[Easter] Festividad entre las Hojas
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20 de Sangatsu/Marzo, 15 D.Y.
Konohagakure no Sato, Avenida Principal, 07:00 PM

Poco a poco la primavera se acercaba, y con ello, una de las festividades más icónicas de los tiempos que corrían. El Easter rememoraba la llegada de la florida estación, y la "Nueva vida" que Boshoku y los actuales líderes mundiales habían brindado al mundo, de la mano de Kami-sama. Con su llegada, la vida se había renovado, y el mundo había accedido a una era de prosperidad inimaginable en tiempos de antaño. Los defensores del gobierno, de hecho, sostenían que nunca se había vivido tan bien, y que pre-Boshoku, el mundo era un lugar oscuro donde abundaba la pobreza y la sangre, y quienes defendían dichos ideales, ahora representados por la Rebelión, eran bestias que sólo querían sembrar el terror y la guerra, unos terroristas de primera mano.

La celebración se conmemoraba en todo el mundo, e incluso personas de ideología rebelde o anti-imperialista, se regocijaban con banquetes, guirnaldas y todo tipo de adornos en todas las localizaciones del mundo conocido. Eran comunes las flores, los conejos y los huevos de chocolate, adornados de pintorescas y diversas maneras, como regalos para los conocidos y amigos. Era una forma de celebrar la llegada de tan colorida estación, sumado a la aparente prosperidad del mundo o, al menos, de celebrar lo bueno que este tenía. Estos días eran aprovechados para olvidar por completo los problemas, y todo tomaba un tono más amigable y cero hostil. Los conflictos eran dejados de lado para unirse todos en celebración de la vida y la prosperidad. En los últimos años, con la ausencia prolongada de Kami-sama, los líderes mundiales de los Imperios eran más flexibles y cesaban en estos días de realizar ejecuciones y persecuciones violentas contra los detractores rebeldes. Quizá era un signo de que, poco a poco, Boshoku se humanizaba.




En la Avenida Principal de Konoha, hacía días que tanto ciudadanos como shinobis venían organizando una gran fiesta. Guirnaldas, escaparates coloridos, adornos con figuras de conejos, huevos y música a todas horas, eran sólo algunas de las notas festivas que caracterizaban al Easter. Como todos los años, los negocios se ponían de rebajas, y era costumbre vestir elegante en el día de la celebración. De hecho, las tiendas de ropa, sastreros y modistas, se ponían de acuerdo para realizar jugosas ofertas y permitir a la mayoría acceder a prendas de buen vestir, todo esto bajo la financiación del gobierno.

El evento más significativo de esos días en Konoha, era sin dudas el desfile de moda, donde cualquiera podía lucir sus prendas y desfilar por la Avenida Principal. Fuegos de artificio decoraban la celebración, y los negocios laterales, entre restaurantes, bares y tiendas de souvenirs, se veían repletos de personas disfrutando. Puestos de comida callejera, espuma, y no olvidemos los huevos de pascua, se veían por todos lados. Era tradición que todo el mundo entregase huevos a sus amigos y personas queridas, e incluso se había vuelto común entregarle un huevo rojo a aquel interés romántico, en forma de declaración de amor puro.

La tarde iba cayendo en aquel domingo, y las luces destacaban cada vez más, con coloridos tonos y una aldea que se transformaba en una verdadera fiesta. — Uno, dos, probando... Uno, do', tres. — Se escuchó desde los altavoces de la gran Konohagakure. Y pronto, la música se elevó un poco en un tono triunfal. — ¡Atención, ciudadanos de Konoha! ¡Es un placer que estemos todos reunidos hoy para celebrar un año más! Una nueva oportunidad de festejarnos, de rememorar todo lo bueno que tenemos y de ser fraternos con nuestros hermanos. ¡Un nuevo Easter! — La multitud estalló en aplausos y gritos. — ¡En una hora dará inicio la ceremonia y el desfile de moda! Así que todos aquellos que se han inscrito a participar, los esperamos al pie de la Torre Hokage para que nuestra líder Aiko les dé la bienvenida. ¡Muchas gracias!

