El comienzo del fin [Priv. ???]
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Última modificación: 25-03-2023, 10:26 PM por Hikaru Yuki.
-Al fin llegó el día.- Se dirigió a Kiyoko, que esperaba a su lado aún más ansiosa que el propio Hikaru. -Más te vale que hayas elegido bien. Sería muy molesto tener que fumarnos a algún idiota por tanto tiempo.- No era más que una broma, pues confiaba en el juicio de la Kurama. Sin embargo, lo incomodaba un poco llegar a la reunión sin conocer prácticamente a la mitad del equipo. Pero el tiempo apremiaba y como dijo una vez algún sabio: situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas. Además, estaba seguro que aquellos seleccionados por Kiyoko serían sin duda lo suficientemente fuertes.

Las instrucciones eran claras y si bien el lugar podía resultar algo incómodo, tanto secretismo estaba más que justificado si se tenía en cuenta la coyuntura del País. Incluso en la isla más recóndita y de mala muerte, la puta Shodai Suijin tenía a algunos de sus cuervos al acecho. De esta forma, el Yuki y la Kurama se ocuparon de encontrar una extraña cueva oculta bajo la caída de una hermosa cascada, a la cual hicieron ciertas modificaciones con el fin de limitar sus dimensiones y favorecer un flujo unidireccional que evitaría todo tipo de sorpresas. Una antiestética pero efectiva barrera compuesta únicamente por picos de hielo bloqueaba de forma casi hermética la salida posterior, por lo que nadie podía llegar hasta allí sin atravesar la cascada y, por ende, sin ser visto por ellos.

La lluvia era inclemente y la niebla colaboraba en su búsqueda de discreción, aunque molestaría un poco para aquellos que pisaban por primera vez la Isla Oeste. En el camino, verían todo lo que escondía aquel submundo criminal. Restos de comida, armas e incluso cadáveres decoraban aquel suelo en el que las gotas de agua se mezclaban como si nada con la sangre. Nada más que lo típico para los lugareños, que circulaban vestidos con capas y evitando mirar demasiado, acostumbrados a una vida en los suburbios del más fiel vestigio de la niebla sangrienta.
De esta forma, los visitantes llegarían al sitio uno por uno, para dar inicio a un largo viaje que terminaría con todo; para bien o para mal.
Una vez adentro, encontrarían a ambos jounin sentados sobre lo que parecían ser saliencias del terreno gélido, las cuales funcionaban como pequeños asientos y eran suficientes para todo el grupo. Apenas se completara el equipo, daría inicio la reunión.

entrada a la cueva


final del escondite
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El hombre de cabellos rubios desembarcó con cuidado de la pequeña embarcación y pisó tierra firme. — Bienvenido a la Isla del Oeste  dijo en voz baja el único tripulante, mientras Shokan se alejaba del barco. Sabía que su cuota en Ryos ya había sido cancelada por el intermediario, por lo que cualquier interacción posterior con el capitán era innecesaria.

Avanzó sobre la mezcla de arena y superficie rocosa que rodeaba la costa, sintiendo la textura áspera bajo sus botas. La lluvia y la niebla dificultaban su visión, pero continuó avanzando hacia su destino. "Debo encontrar una cascada", murmuró para sí mismo.

A medida que se acercaba a la cascada, el sonido de las gotas que caían se intensificaba y la humedad del aire aumentaba. Observó cuidadosamente la barrera de picos de hielo que bloqueaba la salida posterior de la cueva y se aseguró de que no había ningún camino alternativo. Luego, avanzó con paso firme y seguro en la cueva, notando ciertos elementos que llamaron su atención de inmediato. Un tenue hedor emanaba de algunos lugares en aquel punto de encuentro.

"No parece muy ordenado", criticó mentalmente, mientras se protegía el olfato con la mano derecha.

Finalmente, llegó a la ubicación clave, demostrando más solidez en su andar, y procedió a acercarse con cautela, observando a dos figuras, una de ellas un poco más familiar para él. — Shokan.   se presentó brevemente antes de tomar asiento en aquellos relieves improvisados.

Su manto de color azul oscuro cubría la mayoría de su cuerpo y cuello, ocultando sus manos cerca de su abdomen y torso. Desde allí, pudo escuchar claramente el sonido del agua, caer en la cascada y sentir la humedad del ambiente. Sin embargo, no pudo evitar preguntarse qué otros peligros acechaban en la cueva, y qué lo había llevado a él y a Shokan a encontrarse allí.
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Era este día, ¿no? No recordaba bien la fecha que le dio aquella mujer. Fue hace unas semanas y su memoria no es la mejor del mundo. Al menos sí tenía presente el lugar. Las personas que creaban el movimiento eligieron un sitio bastante divertido en el cual reunirse. De hecho, Nagi aprovechó y llegó bastante temprano a la isla. Buscó individuos peligrosos con los cuales pelear de forma clandestina, fungiendo como una especie de matón. Normalmente los que ahí vivían creaban sus reglas, pero de vez en cuando llegaba alguien del exterior que impartía un reglamento nuevo. Se tomó bastantes horas, pero aun así estaba a tiempo para llegar a reunirse con esos tipos, en su mayoría desconocidos. Aunque Nagi tiende a ser alguien sociable, se olvida muy rápido de las personas si es que solo las vio una vez o no tuvieron demasiada relevancia en lo que él hacía.

La lluvia era protagonista ese día, no le gustaba. Para alguien alegre con él, el sol era lo mejor. — Me pregunto si será un mal augurio. — La niebla sí que no podía incomodar a nadie del País del Agua. O sea, debe ser demasiada costumbre. Al llegar a la cascada, pudo ver un poco más adelante a un individuo el cual ingresó luego de mirar a su alrededor. Nagi se escondió bien para no ser visto. Probablemente nadie quiere ser seguido. Después de todo, este grupo se haría de forma clandestina, por decirlo de alguna forma.

Pocos minutos luego de la llegada de Shokan, aparecería Nagi. En su rostro se veía una sonrisa emocionada. Portaba una capa grande de color azul, con capucha, la cual le sirvió para para protegerse de la lluvia. Al estar en un sitio protegido y seco, se la quitó. La ropa que llevaba debajo tenía leves cortes y estaba un poco sucia, evidenciando que anteriormente se metió en problemas. Estaba cerca de todos, a escasos metros, así que todos podrían entender que él no venía directamente dese casa.

Espero no haberlos hecho esperar, aunque creo que aún falta gente. — Asumía que el número debía estar cerca de los siete, y actualmente solo hay cuatro. Sin embargo, el Yuki no querría quedarse simplemente esperando, aburriéndose. Podría tirarse a dormir, pero eso quizás podría lograr el efecto contrario al deseo. Tenía un poco de sueño ya que fuen largo viaje, pero podía posponer su descanso para después. Ahora tenía otras ideas. Y sí, esperaba que todos los reunidos fueran realmente fuertes, lo cual le emocionaba. Descubrir la fuerza que podían llegar a tener le parecía bastante entretenido. Ya vio en el pasado señales de lo que podía hacer Kiyoko, pero ¿qué hay del resto?

En el lado izquierdo su cadera se veía una katana, la cual estaba enfundada, pero la mano diestra fue rápidamente a sujetar la empuñadora, casi siendo amenazante. Su rostro seguía sonriente, emocionado. Para él esto no era algo “serio”, refiriéndonos a su amenaza, sino que un método divertido de matar el tiempo. — Me pregunto si les gustaría que nos divirtiéramos mientras esperamos al resto. — ¿Alguno aceptaría su propuesta? ¿O simplemente fueron ahí a hablar?
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Una importante y secreta reunión habría llevado al adolescente a aquella isla de la que tantas malas historias había escuchado. Él tenía claro que era única y exclusivamente fiel al imperio, pero la curiosidad y la emoción de haber recibido tal invitación le obligaron a viajar hasta las inmediaciones de aquella gélida cueva. Además, tras lo que había visto en la masacre de Iwagakure había nacido algo dentro de él que le impulsaba a buscar cualquier cosa que en un futuro le ayudara a realzar el honor de su facción. O quién sabe, quizá solo se estaba engañando a sí mismo y en realidad lo único que quería era ser útil de alguna manera para perdonarse sus propios pecados.

