[Auto-Narrada C] Siete vidas en peligro
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Misión a Realizar

[Imagen: i65GgZJ.png]

El bosque de la muerte nunca ha sido el mejor lugar en el que adentrarse, independientemente de las intenciones de quien se vea obligado a ello. Incluso a plena luz del día, el mero roce del viento en las hojas de sus árboles no produce relajante sonido ambiental que alguien esperaría de un lugar así... El peligro puede percibirse en cada recoveco, en cada segundo de silencio, en el movimiento de cada sombra.

Samuru mira una vez más a su alrededor, comprobando que ninguno de los animales del entorno le esté acechando o siguiendo el rastro, tras lo que continúa saltando entre las ramas de la ruta que le indica el mapa en su túnica. Ha sido enviado a una nueva misión, esta vez de rescate; al recibir el pergamino y leer su contenido esperaba algo mucho más relajado. Por eso cuando le entregaron la localización aproximada en la que, según inteligencia, podría encontrar a los secuestradores, cualquier rastro de tranquilidad desapareció de su rostro. Aquellos hombres, unos secuestradores de mascotas presumiblemente normales, habían optado por ocultarse en el Bosque Prohibido "No debería ocurrirme nada mientras me mantenga en las alturas y no cruce conscientemente ningún territorio peligroso, pero esta gente... ¿En qué están pensando?". Con ese pensamiento en mente y sin poder quitarse de la cabeza la sensación de que hay algo que se escapa de su control el ninja continúa dirigiéndose a su destino.

...

En el centro de un descampado aparentemente tranquilo, un pequeño campamento improvisado se mantiene oculto de ojos curiosos gracias a estar rodeado de la nada más absoluta. Se trata del campamento que, según inteligencia, debería pertenecer a los perpetradores del secuestro del felino, y sin embargo Samuru no es capaz de detectar el más mínimo movimiento dentro de los límites de su terreno. Observando con cuidado la escena, comprueba que en el centro se encuentran los restos completamente apagados de una fogata, algo que no es demasiado extraño al considerar que probablemente la hayan encendido por la noche "Pese a todo, tendría que estar muy seguro de mis propias habilidades para encender cualquier tipo de fuego en el bosque prohibido". No tarda demasiado tiempo antes de percibir varias grietas y zonas rasgadas en la tela que compone las tiendas de campaña de aquel lugar; una vez percibido el daño, es imposible ignorar los daños sufridos por algún tipo de combate que muestra el lugar.

Descendiendo con cuidado, el titiritero se adentra en la cabaña más grande. Dentro, se encuentra con lo último que esperaría ver durante aquel rescate, una jaula de bambú de grandes dimensiones que, hasta el momento de la fuga, parecía haber sido usada para contener a algún tipo de bestia. Su rostro se tensa, a la par que sus manos se dirigen inconscientemente a su cintura, hasta encontrarse con los pergaminos usados para portar a sus marionetas. Al mismo tiempo, un leve crujido se escucha en el exterior de la cabaña; algo se está acercando, Samuru cree comprender lo que ha ocurrido en aquel lugar... El terreno destruido en combate, la ausencia total de cuerpos y la ambigüedad usada en la misión a la hora de referirse al "felino"... Pero justo cuando está por llegar a la peor conclusión posible, un suave maullido llama su atención. Bajo los escombros, oculto por un telar, dos ojos le observan atemorizados.

Mientras está sopesando las posibilidades y cómo actuar, un rugido responde desde el exterior.
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El titiritero desenrolla con rapidez los dos pergaminos que lleva a la espalda, produciendo una nube de humo justo antes de que Karasu y Kuroari aparezcan a su lado; Entonces, con toda la rapidez con la que es capaz de mover a sus creaciones, lanza a Karasu a por el gato oculto bajo los escombros. En un solo momento, la marioneta toma con dos manos a la mascota y con una delicadeza que generalmente Samuru nunca utilizaría para ese movimiento, la echa dentro de su contenedor torácico para mantenerla a salvo de los eventos que se avecinan. Evidentemente la criatura emite un sonoro bufido por el susto que acaba de llevarse, lo que hace que, un segundo después y acompañada de un gruñido amenazador, la bestia del exterior se personifique ante la entrada de la cabaña.

