Era un día especial, pues no todos los días se podía observar ese combate en medio de la explanada de la academia ninja. Mi oponente era otro chico, de unos quince años, bastante más fornido que el resto de alumnos de 12 años o menos. Se veía curtido por los combates corrientes en su vida diaria, sobre todo porque vivía en la parte inferior.
Una sensei de cabello negro, con una coleta en estilo de picos en su nuca, exhuberante como una modelo, pero vestida sólo con una red.
-Muy bien, niñatos, su primer combate será entre el Demonio de allí y el Bravucón rojo, traten de no matarse- dijo la sensei, sonriendo maliciosamente.
Entré caminando al cuadrilátero dibujado en la tierra, con mis manos en mis bolsillos y mi gorra cubriéndome parte del rostro, dejando ver mi sonrisa.
Aquel chico, quien vestía con un overol sucio por el carbón de la minería y sangre seca de sus peleas, rapado y con rasgos faciales toscos, entró en el cuadrilátero. Era cierto que parecía más al conserje o a un hermano mayor que a un alumno de la academia.
Se tronó el cuello y los nudillos.
-Demonio, estás listo para que tu espalda toque el suelo?- me cuestionó, sonriendo maliciosamente.
-Há!- reí, sacando mis manos de mis bolsillos. Él sacó un par de nudillos de acero.
Mis ojos rojos miraron directamente a los suyos.
-Ya, comiencen- dijo la sensei, sentada cómodamente en la tierra, recargada sobre un árbol. Con sus enormes pechos, sostenía una botella de cerveza, la cual inclinaba para que su boca alcanzara la de la botella.
Aquel chico cargó contra mí, comenzando a dar un fuerte puñetazo contra mí. Rápidamente, aumenté momentáneamente mi fuerza, chocando su puño con mi pie, dándole una patada. Me giré para darle otra patada, pero ahora él se cubrió con sus nudillos.
Así, en una breve pero intensa danza, comenzamos a bloquear y contraatacar. En algún momento, tras parar un ataque, lancé un taijutsu "Gouken Ryuu".
El golpe chocó contra el puño del bravucón. Por el impacto, su puño quedó incapacitado dos segundos. Rápidamente, el Bravucón Rojo saltó hacia atrás y lanzó un kunai con su otra mano. Apenas logré esquivar, girándome para lanzar mis kunais.
Él logró esquivar uno y detener otro con su puño americano. Mi oponente sonreía, era la primera vez que alguien le daba pelea, además de sus hermanos mayores. Casi siempre, era él quien apalizaba y quitaba el dinero a los demás en el receso, pero esta vez se toparía con alguien contra quien nunca antes había luchado.
Se lanzó con su pie extendido, cargando rápidamente hacia mí, chocando contra mi gouken ryuu. Mi puño perdió el impacto, haciéndome retroceder unos dos metros hacia atrás.
Volvió a lanzarse contra mí, y volví a golpear con el Gouken Ryuu, volviendo a perder el choque. Una tercera vez lo intentó, pero esta vez tuve que esquivar rodándome, lanzando un shuriken hacia el Bravucón Rojo, el cual recibió un corte en su brazo al tratar de interceptarlo tan de cerca.
Volvió a lanzarse con su pierna estirada, interceptándolo con mi Kanabo, el cual tenía colgando en la espalda. Incrementaría mi fuerza antes de atacar. Mi impacto de 33 contra su taijutsu de 35 chocaron, aunque apenas recibí daño. No logró empujarme esta vez, volví a lanzar un golpe con mi kanabo, con mi fuerza aumentada, dañando su puño que intentó golpearme con su puño americano.
-Ah- gruñó el bravucón.
Tras mis sellos, creé un clon ilusorio que iría delante de mí. El Bravucón Rojo se lanzaría contra mí, con su patada, pero tras atravesar el clon, se daría cuenta de que yo ya me había movido. Con el Kanabo, golpearía su cuerpo desprotegido, deteniéndolo en el aire.
Sacó sus shuriken y los lanzó contra mí. Con mi kanabo logré protegerme parcialmente, al menos librando mi rostro.
Tras saltar a un costado, lanzaría mis shuriken también hacia él, quien cubriría su rostro y pecho con sus brazos. Sus brazos estaban sangrando, al igual que parte de su vientre.
Antes de que pudiera reaccionar, correría para lanzarle otro gouken Ryuu, impactando su estómago con un golpe directo. Tras dejarlo desprotegido un segundo, con mi kanabo golpearía su cabeza, tumbándolo en el piso.
La sensei yacía aún descansando, limpiando un poco de sake de sus enormes y suaves pechos, y tras ver el resultado de la batalla, se reincorporaría.
-Muy bien, tardaron mucho, vayan a la enfermería y que los próximos sigan combatiendo- dijo la profesora, volviéndose a recostar en la tierra para seguir bebiendo sake.