Quizá estaba siendo paranoico de más, pero antes de meterse en la cueva habría invocado a una pequeña araña que se colaría por las rocas y hielo de la cascada, oteando toda la zona para asegurarse de que aquello no era una emboscada o algo parecido. Tras apenas un par de minutos, el Kurama habría cerrado uno de sus ojos para ver lo que su creación estaba observando ahí dentro, confirmándole que allí habían varias personas esperando para dar inicio a la reunión.

Chikaku kumo

Sin más preámbulos, el moreno pasaría por la cascada y se dirigiría a la ubicación indicada. Su cuerpo temblaba ligeramente por el frío, aunque estaba más atento a los alrededores por si veía cualquier cosa extraña o se le caía una estalactita en la cabeza. Al final, después del paseo se reuniría con el grupo, aunque pararía a una distancia prudencial de todos mientras miraba a un lado y al otro buscando a su pequeña araña, mientras se frotaba las manos. Al final, el animalillo se dejaría caer del techo para caer en su cabeza, a lo que el muchacho reaccionó dando un pequeño bote por el susto─. Ah, aquí estás. Muchas gracias por tu ayuda ─le murmuraría mientras acariciaba sus colmillos con su índice.

Soy Kano Kurama. Siento la tardanza, quería asegurarme de que esto no era una trampa para matarme ─murmuraría a sus futuros compañeros mientras bajaba la cabeza, aunque sus orbes tono ámbar analizaron a todos los presentes sin preocuparse mucho en incomodarlos por su mirada.

Apariencia Kano
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La Kurama había llegado por su cuenta, separada de su compañero Hikaru para evitar levantar sospechas. De hecho, su reporte de salida de Kiri indicaba un viaje al País de las Olas, pero en el trayecto, por su propia iniciativa y usando sus habilidades de engaño y genjutsu, había torcido el rumbo y obligado al timonel a dejarla a un par de kilómetros de la Isla del Oeste. Entre lluvia, niebla y el hielo que su compañero había formado en aquella cascada a la que llegaron para esperar al resto de concentrados, una fría sensación recorrió la columna de Kiyoko cuando al fin pudo bajarse la capucha de su capa negra y sacudir un poco su mojado cabello morado. — Hijo de puta, ¿no podías manejar algo con fuego en vez de lanzar rolitos para enfriar la gaseosa? — Se quejó para luego chasquear la lengua y escurrir sus coletas una por una, inclinando la cabeza.

Se sentó en uno de aquellos salientes de hielo en forma de rústicos y rudimentarios taburetes, y pegó un sobresalto por la sensación de frío. Entre estar mojada y aquel clima, no era para nada alentador tener que esperar a gente. — Yo sólo espero haber elegido gente puntual, porque me jodería mucho tener que pasar frío esperándolos. — Tosió un par de veces, frotándose las manos después y mirando al Yuki. — Estaremos completos, ¿no? ¿Has pensado hasta en "el demonio de la neblina"? — Preguntó inclinando la cabeza hacia atrás. Aquel apodo amenazante perteneciente ni más ni menos que a Momochi Zaruko, era ya una insignia del País del Agua, y entre los criminales era palabra mayor, siendo más temido incluso que Sakura Onmyoji, cabecilla del mercado negro y mano derecha de la Shodai Suijin.

Pronto, poco a poco pero en una sucesión que no tardaría demasiado tiempo, los integrantes irían llegando. El primero fue uno de los reclutados por Hikaru. Lo primero que la Kurama hizo, sin apenas inmutarse ni mostrar un ápice de temor o incertidumbre por la presencia de un desconocido, fue mirar a su compañero. — ¿Este es de los tuyos, huh?

Ante el acto de presencia del otro Yuki, Nagi, Kiyoko sí que se movió un poco. Se inclinó sobre su gélido asiento inclinando el tren superior y señalándolo con su índice derecho y una sonrisa en su rostro. — Mira, mira, ¡ese es de los míos! — Soltó una leve carcajada, orgullosa de su recluta. — No sé por qué, pero tiene algo que me llama extrañamente la atención, Hikaru. — Comentó para su compañero. Al cabo de unos segundos, Nagi propuso divertirse en la espera con juegos que no parecían ser específicamente un show musical o una danza, y su mano en la espada lo daba a entender muy claramente. A la vista de los hechos, se caía de maduro por qué le caía bien y le agradaba su recluta: era igual de violento y frenético que ella. — Ara, ara, Nagi Yuki. No estaba del todo segura de que vendrías, pero de verdad me emociona. — Sonrió observando su propia katana después, conteniendo las ganas de pelear.

Se puso alerta al ingresar el otro Kurama, y de inmediato lo reconoció de aquel encontronazo en Kiri en el que el joven no aceptó beber alcohol. Su forma de vestir y su apariencia eran inconfundibles. — No sabía que funcaríamos como guardería también. — Se mantuvo seria viéndolo un poco de arriba, para luego acomodar su capa. Tras un par de segundos, no pudo evitar dejar salir aquella carcajada aguantada. — Eres muy precavido, Kano. Ahora sí hablaremos como adultos, huh.
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Aquella isla no era de los destinos más idílicos que el Heizu podía siquiera considerar para su lista. Pero la suerte le había llevado a aquellas aguas y la barca que usaba de transporte encallaría en una de las orillas de la isla. El primer paso en la arena inundada por la incesante lluvia estuvo repleto de una seguridad tan inusitada como el simple hecho de haber decidido dar un paso en contra de su propia seguridad. Aquello en lo que estaba por verse envuelto era un riesgo total y absoluto, y cada célula de su cuerpo gritaba por precaución.

Dejaría atrás el cobijo de la barca pagando al barquero por el respectivo viaje mientras se cubría a sí mismo con un sobretodo negro. Las instrucciones no eran del todo claras y las condiciones del terreno no ayudaban para nada, pero la tormenta mental por la que atravesaba era mucho peor. Y, si quería respuestas, aquel primer paso sobre la arena tenía que venir seguido por otros tantos como fuesen necesarios hasta ubicar la infame cascada.

Debajo del sobretodo con capucha de colores oscuros vestía un atuendo de colores similares. Extrañamente llevaba el pelo suelto y sus instrumentos, utensilios y lo que sea que lo identificase en su calidad de ninja se mantenía oculto bajo la gruesa capa y a salvo de la lluvia. Lo único que resaltaba de alguna forma era el tantō que llevaba en la espalda.

Con las pistas e indicaciones que tenía bien grabadas en su mente atravesaría el terreno como le resultase más cómodo sin perder velocidad de avance. No estaba muy emocionado como para tratar de ser el primero, pero tampoco quería ser el último. Con ambos brazos cubiertos por aquel manto negro aprovecharía la virtud de lo oculto para tener, en todo momento, un kunai sostenido con la diestra y la guardia en alto. Fuese un demonio de los que supuestamente habitaban aquella isla maldita o un incauto bandido, estaría preparado.

El tiempo le daría razón a sus pasos cuando una cascada que encajaba con las descripciones se asomaba a la vista. La lluvia hacía que las suyas y no dejaba de entorpecer hasta los pensamientos del Heizu, pero su capacidad para navegar aquellos parajes rara vez le defraudaban. Antes de seguir, sin embargo, se detendría un par de segundos para ubicar posibles rutas de escape en caso de necesitarlo. Luego de tomada aquella previsión, continuó su camino, atravesando la cascada.