OFF
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Había pasado ya un tiempo desde que llegué a la aldea, "adoptado" por así decirlo. Este Emaki Ninpo había aceptado, y de cierto modo, era lo mejor. Yo no sabía mucho de temas pro o contra imperio, pero cuando uno muere de hambre, poco le puede importar los problemas políticos.

Hace no mucho regresé de una misión en la cual acabé con varios rebeldes. No había sido fácil pero tampoco especialmente difícil, y estaba de regreso en la aldea que me acogió. Regresaba también de lo sucedido en la "torre de papel" y la máquina de tinta, pero ese era tema para otra ocasión.

Me dirigí a la torre del kage, Aiko, vistiendo mis mejores ropas, dejando de lado mis ropas hechas de tela de costal por un conjunto blanco de pantalón y playera manga larga, salpicados de pintura como obra abstracta moderna, gracias a las horas que dedicaba a mi pintura. Incluso mis botas blancas estaban manchadas ¿que podía decir? Era un artista.

El lugar estaba lleno de música, puestos callejeros y espuma. Uno de mis "Sirvientes de tinta", un ser de caricatura con forma de personaje de dibujo animado, le había encargado acompañarme. Mi fleco cubría mi frente, por lo que lo dividí a la mitad y me sujeté el cabello detrás en una pequeña coleta detrás de mi nuca. 

Recién salía de un puesto de comida, después de comprar bolitas de calamar, las cuales pinchaba con un palillo desde una bolsa de papel, cuando comenzaron los fuegos artificiales. Era hermoso ver algo así, de hecho, era la primera vez que los veía. Luego de pasar tanto tiempo en el bosque, con hambre y ver morir a tus amigos, también huérfanos, era algo conmovedor. De no haber tenido chakra, este don, habría muerto hace mucho.

La música creció y las voces comenzaron a hablar, dando inicio a la celebración. Rápidamente, me dirigí con mi sirviente de caricatura hacia la torre del kage, apresurándome a comer las bolitas de calamar y bebiendo de una botella de te de jazmín frío. 

Quizás mi ropa no fuera la mejor, pero tenía cierta elegancia el fondo blanco con los manchones de colores. Me coloqué mi capucha, la cual si bien también estaba manchada con colores, como pintura abstracta, tenía 2 espirales que servían como ojos y un borde puntiagudo, como si se tratara de un pico, simulando el rostro de alguna ave.

Ya casi comenzaba el concurso de modas.

Llegaría y observaría a los demás participantes, mientras finalizaba mis bolitas de calamar. Le ordené a mi sirviente de tinta guardar la bolsa entre sus ropas al no ver un bote de basura cercano.

-La hokage vendrá pronto. Será la primera vez que la vea en persona- dije mientras pensaba para mí. Sin darme cuenta, casi piso un huevo de color rojo escarlata, envuelto en papel metálico. Lo recogí, volteé a todos lados y lo guardé al ver que nadie lo reclamaba. Quizás era una señal y se lo podría dar a alguien a quien apreciara.
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Le parecía increíble, y no para bien, que en medio de todo se armaran este tipo de festejos. La lucha entre rebeldes e imperiales no paraba, las muertes desde ambos lados eran conocidas a diario y Bishamon, como una de las médicas más influyentes de la aldea sí que conocía de casos de shinobi’s que perdían la vida todo el tiempo a causa de las constantes riñas que se presentaban por fuera de la villa.

¿Qué hacía ella ahí? ¿Era acaso su destino acompañar en algo más a la aldea? Cada vez más, con el pasar de los días, se sentía lejos y aunque se rumoraba que la actual Hokage actual tenía laxos con los rebeldes, nada le daba la seguridad de que el apoyo de la misma se fuera a dar alguna vez y que las cosas fueran a cambiar. Ella, por otro lado, buscaba y esperaba hacerse notar, había estado codo a codo con uno de los altos rangos del país del agua y claro, los intereses de Aiko quizá se movían buscando igualar al país que habían apoyado con shinobi’s recientemente. Conocía a la actual líder de la aldea, pero no había tenido la oportunidad de acercarse a ella. Quizá esta vez no solo la vería.

