distracción del lupino (Que había detenido su carrera para girarse en dirección al grito de la Llorona). Sin embargo, en cuanto el impacto hizo contacto con el hombro de la bestia, un potente chasquido de metal chocando con metal resonaría en el callejón, al tiempo que el torso y la cabeza del objetivo parecían desencajarse de donde debían estar y la bestia caía con todo su peso y el impulso del ataque contra el suelo, emitiendo un sonoro y alarmantemente humano grito de dolor.

- ¡Ay dios no me mates por favor! Por favo-o-or... Es solo un espectáculo... AAAAhh...- El cuerpo estático de la "bestia", con su rostro aún inmóvil (Ojos y boca seguían sin cambiar de posición) había quedado estático en el suelo, mientras una voz claramente humana salía del interior del mismo, algo opacada por un eco metálico y el sonido de engranajes mal funcionando.

- ¿Yuma..? ¡Yuma! - A espaldas de Yukine una voz de mujer, claramente preocupada, precedería a la precipitada carrera por parte de la llorona, que se había arrancado el velo de cuajo, dejando ver su mejilla sangrante, en dirección al lupino - ¿¡Qué demonios te pasa!? ¿¡Por qué has hecho eso!? - Vociferaría algo desesperada al shinobi, con un rostro más llevado por la cólera que el miedo hacia su asaltante.

- ¡Mi hombro...! ¡Creo que me ha roto el hombro...! - La agonía y los lloros se seguían escuchando bajo el eco de la piel lupina, que ahora estaba siendo retirada con rapidez, pero delicadeza por su compañera. Diez segundos más tarde y con el disfraz semi mecánico ya retirado de cintura para arriba, un hombre de complexión media, algo despeinado a causa de su traje y con lágrimas de dolor en los ojos quedaría a la vista de todos los implicados, que ahora se acercaban con incredulidad y cierta angustia por la escena. El brazo del hombre, desencajado a la altura del hombro por casi medio palmo, parecía no mostrar restos de sangre, posiblemente gracias al hecho de que los elementos mecánicos de su disfraz habían absorbido el corte, si bien no la fuerza del impacto.

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Mientras tanto, en el cementerio, algo había afectado drásticamente a la mente de Horaime, quien se había quedado petrificado ante el surgimiento de varios cadáveres de las tumbas que le rodeaban. Superado en número con rapidez, los cuerpos de aspecto pútrido lo alcanzaron, aferrándose a su cuerpo y derribándolo por su propio peso.

Mientras una pila de cuerpos se formaba encima del muchacho, el Rey Calabaza comenzaría a reír con cierta histeria, demostrando estar pasando uno de los momentos más divertidos de su vida... Esta risa duraría solo unos diez segundos, siendo cortada por una molesta imitación de un carraspeo por parte del misterioso sujeto, quien esperaba un poco más de entretenimiento de aquella escena y solo estaba obteniendo una mala imitación de un partido de rugbi infantil.

- Eeeh... ¿No vas a defenderte...? - El villano de la historia casi parecía preocupado mientras comentaba aquello - Ese de ahí está intentando morderte una pierna - Diría señalando a uno de los cuerpos sobre Horaime, quien parecía bastante implicado con la idea de morder al shinobi a través de las prendas que cubrían su pantorrilla... Si bien el resultado era pobre ante la aparente falta de fuerza mandibular por parte del implicado. Casi de inmediato y de forma algo cómica, el Rey Calabaza materializaría un libro de la nada, volviendo a tumbarse sobre los brazos del ángel de piedra y comenzando a leer con tranquilidad - Bueno, ya me avisas cuando estés listo para seguir, o si no, estaría bien que gritaras de pánico o dolor por ser devorado no se... Estos jóvenes de hoy en día ya no saben ni victimizarse - Sentenciaría precedido de un resignado suspiro, pasando la primera página de su novela.