Mientras cruzaba el límite que la caída de agua marcaba alzaría ambas manos -ya fuera de la capa- y caminaría en linea recta hasta encontrarse con los demás. Con movimientos suaves y simples se quitaría la capucha para dejarse reconocer, y apenas ahí volvería a meter las manos debajo de la capa, volviendo a tomar el kunai por pura costumbre. Con la mirada inquisitiva alcanzó a reconocer ciertos rostros, incluido el de Kano, quien parecía estar recién llegando también.

— Soy Sevro. — Dijo en cuanto tuvo la oportunidad. — Me alegra no haber llegado demasiado tarde. — Agregó. Por sus piernas podía sentir el escurrir del agua de lluvia que se había quedado atrapada en la tela, y el frío era cuanto menos molesto. — ¿A alguien le importa si fumo? — Diría para, finalmente, sacar un cigarro y colocarlo entre sus labios. Si a nadie le importaba lo encendería con un pequeño encendedor que siempre llevaba consigo. Todo este movimiento sería con la izquierda, pues la diestra seguía bajo la manta jugando con el kunai.
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Última modificación: 04-04-2023, 07:58 PM por Aiko Yamamoto.
Después de un largo viaje en barco Aiko llegaría a la isla del oeste no era una de sus islas preferidas ella sabía que es un lugar sin ley dónde una discusión podía terminar con alguien muerto también infestada de piratas como traidores pero la organización escogió el lugar por algo así que ella no podía quejarse.

Al llegar la joven no quería ser reconocida así que se oculto entre algunos establecimientos se aseguró que nadie la observará de su libro saco un talismán el cual expulsó una flama azul brillante la cual sujetó con sus manos luego lo introdujo dentro de su cuerpo, fuego azul la cubrió de pies a cabeza a la kunoichi al disiparse cambió su apariencia un ser híbrido entre humano-lobo vistiendo una armadura negra igual que su pelaje con ese aspecto empezó a recorrer el lugar pero no sé detenía mucho tiempo para evitar el caos.

-Es un lugar muy inmundo veo porque lo escogieron-, -Nadie vendría a este muladar- la isla en verdad vivía una terrible decadencia cadáveres, comida pudriéndose en el suelo, sangre y armas rotas parecía que este lugar era el basurero de las demás islas.

Las instrucciones para llegar al lugar eran sencillas pero no sería algo cómodo esquivar tantas piedras como pasar por la densidad del bosque y lo turbio del clima no ayudaba mucho si bien es parte del país del agua era la isla más primitiva que tenían registros, al llegar a la cascada aún con esa armadura pudo sentir el frío del agua que baño levemente su piel y ropajes se sentía diferente a la lluvia que había en el exterior lastimosamente siendo un inugami perfecto ambos podían tener las misma sensaciones que era un defecto.

Entrar en la cueva no fue difícil pero el eco de sus pisadas podrían delatarlos a lo lejos logro escuchar a otra persona que caminaba como voces a lo lejos, el inugami aceleró un poco más para encontrar la guarida que se encontraba al final de la cueva la creatura estaba parada detrás de Sevro talvez siendo ella la última en llegar, claramente había donde sentarse aunque la apariencia de Aiko no era la mejor cabeza de can una armadura o coraza negra, un cuerno en su cabeza, ojos amarillos, un hocico con llena de colmillos filosos y una espada, la voz que salió de su hocico era una mezcla entre un hombre maduro y la de una mujer.

-Creo que somos los últimos en llegar, soy Aiko Yamamoto estoy probando una técnica creada por uno de sus antepasados además es la primera vez que vengo a esta isla... Veo que ya con nosotros ya somos siete- Al parecer hablaba de ambos seres unido y no solo de ella estar fusionados parecía tener un defecto al hablar de uno mismo, nada justificaba el retraso del Onmyōji pero no le importo y simplemente espero a que empezará la reunión, ella disipo el jutsu cubriendo su cuerpo con flamas azules y al extinguirse volvió a su apariencia normal, una joven dama de cabellera negra, vistiendo una Yukata azul oscuro, sandalias, chamarra negra, lentes, una flama azul y otra negra flotaban encima de la cabeza de la joven.

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Inugami apariencia
[Imagen: c8SXohe.jpeg]
Narro/ Pienso/ Hablo
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Última modificación: 07-04-2023, 12:54 AM por Hikaru Yuki.
Los visitantes habían llegado uno a uno, y el Yuki se fue presentando antes todos aquellos que no conocía, mostrandose cordial y receptivo. Si bien eran prácticamente desconocidos, tenía intenciones de formar un vínculo estrecho con la gente de la cual dependería su vida. 

-Seh, incluso él caerá. Sólo nos falta ver quién será el valiente.- Respondió a la mención de su pana sobre el legendario demonio de la neblina.
Kiyoko, para sorpresa de nadie, fue tirando comentarios acerca de cada uno de ellos. No eran necesariamente positivos, lo cual reforzaba una de las características de la Kurama que mejor caían al Yuki: su honestidad bruta. 

-No hacía falta que lo dijeras, ¿eh? Se ve clarito que es de los tuyos.- comentó ante la llegada y el casi inmediato desafío planteado por Nagi. 

-Claro, como en tu casa.- Intentó hacer sentir cómodo a Sevro, quien recurría al cigarrillo para mitigar parcialmente la ansiedad. 

Uno de los últimos en llegar sería Kano Kurama, aparentemente reclutado por Kiyoko, quien dejó entrever que ya conocía al joven.
-Yo no me burlaría tanto, que los más pequeños muchas veces son de los más bravos.  Advirtió a su amiga. -Además, quizá estemos al fin en presencia de un Kurama que sepa pelear con genjutsu... ¿no crees?- 

Finalmente, apareció en la cueva una figura tan extraña como divertida. En principio pensó que se trataba de  una especie de espíritu de chakra, pero luego la skin se disipó dejando ver a una joven de cabello largo y oscuro que se presentaría como Aiko. 
No entendió muy bien a qué se refería con la técnica de sus ancestros, ni mucho menos por qué hablaba sobre sí misma en plural. Pero nada de eso era importante, ya que tenía razón en algo: los siete estaban allí presentes.

-Bienvenida, Aiko.- Se levantó para acercarse un poco más a las visitas con un andar cansino. Una vez cerca de ellos, apoyó sus manos en el suelo para ver como una nueva formación gélida cubría esta vez el extremo anterior de la cueva.

-Esto no es más que una medida de seguridad, no tienen de qué preocuparse. Me disculpo por el frío, Kiyoko tiene razón. Hubiera sido conveniente que alguno de los dos fuera usuario de Doton.- Tomó aire y recorrió con la mirada a todos los presentes a excepción de la Kurama, como si registrara sus rostros al mismo tiempo que les asignaba el nombre que acababa de escuchar. 
-Bueno, en primer lugar gracias a todos por venir. Sé que el lugar no era el idea, pero sabrán entender los motivos...- Miró ahora sí a Kiyoko mientras hablaba, señalando su lengua con una sonrisa, mientras inclinaba levemente su cabeza como si estuviera preguntando algo. ¿Acaso estaba loco? Daba igual, pues si la Kurama no lo detenía continuaría hablando.

-Imagino que todos tienen al menos una vaga idea de por qué estamos aquí, y asumo también por su presencia que están de acuerdo con nosotros en que algo así debe hacerse.- Sin más preambulos, expuso tan claramente como pudo su idea, contando con el respaldo de la Kurama en cualquier bache o dato importante que omitiera.

-Nuestra idea no es otra que derrocar a la Shodai Suijin para recuperar la aldea y liberar a su gente. No somos rebeldes, ni estamos cerca de serlo. Si bien podemos compartir algún que otro objetivo con ellos, nuestro fin máximo es que no exista una dicotomía tal como rebeldes o imperiales en el País del Agua. Queremos restaurar la fuerza de la Niebla, pero no aquella que propone Boshoku sino la que ellos mismos nos arrebataron; la unión que nace de un país independiente que representa los ideales de su gente. Explicó sin entrar en detalles la base sobre la que se sustentaba el plan, por si algún despistado aún tenía dudas o datos insuficientes.

