10:00 de la noche
Cerca de un cruce de caminos del País de la Cascada
En lo que parece un cruce de caminos poco transitado, especialmente para aquel momento de la noche, carente de luz natural alguna, un carromato volcado brilla con luz propia, causada por el arder de sus ruedas y parte de la carrocería. Es esta luz la que permite vislumbrar a las figuras encapuchadas que rodean el vehículo, así como a los cadáveres inertes que yacen a sus pies.
-¡Los muy hijos de gran Inuzu... ¡Agh! - El que grita, la figura que se encuentra más a la derecha, no tarda demasiado en desviar su ira a uno de los cadáveres que yacen en el suelo, golpeándolo reiteradamente con ira, tratando de desahogarse a base de patadas.
- Basta - Una segunda figura lo detiene, aparándolo del saco de carne inerte. Una vez alejado, el segundo sujeto se agacha sobre el cuerpo, recolocándolo de manera que permanezca tumbado y mirando al cielo, justo antes de cerrarle los ojos con suavidad - ¿Cuántas veces voy a tener que decírtelo? No te comportes como el animal que su propaganda quiere hacerte parecer. Esto es una guerra y ellos son, en la vida y en la muerte, tan víctimas de su régimen como nosotros; eso no tiene por qué convertirnos en monstruos.
El resto de las figuras permanecen en silencio, observando la escena de soslayo mientras parecen permanecer ocupados en apagar las pocas llamas que siguen activas.
- ¡¿Víctimas?! - Responde el primer hombre, colérico ante aquella afirmación - ¡Este desgraciado no solo no se ha rendido si no que ha hecho que el carro...! - Su sentencia es cortada de golpe, cuando la segunda figura, que parece estar al mando, le indica con una mirada impasible que guarde silencio - ¡Su katon...! - Esta vez no le hace falta un nuevo gesto para callarse, solo notar que su líder parece está perdiendo la paciencia. Aplastado por la presión que su líder desprende, el rebelde problemático parece estar a punto de perder la cabeza, pero la sanidad parece volver de golpe a su cabeza, al tiempo que su nariz comienza a moverse de forma casi cómica, como si se tratara de un perro Espera... ¿Hueles eso?
Todos los implicados en la misión habéis recibido el mismo documento de vuestras respectivas aldeas o empleadores; un pergamino sellado en cuyo interior se encuentra la información pertinente de la misión, así como la localización en la que tendréis que encontraros, aquella en la que, supuestamente, deberíais poder rastrear e interceptar a los perpetradores del golpe. El golpe fue efectuado en una pequeña aldea en el país de la cascada, y vosotros deberéis reuniros cerca de aquel lugar, en donde un miembro del departamento de inteligencia os dará detalles más precisos de por donde comenzar la búsqueda. El pergamino también indica que deberéis salir de inmediato.
El lugar en el que se os indica reuniros entre vosotros y con inteligencia se trata de una pequeña casa de té que hay en un cruce de caminos. Es una caseta algo pintoresca, pintada en su exterior de rojo y azul a la cual todos los viajeros logran detectar por el olfato antes que, por la vista, atraídos por el suave aroma de sus plantas y especias. En el interior os encontrareis únicamente con un par de mesas ocupadas por algún que otro viajero, y al identificaros con vuestro documento se os guiará hasta una de las mesas más ocultas, en donde os estarán esperando únicamente aquellos que ya hayan llegado antes que vosotros y el informante de inteligencia: Un shinobi vestido por ropajes oscuros que lo cubren por completo y con una máscara de perro, a través de la cual solo pueden observarse sus ojos marrones oscuro.