20 Ichigatsu del 15 D.K.
12:00 Hrs | Soleado.
Los últimos acontecimientos en el imperio del Rayo daban pie a un futuro de incertidumbre y posible caída en poco tiempo, no había razón para no ver las cosas como estaban sucediendo; después de todo, Sasaki era miembro de aquel imperio absolutista y de cierta forma sus acciones eran a pro y favor del Shodai Raijin <¿Es que ese patético dios está por caer?> Era algo que el espadachín no podía dejar de preguntarse una y otra vez. <Cómo sea…. Ese no es mi problema…. aún.> No seguiría dando más vuelta a un asunto que no estaba directamente en sus manos, por lo pronto solo debería cumplir las órdenes como hasta ahora para ver lo que depararía el destino.
Sazaki se dirigía al templo del clan Tajuken pues los elementos con más peso requirieron su presencia por alguna extra razón pues el joven Ryō no era el más popular entre los integrantes Tajuken, no tuvo paradas ni distracciones en su camino pues realmente no le gustaba recibir sermones por los ancianos y está era una forma de evitarlos por así decirse. La entrada del clan era lo mismo de siempre, inmaculada mostrando una gran dedicación tanto a su esgrima como a su reputación dentro y fuera de la nación hasta cierto punto era algo un poco desgastante para Sazaki quién no era la persona más disciplinada en aspectos personales. Conforme cruzabas el arco con el emblema del clan podías apreciar una explanada limpia y con algunos troncos de entrenamiento dónde las almas más jóvenes del clan desarrollaban sus habilidades con ayuda de un instructor, tal vez con más suerte Sazaki hubiese pulido sus habilidades en un lugar tan pacífico pero el dōjo que lo crío era fuerte y sus entrenamientos eran llevados al extremo; por un momento, el espadachín se perdió en aquel pasado.
No puedes perderte mucho en aquellos pensamientos o terminan por arrasar con tu mente, esto era algo que le había costado años entender pero ahora era los suficiente sabio para no volver caer en las tragedias vividas, su destino comenzaba a abrillantar el camino que decidió recorrer y para bien o mal el clan lo notaba. Paso aquella explanada solo para encontrarse con varias viviendas dirigiéndose a las más lejanas y seguras, las únicas construcciones diferentes y sobresalientes de todo el clan. El llamado templo principal del clan, al entrar se podía ver el brillo en las paredes, suelo, y los adornos, todo estaba bien alineado y aseado de forma casi enfermiza. Conforme recorrías los pasillos del templo podías encontrar algunas shirasayas con algunos nombres sobre ellas, hombres y mujeres llamados “genios” dentro del propio clan pues quién hubiese crecido desde niño en este lugar seguramente el tener su nombre entre estas paredes sería su meta a lograr.
El futuro de Sazaki era bastante incierto pues por el momento solo servía de guardia a una pequeña de siete años y seguía instrucciones del clan a favor del imperio en su mayoría, el silencio era bastante profundo y hasta el caminar daba un pequeño eco de aviso de no ser cauto. Dio finalmente con la habitación principal dónde se encontraban un total de 5 ancianos en una mesa rectangular, algunos más cuidad que otros pero todos ya hace tiempo que llegaron a lo que conocemos como vejez. — Ahhhhh. Sazaki llegaste. — Mencionó uno de los ancianos del centro momentos antes de siquiera mostrarse. — ¿Quién? — Respondió el anciano de la izquierda. — ¡Sasaki Ryō! — Respondió el del extremo a la derecha, aquella conversación entre ellos era tal vez lo más molesto de ser solicitado al templo, pero sin líder aparente eran ellos los que se encargaban de la toma de decisiones del clan.