-Para lograr esto, necesitamos un excelente trabajo de inteligencia además de un poder destructivo a la altura. De esta forma, creemos que lo mejor es apoyarnos en el último bastión de la fuerza de la antigua Kirigakure: las siete espadas legendarias de la Niebla.- Frenó por un segundo para asegurarse que sus compañeros estuvieran aún escuchando. -Actualmente, todas se encuentran en posesión de "Kumotta Tsuki"; la organización que funge como brazo ejecutor del imperio dentro de la rama criminal. 

Por supuesto, los portadores de estas espadas son shinobis excepcionales, y exactamente ahí es donde entran todos ustedes. Si están aquí es porque consideramos que cada uno de ustedes puede ser una pieza clave en esta rebelión que tiene como objetivo recuperar el País y la aldea.- Dejó un espacio para que Kiyoko comentara algo al respecto. Si bien no se le daba mal hablar, sabía que nadie inspiraba tanta sed de sangre como su compañera.
-Si logramos conseguirlas todas, habremos no sólo mermado considerablemente el poder de Boshoku en el Agua, sino que estaremos listos para dar pelea. Ya en esa situación, podremos debatir si conviene o no formar una alianza temporal con los rebeldes para un asalto definitivo, algo que en lo personal preferiría evitar pero que veo demasiado ambicioso discutir ahora.

Retrocedió los pocos metros que lo separaban de su asiento inicial para apoyar su cintura contra él, sin sentarse del todo.
-Y bien... ¿Qué dicen?- Miró nuevamente a los presentes, mientras tomaba del bolsillo de su campera unos siete pergaminos pequeños, cerrados con una simpática cinta roja.
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Lamentablemente, no podría divertirse como quería. El resto no tardó en llegar y el tipo que inicialmente estaba con Hikaru resultó ser bastante cordial. Al parecer, no tendría la oportunidad de probar por sí mismo la fuerza del resto de integrantes de este selecto grupo. Emergieron desde las sombras “compañeros” de todo tipo, género, raza, edad, habilidad, de todos los colores. Había para regodearse, lo cual es positivo. Si todos fueran similares provocaría monotonía, y eso sería bastante aburrido, al menos para Nagi. Sinceramente, ningún le llamó demasiado la atención, pero esto es solo juzgando cada libro por su portada. Hasta ver la fuerza que tenían no crearía conclusiones.

Oh. — Al fin algo concreto que le hizo sentir que podía valer la pena haber ido. El amigo de Kiyoko, Hikaru, demostró ser usuario del elemento hielo, al igual que Nagi. Seguramente lo habrá visto antes, pero nuestro Yuki espadachín no se caracteriza por ser la persona con mejor memoria a mediano y largo plazo, a no ser que se trate de un ser con quien haya experimentado un combate entretenido. Viendo que se venía un largo discurso, atinó a sentarse en el piso, cruzando las piernas. Kiyoko en el pasado le mencionó más o menos de qué iba el proyecto, pero asumía que en esta reunión se expondría mucho más a fondo el plan. No es que Nagi esté muy interesado en cosas complicadas. Se le atrapó diciéndole simplemente que irían a por las espadas de la niebla, un objetivo que tiene desde hace mucho.

Hmm, si analizaba bien, podía ser algo complicado buscar derrocar a los imperialistas, sobre todo si se toma en cuenta que recientemente Nagi logró entrar de forma más oficial en sus filas. Es más, podría fingir escuchar aquí, decir que acepta unirse, pero luego ir con sus superiores y contarles todo el plan maléfico que está diciendo Hikaru. Sí, ese sería un plan lógico que probablemente eleve sus estatus en las filas imperialistas y le dé beneficios más provechosos que los que tiene en la actualidad como un simple chuunin. — Pero sería demasiado aburrido. No tendría emoción.

Cuando terminó de hablar, aún sentado y con una sonrisa en el rostro, quiso divertirse más y no dejar tan fácil la conversación. Aceptar y ya le haría el trabajo más fácil al resto. Generar algo de discordia era lo mejor, incluso si en el fondo era fingida. — Pero ya somos una aldea bastante poderosa en comparación al resto. ¿Qué beneficio nos traerá disolver esa dicotomía? Arriesgamos nuestra vida buscando la espada. Si no ofreces algo concreto, no habrá diferencia entre que te ayudemos o no.

Luego de finalizar sus palabras, haría silencio unos cuantos segundos por si alguien quería comentar al respecto. Sinceramente, lo más probable es que al final termine aceptando unirse igual, ya que esto podría darle la oportunidad de acercarse a uno de los dueños de esas queridas espadas. Eso ya hacía que valga la pena, pero generar un poco de tensión en el ambiente provocaba que la piel se le erice, emocionándolo.

Si esa guerra interna que propones sale mal y la aldea queda mal parada. ¿Te harás responsable ante nosotros? Supongo que sabes lo que significa. — Su vida.
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Los últimos que faltaban harían acto de presencia en aquella extraña sala de reuniones. Kano reconoció vagamente algunas caras, aunque no había nadie que mantuviera una relación estrecha con él. Por un lado agradecía no estar totalmente rodeado de desconocidos, ya que le hacía sentir un poco más cómodo; eso sí, la presión por la ansiedad no llegó a escapar de su pecho.

El comentario de Kiyoko consiguió que el Kurama frunciera un poco el ceño y apretara los labios en un intento de controlar el impulso de enfrentarla. Hace meses no le habría importado, ya que estaba acostumbrado a que se burlaran de él por su edad, pero después de haber vivido tantas cosas y desarrollar un poco de confianza en sí mismo esas palabras comenzaban a hartarle. 
Por suerte, Haruki la corregiría antes de que el adolescente hiciera una tontería. Él miró al peliblanco y hizo un leve gesto con la cabeza como muestra de agradecimiento, a la vez que su mandíbula y hombros se relajaban ligeramente.

Después de las presentaciones y la demostración de las distintas personalidades del grupo, quien aparentaba ser el líder daría inicio a su discurso poniendo sobre la mesa sus objetivos. El ilusionista demoníaco estaba de acuerdo con varias cosas de las que decía; las famosas espadas de la niebla eran unas herramientas formidables para aumentar la fuerza de Kirigakure. Sin embargo, su fuerte idealismo imperialista haría saltar todas sus alarmas en el momento que mencionó el derrocamiento del Shodai Shujin.

Iba a abrir la boca para hablar, pero fue interrumpido por el segundo Yuki que se encontraba en la estancia. Para la sorpresa del maestro de las arañas, su comentario le pareció bastante acertado y no dudó en apoyarle, dejando a un lado su miedo a hablar en público.
Coincido con... ─hizo una breve pausa dubitativo, ya que no sabía cual era su nombre─ él ─y le señaló con su barbilla─. Gracias al imperio, Kirigakure ahora mismo tiene estabilidad y es más fuerte que nunca ─comentó con total seguridad, casi pareciendo un adulto si no fuera por su voz de pito─. ¿No sería más fácil reforzar lo que ya tenemos? ─con su pregunta retórica, extendió sus manos para dar más fuerza a sus palabras.

─ Pensadlo así ─y dio un par de toques en la sien con su índice─. El ejército imperialista tiene la riqueza, el poder y la información para ayudarnos a conseguir nuestro objetivo ─argumentó mostrando sus dotes para la diplomacia─. Si nos aliamos con ellos y vamos ganándonos su reconocimiento, la aldea será imparable ─sentenció confiando totalmente en lo que decía─. Derrocar al Shodai Shujin lo único que hará será desatar el caos, volviéndonos más vulnerables.
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Última modificación: 07-04-2023, 06:13 PM por Aiko Yamamoto.
Aiko se sentó en un trozo de hielo junto sus piernas para sentarse en ellas y no sentir el frío tan cercas de su cuerpo rápidamente observó a todos en el lugar casi no conocía a nadie pero fue bien recibida por el líder del lugar quien  era un Yuki, ella solo pudo hacer una leve reverencia ante el líder de la nueva agrupación, usando sus poderes como maestros de hyōton Hikaru logro cerrar la caverna para comenzar la reunión.