Acabaría mi combate agotado. Casi nadie me había mostrado tanta pelea antes, y eso que sólo era el inicio de mi camino.
Una sensei de cabello negro, con una coleta en estilo de picos en su nuca, exhuberante como una modelo, pero vestida sólo con una red.
-Muy bien, niñatos, su primer combate será entre el Demonio de allí y el Bravucón rojo, traten de no matarse- dijo la sensei, sonriendo maliciosamente.
Entré caminando al cuadrilátero dibujado en la tierra, con mis manos en mis bolsillos y mi gorra cubriéndome parte del rostro, dejando ver mi sonrisa.
Aquel chico, quien vestía con un overol sucio por el carbón de la minería y sangre seca de sus peleas, rapado y con rasgos faciales toscos, entró en el cuadrilátero. Era cierto que parecía más al conserje o a un hermano mayor que a un alumno de la academia.
Se tronó el cuello y los nudillos.
-Demonio, estás listo para que tu espalda toque el suelo?- me cuestionó, sonriendo maliciosamente.
-Há!- reí, sacando mis manos de mis bolsillos. Él sacó un par de nudillos de acero.
Mis ojos rojos miraron directamente a los suyos.
-Ya, comiencen- dijo la sensei, sentada cómodamente en la tierra, recargada sobre un árbol. Con sus enormes pechos, sostenía una botella de cerveza, la cual inclinaba para que su boca alcanzara la de la botella.
Aquel chico cargó contra mí, comenzando a dar un fuerte puñetazo contra mí. Rápidamente, aumenté momentáneamente mi fuerza, chocando su puño con mi pie, dándole una patada. Me giré para darle otra patada, pero ahora él se cubrió con sus nudillos.
Así, en una breve pero intensa danza, comenzamos a bloquear y contraatacar. En algún momento, tras parar un ataque, lancé un taijutsu "Gouken Ryuu".
El golpe chocó contra el puño del bravucón. Por el impacto, su puño quedó incapacitado dos segundos. Rápidamente, el Bravucón Rojo saltó hacia atrás y lanzó un kunai con su otra mano. Apenas logré esquivar, girándome para lanzar mis kunais.
Él logró esquivar uno y detener otro con su puño americano. Mi oponente sonreía, era la primera vez que alguien le daba pelea, además de sus hermanos mayores. Casi siempre, era él quien apalizaba y quitaba el dinero a los demás en el receso, pero esta vez se toparía con alguien contra quien nunca antes había luchado.
Se lanzó con su pie extendido, cargando rápidamente hacia mí, chocando contra mi gouken ryuu. Mi puño perdió el impacto, haciéndome retroceder unos dos metros hacia atrás.
Volvió a lanzarse contra mí, y volví a golpear con el Gouken Ryuu, volviendo a perder el choque. Una tercera vez lo intentó, pero esta vez tuve que esquivar rodándome, lanzando un shuriken hacia el Bravucón Rojo, el cual recibió un corte en su brazo al tratar de interceptarlo tan de cerca.
Volvió a lanzarse con su pierna estirada, interceptándolo con mi Kanabo, el cual tenía colgando en la espalda. Incrementaría mi fuerza antes de atacar. Mi impacto de 33 contra su taijutsu de 35 chocaron, aunque apenas recibí daño. No logró empujarme esta vez, volví a lanzar un golpe con mi kanabo, con mi fuerza aumentada, dañando su puño que intentó golpearme con su puño americano.
-Ah- gruñó el bravucón.
Tras mis sellos, creé un clon ilusorio que iría delante de mí. El Bravucón Rojo se lanzaría contra mí, con su patada, pero tras atravesar el clon, se daría cuenta de que yo ya me había movido. Con el Kanabo, golpearía su cuerpo desprotegido, deteniéndolo en el aire.
Sacó sus shuriken y los lanzó contra mí. Con mi kanabo logré protegerme parcialmente, al menos librando mi rostro.
Tras saltar a un costado, lanzaría mis shuriken también hacia él, quien cubriría su rostro y pecho con sus brazos. Sus brazos estaban sangrando, al igual que parte de su vientre.
Antes de que pudiera reaccionar, correría para lanzarle otro gouken Ryuu, impactando su estómago con un golpe directo. Tras dejarlo desprotegido un segundo, con mi kanabo golpearía su cabeza, tumbándolo en el piso.
La sensei yacía aún descansando, limpiando un poco de sake de sus enormes y suaves pechos, y tras ver el resultado de la batalla, se reincorporaría.
-Muy bien, tardaron mucho, vayan a la enfermería y que los próximos sigan combatiendo- dijo la profesora, volviéndose a recostar en la tierra para seguir bebiendo sake.
Acabaría mi combate agotado. Casi nadie me había mostrado tanta pelea antes, y eso que sólo era el inicio de mi camino.