La lanza de la justicia era un título demasiado pretencioso. Si, era leal al imperio, justo como nuestros ancestros lo habían hecho, pero no era lo más importante para mí. Algo más importante que el imperio era el clan.
Yo yacía viendo hacia abajo, caminando por la aldea, cuando escuché un cuchicheo. Era un alboroto y varios ninjas y algunos policías militares aparecieron para observar y apartar a la gente. Otros hacían expresiones de asco mientras los aldeanos murmuraban cosas entre sí. Me apresuré a caminar, abriéndome paso entre la gente, cuando sentí el piso pegajoso. Era una sensación desagradable pero familiar. Cuando me fijé a lo que pisaba, pude ver la sangre que empapaba el suelo.
-¿Que carajos?- exclamé, apresurando el paso hasta llegar frente a una camioneta volteada que había chocado con otro vehículo. Transportaba múltiples huevos de chocolate envueltos en papel metálico de colores varios. Varios se habían quebrado y de ellos salía sangre.
-Asura Chinoike, shinobi de Kumogakure- dije a uno de los oficiales, identificándome-¿que sucedió?
-Lo que ve, shinobi. Esta camioneta chocó y la carga de huevos comenzó a sangrar. Los pasajeros están bien y les cuestionamos, pero al tratar de hablar comienzan a tartamudear y a trabarse. Alguien les aplicó un sello para evitar que hablaran-dijo el oficial, otro ninja de nivel superior.
-Estos huevos, esa sangre es humana. Créeme que se cuando se trata de sangre humana- le dije. El oficial me miró de arriba hacia abajo y luego recordó lo que sabía del clan Chinoike.
-Soldado, quizás puedas ayudarnos. Acompáñame- dijo el oficial, haciendo una seña para que otros ninjas se encargaran de la situación mientras ambos saltábamos al techo.
-La cuestión es, han aparecido cadáveres de miembros de algunos clanes, desangrados. No tienen gota de sangre y pareciera que no hubo lucha en cuestión. Creemos que esto tiene relación-dijo el oficial, cruzándose de brazos.
-Bien, acepto ayudar ¿puede compartirme información sobre el caso?- le respondí.
-2 yotsuki, 1 kidou y 1 fuuma desangrados. Ellos no eran shinobis, hay que tener en cuenta eso, pues busca objetivos débiles. Los testigos de estos ataques dicen que vieron una sombra con forma de conejo humanoide. Los testigos del choque de hace unos momentos, no vieron nada extraño además de los huevos de sangre-dijo el oficial.
Asentí con la cabeza y me aproximé a los conductores de la camioneta con los huevos.
-¿Donde recogieron la carga?- les cuestioné.
-A...al...almacén... almacén-dijo el conductor.
-¿Quién les dio la carga?- les cuestioné pero no pudieron hablar.
-¿Hacia donde llevaban la carga?- les cuestioné. Tampoco pudieron responder.
-Bien, ¿donde está el almacén?- cuestioné. Ellos señalaron hacia el este, hacia uno de los puertos.
-Bodega 7-dijo el otro conductor, sudando y respirando de forma agitada.
Tras esto, me dirigí hacia las bodegas. El puerto estaba bastante bien adornado en esas épocas del año, pues había aluciones a la pascua en todos lados, incluso, festivales en donde los huevos de chocolate se regalaban y andaban por toda las islas.
Llegué al almacén y entré. No había un vigilante ahí. Varias cajas enormes, barriles, contenedores y otros enormes paquetes de materiales para enviar.
Activé el Chokaku Kanpeki, agudizando mi oído lo bastante como para poder oír perfectamente mis alrededores. Comencé a indagar en la bodega, analicé los papeles que encontré, viendo el inventario. No decía su contenido, sólo de dónde venían y hacia donde irían. El calendario de la pared estaba atrasado y la libreta del reporte del vigilante no mencionaba nada raro.
Corté las palmas de mis manos con mi kunai y activé mi doujutsu, detectando la sangre que se encontraba a mi alrededor. Había un rastro de sangre en el piso, en donde pudieron haber estado los huevos. Me acerqué a verla, cuando vi otro paquete lleno de sangre. Era una caja enorme. Con mi Gouken Ryuu, destrocé la caja, regando varios conejos de chocoale, los cuales también comenzaron a sangrar. Era sangre fresca, como si perteneciera a esos conejos.