La plática iba bien tocaron varios puntos que la kunoichi y miembro de la facción Rebelde tenía razón pero si quería mantener la fachada como imperial tendría que pensar bien sus respuestas, los más fieles al imperio fueron los primeros en hablar claro tocando puntos importantes pero la idea del joven Kurama no sería nada útil -Yo entiendo la preocupación de mis colegas, hace poco ejecutaron a un anciano que le contó una historia de ninjas a un niño, no quisiera que algo así le pasará a mi madre pero tampoco podemos atacar tan directo al imperio no hay que olvidar que fue el pueblo quien escogió al imperio, ¡Pero! tampoco podemos solo "reforzar lo que ya tenemos"- la joven levantó ambas manos bajando y subiendo los dedos índice y medio para hacer énfasis a lo que dijo Kano -Si hacemos eso nunca veremos una de esas espadas y siempre seremos Gādian's, aunque no se si sea necesario matar al portador de la espada podríamos reemplazarlo por uno de nosotros así el imperio no pierde poder y la organización consigue la espada legendaria ¿No se podría funcionar?- la joven subió sus lentes para acomodarlos dejando ver un resplandor gracias a la luz que reflejaban sus Onobi's ante el cristal de sus anteojos.

Seguiría escuchado sus demás compañeros pero la idea de esperar a que un Senchō muera sería un plan de treinta años pero debía mantener la fachada como imperial -En cierta manera tiene razón no podemos desestabilizar el país por una espada, pero tampoco vamos a esperar treinta o cuarenta años a que un Senchō o al Shodai Suijin se le atoré una espina de pescado en la garganta y muera para tener una espada, debemos tener algún plan que no afecte el país y podamos conseguir las espadas- la joven tendría que escuchar a las demás personas en el grupo aunque ella tenía una idea no podía dejar escapar más información y también tenía que conocer la mentalidad de sus compañeros y sin importar como acabará las discusiones ella se levantaría para tomar uno de los pergaminos con listón rojo que ofreció Hiraku.
[Imagen: c8SXohe.jpeg]
Narro/ Pienso/ Hablo
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Un tenue tarareo evidenciaba la paciencia del de mechones azules. Allí, sentado, efectuaba su espera como cualquier individuo haría más, no fue mucha, pues, y con un tarareo distintivo acompañó el ingreso de Nagi, así como el ligero interés que causó en su persona. "¿Es él uno de los elegidos...?" Se preguntó a sí mismo, su rostro demostraba juventud.  — Bienvenido.  — Replicó. Su cabeza negaría un par de veces antes de retornar su atención hacia aquel fino y suave tarareo, apenas y de reojo observó durante segundos el estado de los ropajes del joven Nagi.

Sorprendido se mostró Shokan ante la indecente propuesta del recién llegado. "¿Divertirnos?" Dicha sorpresa pasó a ser de tonalidad desconcertante, no podía asimilar de forma rápida que alguien se tomará el asunto con tanta ligereza.  — Pasó.  — Replicó sin mucho dudar y desvió su mirada del animado chico, más no su mente, marcando a aquel como un problema tener en cuenta.

"Uno peca de osado y otro de precavido..." Sonrió ligeramente, ante él tenía un poco de todo; algo de cada extremo de la balanza al parecer.  — No parece serlo, pero el chico tiene ganas de algo de diversión.  — Si bien no pretendía participar, espero que extender la dinámica hacia el recién llegado sentara bien en Nagi, aquello lo hizo con despropósito, simplemente intentaba —quizá— forzosamente ser amable.

Toda aquella interacción que la fémina proyectó; permitiría a Shokan ir trazando las aparentes relaciones y posiciones que el poco elaborado grupo tenía para hacer alarde. Las presentaciones parecían cesar posterior a la llegada de un individuo con aspecto extremadamente extraño. Para su calmar, se trataba simplemente de una técnica...

"¿Es eso una técnica? Debe haber invertido muchos puntos para poder ejecutar una técnica de ese calibre, el tiempo de entrenamiento incluso sin una promoción debe haber sido diabólico..." Pensó bastante intrigado con respecto a la última presentación.

El joven de cabellos blancos parecía manejar la información en su mayoría. Los detalles eran escasos, pero a pesar de ello la información era de bastante utilidad para Shokan; tomando en cuenta de que había sido reclutado de manera estrepitosa y casi a último momento. "Es un movimiento arriesgado. Y su finalidad es dudosa." Quizá sus intereses no estaban totalmente comprometidos en este "movimiento", pero le daba una oportunidad de ver una Kirigakure distinta; solo imaginar el hecho de poder tener una perspectiva diferente de aquellas masas le causaba cierta emoción.

"Habrá mucho por juzgar..." Sonrió para sus adentros y negó ante la solicitud de comentarios del Yuki. Las palabras de los próximos tres únicamente sumaron más y más al largo desconocimiento del Sin Clan, pero a pesar de ello no pretendía exponer su posición aun cuando todo parecía apuntar a su favor, pues la mayoría apoyaban de cierta forma el movimiento imperialista que había llevado a Kirigakure hasta donde estaba.
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Siendo el cigarrillo que llevaba encendido en la diestra la única fuente de calor cercana, el Heizu tomó asiento a unos metros del resto. Lo suficientemente cerca como para escuchar todo salvo algún susurro cauteloso y lo suficientemente lejos como para permitirse rango de acción en caso de que las cosas escalasen.

Y fráncamente podían escalar en cualquier instante. Quienes poblaban aquella cueva parecían completamente distintos los unos de los otros. El peliazul, si bien reconocía a algunos, no podía depositar su confianza en absolutamente nadie. Era una situación molesta, si, pero no iba a ser él el discordante que encendiera la mecha de un enfrentamiento. Y ahora, para más tortura, la ruta de salida parecía sellada también. Por ello, sus únicas herramientas eran el silencio y la precaución. Asombrosamente, sin embargo, el resto demostraría luego no pensar lo mismo.

Luego de Sevro tomar asiento en una de las gélidas formaciones el chico de cabellos blancos que le había dado luz verde a su llegada se tomaría la atribución de robarse la atención de todos con algunas palabras. Sevro no era ajeno a la idea planteada, después de todo él sabía bien el por qué de su participación en tal aventura, aún cuando fuese en contra de todo lo que creía pensar y pensaba creer. Para cuando el peliblanco terminase su intervención, el Heizu daría un último calado al cigarrillo y dejaría caer el filtro al suelo para pisotearlo con la diestra. Justo ahí no tenía que preocuparse por ocasionar un incendio, pero la costumbre de apagar el cigarro estaba en su memoria muscular.

Eventualmente y con los comentarios de Kano, Aiko y Nagi el Heizu caería en cuenta del desbalance anímico que abundaba en la sala. No pudo evitar etiquetar de valientes a los que daban su punto de vista tan ligeramente. – ¿Será confianza o simple inocencia? – Pensó. En su psique no había lugar a opinar de tal forma sin esperar una puñalada a cambio. Especialmente con un tópico tan delicado como el que se discutía.

De cualquier forma todos tenían sus razones para estar ahí y no en el cálido abrazo del hogar. Si el Heizu quisiese adivinar, probablemente recurriría a la curiosidad y el deseo de poder como posible móvil para todos los presentes. ¿Él? Ni siquiera lo sabía con certeza, pero cuando la oportunidad de alzar la cabeza se le presentó no dudó más de un segundo en tomarla.