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Una decisión precipitada fue suficiente para forzar sus extremidades a moverse con erróneo juicio. Por un instante, la adrenalina invadió sus vasos sanguíneos a una velocidad que superó con creces cualquier pensamiento lógico que su cerebro pudiera concluir de toda la información reunida en el escenario, y la enorme obra que se había montado desde el primer instante.

Su mentalidad se había forjado así desde que tenía memoria y sus manos sintieron el frío tacto de un puñal, a raíz de vivir en carne propia situaciones en las que la mas mínima consideración y reconsideración de cómo actuar definía si la cabeza de alguien permanecía firmemente ajustada sobre sus hombros o su sangre pintaba cada baldosa adornando el suelo.

Si había alguien en medio de la trayectoria de tiro, su cuerpo solo debía ponerse en medio y apretar los dientes en preparación para el impacto. Nunca antes se había topado con la situación ni la consideración de que quizá, la persona que estaba a punto de arrancarle la garganta al indefenso no era quien parecía. De lejos, era alguien que no merecía sentir el filo de su espada sobre su carne jamás. 

Pero al final del día aún era un polluelo como Shinobi, y esta vivencia fue un buen recordatorio de porqué debía templar firme cada movimiento con experiencia y sentido lógico. No había espacio para quienes saltaban y troceaban antes de pensárselo dos veces... Solo debía aprender a pensar más rápido sin sacrificar muy necesarias maquinaciones.

El chillido agónico de la novia solo fue procesado en su subconsciente, culpa del trance de batalla en el que se sumergió su consciencia en un intento de ejecutar todo el plan que había formulado en su mente con precisión quirúrgica. Fue hasta el preciso instante en que escuchó el segundo sonido que no esperó, el chirrido del metal de guerra esforzándose y perdiendo cada milímetro de filo al encontrarse con otra superficie metálica, un pitido que provocaría en cualquier animal con buen oído una necesidad inmediata de desencajarse la cabeza y dejarla a un lado el suficiente tiempo para no procesar las consecuencias del sonido.

La ridícula resistencia que su hoja encontró al realizar el corte fue el último empujón necesario para que su cuerpo volviera a pertenecerle a él y nadie más, arrancando su mente del estado de flujo insipiente a su estado por defecto, donde cada pensamiento podía ser escuchado claramente. Y no hacía faltó un análisis extensivo para conseguir entender que algo andaba mal. 

Sufrió un aterrizaje brusco, pegando horizontalmente el mango del arma a su cuerpo y dejando que la hoja sobresaliera libre por un lado mientras que recogía su cuerpo en una posición esférica, permitiéndose dar un único giro por el suelo antes de eliminar su impulso cuando sus pies consiguieron tocar el suelo nuevamente tras el improvisado movimiento. Se levantó y giró inmediatamente, con la Wakizashi sujeta por su mano derecha. Ni siquiera se molestó en levantar el arma, dando prioridad a la escena que había ocasionado; un grito humano enganchó su atención al instante. 

-Oh no...- Murmuró instintivamente, entendiendo la situación por las palabras de súplica del hombre dentro del exoesqueleto. Quedando estático aquello que antes consideró como una amenaza para una madre y su hija, sobraba decir que había arruinado equipo teatral que afortunadamente se había llevado el corte de su imprudencia en lugar del actor, pero no su impacto. Su mano perdió fuerza, dejando que el arma de filo impactara contra el suelo, diera un corto rebote y el sonar del metal contra la calle retumbara por el corredor; corrió a ayudar al hombre, temporalmente ignorando la reprensión femenina a favor de ayudarlo.

Colaboró con los movimientos realizados por la actriz para remover el traje hasta que la persona en su interior estuviera fuera de él, responsabilizándose de cualquier comentario o agresión que el dúo escénico sintiera necesario desatar en el joven albo para apaciguar sus emociones. Incluso si le encajaran un golpe en medio de la sien, el peliblanco haría cuanto pudiera por mantenerse en pie e inclinarse lo más que pudo de su cintura para arriba hacia el frente, un ademán de profundo arrepentimiento y una expresión de disculpa hacia quienes había afectado.

