Kaito, el habilidoso marionetista, se encontraba deambulando por las vastas tierras del País del Fuego. Su viaje lo había llevado a lugares remotos y misteriosos, pero ninguno tan intrigante como el Bosque de la Muerte. Había escuchado historias sobre este lugar, un escenario legendario de incontables batallas desde el albor de la época de los ninja.
A medida que se adentraba en el bosque, la atmósfera se volvía densa y cargada de tensión. Los árboles gigantes parecían cerrarse sobre él, bloqueando la luz del sol. El suelo estaba cubierto de hojas secas que crujían bajo sus botas, como si el bosque mismo hablara en susurros inquietantes.
Kaito sabía que este no era un lugar para los débiles de corazón. Las historias sobre disidentes perseguidos y animales gigantes que acechaban en las sombras lo habían preparado para lo peor. Sin embargo, su curiosidad y determinación lo impulsaban a continuar.
Mientras avanzaba por el bosque, comenzó a notar los restos de lo que una vez fue un cuartel militar, un hospital y un dojo de entrenamiento. Las ruinas eran sombrías y desgarradoras, testigos mudos de un pasado glorioso y ahora olvidado.
El clima parecía cambiar de forma impredecible, pasando de un día templado a una noche fría en cuestión de horas. Kaito se mantuvo alerta, consciente de que en este lugar, la realidad misma parecía estar distorsionada.
A lo lejos, entre los árboles retorcidos, Kaito creyó escuchar un sonido, un susurro sutil que se mezclaba con el viento. Decidió seguir la fuente del ruido, manteniendo su mano cerca de uno de sus venenosos títeres, preparado para cualquier sorpresa que el Bosque de la Muerte pudiera tener reservada para él.
A medida que se adentraba en el bosque, la atmósfera se volvía densa y cargada de tensión. Los árboles gigantes parecían cerrarse sobre él, bloqueando la luz del sol. El suelo estaba cubierto de hojas secas que crujían bajo sus botas, como si el bosque mismo hablara en susurros inquietantes.
Kaito sabía que este no era un lugar para los débiles de corazón. Las historias sobre disidentes perseguidos y animales gigantes que acechaban en las sombras lo habían preparado para lo peor. Sin embargo, su curiosidad y determinación lo impulsaban a continuar.
Mientras avanzaba por el bosque, comenzó a notar los restos de lo que una vez fue un cuartel militar, un hospital y un dojo de entrenamiento. Las ruinas eran sombrías y desgarradoras, testigos mudos de un pasado glorioso y ahora olvidado.
El clima parecía cambiar de forma impredecible, pasando de un día templado a una noche fría en cuestión de horas. Kaito se mantuvo alerta, consciente de que en este lugar, la realidad misma parecía estar distorsionada.
A lo lejos, entre los árboles retorcidos, Kaito creyó escuchar un sonido, un susurro sutil que se mezclaba con el viento. Decidió seguir la fuente del ruido, manteniendo su mano cerca de uno de sus venenosos títeres, preparado para cualquier sorpresa que el Bosque de la Muerte pudiera tener reservada para él.