El lanzamiento de la convocatoria a las festividades en diferentes partes del mundo, provocó que las multitudes hicieran fila para un trabajo momentáneo, adornando las calles y arreglándoselas para encender las luces, el audio y la construcción de escenarios y tarimas.
Caminaba por el desierto, cuestionándome e insultándome por haberme decidido aventurarme por el desierto en vez de un país más húmedo y fresco. El País del Fuego había sido buena opción, pero mi curiosidad para conocer más sobre los clanes de otros lugares era mayor que el sufrimiento por el calor... al menos en ese entonces. Era tan ingenuo.
Las calles llenas de arena, los edificios hechos de arenisca y enormes cantidades de luz solar por doquier. Mientras me dirigía caminando entre las sombras, bebiendo una botella de té verde amargo pero frío, vi un enorme edificio en donde había bastante actividad. Gente iba y venía, llevaban adornos y enormes cantidades de alimento, de hecho, era un banquete de pastelillos, carnes, ensaladas y pastas. Entre la gente que cargaba adornos, vi algunas personas que se veían de altos recursos, mientras daban órdenes.
Me acerqué lo más que pude, y traté de escuchar lo más posible.
-!Hey, este cerdo está muy seco, dile al cocinero que lo arregle! y tú, asegúrate de que los huevos sean repartidos. No quiero que ningún pobre entre-dijo el rico, ordenándole cosas a su "mano derecha", un sujeto alto y esbelto.
Observé con cuidado a su asistente, y tras hacer un henge, me transformé en un aldeano cualquiera, aprovechando mis habilidades para seguirlo y tratar de observar lo que éste hacía. En su bolsillo llevaba un huevo de oro, con unas grecas extrañas.
Lo seguí hasta la parte trasera del edificio y, cuando quedó sólo tras regañar a unos trabajadores, extendí mi chakra y le sometí en un genjutsu.
-Hana no jutsu- realicé mi jutsu, dejándolo en trance. Enseguida me acerqué a robar su huevo. Lo observé y analicé todos sus patrones, tratando de recordarlos lo mejor posible. Con una servilleta, logré dibujar algunos patrones, y volví a dejar el huevo en su bolsillo, liberándolo del trance después de eso.
Antes de devolverlo a la normalidad, observé entre sus ropas cualquier otra cosa que pudiera utilizar, y encontré una carta de invitación. Era un modelo de carta invitación a diferentes comerciantes y nobles, quienes eran invitados a participar en el banquete y baile.
Esa misma noche me presenté al mismo edificio, en donde pude ver una fila de gente que llegaba al lugar. Un guardia en la entrada estaba revisando la invitación y los huevos de oro. Con un Kaeru no Jutsu, transformé una servilleta en la invitación y, extendiendo mi chakra, para cuando llegó mi turno, le hice caer en la ilusión de que le entregaba el huevo de oro. Tras observarlo y observarme, me dejaron pasar.
Dentro, el aire acondicionado estaba a todo lo que daba, y vi a toda la gente bailando con máscara de conejos. Uno de los sirvientes me dieron una máscara de conejo blanco, con las orejas largas que caían sobre mi nuca. Los adornos eran huevos de diferentes colores, metálicos, y guirnaldas coloridas.
Me acerqué a rápidamente a la mesa de banquetes, y comencé a servirme en un plato de varios guisos, pastelillos y pasta.
-Oh, jo jo, veo a otro amante de la comida-dijo un sujeto gordo de mejillas chapeadas. Sólo sonreí y elegí donde sentarme.
-Oh, no te apenes. No es malo aprovechar comida gratis-dijo el sujeto.
-Tiene razón. De vez en cuando no hace daño-dije al sujeto, el cual rió.
-¿Como te llamas, muchacho?- me dijo el hombre, poniéndome una mano en el hombro.
-Nakai Nagamushi-le contesté mientras aprovechaba para comer un filete de cerdo jugoso.
-Nagamushi... si, eh conocido a buenos Nagamushi-dijo el sujeto- ¿Eres hijo de Ken Nagamushi?
