Última modificación: 03-09-2023, 10:03 PM por Musacus.
20 de Junio 15 D.K
Satoru había regresado a Konoha después de completar su última misión en el País del Agua. Había sido un viaje agotador y lleno de desafíos, pero finalmente estaba de vuelta en su querida aldea. Como de costumbre, decidió dirigirse al querido Motel Jojo, donde el anciano propietario lo recibió con una cálida sonrisa.
El anciano Jojo había sido un amigo y confidente de Satoru durante años. Siempre lo recibía con los brazos abiertos y le proporcionaba un cuarto cómodo y comida abundante para los días que pasaba en la aldea antes de continuar su viaje.
El Motel Jojo era un lugar especial para Satoru, un refugio en medio de la agitación de su vida como maestro de pacto y shinobi errante.
Después de saludar al anciano, Satoru se instaló en su habitación, agradecido por la hospitalidad y la tranquilidad que el lugar ofrecía. Sabía que estos días de descanso serían valiosos para recargar energías y reflexionar sobre sus próximos pasos. Mientras disfrutaba de la comida casera que le habían preparado, Satoru pensaba en las aventuras que le aguardaban y en el papel que desempeñaría en la preservación del equilibrio entre los reinos animales y el mundo shinobi.
Con la mente llena de pensamientos y la certeza de que estaba en el lugar adecuado, Satoru se preparó para pasar unos días de descanso y reflexión en el Motel Jojo antes de continuar su viaje. Sabía que, pase lo que pase, siempre tendría un refugio en Konoha y un amigo.
Satoru pasó la noche y el día siguiente ayudando en la cocina del Motel Jojo y atendiendo a los clientes. Era una forma de agradecer al anciano Jojo por su hospitalidad y al mismo tiempo, compensar los gastos de su estadía en el motel. Satoru no era ajeno al trabajo duro, y no le importaba ponerse manos a la obra para colaborar.
En la cocina, preparó platos deliciosos con ingredientes frescos y locales. Sus habilidades culinarias no estaban en el mismo nivel que sus habilidades como shinobi, pero hizo todo lo posible para que los clientes disfrutaran de comidas sabrosas y caseras. El aroma de la comida llenaba el aire, atrayendo a los hambrientos viajeros y lugareños por igual. Cuando no estaba en la cocina, Satoru atendía amablemente a los huéspedes del motel asegurándose de que tuvieran todo lo que necesitaban para una estancia cómoda. Escuchaba sus historias y compartía algunas de las suyas, creando un ambiente cálido y acogedor en el lugar.