El joven espadachín se quedó quieto observando a los vejestorios peleando y hablando entre ellos hasta que decidió interrumpirlos finalmente. — ¿Cuál es la tarea solicitada? Consejo de sabios… — Odiaba tener que interrumpir pero en caso contrario los ancianos podrían habla horas entre ellos. — Ahhhhh Sasaki llegaste… bien… ¿Cuál era eso tan importante? — En realidad se trataba de unos ancianos después de todo. — Oh si, ya recordé… Sazaki naciste con la marca del dragón, durante generaciones han existido diferentes héroes y miembros distinguidos en nuestro clan. La marca del dragón hace recordar la leyenda de Tajuken Ryō, tu ancestro directo aunque también fue el causante del mestizaje de tu familia, pero fue uno de nuestros miembros con más fuerza y prestigió… Por está causa hemos procurado a tu familia como lo fue tu bisabuelo, tu abuelo, y tu padre, pero ninguno de ellos nació con don para la espada. Pero tú por otro lado te has desarrollo en el uso de nuestras armas y además tiene la misma marca que tuvo Ryō hace tantos años. —
El anciano detuvo su sermón para mojarse los labios y ser relevado por otro anciano sentado en aquella mesa de madera. — Nuestro miembro mas distinguido con vida sin dudas es Tajuken Sōta aunque al ser el Shodai Senchō de la facción criminal hace imposible el que se encuentre al pendiente de las tareas del clan y otros hombre darían la vida por el Shodai Raijin sin dudarlo….. pero todos estos acontecimientos nos hacen preguntarnos por el futuro de nuestro pueblo y hemos decidido en entrenar nuevos prospectos….. tu ascenso a Chuunin fue vital para la toma de decisiones pero queremos creer de nuevo en el linaje de tu familia y apostar por el una última vez. — El viejo comenzó a bostezar como si no estuviese diciendo algo importante, pero en realidad hablaban de confiar de nueva cuenta en una familia mestiza.
Las cosas estaban peor que nunca para el país de las nubes y obviar la mirada a este hecho sería descuidado. — En este caso… — Otro de los ancianos retomo la palabra. — Recibirás un entrenamiento especial en la Isla Genbu, instruido por Hanma Tajuken así que esperamos ver grandes resultados y que con el tiempo puedas retomar el honor de tu familia y continuar el legado de la marca del dragón a partir de ahora. — Sazaki solo hizo una reverencia en respuesta, el honor era todo para esta gente y aquellas palabras podían hacer eco en la mente del joven después de todo. Un entrenamiento enfocado especialmente en el con uno de las grandes leyendas vivientes del clan podría resultar en un aumento de sus habilidades como ningún otro entrenamiento, pero lo cierto era que los clanes comenzaban a instruir a sus miembros como última alternativa en caso de guerra. Sería mejor tener guerreros fuertes y preparados a vagos e incompetentes.
Uno de los ancianos saco de sus ropajes un pergamino dorado con el símbolo del imperio del Rayo en su sello, las miradas serían concentradas en Sazaki como si estuviesen tomando el último veredicto ahí y en ese momento. — Tajuken Ryō, el mata dragones… espero puedas llegar a honrar su legado. — Fue el último comentario del anciano antes de lanzar el pergamino al veinteañero. — Así será…. — Serían las únicas palabras expuestas por Sazaki pues tampoco era muy sociable y se sobre entendía el por qué del entrenamiento, ahora todo lo que quedaba era entrenar todo lo posible para superar las expectativas del consejo del clan Tajuken. — Ve por tus cosas más esenciales y parte enseguida a Genbu, Hanma ya está esperando. — Fue lo último dicho por uno de los viejos para finalmente darle salida al espadachín del Rayo.
El pergamino recibido sería suficiente para que los guardias de las puertas lo dejasen pasar en caso de interceptarlo, aunque gracias a su nuevo rango no deberían de interferir más allá de documentación y algunas preguntas de rutina. Sazaki fue a las tierras de Daisū para informar tanto al viejo como a la pequeña de su partida hacia la isla Genbu, no daría muchos detalles como era de costumbre pues el anciano ya no era parte de la vida militar del Rayo y Pam era muy joven para conocer los conflictos venideros. Tomaría un par de mudas de ropa, provisiones para el viaje, y aquellas características Shirasayas sujetadas por su cintura, nunca le había gustado aquel porta armas y prefería llevarlas todas repartidas en su cinturón.
Lo último sería despedirse de los presentes quienes solo le desearon un buen viaje y éxito en su encargo, habrían pasado un par de horas a lo mucho tres horas desde que fue al templo del Clan, está vez iba su destino serian las imponentes y custodiadas puertas de la aldea del Rayo, siempre se encontraban un par de shinobis custodiándolas en todo momento por cualquier emergencia y dados los recientes acontecimientos tal vez solo ampliarían la seguridad de la villa. — Buenas tardes… — Saludaría desde la distancia para terminar acercarse al dio de shinobis.
Estos lo mirarían iniciado tal vez una pequeña conversación aunque muy efímera. — Iré a la Isla Genbu… tengo fecha de retorno para el 14 de Nigatsu del 15 D.K. — Diría fuertemente para no tener que repetir palabras a la par que mostraba su identificación Shinobi como ninja imperial del Rayo, tal vez esto ayudaría a agilizar el traslado pero de igual manera era para tener un registro de la cantidad de ninjas dentro y fuera de la nación. Ahora solo quedaría esperar la aprobación de la salida.
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