Pero una duda surgió, y hasta el momento no había sido respondida. De nuevo, no quería ser él el motivo de la discordia. Pero si de alguna forma iba a llevar a cabo la empresa que el peliblanco presentaba, ciertas garantías tenían que darse primero. Por ello, cuando hubo un espacio entre las palabras del resto, alzaría él la voz. – Creo que hablo por la mayoría cuando digo que no confiaría mi espalda a ninguno de los presentes. ¿Qué evitará que alguno de nosotros salga de acá a buscar al primer oficial del imperio que se cruce y soltar todo lo que escuchamos? – La pregunta podía parecer directa pero era una realidad. Una que esperaba él que el maestro de ceremonias tuviese cubierta. Aguardaría entonces por una respuesta que le dejase conforme, si es que la había. Si bien el miedo a no salir con vida de aquella cueva era un aliciente a tomar en cuenta, debía haber algo más, ¿No?
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Tras la llegada de los últimos asistentes de la reunión, y el cierre temporal de la cueva, la mente maestra detrás de aquella idea de perseguir el legendario filo de los artefactos más fuertes de la historia conocida de Kiri, dio inicio a su discurso y presentación de las ideas. Ella no tenía mucha intención en ayudarlo, pues creía que él sabría darse a entender, pero al finalizar, sin duda quería aclarar un par de ítems a los presentes. Más el otro Yuki, aquel que la espejaba en actitud, no tardó en ser el primero en responder y hacer un par de preguntas clave, aquellas mismas que Kiyoko había formulado a Hikaru luego de intentar asesinarlo.

No tardarían en re-preguntar y adherir a cuestiones similares Kano y Aiko, en muestra clara de una ideología sumamente nacional-imperialista que confirmaba las sospechas que, sobre todo del otro Kurama, había tenido en su anterior encuentro: hijos del Imperio del Agua, al igual que ella misma. Los nacidos de las entrañas de Boshoku no podían morder la mano que los alimentaba, o al menos hasta que las virtuales cadenas que los mantenían mansos se rompiesen. — Me sorprende que habiendo servido al Agua desde hace un tiempo considerable, todavía crean en cuentos sobre la situación real. ¿Es un chiste? Nadie nos dará las espadas, aquello que es nuestro y nos pertenece por naturaleza, si vamos a pedirlas cordialmente. De hecho, no creo que nos espere mucho más que una ejecución. — Le lanzó una mirada desafiante a Kano. Supuso que, debido a uno de sus encuentros anteriores, el Kurama sabía a qué se refería. — Aclararé un par de cosas que creo que no se entendieron. — Comentó poniéndose de pie y observando a todos los presentes, pero focalizando sobre todo en los disidentes. — Es obvio que el primer paso a seguir es juntar esas espadas, y supongo que por eso la mayoría de ustedes accedió a estar aquí. Estoy segura de que ninguno de los que las tiene es más fuerte que yo, y si están en este lugar supongo que se consideran igual de fuertes. Entonces, ¿en quién estamos confiando la toma de decisiones y el futuro del país? Sumado a eso, llevo toda mi vida sirviendo al imperio, y estoy en un lugar desde el que pude observar su funcionamiento de manera muy clara. Sí, somos un imperio fuerte, pero las decisiones que toma 'la' Shodai Suijin — hizo énfasis en el artículo femenino. — no siempre me parecen bien, y de hecho, sólo los más fuertes pueden estar al mando de Kiri, por lo que significa mantener a la aldea en la cima.

Observó a la otra kunoichi del lugar antes de continuar. — Si alguno de ustedes muere a mano de un miembro de Kumotta Tsuki, habrá fracasado individualmente, y eso significa que no tenía lo necesario para participar del movimiento que recupere la grandeza total de la Niebla. Sus vidas me valen bien poco, y si están acá es sólo porque alguien vio en ustedes potencial de poder apropiarse de las espadas que nos son propias. Ahora, en caso de que las obtengan, significará que se habrán convertido en criminales perseguidos por el Imperio, pero también que son los más capacitados para portar las espadas, por lo que la Shodai Suijin no tendrá de otra que perdonar nuestros pecados y convertirnos en su nuevo brazo ejecutor. — Formó una sonrisa mostrando parcialmente su lengua, como solía hacer cuando imaginaba escenarios extremadamente violentos y donde el combate brillaba por su presencia. — ¿Van entendiendo o se los explico con dibujitos, huh? Con eso ya llevamos el 90% del trabajo hecho. ¿Qué queda? Dar el golpe, deponer a la incompetencia hecha nombre, al actual Imperio del Agua, y pasar a tomar el liderazgo del país. — Acomodó su katana, que se había movido entre el movimiento de manos y comenzaba a molestarle un poco allí envainada. — De norte a sur, no hay isla en que estos hijos de puta no demuestren su incompetencia, y en las alianzas que forman con el resto de aldeas me causan suficientes náuseas como para querer hacerme cargo. Pero eso no me convierte en rebelde, de hecho creo que las ideas de esos zurdos son tan utópicas que llevarían a la ruina a cualquier aldea, por lo que si fuera por mí los asesinaría de igual manera.

Dio una pausa y, con su mano en el mango de su arma, dio un último vistazo a los ojos de cada uno, peinando sus reacciones. — Ah, y obviamente no hay lugar ni yo tengo ánimos para disidentes, así que si alguien aún se opone, lo solucionamos enseguida, eh. — Una sonrisa de oreja a oreja se formó en su infantil pero despiadado rostro. Su único ojo mostraba el fervor de quien estaba esperando a algún opositor. Hacer correr la sangre por la gélida caverna que veía la luz del plan de Hikaru era su mayor anhelo, aunque claramente iba en contra de la lógica.

Y ante la pregunta de Sevro, la fémina simplemente, aún sonriente, sacó la lengua, mostrando un patrón allí dibujado de tres líneas negras, una encima de la otra. Aquel era el sello que Hikaru le había colocado, y el que, ella suponía, le colocaría a todos allí. A su parecer, de allí saldrían todos con la misma marca, o no saldrían. Blood in, blood out.
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Las inquietudes se hicieron presentes dentro del grupo, probablemente bastante más de lo que esperaba. El primero en mostrarse disconforme con su planteo fue Nagi, pero no sería el último ni el principal detractor de sus ideas. Aquello no suponía necesariamente un problema, puesto que Hikaru estaba dispuesto a contestar a cada uno de ellos e intentar vender nuevamente su idea. Si alguno insistía en disidir y terminaba por marcharse, honestamente le daba igual; lo que no podía permitirse era un debate que llevara a un éxodo masivo.

-Esa concepción de nuestra aldea creo que es algo tramposa. Es cierto que somos una de las piezas más fuertes del régimen de boshoku, pero de qué sirve ser fuerte si no tenemos poder de decisión o una autonomía que defender con dicha fuerza. Es decir, por más soldados o dinero que el llamado Kami-Sama invierta en el agua, no somos más que eso: una pieza en su tablero. Si algún día por X motivo deja de convenirle centrar su poder aquí, podemos pasar en cuestión de días a ocupar el lugar de Iwagakure o uno incluso peor.- Tenía muchos motivos para querer ir en contra de la Shodai Suijin, pero eligió rápidamente el que más le pareció que se adecuaba al planteo de Nagi.

Kano Kurama también puso sobre la mesa su punto de vista, acompañado en parte por Aiko. No culpaba en absoluto a los chicos por su forma de ver el mundo, pues sólo repetían lo que el imperio les había dado de comer todos estos años. Sin embargo, no podía permitir que la base de su propuesta se convirtiera en un pata tambaleante, por lo que este planteo le importaba más que el anterior. Ellos no estaban pidiendo motivos o dando una vuelta de tuerca como Nagi, sino que estaban planteando una organización completamente distinta a la que se gestaba frente a sus ojos. 
Kiyoko no tardó en interceder, dejando en claro que las cosas eran de una forma y eso no cambiaría. 