Se trata de un tigre joven, aún sin desarrollarse por completo y que, por las dimensiones de su cuerpo y el collar que porta, posiblemente fuera la criatura atrapada en el interior de la jaula "Secuestradores, chantajeadores y furtivos... Demasiado tiempo han tardado en estallaros los negocios en la cara. ¿Me pregunto si su cliente sería el propio objetivo del chantaje…? Al menos gracias a ellos esta semana podré comer". Rápidamente, sus pensamientos “alegres” se ven agriados por el recordatorio de la sangre a sus pies, que ahora podría llegar a ser la suya propia.

Al principio, ambos contendientes se mantuvieron completamente estáticos. El titiritero no había contado con la opción de tener que enfrentarse contra una bestia salvaje encerrado dentro de una cabaña, y por su parte el depredador sencillamente analizaba la escena, algo confuso al ver que en el interior de la cabaña habían tres figuras, aunque solo una parecía estar hecha de carne, razón que le llevaría a decidirse por el marionetista, como quedaría patente en sus afilados ojos, fijos en su presa, al tiempo que sus músculos estaban cada vez más tensos.
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El ataque fue inminente. En cuanto el felino tensó mínimamente los músculos, Samuru lanzó a Karasu a ras del suelo, mientras hacía lo opuesto con Kuroari. Al saltar, el tigre se situó entre ambas marionetas, con el claro objetivo de derribar al humano y si eso, preocuparse después de las otras dos extrañas presas. Antes de que aquello ocurriera, Samuru accionó los mecanismos de sus títeres, disparando varias rondas de senbon al tigre, que chilló de dolor antes de caer a medio camino, momento que Samuru aprovecharía para saltarle por encima, siendo recogido en medio del aire y lanzado fuera de la tienda de campaña por Karasu. Sin embargo, el tigre se recuperó con más rapidez de la que el ninja esperaba, o quizás sencillamente era demasiado rápido para el; lanzó un zarpazo, que falló por unos milímetros en alcanzar al titiritero, pero no a su marioneta, la cual, al recibir un impacto directo en el torso estallaría en astillas, dejando caer todos sus brazos y piernas a lo largo del trecho que ahora separaba al cazador y el shinobi.

La bestia se pondría en pie con pesadez, gruñendo durante un par de segundos antes de sobreponerse contra el dolor y observar la escena. Samuru había apartado a Kuroari del camino, puesto que el mismo tenía dentro de su cuerpo al "rehén" y no se podía permitir perderlo. El gran felino desconocía la razón para que la segunda marioneta estuviera apartada, pero lo que tenía claro era que ahora su presa estaba completamente al descubierto y su instinto animal le indicaba que aquella era la única presa importante, así que volvió a arrojarse contra él; en medio de su carrera, arrollado nuevamente por su instinto, intentó apartarse de la ruta tomada, pero por suerte para el titiritero, ya era demasiado tarde. Con un movimiento de su mano derecha, todas y cada una de las piezas sobrantes de karasu (que no habían caído en el camino por casualidad) fueron lanzadas al unísono a una velocidad inevitable contra la bestia rayada... Y al final, a solo cuatro pasos del ninja, cayó sin vida al suelo.

- Es una pena - La escena ante Samuru no le era agradable; su maestra siempre le había insistido en no luchar más de lo necesario, y ante él se encontraba el cadáver de un animal salvaje que, en otras circunstancias y de haber sido más cauteloso, podría sencillamente haber evitado - Espero que las criaturas del bosque le saquen provecho a tu carne... Y a la de tus captores, donde sea que hayas dejado sus cadáveres.

Dando un tirón con ambas manos, recogió todos los elementos dispersos de Karasu, dispuesto a repararla una vez volviera a su taller; luego abrió el compartimiento de Kuroari, contemplando ahora mejor al objetivo de aquella misión: se trataba de un gato de pelaje blanco y ojos azules que, posiblemente por los bruscos movimientos del que había sido su trasportín improvisado, tenía hasta el último de sus cabellos de punta, desde la cabeza a la punta de la cola. Samuru sonreiría y procedería a ofrecerle la muñeca de manera amistosa; el gato, demasiado acostumbrado a la compañía humana, procedería a dejarse tocar por el titiritero hasta calmarse, tras lo que sería tomado en brazos, para dirigirse directamente de vuelta a Konohagakure.
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Última modificación: 13-07-2023, 02:51 PM por Moderador.
MISIÓN FINALIZADA
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