Como fuera, parada frente al espejo, la rubia de violáceos ojos se terminó de amarrar una especie de coleta morada en el pelo agarrando solo un mechón de este del lado izquierdo, tras ello, se dispuso a salir de su casa. Bien conocido era que, para el Easter, se solían usar trajes típicos y coloridos, se trataba de dar inicio a una nueva estación en la que las flores y los colores atiborraban las calles y todos los lugares del mundo. Ella no era ajena a eso, por lo que se había puesto un kimono violeta con detalles tallados en rojo simulando rosas y un cinto dorado en el vientre con detalles celestes. Su pelo iba suelto y sus pies con sandalias acordes al vestido.

Se hizo paso en medio de la calle principal, repleta de gente, de colores, de música, risas. Muchos bebían, otros simplemente pasaban por allí por motivos de trabajo, pero no por ello se limitaban a quedarse sin diversión. Poco a poco, la rubia se acercó a una especie de puesto de huevos de donde tomó varios de estos en un cesto. Capaz estaba dispuesta a regalar más de uno. Todos ellos tenían colores diferentes y claro, el rojo no podía faltar. Lastimosamente la rubia no tenía nadie a quien entregárselo.

Están todos demasiado bonitos, muchas gracias— dijo a la señora que la atendía.

No más que tú, mira ese rostro— comentó a sus comensales haciendo que la rubia se sonrojara un poco.

¿Eh? No diga eso, por favor— sonrió nerviosa mientras buscaba en su monedero para pagar —¿Cuánto cuestan?— luego de recibir el valor y pagarlo, la mujer amablemente le había regalado algo adicional, una especie de guirnalda para que la pusiera en su cabello y una especie de sombrilla de la época. Aunque no llovía le daba un toque único a su traje. La rubia empezaría a aminar, quizá se toparía con algún conocido.

La noche apenas empezaba, se abrió el micrófono, todo el mundo se paraba atendiendo el llamado y gritaban y aplaudían las palabras del chico que animaba por el parlante. La rubia, poco a poco se acercó a la tarima principal, donde se suponía iba a estar la Hokage.

Art Concept.
[Imagen: Firma-Bishamon.jpg]
Hablo - Pienso - Narro
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En ocasiones que iban y venían -al menos- una vez por estación al afortunado shinobi de la hoja y a sus coterráneos les permitían desligarse un poco de la cruda realidad del mundo y sus atribulaciones. El imperio, los rebeldes y toda aquella parvada estupideces quedaba desplazada a un segundo o incluso tercer plano por un ambiente de júbilo y alegría contagiosa. Sin embargo, algunas almas torturadas no conseguirán descanso ni siquiera en aquellas fechas, y tal era el caso del ojicarmesí que se paseaba por la calle principal de la aldea moviendo la cabeza de un lado a otro mientras era halado de la manga del atuendo holgado que llevaba.

Quien caminaba delante de él era uno de sus hermanos pequeños. Que minutos antes -cabe aclarar- se había perdido entre la multitud que parecía engullir a cualquier descuidado. Por fortuna y un poco de destreza el mayor de los dos lo había encontrado y se disponían a volver con el resto de la familia que, cómicamente, parecían haber tomado su turno para perderse.

— No jodas, ¿No pueden quedarse en un solo sitio? — Gruñó el malhumorado shinobi mientras dirigía a su hermano pequeño que parecía no flaquear ante la incertidumbre.

— Cálmate, al final de la noche todos volveremos a casa y listo. — Fueron las palabras del más chico, llenas de la serenidad que le faltaba al mayor. — ¿Quieres jugar en algún puesto? He estado practicando mi puntería con los shurikens, apuesto que puedo ganarte. — Agregó mientras trataba de ver el rostro de su hermano para buscar un indicio de competitividad que, de momento, no estaba allí.

Con el ceño fruncido por el peso de la responsabilidad que se había autoimpuesto no podía relajarse sin más hasta tenerlos a todos seguros, y no dudó mucho más antes de actuar a su modo. — No seas presumido. — Fue su respuesta a la vez que se frenaba y alcanzaba a frenar a quien le acompañaba, tomándole por debajo de los brazos y alzándole para que se sentase en sus hombros. — Ambos sabemos que un ninja ciego podría perfectamente ganarme en los shurikens. — Continuó, y con total certeza, pues las armas no eran lo suyo y no resultaba el shinobi más dedicado a ellas.