-Así es.- Asintió luego de escuchar las palabras de Kiyoko.- Quizá no fui del todo claro, pero nuestro objetivo no está en tela de juicio aquí. Podemos debatir acerca de cómo hacerlo e incluso sobre qué hacer una vez que lo logremos, pero la base del plan está clara. Conseguir las espadas no es el fin en sí mismo, sino un medio para conseguirlo. Reculó, buscando evitar entrar en un sinsentido. -Por otro lado, buscar las espadas para ponernos al servicio del imperio no tiene sentido alguno, puesto que es exactamente lo que está haciendo Kumotta Tsuki. En ese caso, creo que es mejor quedarnos en casa y evitar jugarnos la vida.

Justo cuando iba a decir algo más al respecto, escuchó cómo Aiko dio justo en el clavo, probablemente sin saberlo. -Ahí está, Aiko. Ese es exactamente el problema que enfrentamos.- Soltó luego de escuchar la anécdota del anciano al que habían ejecutado. -¿Te parece normal vivir en un mundo en que alguien sea ejecutado por el simple hecho de contar una historia verídica? En eso último te equivocas, no fue la gente quien eligió al imperio. Miró a la joven y también al chico Kano, comprendiendo enseguida cómo su edad influía directamente en sus palabras. -Me hace sentir muy viejo, pero creo que es algo que vale la pena recalcar. Rascó su cabeza mientras miraba fijamente al suelo por un momento, para luego levantar su mirada. -El régimen actual no es más que una dictadura, bajo ningún punto los gobernantes actuales ni el imperio en sí mismo fueron elegidos por la gente. Al contrario. Luego del ataque a Sunagakure, la última aldea que en rebelarse contra Boshoku, las demás naciones no tuvieron otra opción que agachar la cabeza y aceptar el dominio de los tipos que llevaban años y múltiples guerras matando a su gente. Los Kages tuvieron que elegir entre el exterminio y la rendición, y así comenzó todo esto.-


De esta forma, cada uno de los integrantes dejaba entrever algo de su personalidad con su reacción. Shokan, por su parte, parecía ser alguien de pocas palabras. Desde lo poco que demostraba, Hikaru percibió que no tenía mucho que objetar a lo ya planteado. Tomó su silencio como una forma de pronunciarse a favor del plan. Ya el tiempo diría si estaba o no equivocado.
Por último, Sevro también mantuvo la calma, aunque sacó a relucir un atributo suyo que llamó la atención del Yuki. Sin duda era el tipo de persona que se encuentra siempre un paso adelante: sin inmutarse por la introducción del jounin o los comentarios de sus compañeros, rápidamente encontró un problema que no tenía solución aparente y que ponía en jaque a todos los que se encontraban en aquella cueva.

-Tienes toda la razón, Sevro. En este momento, nada más que este improvisado muro de hielo les impide escapar de aquí y delatarnos ante la Suijin. Aquello les garantizaría un cargo alto en el imperio del agua y una vida de abundancia.- Suspiró, algo molesto porque las cosas se habían salido de lo planeado, pero también intrigado. -Sin embargo, afortunadamente pensamos en ello.- Recobró la calma, ya abrazando la idea de salirse del libreto. 

-Ante la fuerte probabilidad de que alguno de ustedes decidiera traicionarnos, decidimos plantear un escenario en el cual ninguno saldría de aquí con vida sin pasar por una suerte de "iniciación"- Señaló mientras hablaba las salidas cerradas y la cueva en general, dando a entender que se refería tanto al escenario metafórico como al físico. -No es nada raro, no se asusten. Se trata tan sólo de un sello que les impedirá hablar con cualquiera que no esté aquí presente acerca de la organización y sus planes. La consecuencia de desafiar esta consigna es la muerte, pero no trae ningún riesgo en caso de respetarse. En otras palabras, no tienen de qué preocuparse mientras no nos traicionen. Se detuvo, dejando lugar a cualquiera que estuviera ansioso por acotar algo. -Este sello no sólo actuará como seguro para nosotros, sino también para cada uno de ustedes. Ahora que saben todo esto y ya nos concemos en persona, si algo de esto se filtra todos caeremos juntos. 

No esperaba grandes peros con esta petición, ya que la entendía como algo bueno para todos. El sello en sí mismo no traía más beneficios que perjuicios. Era la tranquilidad de poder confiar en sus compañeros y desenvolverse con comodidad a cambio únicamente de una pequeña cuota de lealtad.

Sin más, realizó cinco clones de sombras, los cuales se acercarían a cada uno de los shinobi conforme estos fueran aceptado la petición. La excepción, por supuesto, era Kiyoko Kurama, quien ya contaba con el mismo sello y de la cual esperaba algún comentario que respaldara su pedido.

-Supongo que no hace falta que aclare qué pasa si alguno no está dispuesto a recibir el sello... ¿verdad?- No buscaba problemas con nadie, pero tampoco podía darse el lujo de permitir que alguno escapara de allí con la información y sin su sello.

Kage Bunshin no Jutsu

Zekka Konzetsu no Jutsu


off
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Sus palabras lograron lo que quería, generar un poquito de discordia. Más individuos después de él se mostraron en contra del plan expresado por Hikaru. Sin embargo, eran dados por un punto de vista más patriota que el de Nagi, quien se apoyó más en la comodidad actual que tenían todos viendo en Kirigakure tal como es ahora. Pero para Nagi, la comodidad no es lo que busca, sino la entretención. Ya dijo las suficientes mentiras para tornar el ambiente uno más entretenido, además de que sirvió para que tanto Kiyoko como el Yuki extendieran más su idea. Nuestro protagonista no es del tipo de persona que piensa demasiado en esas cosas. ¿Los actuales al mando fueron implantados a la fuerza? ¿En cualquier momento su situación puede cambiar porque no depende de ellos? ¿Son controlados como una marioneta? Qué más da. Nagi no pensará demasiado en esas cosas.

¿Terminar como Iwagakure? Debiste callarte luego de decir eso. No es un sitio que me agrade como para convertirnos en eso. — Comentó, ya dejando salir su lado normal, uno más agradable y cómico incluso de vez en cuando. Se colocó de pie mientras se sacudía la ropa debido a haberse sentado en el piso, el cual era tierra. — Vaya, chicos, ustedes son muy divertidos. Me agradan. — Por la forma tan amigable y normal que hablaba se podía entender que ya tenía tomada su decisión. No negaría que la idea de negarse y recibir el ataque de todos ellos podía ser divertido, pero dudaba poder salir victorioso él solo contra tantos. Probablemente deberá saciar su curiosidad sobre la fuerte de sus posibles compañeros de otra manera en el futuro.

Para mí es bastante simple. Si me ayudan a acercarme a uno de esos espadachines para vencerlo y tomar esa legendaria espada, les ayudaré en lo que gusten. — Sí, poque su objetivo desde que comenzó en la senda del kenjutsu fue apoderarse de una de las históricas espadas de la niebla. Este podría ser el trampolín que lo impulse a cumplir ese objetivo que tiene. Todo lo demás le da igual. Aunque esté dentro de las filas del imperio, ha sido solamente por comodidad. Tiene cero interés en sus ideales y también en los que defienden los rebeldes. Se puede decir que Nagi tiene su propia ideología y va tras lo que quiere sin importarle lo que tenga que hacer. Ahora, el unirse a esta gente parece ser la mejor decisión para ir por su propio beneficio.

Una vez explicaron el tema del sello para evitar que alguien de ahí fuera con el chisme afuera y vio al clon, ni tuvo que esperarlo. Se acercó a paso lento hacia él mientras colocaba ambas manos en los costados de la cintura. Esa postura tan relajada era para demostrar que no intentaría nada extraño y que aceptaba a cabalidad lo propuesto por el otro del clan frío.

Su intención fue ser el primero en recibir el sello, tal como fue el primero en hablar anteriormente.