-Lo siento muchísimo, asumí erróneamente que había vidas en peligro. Permítanme responder por los costes, sea del traje u hospitalarios.- Algo que podía afectar profundamente a sus planes financieros, pero que sentía era la opción correcta a tomar. Si tenía suerte, podría costear una buena parte con el pago de la misión... Si es que aún estaban dispuestos a pagársela a pesar de todo el fiasco ocasionado. 

Resumen
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Con el pasar de los minutos la situación se volvía cada vez más crítica para el chunin, de momento aquel montón de cuerpos solo se amontonaban sobre él y alguno que otro de los zombies intentaba sin mucho éxito acertar una mordida, pero en cualquier momento podría recibir un ataque inesperado de su oponente y sin ninguna muestra de ayuda cercana debía ingeniárselas para salir de esta terrible situación. 

–¡Qué mierda me pasa, REACIONAAAAA!-- pensó el chunin saliendo de su letargo, el chico con bastante dificultad pudo escurrir una mano entre la montaña de cuerpos, luego de un segundo una sombra negra paso volando sobre la montaña de muertos atrapando ese brazo con sus garras y sacando el cuerpo del chunin de la montaña de zombies, –Gracias Nix– dijo el chico mientras se alzaba en el aire junto a la lechuza que por suerte sobrevolaba la zona de manera preventiva, –Que le paso Horaime-sama pude ver como simplemente dejo de moverse y esas cosas se le fueron encima– replico confusa la lechuza de negro plumaje.

–Realmente no lo tengo claro…, pero eso no es importante ahora– dijo el chunin manteniendo la mirada en el fenómeno que se encontraba cazando –Lo importante es detener a esa cosa–, la lechuza voló dando un pequeño rodeo para luego tomar de nuevo rumbo al objetivo de su maestro, –Suéltame sobre esa tumba– dijo Horaime señalando un mausoleo como quince metros del rey calabaza y a unos cuantos metros de la torpe turba de zombies que lo habían atrapado, sin perder tiempo la lechuza voló en la dirección indicada bajando la altitud, para cuando estaba a unos metros del suelo soltar el brazo del chico justamente en el lugar indicado.

El chunin cayó flexionando las rodillas, quedando en cuclillas –No sé qué me hiciste, pero ya estoy de vuelta– comentó el joven poniéndose de pie después de que su invocación lo dejara sobre uno de los mausoleos cercanos, –Ahora podemos continuar donde habíamos quedado– sin perder más tiempo el chunin junto sus manos realizando un sello e inmediatamente junto a se materializó una copia exacta suya.

Contenido Oculto
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El Rey calabaza se señalaría a si mismo con cierta incredulidad reflejada en su rostro afrutado, mostrándose algo confuso ante la acusación de Horaime. Finalmente, tras un silencio incómodo, el ente sencillamente optaría por reírse y volver su mirada nuevamente a los zombis, quienes se levantaban de su amontonamiento y miraban con extrañeza y fascinación al gran ave del shinobi.

- En fin... ¿Supongo que ya se acabó el tiempo, no? - Mencionara el Rey mientras miraba a los ojos a una de sus mini-calabazas explosivas, como si la misma pudiera contarle algún secreto - Quizás debería haberme quedado con los monstruos clásicos, parece que ha sido una situación bastante explosiva. Aquí ya faltado algo... ¿Sangre quizás? - Diría mientras, tras sacar un bastón de su propia chaqueta, empezaba a dar toquecitos al zombi más cercano, como si así esperara que este hiciera algo más divertido. El zombi por su parte, claramente molesto, se giraría hacia él, azotando el bastón y elevando los hombros mientras zarandeaba los brazos, claramente increpando al "asaltante" mientras agitaba el puño en una actitud claramente humana. Ante esta reacción, el Rey Calabaza sencillamente se reiría, lanzando al aire la pequeña calabaza que tenía y creando una explosión de humo ante el estallido de esta.

