— ¡Ah! Sin duda las épocas de fiesta son las mejores. Todos están felices y nadie anda de mal humor. — No debería ser sorpresa para nadie que conozca a Nagi que está muy contento con esta festividad. Él ama los dulces y aquí puede comer tanto chocolate quiera. Aunque ya tiene una edad, parecía un niño. De hecho, sus vecinos, quienes lo conocen desde que es un niño, cada año le regalan chocolate como muestra de afecto. Obviamente él siempre los recibe con entusiasmo.
Para variar este año, Nagi se comprometió a participar en una actividad que realizaba la junta vecinal para celebrarle a los niños la Pascua. Lo que tendría que hacer nuestro querido amigo es disfrazarse de conejo y alegrar a los infantes. La actividad se desarrollaría por la noche, así que tenía todo el tiempo del mundo para perderse por las calles de la aldea y disfrutar de todas las atracciones que el resto de los aldeanos le podían brindar. Como es de costumbre para este tipo de fechas, se escapó y huyó muy bien cuando quieran darle trabajo ninja. No iba a estar trabajando. No, señor.
La pasó muy bien. Se reunió con amigos, durmió. Hizo todo lo necesario para llegar con energías a la velada. Esta se llevaría a cabo en una sede bastante amplia en donde acostumbran a realizar reuniones o encuentros varios. Nagi llegó por la parte de atrás y se dirigió a los cuartos que funcionarían como vestidores. SU traje fue blanco y llevaba una cabeza conejo. Esta apenas lo dejaba ver a través de los orificios de los ojos, pero creía poder apañárselas. ¿Qué tan difícil puede ser jugar con los niños un rato?
Media horas después nos encontramos con Nagi tirado en el piso mientras los niños bailaban a su alrededor en señal de victoria. En sus tiempos los infantes no eran tan agresivos. Estos literal apenas lo vieron con el disfraz, lo atacaron, diciendo que debía ser el conejo enemigo de la pascua. El Yuki literal ni siquiera sabía que eso existía. Intentó defenderse como ninja que era, pero entre que no podía golpearlos y que no veía casi nada, le fue muy difícil. Aguantó un rato, pero la energía de ellos parecía infinita. Terminaron por ser los ganadores.
Los adultos no hicieron mucho por entretenerlos tampoco. Solo sirvieron comida, les dieron el chocolate y se fueron a conversar por ahí. Confiaban en que Nagi se encargaría del trabajo sucio, pero claramente fracasó.
Pero debería levantarse pronto, aunque esta fuera una tarea titánica. Escuchó a los niños gritar porque los estaba atacando un hombre con un disfraz que simulaba ser un chocolate. Tenía una espada de palo, así que debería ser un samurai. — Nadie celebrará en este lugar. Me encargaré de todos ustedes, niños malcriados. — Le pidieron ayuda, obviamente, a Nagi. Sabían que él estaba bajo el disfraz por haber reconocido su voz. El haberlo atacado fue simplemente un juego. Lo ayudaron a ponerse de pie y el enemigo de inmediato comenzó su ataque. Nagi apenas y esquivaba, recibiendo daños en su traje. Retrocedía en distintas direcciones, pero no tenía cómo contraatacar. De repente escuchó “¡la zanahoria!”.
Tras salir hacia el exterior, había de adorno una zanahoria de un tamaño similar al de una espada. La envainó como si de su arma se tratara y comenzó una auténtica pelea entre dos espadachines.
La escena era bastante peculiar. El hombre chocolate contra el hombre conejo. Realmente es cine y podrían hacer una película seria con la idea, aunque les costaría encontrar actores tan habilidosos con la espada como estos dos. Nagi al tiempo comenzó a perder. Su traje era sin duda una incomodidad tremenda. No podía moverse bien, no podía ver bien. Estaba todo mal. Además, la espada de zanahoria terminó por romperse. Su derrota estaba sentenciada y los niños no lo podían creer.