No me molestaré si alguno de ustedes se niega y nos obliga a pelear. — Una pequeña broma dirigida al resto de ninjas que estaban a punto, a priori, de recibir su sello. También usó un obvio tono bromístico en sus palabras. Nadie debería tomárselas en serio. Claro, a no ser que realmente fuera a negarse y sepa que estará en peligro de muerte en cuestión de segundos.
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Los argumentos de cada integrante no se hizo esperar cada uno de ellos pensaba de manera diferente, otros simplemente callaron al parecer tenían un pensamiento más flexible o solo esperaban para ver quién desenvainaba primero, la chica de pelo rosa era muy directa tanto con sus respuestas como a sus soluciones.

-Yo no podría eliminar a los rebeldes son la última rama de los Shinobi's de antaño que quedan, parece que perder el ojo no solo afecto su forma de ver el mundo, pero bueno por ahora sirve así- cuando terminó de hablar la otra kunoichi volteo a ver a todos en el lugar, Aiko se mantenía sería su rostro era bastante tranquilo pero su mano también están en la empuñadura de su arma especial, la flama azul  que estaba cercas de ella aumento de tamaño como la tensión en el lugar.

Para calmar el asunto Hikaru Yuki continuo hablando como dando explicaciones un poco más razonables cómo también el fin de conseguir las espadas, también las palabras de Sevro eran ciertas cualquiera podría traicionar a los presentes pero esa preocupación también carcomía a la Onmyōji por dentro pero el Yuki también tenía una contramedida, un sello que evitaba que habláramos.

Aiko alejo su mano de su espada la llama azul volvió a su tamaño original - Es una buena idea así todos ganamos o todos caemos- respondió el espíritu azul claro solo otro Onmyōji podría escuchar la voz del espíritu animal que flotaba cercas de la kunoichi, clones hicieron acto de presencia y el primero en causar discordia fue el primero en aceptar el sello.

-Tambien me uno, si me permiten tener una espada legendaria en mis manos será un honor ayudarles- con esa respuesta talvez parecía una interesada pero un poco de mas poder no le caía mal a Aiko cómo también cumplir algunos sueños que ella tenía -No tenía mucho que objetar al fin y al cabo ya soy una rebelde oficial y el imperio me causa algunos problemas con mis experimentos talvez la ayuda de esta organización podría ayudarme a completarlos - cuando se acercó el clon ella se dejaría marcar, las líneas aparecieron en su lengua.

Ya después de haber aceptado esa cara tan fría que trataba de mantener Aiko desapareció al sonreír mientras miraba al clon -¡Ja! creo poder romper el hielo con mi espada de un solo ataque si no te molesta quisiera intentarlo después de la reunión- talvez lo decía para escuchar los comentarios de sus demás compañeros pero sabía que tenía razón su poder incremento desde que Merrick estaba a su lado.
[Imagen: c8SXohe.jpeg]
Narro/ Pienso/ Hablo
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Las palabras tanto de Aiko, como de Kiyoko y de Haruki se sintieron como una bofetada correctiva para el Kurama. De hecho, por culpa de eso no tardó en notar como el enfado comenzaba a hervir desde lo más profundo de su ser, una reacción instintiva por aquellos ideales imperialistas que le habían impuesto desde que tenía memoria.
Sus ojos se entrecerraron mientras sus brazos se tensaban, inflando un poco sus venas, pero haciendo gala de un autocontrol impecable no tardó en morderse la lengua y inspirar profundamente para relajarse. Eso no significaba que fuera a calmarse de golpe, ya que no le gustaba lo que estaba escuchando, pero no podía dejarse llevar por su lado irracional en un lugar como ese si no quería acabar siendo alimento para gusanos.

Mundo Interno

La situación del Maestro de las Arañas no podía ser más complicada. Cuando el clon comenzó a implantar aquellos sellos, él se mantuvo rezagado y en silencio en un intento de pasar desapercibido, pero tarde o temprano llegaría su momento. Cuando eso pasara, bajaría la cabeza y soltaría un leve gruñido mientras se quedaba quieto dejando que le pusieran la marca.
Que quede claro que no hago esto porque quiera ─murmuraría amargamente─. Sino porque no me habéis dejado otra opción ─añadiría junto a un leve suspiro─. Mas os vale tener razón, porque sino esta va a ser la perdición de Kirigakure.
[Imagen: cb295f99ee3d24361583b9ee05fd2168.jpeg]
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Que la retorcida mente del Heizu quedase satisfecha no era deber ni responsabilidad de absolutamente nadie más que de él mismo. Constantemente la vida le recordaba que buscar tener todas las respuestas con anticipación era muchísimo más difícil en la práctica que en la teoría, y de ahí había nacido su naturaleza controladora y perspicaz, rozando a veces con lo paranóico. Herramientas de supervivencia no le faltaban y esa era una de ellas, porque a veces preguntar lo necesario era más que suficiente para prepararse para lo inevitable.

Pero la respuesta le había dejado un vacío mental extraño. No era familiar con técnicas de sellado más allá de las que usaba para guardar su arsenal en pergaminos, y la misma perspicacia que le había hecho preguntar hace instantes ahora le hacía cuestionarse si el sello iba a tener un motivo ulterior.

No se adelantó más allá de su papel de espectador tras preguntar, viendo como el resto de elocuentes parlanchines parecía tener algo que decir siempre. Envidió por unos segundos la ligereza con la que los otros tomaban el turno al habla y simplemente esperó, tratando de captar cada detalle que le permitiese entender y conocer a aquellos con quienes, aparentemente, tendría que compartir más a menudo de ahora en adelante.

Tampoco fue el primero en la fila -hipotética- para recibir el sello. Primero quería analizar la disposición del resto. Si había alguien con más soltura en tema de sellos, quizás se opusiera o soltaría información interesante, a pesar de la clara amenaza del Yuki. Pero más allá de oposiciones ideológicas como la de Kano, no parecía haber contrastes.

Llegado su momento se acercó al clon que le correspondía y permitió que la técnica siguiese su curso. Si todo salía bien y no había ningún percance, se alejaría del clon y volvería a tomar asiento donde estaba antes, sacando y encendiendo otro cigarrillo para ponerse a fumar.

Resumen por si alguien lee puro diálogo :pa:
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— Eso sí que es una declaración inquietante.  — Murmuró ante aquel comentario sobre Iwagakure. En ese lugar lleno de rocas y tierra, tenía muchos recuerdos, especialmente de aquella chica de cabellos naranja que arrebató a uno de los más altos en la jerarquía del País de la Tierra; relativamente fue fácil para él peli azul, pues aquel hombre era más viejo que la primera seta nacida en el seno del País mismo.

Por primera vez en la reunión las cosas parecían simplificarse exponencialmente para suerte de todos, también lo hacían alrededor del más platicador de todos aquellos “integrantes”.  — Tengo la misma sensación.  — Mentía, pero eso no era relevante. La aposición que Shokan adoptó fue una muy transigente, tan solo quería acabar con todo ese protocolo para poder planear su próximo movimiento. Nagi fue el primero de todos en dar el primer paso seguido de la chica y finalmente de aquel con tatuajes y marcas en todo su cuerpo, era extraño.

— Aceptó las condiciones.  — Afirmó verbalmente ante los comentarios del peliblanco a medida que se ponía de pie y poco a poco se acercaba para recibir la técnica de sellado que ya conocía de antemano. “Será cuestión de tiempo para remover esta cosa.” Pensó sin preocupación alguna sobre las habilidades de sellado del Yuki.

Así pues, Shokan esperó por su respectivo sello antes de regresar a tomar asiento donde lo había estado haciendo todo este rato.  — No he platicado mucho hasta ahora, pero tengo una duda con respecto a todo esto.  — Alzó su voz ligeramente por encima de las demás, esperando llamar la atención de la mayoría.  — ¿Han entrenado todas las técnicas que su rango les permite? — Habiendo retomado su asiento, coloco su diestra bajo su barbilla en espera de cualquier respuesta que pudiese recibir, tan solo esperaba no desatar una guerra.
Salto de foro:

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