Al comenzar a disiparse la niebla, la cual estaba siendo acompañada de una tos bastante "sana" por parte de los engendros, podría escucharse la risa histriónica del Rey Calabaza rodeando por completo el cementerio, como si su eco llegara de todos lados y al mismo tiempo de ninguno.

Mientras el zombi más afectado por el humo permanecía mirando la huida de su líder, otro de estos le daría un golpe en el brazo, logrando llamar su atención el suficiente tiempo como para señalar con su cabeza al shinobi - Ah si... GAaagagagAAAGGHH!! - Murmuraría el mismo antes de empezar a avanzar con el grupo nuevamente en dirección al ninja.
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Tras el catastrófico desarrollo de lo ocurrido durante su detención de las "criaturas de leyenda", Yukine parecía haber recobrado la compostura, pasando a comprender todos aquellos detalles que se le habían escapado ante la divina interpretación de aquellos maestros de la actuación... Aquello, de no ser por la sangrienta situación actual, podría incluso haber resultado un alago para las víctimas del malentendido.

El shinobi procedería a disculparse con premura una vez comprendió lo que había ocurrido, llegando incluso a ofrecer ayuda para la atención médica, inclinándose por completo como disculpa ante sus víctimas. El hombre en el suelo, aún sin comprender como demonios habían llegado a esa situación, continuaría gimiendo de dolor mientras se sujetaba el hombro, grotescamente desencajado; a su lado, la mujer intercalaba miradas de incredulidad y preocupación entre su compañero herido y el joven que tan drásticamente había variado su comportamiento contra ellos. Finalmente, más llevada por la ira que el miedo, alzaría la mano para dar una torpe bofetada al muchacho, pero el golpe sería detenido en medio del aire por un tercer individuo que parecía haber salido de la nada.

Una mujer morena, de cabello corto y cuerpo entrenado equipada con el uniforme militar del país del agua la había detenido y ahora se inclinaba sobre el segundo hombre. Tomando con rapidez su hombro y el brazo, re-encajaría sin miramientos ni previo aviso ambas partes con un sonoro "clack" en lo que parecía una acción con años de práctica a sus espaldas. El actor, como era de esperar, emitió un nuevo grito al aire.

- La misión queda suspendida... alguien nos la ha jugado - Diría aquello mientras miraba al herido, al tiempo que sus manos comenzaban a brillar, aplicando una técnica curativa de imposición de manos sobre la víctima. Pese a todo, sus palabras iban claramente dirigidas a Yukine - Un miembro de la trupé vino preocupado a preguntarnos por qué habíamos alterado los detalles de su solicitud de ayuda para el espectáculo y la implicación de civiles en su festividad... No lo hicimos. La misión que se ha encomendado a algunos de los implicados parece haber sido producto de una broma de muy mal gusto.

- ¿Que...? - Boquiabierta, la novia cadáver no terminaba de entender lo que la estaban diciendo. No tanto por que se tratara de una explicación compleja, si no por la propia incredulidad de que alguien los hubiera expuesto así ante el peligro - ¿¡QUE!? - El cúmulo de emociones vividos estallarían en ese momento, llevándola a un llanto pobremente camuflado, sin dejar de mirar en ningún momento a su compañero.

- Podría haber sido mucho peor, la verdad. - Diría mientras retiraba las manos del cuerpo del herido, que ahora parecía respirar con calma, librado del dolor inicial, mientras palpaba con cierto nerviosismo su hombro - Se reclama la asistencia de todos los implicados en la plaza central. Necesitamos saber como ha ocurrido esto - Diría, ahora si, mirando directamente al peliblanco.
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De vuelta al cementerio y mientras los zombis continuaban caminando impasibles hacia Horaime, su clon y su invocación, claramente caminando hacia un destino increíblemente doloroso sin idea alguna, unos pasos apresurados empezarían a escucharse desde la derecha del shinobi.