-No, mis padres eran científicos del País del Agua y, actualmente, siguen en misión. Yo me decanté por la medicina-le dije al hombre. Su pregunta había sido una trampa, pues si decía conocerlo me respondería que no hay nadie con ese nombre.
-Supongo que hablas de medicina ninja. No me es desconocido ese mundo. Como gran inversionista del coliseo y amo de gladiadores he visto a varios ninjas combatir. Sería bueno que te pasearas por ahí y preguntaras por Hanzo Moe-dijo el hombre. Le sonreí y asentí.
En ese momento, los organizadores comenzaron a hablar y aumentar la música.
-Bienvenidos sean a la celebración anual de Pascua, siéntanse libres de consumir, bailar y sentirse a gusto. Este espacio es para que la gente de nuestro nivel pueda divertirse de forma segura. Gente destacable, sea bienvenida y es un honor recibirlos-dijo una mujer de vestido rojo y máscara de conejo amarilla.
Pronto comenzó la música y el baile. Yo sólo observaba, sentado y comiendo. Habían pasado ya un par de horas, estaba satisfecho, y pronto comenzó a salir "vapor" de unas máquinas. Pronto, el ambiente se tornó pesado y el aire comenzó a escasear.
Comenzamos a toser. Ese gas era venenoso.
Cargué chakra en un puño y, rápidamente, golpeé una pared, creando una explosión. Resquebrajé la pared y, tras un segundo puñetazo, derrumbé la pared. Creé una bola de aire entre mis manos y, tras lanzarla, disipé el gas venenoso. La gente tosía y algunos yacían en el suelo.
-¿Que sucedió?- cuestionaban los presentes.
-Esas máquinas de humo tienen gas venenoso-dije a la gente.
-¿Donde están nuestros guardaespaldas?- cuestionaron.
-Creo que te debemos la vida-dijo el Hanzo Moe, tosiendo.
Me asomé por la pared y vi a los guardaespaldas en trance, mirando a la nada. Activé mis sensores térmicos, detectando una forma de calor en el techo. Extendí mis manos y subí de golpe hasta el techo, quedándome en una orilla para asomarme.
Era el mayordomo, quien yacía haciendo un sello, manteniendo a los guardaespaldas en trance.
Lancé agujas envenenadas hacia el mayordomo, lastimándolo por la espalda. Los guardaespaldas salieron del trance.
-¿Como te atreves?- me cuestionó el mayordomo, lanzándome un shuriken y, tras un sello, lo volvió 5. Activé mi Armadura de Serpiente, protegiéndome de los shuriken, lanzándole de regreso los shuriken, también volviéndolos 5. Con una corriente de aire, desvió el ataque.
Comencé a expandir mi chakra al momento en que lancé un kunai hacia el enemigo. Tras esquivarlo, comenzó a hacer sellos, invocando un muro de roca.
Invoqué una horda de sanguijuelas, pero tan sólo destruyeron un clon. El verdadero mayordomo había saltado del edificio, lanzando un kunai con un sello explosivo al edificio, buscando dañar a los ricos.
Me lancé del edificio, corriendo en vertical y dando un salto horizontal. Desde mis mangas salieron 2 serpientes blancas que lo envolvieron y mordieron, aferrándose a su cuerpo.
De mis mismas mangas, disparé de nuevo mis agujas, dañándole de lleno. Pude ver que la piel de su rostro se comenzó a colgar.
Me acerqué al mayordomo, quien trataba de liberarse de las serpientes, cuando finalmente le arranqué la máscara vi que se trataba de otro sujeto.
-Es un rebelde-exclamó uno de los ricos. Los demás guardaespaldas le rodearon y amarraron, listos para entregarlo a la justicia.
Las serpientes regresaron a mis mangas y me senté en el suelo.
-Nunca pensé que mi mayordomo fuera un rebelde-exclamó el anfitrión, chasqueando la boca.
-Chico, te debemos una-dijo otro de los ricos.
Yo sólo sonreí y me acerqué a ellos, ofreciéndome a curar a los que estaban heridos. Les hablaría de mis proyectos sobre la medicina ninja, buscando contactos y gente que pudiera ayudarme en mi labor. La fiesta se habría acabado, pero al menos no me había ido con las manos vacías.