— ¿A poco se lo creyeron? — Si antes no se entendía nada, ahora menos. El hombre de chocolate se limpió la cara, resultando ser Mikage, amigo de Nagi y compañero suyo en la academia de espadachines. Todo fue una actuación para los niños. El verdadero show fue ese.
Para variar este año, Nagi se comprometió a participar en una actividad que realizaba la junta vecinal para celebrarle a los niños la Pascua. Lo que tendría que hacer nuestro querido amigo es disfrazarse de conejo y alegrar a los infantes. La actividad se desarrollaría por la noche, así que tenía todo el tiempo del mundo para perderse por las calles de la aldea y disfrutar de todas las atracciones que el resto de los aldeanos le podían brindar. Como es de costumbre para este tipo de fechas, se escapó y huyó muy bien cuando quieran darle trabajo ninja. No iba a estar trabajando. No, señor.
La pasó muy bien. Se reunió con amigos, durmió. Hizo todo lo necesario para llegar con energías a la velada. Esta se llevaría a cabo en una sede bastante amplia en donde acostumbran a realizar reuniones o encuentros varios. Nagi llegó por la parte de atrás y se dirigió a los cuartos que funcionarían como vestidores. SU traje fue blanco y llevaba una cabeza conejo. Esta apenas lo dejaba ver a través de los orificios de los ojos, pero creía poder apañárselas. ¿Qué tan difícil puede ser jugar con los niños un rato?
Media horas después nos encontramos con Nagi tirado en el piso mientras los niños bailaban a su alrededor en señal de victoria. En sus tiempos los infantes no eran tan agresivos. Estos literal apenas lo vieron con el disfraz, lo atacaron, diciendo que debía ser el conejo enemigo de la pascua. El Yuki literal ni siquiera sabía que eso existía. Intentó defenderse como ninja que era, pero entre que no podía golpearlos y que no veía casi nada, le fue muy difícil. Aguantó un rato, pero la energía de ellos parecía infinita. Terminaron por ser los ganadores.
Los adultos no hicieron mucho por entretenerlos tampoco. Solo sirvieron comida, les dieron el chocolate y se fueron a conversar por ahí. Confiaban en que Nagi se encargaría del trabajo sucio, pero claramente fracasó.
Pero debería levantarse pronto, aunque esta fuera una tarea titánica. Escuchó a los niños gritar porque los estaba atacando un hombre con un disfraz que simulaba ser un chocolate. Tenía una espada de palo, así que debería ser un samurai. — Nadie celebrará en este lugar. Me encargaré de todos ustedes, niños malcriados. — Le pidieron ayuda, obviamente, a Nagi. Sabían que él estaba bajo el disfraz por haber reconocido su voz. El haberlo atacado fue simplemente un juego. Lo ayudaron a ponerse de pie y el enemigo de inmediato comenzó su ataque. Nagi apenas y esquivaba, recibiendo daños en su traje. Retrocedía en distintas direcciones, pero no tenía cómo contraatacar. De repente escuchó “¡la zanahoria!”.
Tras salir hacia el exterior, había de adorno una zanahoria de un tamaño similar al de una espada. La envainó como si de su arma se tratara y comenzó una auténtica pelea entre dos espadachines.
La escena era bastante peculiar. El hombre chocolate contra el hombre conejo. Realmente es cine y podrían hacer una película seria con la idea, aunque les costaría encontrar actores tan habilidosos con la espada como estos dos. Nagi al tiempo comenzó a perder. Su traje era sin duda una incomodidad tremenda. No podía moverse bien, no podía ver bien. Estaba todo mal. Además, la espada de zanahoria terminó por romperse. Su derrota estaba sentenciada y los niños no lo podían creer.
— ¿A poco se lo creyeron? — Si antes no se entendía nada, ahora menos. El hombre de chocolate se limpió la cara, resultando ser Mikage, amigo de Nagi y compañero suyo en la academia de espadachines. Todo fue una actuación para los niños. El verdadero show fue ese.
Fin.