- ¡ALTO! - Un hombre de tamaño medio, vestido con un chal azul, pantalones azules, un sombrero de copa ostentosamente ornamentado de color carmesí y un impresionante bigote de unos treinta centímetros había sido el causante de aquel chillido que, curiosamente, había hecho detenerse a todos los no muertos - No está... ah... dioses... este joven no sabe que es todo un teatro... ah... tengo que dejar las tartas... ah... Voy a vomitar... - Diría entre resoplidos y gemidos de extremo cansancio; casi parecía que fuera a desmallarse en cualquier momento. Tomando aire para aguantar la compostura, alzaría su sudoroso rostro hacia el grupo de zombis - ¡Alguien ha cambiado nuestra solicitud de apoyo ciudadano para el espectáculo por una misión de caza! Son guerreros entrenados.

Un silencio incómodo inundaría el cementerio durante varios segundos, hasta que finalmente sería roto por el mismo zombi que anteriormente había necesitado que le dieran un toque de atención - ¡Oooooh....! ¡Eso explica el enorme pájaro volador! Sinceramente, creía que Marcus se había superado con el atrezo este año - Un par de risas pudieron escucharse de parte de sus compañeros, así como un "¡Pero si Marcus es un vago!", que evidentemente despertaría aún más carcajadas de lo que, hasta hace unos segundos, era una horda de guerreros del más allá.

- Panda de... ¡Que os iban a matar!

- ¡Meh! No será para tanto... Antes le teníamos arrinconado mientras Juju le estaba mordiendo una pierna.

El director de circo (El hombre obeso y estrafalario) miraría con una mezcla de incredulidad y clara molestia a su empleado, sopesando como de válido era golpearlo con su bastón en aquel momento. Finalmente, recuperando la compostura, se giraría en dirección a Horaime y, realizando una breve inclinación, pasaría a informarle de los últimos detalles de aquel suceso.

- Me han pedido que diga a todos los implicados que acudan a la plaza central. La fuerza militar de la niebla quiere recopilar información de lo que ha ocurrido.

Normativa y Notas

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Un arrepentimiento genuino lo carcomía desde el centro de su conciencia, siendo que sus acciones habían sido aún más bajas que desagradables. Había propinado un corte con fuerza no consideró siquiera dos instantes medir y muchos más en hacer efectivo; fue gracias a la barrera física rudimentaria que proporcionó el exoesqueleto la razón que hombre vestía por la cual su brazo había sufrido una dislocación dolorosa y no una herida cortante que podría haber llegado hasta su hueso antes de detenerse. Después de todo, el cálculo de su corte estaba hecho para el hombro de una bestia y no el de un actor que se ejercitaba solo lo necesario para realizar sus papeles. 

Su ademán de disculpa fue a juego del nivel emocional que contenía su complejo interno de culpa, y cuando vio la mano de la actriz levantarse en dirección de su mejilla, el joven albo cerró el ojo que se encontraba más cercano al origen del manotazo sin apartarse o modificar su posición, preparado para la consecuencia de su actuar. Una sensación que no llegó a experimentar en ningún momento, reemplazado por el sonido menor de agarre hecho por una palma chocando contra el brazo, una sujeción que impidió a la mano femenina encontrar el rostro de Yukine. Su ojo se abrió lento en un intento por observar sus alrededores, y principalmente entender qué era lo sucedido. Entre tantos cambios inesperados de la línea de tiempo que era su realidad ahora mismo, se había perdido lo suficiente como para hacer borrón y empezar desde cero. Incluso podía admitir que empezaba a acostumbrarse. 

