Inesperado encuentro
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El día anterior había sido un día importante para el experimentado shinobi dado que pudo conocer a los hijos de Yoishi y Tsuki, grandes amigos de el en un pasado distante.
Pudo ver como sus herederos combatían con estilos completamente distintos a los de sus padres, lo cual le llamó la atención en ese momento, pero no le dio demasiada importancia.

Este encuentro le hizo pensar que tal vez no debió alejarse tanto de la aldea en todo este tiempo, si no hubiese estado todos estos años de viaje podría haber compartido mas tiempo con sus viejos amigos y podría haber visto crecer a los jóvenes Aiko y Saito.
Solo pasaba por la aldea para reportarse para que no den por perdido, renegado o muerto, por mas que todo era una fachada. El no estaba de acuerdo con el mando de la aldea y el camino por el que la estaban llevando.

Aquella mañana los jóvenes hermanos le dieron algunos datos importantes. Le comentaron que su sensei Kurosame seguía con vida y era uno de los integrantes del consejo shinobi de la aldea, lo cual hacía casi seguro que este a favor del imperio a pesar de todo lo vivido en Yugata. En algún momento le gustaría reencontrarse con el.
También le comentaron que Tsuki también seguía en la aldea y se encargaba de cuidarlos y que podría encontrarla en un bar con un nombre extraño “La sombra del imperio” el cual frecuentaba la kunoichi. Con ese nombre debía conocerlo y quizás encontraría a Tsuki en lugar matando dos pájaros de un tiro.

Esa tarde, luego de su entrenamiento matutino, deicidio ir en busca de aquel bar en la zona comercial de la aldea, que al no conocer del todo bien por no haber pasado tiempo en la aldea, y al ver lo mucho que había cambiado, se le estaba complicando bastante encontrar el lugar.
Recorría las calles intentando encontrarlo, pero no había caso. Cualquiera que le prestase un poco de atención pensaría que no es un habitante de la aldea, parecía un visitante perdido dentro de la metrópoli como tantos otros.
Para colmo no quería preguntar por la ubicación de “La sombra del imperio”. Con ese nombre era mas que sospechoso, de solo imaginar un extranjero buscando un posible escondite rebelde no le hacía mucha gracia.
Sabía que mas tarde que temprano de seguro lo iba a encontrar por sus propios medios.
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A la hora de la verdad, a veces ser un miembro del Consejo Shinobi era un bastante que dejaba al tiburón bastante ocioso. No tenía demasiadas obligaciones y así lo prefería, ya no quería involucrarse tanto como el consejo pero prefería hacer lo mínimo para mantenerse en el puesto. Y pues, gracias a su ocio, a veces Kurosame decidía tomarse alguna mañana libre para visitar la Zona Comercial de la aldea, a ver con qué encontrarse.

Se pasearía por un buen rato a un paso relajado y sin prestar demasiada atención a los alrededores. Sin embargo, frente a él una figura familiar se le presentó.

¿Lo conozco? Se me hace familiar.


Era una figura que apenas reconocía y no podía ubicar, pero ya habría llamado su interés, así que desde su espalda, seguiría su paso de entre el bullicio. La figura no se parecía a la de un local, y aunque usualmente ignoraría este tipo de ocasiones, no podía evitar la curiosidad.
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No le hacía mucha gracia pasarse toda la tarde buscando aquel sospechoso bar, aunque no tenía mucho que hacer. Podía pasarse toda la tarde recorriendo la zona comercial para ver si daba con “la sombra del imperio” o podía resignarse y recorrer un poco la ciudad que tanto había cambiado. Lo hacía sentirse mas visitante que local ante tantos edificios imponentes donde antes solo había pequeñas casas con mucho menos tecnología. En esas épocas la vida era más simple pensaba mientras continuaba su recorrido.
 
No iba a darse por vencido y se quedaría un rato mas intentando encontrar su destino original mientras esquivaba a todas las personas que se le cruzaban en el camino.
En uno de los giros que dio en una de las esquinas se le prendió la lamparita. Y si el bar estaba oculto o tenía otro nombre para despistar? Se sintió un tonto por no pensarlo antes y darse cuenta de algo que en ese momento era muy obvio, como iba a estar a la vista dentro de la ciudad donde más presencia del imperio había -Que estúpido- diría en voz baja.
Tomaría la decisión de buscar algún bar “sospechoso” e ingresaría para analizar el lugar y la situación. Mientras tanto seguía dando vueltas entre los locales sin haberse dado cuenta que lo estaban vigilando.
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