Isshin era un joven corpulento y relativamente alto. La actividad física sí que era lo suyo, demostrándolo al levantar a su hermano con extrema facilidad y soportarlo en sus hombros. Desde allí, el chico tendría una mejor visión del panorama y sería menos posible perderlo, de nuevo. — Avísame si ves algo. Luego de que los encontremos podemos ir a hacer algo divertirdo, pero todos juntos. — Alzó la voz el ninja para que su vigía portátil atendiese y respondiese con un par de palmadas en la coronilla del pelilargo a modo de “entendido”. Y tras unos cuantos minutos más de búsqueda, un grito proveniente de arriba le haría saber que había dado frutos el esfuerzo.

Reunirse con su familia fue una alegría breve. Todos, por alguna razón, acordaron casi instantáneamente incordiar y regañar al mayor de los hermanos. “Relájate y disfruta, nosotros seguiremos solos.” Fueron más o menos las palabras que el padre de aquella familia usó, y con absolutamente toda la razón.

Por ello el malhumorado Isshin terminó andando en solitario entre aquella marea de gente. No desentonaba demasiado, vistiendo un atuendo que su madre había confeccionado. Era un yukata elegante y cómodo a la vez, de tonos marrones. Llevaba el pelo recogido a medias con un moño que dejaba escapar unos cuantos mechones más rebeldes. Y se tambaleaba a cada paso mientras fumaba de una recién comprada pipa ceremonial adornada para la ocasión. Lo que la noche le preparase aún estaba por verse, pero esperaba que, al menos, fuese a manos de alguna cara conocida.
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Eran pocas las fechas en que, verdaderamente, se podía respirar un clima de tranquilidad y calma, no solo en la aldea, si no en el mundo ninja en general. Los tiempos de pascua ofrecían cierto respiro, un momento de cese de hostilidades, era una época para convivir en familia, para disfrutar con los amigos, para sonreír con el prójimo. Muchos consideraban esto como una muestra de hipocresía, después de todo, básicamente era ignorar todo el panorama mundial en pro de que la gente pudiera disfrutar de las fiestas, pero si de todas formas nada iba a cambiar, que mejor que tener un lapso de desahogo.
 
Vistiendo una yukata totalmente blanca de seda delgada, un hombre joven de cabellera larga y semi recogida hacía acto de presencia entre las concurridas calles de Konohagakure. La parte frontal superior de su vestimenta estaba ligeramente abierta, dejando entre ver sus múltiples y coloridos tatuajes, algo que le caracterizaba demasiado. Sobre su cintura llevaba un listón grueso a modo de cinturón y una flauta de madera, aunque esta era meramente ornamental. Además, en su mano derecha cargaba un cesto repleto de conejos de chocolate y huevos de pascua de distintos colores, destacando uno de color rojo y uno de color negro con una especie de grabado en él, sin dudas era el más llamativo.
 
El chico, Khal, se paseaba -fiel a su estilo- con mucho entusiasmo entre la muchedumbre. Saludando con una gran sonrisa a propios y extraños. También hacía paradas en muchos de los puestos ambulantes para comprar brochetas de los distintos alimentos, él verdaderamente amaba todo tipo de festividades, se sentía recargado en medio de tanta gente feliz.
 
El evento principal de la tarde-noche parecía que sería un concurso de disfraces, aunque lo que causaba más interés en gran parte de la población era la supuesta aparición en el evento de la Hokage. "¿Será que ella también participe en el concurso?" No había manera de eso, pero a Khal le hacía mucha gracia el imaginarla vestida con una botarga de conejo blanco.
 
Minutos más tarde, conforme se acercaba la hora del espectáculo central, el Uchiha se acercó hacia la tarima principal, en busca de tener un buen lugar para poder disfrutar del show.
 