Entreabrió sus labios en un intento por articular un agradecimiento a la mujer morena que impidió la agresión física, aunque admitía no entender las razones que podía tener para haber ayudado al peliblanco. Mucho antes de lo que una conclusión llegó, una mueca empática de incomodidad se dibujó en el rostro de Yukine cuando la mujer morena aplicó sin preparación previa del herido su concepto de quiropraxia en el hombre que se aquejaba de su dolor, re-encajándole la articulación con una facilidad que hablaba a gritos de su maestría, y ello de su experiencia y repetida práctica. El gemido de dolor que le siguió era esperado, pero por suerte mucho mas ligero de lo que podría haber provocado si hubiera dado al hombre tiempo para prepararse y acabar tensando los músculos sin quererlo, seguramente desubicando el húmero todavía más.

Su incredulidad imitaría en menor medida a la que pronto exhibiría la actriz, dedicando toda su atención a las palabras de la morena y cada fino detalle que pudiera recaudar de sus vocablos. ¿Alteraron los detalles de la misión? ¿A quien narices se le ocurriría gastar una broma de tan mal gusto? Por un instante sintió el hervor de enojo sereno hirviendo en su interior -algo que solo se exteriorizó con un ceño fruncido-, una emoción que conocía bien y consiguió calmar con algo de dificultad y una única repetición de un ejercicio de respiración; broma o no, habían jugado con la posibilidad de haber herido por un periodo vitalicio a alguien, de haber contado con menos opciones y una situación más desesperada al seguir la actuación un poco más. Aun así, su prioridad por encima de permitirse ser manipulado por su emotivo corazón era entender con total claridad los eventos que llevaron a esta consecuencia, y el bienestar de los presentes.

Un suspiro tendido escapó de entre sus labios al observar el tratamiento finalizado del hombre cuyo brazo había experimentado un involuntario crecimiento de 5 centímetros de largo; era un alivio ver que ahora se encontrara bien, y que todo lo que restaba era un escepticismo pasajero sobre el estado de su hombro e incredulidad de sentirlo completamente recuperado. Emoción que fue cortada de momento por la solicitud de la mujer en uniforme, anunciando que requerían de todos los involucrados con el incidente en la plaza central para arrojar luz sobre todo el retorcido desenlace que había ocurrido en la sumatoria de todo. En contestación, asintió en dirección a la mujer. -Entendido, estaré allí cuanto antes. Tan pronto... solucione una pequeña deuda. Oh, y... Muchas gracias por tu ayuda.- Anunció en respuesta, indicando tanto a la atención médica prestada al actor como a la defensa de la bofetada, pero esperando que la oficial comprendiera que debía hacer una pequeña parada antes de asistir a la zona susodicha. 

Se aproximó a los actores, esta vez colocando sus manos juntas frente a su propio rostro y una inclinación notablemente menor que la anterior, apenas suficiente para descansar su frente en la unión de sus manos. -Mis más sinceras disculpas, de verdad. Si puedo hacer algo por ustedes, lo que sea... Por favor háganmelo saber.- Intentaba zanjar la deuda emocional que sentía hacia el dúo teatral, algo que prefería extinguir de una manera justa en vez de solo aprovechar la confusión para escaparse con sus acciones erróneas y arrojarlas en un profundo agujero de tierra a la primera oportunidad; se llevaba fatal con llevar su corazón en su mejilla. Fuese cual fuese su contestación, el tiempo que disponía libre con ellos era limitado. Así, el peliblanco se giraría en dirección a la plaza central. -¡Bueno, sea como fuere! Que por favor sea antes de marcharme del lugar, por obvias razones. Y espero que si alguna vez nos encontramos nuevamente, sea en mejores términos.- Con la crisis evitada pudo permitirse retornar a su actitud afable usual, comentando sus palabras y despidiéndolos con una sonrisa amplia en su rostro antes de avanzar hacia la ubicación donde se le citaba.
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Pese a las buenas intenciones de Yukine para con los miembros del espectáculo, la verdad era que los mismos estaban demasiado alterados como para interpretar de manera alguna sus acciones. Si aquello lograba aliviar la mente del joven, la verdad era que no parecían especialmente molestos con él; recelosos, sí, pero estaban más alterados ante la idea de que alguien hubiera puesto un hacha sobre su cabeza sin motivo alguno que del hecho de que un guerrero entrenado, siguiendo las órdenes equivocas que se le habían dado, hubiera acabado hiriéndolos.