Una sombra pasó velozmente cerca de mí. Arrojé mi kunai, pero no logré atinarle. Pude detectar la sangre de un ser humano entre las sombras, pero al salir de la oscuridad, vi a una chica vestida de conejo, la cual lanzó un par de huevos. Con mi escudo de sangre me protegí, evitando que esos huevos explotaran un humo venenoso.
Activé el poder de mi doujutsu, restando la velocidad de mi rival, mientras mis señales nerviosas incrementaban la mía. Aún así, no podía atinarle un shuriken, pero por suerte, ella parecía más bien evitarme.
-Chinoike, es excelente-dijo la chica, sacando un sable de su ropa.
-Raikyuu- realicé el jutsu, pero en vez de lanzarlo hacia ella, lo lancé hacia una grúa cercana, provocando una explosión. Los murmullos de los trabajadores y la alarma de accidentes llamó la atención de los shinobis cercanos.
-Maldito-dijo la chica, gruñendo.
-Ahora viene un "tornado" de golpes, señorita- le dije. En ese momento, una sensación de culpa la invadió, y dudó en atacarme unos momentos.
-Tranquila, deja de la brisa se lleve las palabras. Si cooperas, podrían perdonarte-le dije a la chica, provocándole calma en su mente. Ya había expandido mi chakra, y luego la introduje en un genjutsu en el que ella creía que la batalla estaba perdida, que no valía la pena luchar.
-Hay una nube de muerte sobre tí- tras decir esto, una sensación de miedo la invadió. No sabía porqué, pero sabía que estaba perdida y que no valía la pena luchar. Esos momentos de duda hicieron que lograran llegar al lugar un par de ninjas de kumo, los cuales rápidamente inmovilizaron a la chica, sometiéndola contra el piso.
-Detente. Bien hecho, genin-dijo el ninja mientras la detenía. El otro shinobi le colocó encima un sello anti chakra y le amarró con hilos metálicos.
El combate había terminado. Había decidido no luchar, pues el nivel de ella era muy superior al mío. La chica era buena en fuinjutsu y robaba sangre sellándola en los huevos, y de ese modo podía traficarlos con los compradores.
Al menos ahora ese problema estaba solventado y yo podría dedicarme el resto del día a seguir vagando.
Yo yacía viendo hacia abajo, caminando por la aldea, cuando escuché un cuchicheo. Era un alboroto y varios ninjas y algunos policías militares aparecieron para observar y apartar a la gente. Otros hacían expresiones de asco mientras los aldeanos murmuraban cosas entre sí. Me apresuré a caminar, abriéndome paso entre la gente, cuando sentí el piso pegajoso. Era una sensación desagradable pero familiar. Cuando me fijé a lo que pisaba, pude ver la sangre que empapaba el suelo.
-¿Que carajos?- exclamé, apresurando el paso hasta llegar frente a una camioneta volteada que había chocado con otro vehículo. Transportaba múltiples huevos de chocolate envueltos en papel metálico de colores varios. Varios se habían quebrado y de ellos salía sangre.
-Asura Chinoike, shinobi de Kumogakure- dije a uno de los oficiales, identificándome-¿que sucedió?
-Lo que ve, shinobi. Esta camioneta chocó y la carga de huevos comenzó a sangrar. Los pasajeros están bien y les cuestionamos, pero al tratar de hablar comienzan a tartamudear y a trabarse. Alguien les aplicó un sello para evitar que hablaran-dijo el oficial, otro ninja de nivel superior.
-Estos huevos, esa sangre es humana. Créeme que se cuando se trata de sangre humana- le dije. El oficial me miró de arriba hacia abajo y luego recordó lo que sabía del clan Chinoike.
-Soldado, quizás puedas ayudarnos. Acompáñame- dijo el oficial, haciendo una seña para que otros ninjas se encargaran de la situación mientras ambos saltábamos al techo.
-La cuestión es, han aparecido cadáveres de miembros de algunos clanes, desangrados. No tienen gota de sangre y pareciera que no hubo lucha en cuestión. Creemos que esto tiene relación-dijo el oficial, cruzándose de brazos.
-Bien, acepto ayudar ¿puede compartirme información sobre el caso?- le respondí.