Vestimenta
Off Rol

Khal: Hablando — || « Pensando » 
Khaleesi: Hablando — || ~ Pensando ~ 
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20 de Sangatsu/Marzo, 15 D.Y.
Otro día en Konoha, ya desde muy temprano se escuchaba un inusual movimiento en las calles de la Aldea, como de costumbre Satoru se levantaba a las 5 AM y comenzaba su rutina de meditación, la cual tras una hora en silencio finalizaba. Luego de esto Satoru iría al comedor del Motel donde estaba parando, amablemente ayudaba en la cocina del Motel entre otros quehaceres para así pagar en parte su estadía allí.
-Buenos días- dijo Satoru al dueño del Motel quien parecía estar a toda maquina preparando platos especiales y algunas golosinas, entre ellos huevos de chocolate con decoraciones.
-Buenos días Satoru! Gracias a Kami-sama que estés aquí!- Respondió el Dueño
-Tengo un encargo para ti!- Exclamo el Dueño
-Dígame en que puedo ayudar- Respondió Satoru.
-Necesito que vayas a retirar unos conejos al Almacén, a nombre de Jojo Nami, ya están pagos, una vez los traigas por favor encárgate de despellejarlos, luego me los dejas aquí.- Dijo el Dueño, señalando la tabla de corte. 
-Recuerda que hoy se festeja El Easter, asi que sonrisas y buena cara- Exclamo el dueño acompañado de una sonrisa. Satoru luego de un gesto afirmativo, como de costumbre, saldría enseguida a buscar el pedido del dueño.
Al salir a la calle ya siendo las 6:30 AM Satoru se encontró con que la Aldea brillaba en colores por todas partes, desde las tiendas hasta las casas mas humildes parecían estar en armonía con el festival, hasta el mismo cielo acompañaba, hoy no había escusas de conflictos, hoy se celebra. De camino al almacén se encontró con grandes multitudes, inclusive algunas tiendas extendían sus puestos comerciales a la calle, de esta forma incentivaban el transito y el comercio, muchas caras sonrientes, a lo que Satoru inevitablemente se contagio de dicha emoción por lo que a medida que avanzaba saludaba a la gente y sonreía, por mas desconocidos que fueran la gente le devolvía el saludo y una sonrisa. - Este tipo de festividades debería ocurrir mas seguido, es increíble la pasión que despierta en la gente- pensó Satoru. Tras caminar unas calles, mas multitudes, en cuanto llego a la Av. Principal no pudo evitar ver a dos niñas que caminaban a la par, cada una de ellas con una canasta vestidas para la ocasión, ellas iban repartiendo pequeños huevos de chocolate a quien se cruzara en su camino, a suerte de Satoru, también le toco uno a El.
-Oh! muchas gracias!- Dijo Satoru tras recibir un regalo y les devolvió una sonrisa.
-Que tengas bonito día!- respondieron ambas niñas al unísono.
-Ustedes también- Respondió Satoru.
Una vez guardo el regalo, Satoru encaro al Almacén, que por lo visto estaba repleto de gente, en esos lugares  rara vez se organizaban en fila, por lo que normalmente se amontonaba la gente y hacia cada quien su pedido, Satoru aprovecho su destreza para escabullirse entre la gente y así llegar al frente.
-Vengo a retirar 3 conejos a nombre de Jojo Nami!- grito Satoru, en respuesta, uno de los señores que atendían le hizo una seña con sus manos y pasados unos segundos puso los tres conejos atados sobre el mostrador.
-Aquí lo tuyo! que tengas un bonito día!- Dijo el Señor del Almacén, mientras seguía atendiendo al resto.
-Igualmente para usted!- Respondió Satoru.
Luego de esto Satoru se quedo observando como la gente iba y venía, algunas llevaban mascaras, otras prendas de colores, y demás, esto iba caldeando un ambiente festivo. No demoro demasiado, puesto que le tocaba cocinar asique rápidamente se dirigió al motel, en cuanto llego había mas gente de la que esperaba, el Dueño del Motel había abierto sus puertas y colocado en la calle algunas mesas y sillas para que le gente se siente y haga su pedido. En su mayoría gente adulta, y debes en cuando alguna familia con niños. Luego de entrar Satoru con el poco tiempo que tenia, tomo una taza de te, una porción de budín y tras su desayuno fue a a la cocina a seguir el encargo. Puso los conejos sobre la mesa y empezó a despellejarlos, luego de esto quito las viseras para dejarlos ya listos. Tras esto el Anciano que estaba a cargo le agradeció y le pidió que empiece a cortar las verduras para el caldo, rápidamente Satoru lavo y corto las verduras, para luego empezar la cocción del caldo. Llegado el mediodía el Anciano y Satoru ya tenían tres platos distintos para ofrecer a sus clientes. No hizo falta demasiada promoción, pues el olor que salía de esa cocina atraía a cualquiera que pasara por allí, enseguida empezaron los pedidos, por lo que llegaba la hora de servir, uno tras otro, de mesa en mesa, Satoru estaba encantado, su recompensa era la gratitud de la gente, el se veía motivado por la buena voluntad de las personas, pasaron horas de no parar de cocinar y servir, así se vivió la mañana y mediodía en Konoha, a puro placer y sonrisas.  
Cocina de Jojo
Satoru
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Era un gran día para pasear y distenderse, una festividad importante en Konoha, nada más ni nada menos que pascua. Izuku saco a relucir su hermoso y ya clásico Kimono negro con detalles en blanco. Igual se detuvo a ver las buenas ofertas que gracias a las rebajas, era una buena oportunidad para probarse nuevos conjuntos cómodos y relajados como a el le gustaba. Luego de un rato de negociaciones se compro 2 kimonos nuevos, uno rojo y otro azul, todos floreados, que seguro aprovecharía para usar en alguna ocasión, también se compro una deliciosa manzana caramelizada y se la fue comiendo en el camino mientras miraba a la gran multitud de ciudadanos que paseaba.