- Déjanos por favor... Necesitamos descansar - La mujer finalmente lograría esbozar unas pocas palabras que, pese a su gran carga de profundo pesar, denotaban que la misma estaba empezando a recuperar las riendas de su mente. De cualquier forma, resultaba evidente que solo quería que aquella fatídica noche pasara, sin siquiera pararse a pensar en la posibilidad de tener que volver a interpretar en próximas noches el papel que casi la había arrebatado la vida.
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De vuelta a la plaza central, en donde ya no quedaba rastro alguno del espectáculo inicial en el cual se había reclamado la atención de todos los participantes de aquel engaño, varios ANBU parecían patrullar la zona, investigando y recopilando información de cada uno de los implicados que llegaban al lugar. En el momento en que alguien falsificó o intercambió información interna de la aldea, aquello había dejado de ser una jugarreta menor para convertirse en un problema real. Para la fuerza militar del País del Agua las vidas eran lo menos importante a considerar en aquella situación; alguien o algo había encontrado una debilidad en su sistema y la estaba explotando a su favor.

En cuanto los shinobi implicados llegaran a la zona central de la plaza, alguno de los ANBU ya mencionados se dirigiría a los mismos y solicitaría un informe detallado de lo ocurrido; tras ello y agradeciendo toda la información concedida, otorgarían a estos parte de la recompensa original de la misión, otorgada por la aldea como un aparente acto de buena fe (Si bien se trataba más bien de una forma de mostrar algo menos de debilidad ante la caótica situación ocurrida). Una vez el trámite hubiera concluido, serían libres de marchar por donde habían venido; si bien, a los más implicados les mencionarían la posibilidad de una futura investigación al respecto y que agradecerían toda ayuda recibida en la misma.
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A varios kilómetros de distancia, un hombre de grisáceos cabellos, vestido con la elegancia de un duque y de rostro curtido por la edad y la experiencia observaba la ajetreada e iluminada villa de neón que resplandecía en medio de la noche. En la intencionalidad de sus ojos podía verse que estaba ligeramente decepcionado con lo que fuera que estaba viendo, pero al mismo tiempo resuelto a continuar con lo que fuera que, al menos en su mente, acababa de comenzar.

Mientras continuaba explorando el horizonte con su vista, una segunda figura, como salida de la nada, se materializaría a su lado. A diferencia del primero, aquel nuevo individuo parecía bastante más joven, si bien la mayoría de sus rasgos estaban cubiertos por la penumbra de la noche.

- ¿Era necesario exhibirse tanto? - Preguntaría el primer individuo, cuya voz parecía alterada por algún tipo de mecanismo artificial.

- ¿Lo dudas? Cualquier mensaje, especialmente uno críptico, pierde casi toda su intención sin un poco de drama y comedia - La segunda voz, algo más familiar, parecía estar reteniendo las ganas de empezar a reírse con cada palabra.

El anciano suspiró con cierta resignación ante el infantil comportamiento de su compañero. Finalmente optaría por restarle importancia y, girándose por completo, se marcharía de aquel lugar sin siquiera indicar a su camarada que lo siguiera. El segundo, consciente de que estaba jugando con los límites de su paciencia, sencillamente se permitiría una leve risotada antes de seguir a su líder con pequeños saltitos mientras canturreaba una alegre melodía.