-2 yotsuki, 1 kidou y 1 fuuma desangrados. Ellos no eran shinobis, hay que tener en cuenta eso, pues busca objetivos débiles. Los testigos de estos ataques dicen que vieron una sombra con forma de conejo humanoide. Los testigos del choque de hace unos momentos, no vieron nada extraño además de los huevos de sangre-dijo el oficial.
Asentí con la cabeza y me aproximé a los conductores de la camioneta con los huevos.
-¿Donde recogieron la carga?- les cuestioné.
-A...al...almacén... almacén-dijo el conductor.
-¿Quién les dio la carga?- les cuestioné pero no pudieron hablar.
-¿Hacia donde llevaban la carga?- les cuestioné. Tampoco pudieron responder.
-Bien, ¿donde está el almacén?- cuestioné. Ellos señalaron hacia el este, hacia uno de los puertos.
-Bodega 7-dijo el otro conductor, sudando y respirando de forma agitada.
Tras esto, me dirigí hacia las bodegas. El puerto estaba bastante bien adornado en esas épocas del año, pues había aluciones a la pascua en todos lados, incluso, festivales en donde los huevos de chocolate se regalaban y andaban por toda las islas.
Llegué al almacén y entré. No había un vigilante ahí. Varias cajas enormes, barriles, contenedores y otros enormes paquetes de materiales para enviar.
Activé el Chokaku Kanpeki, agudizando mi oído lo bastante como para poder oír perfectamente mis alrededores. Comencé a indagar en la bodega, analicé los papeles que encontré, viendo el inventario. No decía su contenido, sólo de dónde venían y hacia donde irían. El calendario de la pared estaba atrasado y la libreta del reporte del vigilante no mencionaba nada raro.
Corté las palmas de mis manos con mi kunai y activé mi doujutsu, detectando la sangre que se encontraba a mi alrededor. Había un rastro de sangre en el piso, en donde pudieron haber estado los huevos. Me acerqué a verla, cuando vi otro paquete lleno de sangre. Era una caja enorme. Con mi Gouken Ryuu, destrocé la caja, regando varios conejos de chocoale, los cuales también comenzaron a sangrar. Era sangre fresca, como si perteneciera a esos conejos.
Una sombra pasó velozmente cerca de mí. Arrojé mi kunai, pero no logré atinarle. Pude detectar la sangre de un ser humano entre las sombras, pero al salir de la oscuridad, vi a una chica vestida de conejo, la cual lanzó un par de huevos. Con mi escudo de sangre me protegí, evitando que esos huevos explotaran un humo venenoso.
Activé el poder de mi doujutsu, restando la velocidad de mi rival, mientras mis señales nerviosas incrementaban la mía. Aún así, no podía atinarle un shuriken, pero por suerte, ella parecía más bien evitarme.
-Chinoike, es excelente-dijo la chica, sacando un sable de su ropa.
-Raikyuu- realicé el jutsu, pero en vez de lanzarlo hacia ella, lo lancé hacia una grúa cercana, provocando una explosión. Los murmullos de los trabajadores y la alarma de accidentes llamó la atención de los shinobis cercanos.
-Maldito-dijo la chica, gruñendo.
-Ahora viene un "tornado" de golpes, señorita- le dije. En ese momento, una sensación de culpa la invadió, y dudó en atacarme unos momentos.
-Tranquila, deja de la brisa se lleve las palabras. Si cooperas, podrían perdonarte-le dije a la chica, provocándole calma en su mente. Ya había expandido mi chakra, y luego la introduje en un genjutsu en el que ella creía que la batalla estaba perdida, que no valía la pena luchar.
-Hay una nube de muerte sobre tí- tras decir esto, una sensación de miedo la invadió. No sabía porqué, pero sabía que estaba perdida y que no valía la pena luchar. Esos momentos de duda hicieron que lograran llegar al lugar un par de ninjas de kumo, los cuales rápidamente inmovilizaron a la chica, sometiéndola contra el piso.
-Detente. Bien hecho, genin-dijo el ninja mientras la detenía. El otro shinobi le colocó encima un sello anti chakra y le amarró con hilos metálicos.
El combate había terminado. Había decidido no luchar, pues el nivel de ella era muy superior al mío. La chica era buena en fuinjutsu y robaba sangre sellándola en los huevos, y de ese modo podía traficarlos con los compradores.
Al menos ahora ese problema estaba solventado y yo podría dedicarme el resto del día a seguir vagando.