Camino Sennin
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Los pasos de Satoru resonaban en el antiguo sendero que serpenteados a través de las montañas. Este intrépido viajero, un maestro de pacto de renombre, había estado explorando el espléndido Pais de las Aves durante varios días. El país en sí mismo era un poema visual, una obra maestra de la naturaleza que ofrecía una miríada de paisajes deslumbrantes.
Mientras se adentraba más en las montañas, un sendero estrecho lo llevó a través de densos bosques que parecían salidos de un cuento de hadas japonés. Los árboles de hojas perennes arrojaban sombras danzantes en el suelo, y el suave murmullo de un arroyo cercano llenaba el aire con una serenata natural.
El sol, ahora acercándose al horizonte, teñía el cielo con tonos dorados y rosados, iluminando los campos en terrazas que se extendían a lo largo del sendero. Satoru se detuvo brevemente para admirar la vista, una escena que hubiera parecido pintada a mano en la paleta de un artista.
Continuando su ascenso, la vista se volvió más impresionante. A medida que avanzaba hacia las cumbres de la Gran Cordillera del Oeste, la majestuosidad de las montañas se hizo evidente. Sus picos nevados se alzaban hacia el cielo como guardianes centenarios, su belleza imponente y etérea. Satoru sabía que la Base Zeon, con su famoso Hotel Wataridori, se encontraba a la sombra de esas imponentes montañas.
El viaje había sido un testamento de resistencia y determinación. Satoru estaba en una misión de gran importancia, y el Pais de las Aves albergaba secretos que ansiaba descubrir. El Hotel Wataridori, donde se alojaría, no solo sería su refugio, sino también un centro de información crucial.
Con un corazón lleno de propósito y el destino ante sus ojos, Satoru continuó su viaje, ansioso por llegar a la base y sumergirse aún más en los misterios de esta tierra encantada.
Satoru
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