~ Érase una vez, hace mucho tiempo, en una lejana noche de Halloween ~
~ Pícaro y pendenciero, un ronin llamado Jack, tuvo la mala fortuna de encontrarse con el diablo ~

Anotaciones

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HablaPensamiento | Narración
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Comprensiblemente, las palabras de Yukine no consiguieron ninguna respuesta que él pudiera considerar favorecedora a compensar sus acciones en la falsa misión. Si bien era alentador observar que ya no existía antipatía, principal pero no exclusivamente porque la raíz del problema se había descubierto en una presencia desconocida tanto para los presentes como para los actores, el joven peliblanco hubiese querido dar un cierre definitivo al increíblemente desafortunado evento que se produjo a causa quien poseía la capacidad de acercarse hasta y modificar información de alta seguridad y burocracia como lo eran las misiones que asignaba la villa.

La situación fue una práctica fuente de nutrición para la mente al colocarle un acertijo profundo a quien tuviera la determinación para asimilarlo: Fuese que se tratara de un compañero de trabajo que acabó jugando una broma en extremo pesada la cual se le había salido de las manos desde hace tiempo, o una persona que quería probar la extensión de su manipulación de información en una cotidiana misión de categoría baja, las desastrosas consecuencias que este cambio trajo consigo eran algo que ninguna autoridad permitiría dejar paso hacia el olvido, o siquiera podría ignorar.

Después de todo, significaba que todo el mundo estaba en peligro si alguien tenía la capacidad de acceder a fuentes de información de esa categoría y mover cuanto tuviera gana sin que nadie lo notara. El propio sistema de gobierno de las villas, de hecho, eran quienes estaban a la cabeza de potenciales víctimas y principales perjudicados de ello, por directa e indirecta. Porque si nadie confiaba en el sistema que planteaban, ¿de donde iban a sacar los fondos para sostenerse enteros?

-Ojalá pudiera hacer algo por ellos...- Murmuró para sí mismo, dejando que un suspiro tendido acompañara sus palabras cargadas con aceptación y frustración a cantidades milimétricamente equitativas. No era inusual que la cría de Shinobi aún tuviera una latente empatía por otros que superaba incluso la suya propia -algo multiplicado por sus humildes orígenes en el campo-, a un punto donde el mejor consejo que le habían dado en su vida consistía en que no estaba mal pensar en otros y sentir por ellos, pero que jamás debía sentir ese grado de emociones sin igualarlo con cierto grado de autocuidado y egolatría. Todo héroe que se sacrificaba por todos los suyos sin detenerse a pensar en sí mismo no era lo suficientemente diferente del villano de la historia, pues se convertía en una fuente de preocupaciones para sus seres cercanos y en un escalón mas en el desarrollo de la historia. Y al final, el supuesto héroe solo se convertía en una víctima más que esperaba su propio rescate a manos de un tercero que probablemente nunca llegaría. Lo mejor que podía hacer por ellos, en esa línea de pensamientos, era permitirles el descanso que tanto necesitaban y hacer un acto de buena fe si es que el destino ubicaba ese par frente a él en un futuro -cercano o lejano-.

A su regreso a la plaza central, su mirada contrastó para su cerebro en un instante el enorme cambio que había ocurrido en su ausencia, mas allá de cualquier pieza notablemente más difícil de remover como lo podían ser escombros en el lugar, resultado de una u otra explosión errante en el lugar. El espíritu festivo había sido completamente ahogado por la actividad policiaca que se estaba desarrollando, pasando a tomar el foco de atención las figuras ANBU que hicieron acto de presencia, sonsacando cualquier fragmento de revelación que pudiera llevarlos un paso más a la meta que buscaban. Fue fácil suponer que aún seguía involucrado en toda la maraña, considerando que había sido partícipe de lo ocurrido. 

Cuando la figura enmascarada se acercó a él y solicitó información sobre todo lo sucedido, acató la orden que sutilmente se mantenía disfrazada como petición; contaría todos los sucesos desde el punto de vista como los vivió, destacando el objetivo original de ir tras el Rey Calabaza quien fue perseguido por sus compañeros con quienes aún no se encontraba, y de todo el desafortunado incidente transcurrido en el callejón. Aceptaría la paga que se le entregaría y retomaría su camino, aún pensativo.
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MISIÓN FINALIZADA
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