— Maldito Enano — Un sujeto que ronda los cuarenta años, calvo, con una cinta enrollada a la altura de la frente y varios piercings en nariz, orejas y ojos, golpea de revés a un desnutrido niño pelinegro. Por la fuerza del revés, el muchacho es lanzado por los aires hasta estamparse contra una de las paredes de roca que conforman el estrecho pasillo — Vuelve a venir con las manos vacías y te haré desaparecer — Esforzándose por que el aire vuelva a entrar a sus pulmones, el delgaducho muchacho se abraza a sí mismo con fuerza hasta que es capaz de tomar una nueva bocanada de aire. Cuando lo consigue, siente el impulso de vomitar, pero lo reprime con pura fuerza de voluntad. Pues sabe que no está en condiciones de desprenderse de lo poco que había podido comer en los últimos días. — Desaparece y no regreses con las manos vacías de nuevo — Bastante dolorido, el pequeño y delgado muchacho de no más de nueve años de edad se arrastra por el suelo hasta que tiene fuerza para levantarse, apoyándose de la pared contra la que había sido lanzado segundos atrás y se aleja del callejón lo más rápido que puede mientras se lleva una mano a la zona donde había sido golpeado y apoya la otra en la pared de roca.
Minutos más tarde...
— Raito aquí — La Ciudad en Ruinas es un conglomerado de edificios destruidos, pasillos estrechos, improvisados refugios y pasadizos subterráneos hacia la "verdadera" ciudad qué se oculta debajo de todo un amasijo de restos y arena. — No habrá una próxima vez — Otro muchacho pelirrojo lo había llamado desde un el hueco que quedaba bajo una gran viga de concreto, tumbada casi al nivel del suelo y apenas sostenida por lo que antes sería un edificio residencial. — Tarde o temprano acabaremos muertos, dentro o fuera, no tenemos a dónde ir — Ambos se "escurren" por un estrecho agujero que da al interior del sótano de un edificio completamente destruido. Ahí saltan al interior de un agujero que los lleva a "gatear" por un estrecho pasillo de roca completamente a oscuras. Tras unos minutos en su interior, un pequeño punto de luz se va haciendo más grandes hasta llegar a una de las aperturas en la base de la destruida muralla de roca y arena que tiempo atrás cubría la ciudad.
— Por ahí, es la única salida — Raito había llevado a su compañero hasta ese lugar, su lugar favorito de la Ciudad en Ruinas, desde donde podía ver el único camino que lo llevaría lejos de una vida corta y repleta de miseria — He decidido que ésta será la última vez que observaré este lugar desde aquí, mañana nos marcharemos — El otro muchacho asiente con determinación.
A la mañana siguiente, Raito se encuentra solo en el lugar que ambos habían acordado para reunirse. Después de esperar durante bastantes minutos regresa en busca de su acompañante. Encuentra su cuerpo sin vida y desfigurado por los golpes tirado junto a un montón de basura. En un primer instante una feroz furia y un incontrolable deseo de venganza toma el control de sus acciones, pero después de dar unos pocos pasos las lágrimas comienzan a caer por su rostro y se voltea para marcharse en solitario y recorrer el camino que había escogido. Raito, de nueve años de edad, abandona la Ciudad en Ruinas y se adentra en el Desierto Infernal.
Minutos más tarde...
— Raito aquí — La Ciudad en Ruinas es un conglomerado de edificios destruidos, pasillos estrechos, improvisados refugios y pasadizos subterráneos hacia la "verdadera" ciudad qué se oculta debajo de todo un amasijo de restos y arena. — No habrá una próxima vez — Otro muchacho pelirrojo lo había llamado desde un el hueco que quedaba bajo una gran viga de concreto, tumbada casi al nivel del suelo y apenas sostenida por lo que antes sería un edificio residencial. — Tarde o temprano acabaremos muertos, dentro o fuera, no tenemos a dónde ir — Ambos se "escurren" por un estrecho agujero que da al interior del sótano de un edificio completamente destruido. Ahí saltan al interior de un agujero que los lleva a "gatear" por un estrecho pasillo de roca completamente a oscuras. Tras unos minutos en su interior, un pequeño punto de luz se va haciendo más grandes hasta llegar a una de las aperturas en la base de la destruida muralla de roca y arena que tiempo atrás cubría la ciudad.
— Por ahí, es la única salida — Raito había llevado a su compañero hasta ese lugar, su lugar favorito de la Ciudad en Ruinas, desde donde podía ver el único camino que lo llevaría lejos de una vida corta y repleta de miseria — He decidido que ésta será la última vez que observaré este lugar desde aquí, mañana nos marcharemos — El otro muchacho asiente con determinación.
A la mañana siguiente, Raito se encuentra solo en el lugar que ambos habían acordado para reunirse. Después de esperar durante bastantes minutos regresa en busca de su acompañante. Encuentra su cuerpo sin vida y desfigurado por los golpes tirado junto a un montón de basura. En un primer instante una feroz furia y un incontrolable deseo de venganza toma el control de sus acciones, pero después de dar unos pocos pasos las lágrimas comienzan a caer por su rostro y se voltea para marcharse en solitario y recorrer el camino que había escogido. Raito, de nueve años de edad, abandona la Ciudad en Ruinas y se adentra en el Desierto Infernal.
— Hablo —
— Pienso —
— Pienso —