Caminaba por el desierto, cuestionándome e insultándome por haberme decidido aventurarme por el desierto en vez de un país más húmedo y fresco. El País del Fuego había sido buena opción, pero mi curiosidad para conocer más sobre los clanes de otros lugares era mayor que el sufrimiento por el calor... al menos en ese entonces. Era tan ingenuo.
Las calles llenas de arena, los edificios hechos de arenisca y enormes cantidades de luz solar por doquier. Mientras me dirigía caminando entre las sombras, bebiendo una botella de té verde amargo pero frío, vi un enorme edificio en donde había bastante actividad. Gente iba y venía, llevaban adornos y enormes cantidades de alimento, de hecho, era un banquete de pastelillos, carnes, ensaladas y pastas. Entre la gente que cargaba adornos, vi algunas personas que se veían de altos recursos, mientras daban órdenes.
Me acerqué lo más que pude, y traté de escuchar lo más posible.
-!Hey, este cerdo está muy seco, dile al cocinero que lo arregle! y tú, asegúrate de que los huevos sean repartidos. No quiero que ningún pobre entre-dijo el rico, ordenándole cosas a su "mano derecha", un sujeto alto y esbelto.
Observé con cuidado a su asistente, y tras hacer un henge, me transformé en un aldeano cualquiera, aprovechando mis habilidades para seguirlo y tratar de observar lo que éste hacía. En su bolsillo llevaba un huevo de oro, con unas grecas extrañas.
Lo seguí hasta la parte trasera del edificio y, cuando quedó sólo tras regañar a unos trabajadores, extendí mi chakra y le sometí en un genjutsu.
-Hana no jutsu- realicé mi jutsu, dejándolo en trance. Enseguida me acerqué a robar su huevo. Lo observé y analicé todos sus patrones, tratando de recordarlos lo mejor posible. Con una servilleta, logré dibujar algunos patrones, y volví a dejar el huevo en su bolsillo, liberándolo del trance después de eso.
Antes de devolverlo a la normalidad, observé entre sus ropas cualquier otra cosa que pudiera utilizar, y encontré una carta de invitación. Era un modelo de carta invitación a diferentes comerciantes y nobles, quienes eran invitados a participar en el banquete y baile.
Esa misma noche me presenté al mismo edificio, en donde pude ver una fila de gente que llegaba al lugar. Un guardia en la entrada estaba revisando la invitación y los huevos de oro. Con un Kaeru no Jutsu, transformé una servilleta en la invitación y, extendiendo mi chakra, para cuando llegó mi turno, le hice caer en la ilusión de que le entregaba el huevo de oro. Tras observarlo y observarme, me dejaron pasar.
Dentro, el aire acondicionado estaba a todo lo que daba, y vi a toda la gente bailando con máscara de conejos. Uno de los sirvientes me dieron una máscara de conejo blanco, con las orejas largas que caían sobre mi nuca. Los adornos eran huevos de diferentes colores, metálicos, y guirnaldas coloridas.
Me acerqué a rápidamente a la mesa de banquetes, y comencé a servirme en un plato de varios guisos, pastelillos y pasta.
-Oh, jo jo, veo a otro amante de la comida-dijo un sujeto gordo de mejillas chapeadas. Sólo sonreí y elegí donde sentarme.
-Oh, no te apenes. No es malo aprovechar comida gratis-dijo el sujeto.
-Tiene razón. De vez en cuando no hace daño-dije al sujeto, el cual rió.
-¿Como te llamas, muchacho?- me dijo el hombre, poniéndome una mano en el hombro.
-Nakai Nagamushi-le contesté mientras aprovechaba para comer un filete de cerdo jugoso.
-Nagamushi... si, eh conocido a buenos Nagamushi-dijo el sujeto- ¿Eres hijo de Ken Nagamushi?
-No, mis padres eran científicos del País del Agua y, actualmente, siguen en misión. Yo me decanté por la medicina-le dije al hombre. Su pregunta había sido una trampa, pues si decía conocerlo me respondería que no hay nadie con ese nombre.
