Una tarde de té… si, algo tranquilo, las personas granjeras que tenía en frente eran un amor, personas humildes, bellos por dentro y amorosos por fuera, una anciana con pelos dorados, un anciano que no paraba de husmear bajo su minifalda, un niño que no paraba de jugar con sus cuernos y un borracho que trataba de tocarle los senos, si, un grupo de campesinos sin modales eran los que le invitaban a beber el té, sin embargo, quien peores modales tenia era la misma Ulti, relajada y sentada de piernas cruzadas, sin importarle que le observen las bragas, comiendo a montones los bocadillos y panes encurtidos con mantequilla, partiendo el jamón de manera gruesa sin importarle si el resto comía o no, pero al parecer, a esta gente de campo eso era lo que menos les importaba, podría haberse comido el jamón a mascadas y aun así ellos no les importaría, tenían muchos más en la despensa.
El té verde era, en efecto, bastante amargo, más de lo que había bebido antes Ulti, era bastante espeso, pero a la vez, eso lo volvía único y maravilloso. Ulti estaba maravillada con esta gente, se sentía feliz junto a ellos, hace rato no compartía con una familia amorosa y tranquila, sabía bien que hoy era el día en que ellos por fin estarían tranquilos, pues la misma Ulti se mataría el lomo para poder ayudarlos a salir adelante con todo lo que viene, ella estaba ahí para ayudar, no estaba para permitir que estos bandidos sigan aterrorizando a gente inocente, ella iba a ser la mejor mujer posible para ellos y esto empezaba en el ocaso de la tarde, empezaba apenas el sol terminase de ponerse en las montañas y su ronda perimetral en busca de bandidos por fin empezó.
El té verde era, en efecto, bastante amargo, más de lo que había bebido antes Ulti, era bastante espeso, pero a la vez, eso lo volvía único y maravilloso. Ulti estaba maravillada con esta gente, se sentía feliz junto a ellos, hace rato no compartía con una familia amorosa y tranquila, sabía bien que hoy era el día en que ellos por fin estarían tranquilos, pues la misma Ulti se mataría el lomo para poder ayudarlos a salir adelante con todo lo que viene, ella estaba ahí para ayudar, no estaba para permitir que estos bandidos sigan aterrorizando a gente inocente, ella iba a ser la mejor mujer posible para ellos y esto empezaba en el ocaso de la tarde, empezaba apenas el sol terminase de ponerse en las montañas y su ronda perimetral en busca de bandidos por fin empezó.
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