-Supongo que hablas de medicina ninja. No me es desconocido ese mundo. Como gran inversionista del coliseo y amo de gladiadores he visto a varios ninjas combatir. Sería bueno que te pasearas por ahí y preguntaras por Hanzo Moe-dijo el hombre. Le sonreí y asentí.
En ese momento, los organizadores comenzaron a hablar y aumentar la música.
-Bienvenidos sean a la celebración anual de Pascua, siéntanse libres de consumir, bailar y sentirse a gusto. Este espacio es para que la gente de nuestro nivel pueda divertirse de forma segura. Gente destacable, sea bienvenida y es un honor recibirlos-dijo una mujer de vestido rojo y máscara de conejo amarilla.
Pronto comenzó la música y el baile. Yo sólo observaba, sentado y comiendo. Habían pasado ya un par de horas, estaba satisfecho, y pronto comenzó a salir "vapor" de unas máquinas. Pronto, el ambiente se tornó pesado y el aire comenzó a escasear.
Comenzamos a toser. Ese gas era venenoso.
Cargué chakra en un puño y, rápidamente, golpeé una pared, creando una explosión. Resquebrajé la pared y, tras un segundo puñetazo, derrumbé la pared. Creé una bola de aire entre mis manos y, tras lanzarla, disipé el gas venenoso. La gente tosía y algunos yacían en el suelo.
-¿Que sucedió?- cuestionaban los presentes.
-Esas máquinas de humo tienen gas venenoso-dije a la gente.
-¿Donde están nuestros guardaespaldas?- cuestionaron.
-Creo que te debemos la vida-dijo el Hanzo Moe, tosiendo.
Me asomé por la pared y vi a los guardaespaldas en trance, mirando a la nada. Activé mis sensores térmicos, detectando una forma de calor en el techo. Extendí mis manos y subí de golpe hasta el techo, quedándome en una orilla para asomarme.
Era el mayordomo, quien yacía haciendo un sello, manteniendo a los guardaespaldas en trance.
Lancé agujas envenenadas hacia el mayordomo, lastimándolo por la espalda. Los guardaespaldas salieron del trance.
-¿Como te atreves?- me cuestionó el mayordomo, lanzándome un shuriken y, tras un sello, lo volvió 5. Activé mi Armadura de Serpiente, protegiéndome de los shuriken, lanzándole de regreso los shuriken, también volviéndolos 5. Con una corriente de aire, desvió el ataque.
Comencé a expandir mi chakra al momento en que lancé un kunai hacia el enemigo. Tras esquivarlo, comenzó a hacer sellos, invocando un muro de roca.
Invoqué una horda de sanguijuelas, pero tan sólo destruyeron un clon. El verdadero mayordomo había saltado del edificio, lanzando un kunai con un sello explosivo al edificio, buscando dañar a los ricos.
Me lancé del edificio, corriendo en vertical y dando un salto horizontal. Desde mis mangas salieron 2 serpientes blancas que lo envolvieron y mordieron, aferrándose a su cuerpo.
De mis mismas mangas, disparé de nuevo mis agujas, dañándole de lleno. Pude ver que la piel de su rostro se comenzó a colgar.
Me acerqué al mayordomo, quien trataba de liberarse de las serpientes, cuando finalmente le arranqué la máscara vi que se trataba de otro sujeto.
-Es un rebelde-exclamó uno de los ricos. Los demás guardaespaldas le rodearon y amarraron, listos para entregarlo a la justicia.
Las serpientes regresaron a mis mangas y me senté en el suelo.
-Nunca pensé que mi mayordomo fuera un rebelde-exclamó el anfitrión, chasqueando la boca.
-Chico, te debemos una-dijo otro de los ricos.
Yo sólo sonreí y me acerqué a ellos, ofreciéndome a curar a los que estaban heridos. Les hablaría de mis proyectos sobre la medicina ninja, buscando contactos y gente que pudiera ayudarme en mi labor. La fiesta se habría acabado, pero al menos no me había ido con las manos vacías.