Veía algunas caras conocidas y otras nuevas, hacia tiempo que no veía a su compañero Rukasu, aunque hacia poco se había enterado de la muerte de shinso. En parte era un alivio saber que ya no tendría que preocuparse por el destino de ese tan misterioso y bandido Nara, que siempre estaba buscando problemas. Le llamo la atención que al parecer shinso era un renegado que intento fallidamente atacar la aldea y murió en su intento, aunque tampoco le sorprendió demasiado, después de todo, nunca tuvo un sentido muy coherente de la realidad, aunque al menos tuvo el valor de enfrentarse al imperio a su manera. 
Izuku también, se había logrado meter en las organizaciones rebeldes y ya estaba participando activamente para derrocar al imperio, aunque naturalmente para no llamar la atención había creado toda una identidad nueva llamada Kenshi, que poco a poco empezaba a tomar cierta fama.
Su deseo era ver a la aldea brillar de nuevo, con la misma libertad que gozaba antes de que el imperio atacara e incluso mejor que antes. El deseaba crear una sociedad de iguales donde las guerras no fueran necesarias y donde la pobreza y la exclusión sean problemas del pasado. Poco a poco, sentía que su sueño comenzaba a hacerse realidad, pero así y todo no deseaba matar a nadie, el era de naturaleza pacifica, sabia perfectamente que las revoluciones son violentas y que requieren de ciertos sacrificios para lograrse pero estaba empeñado en mantener las bajas al mínimo posible. 
Al ver a toda esa gente contenta y disfrutando de unos de los pocos momentos de paz, lejos de las ejecuciones publicas y el maltrato de los boshokus, le hacia reforzar la idea de que el pueblo no debía sufrir, debería combatir llegado el momento pero no había necesidad de derramar sangre inocente si podía evitarse, las únicas cabezas que debían rodar eran las de los lideres imperiales.
Todos estos pensamientos rondaban la cabeza de Izuku, mientras se acercaba a la torre Hokage, ya que según la voz que se escuchaba en los altavoces, un importante desfile de moda estaba a punto de comenzar e incluso la misma hokage iba a ser aparición, seria interesante conocerla a fin de lograr sus próximos objetivos.
~Mm un desfile de moda, suena bien, siempre es interesante ver nuevos kimonos.~
Al llegar cerca de la torre hokage, simplemente se sentó a mirar el espectáculo mientras saboreaba su manzana caramelizada.
Pasivas

-Hablo-~Pienso~
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¿Conoces esa sensación de como estar viviendo algo único?, pues esa era precisamente la sensación que el joven Kinzo tenía, no era algo que le gustara, estar metido en medio de todo el “meollo”, prefería quedarse un poco al margen pensando en sus cosas, pero ¿Cuándo tendría la oportunidad de pasar un buen rato, conocer gente y estar tranquilo?, para un ninja la vida era estar en completo peligro día si y día también, un poco de desconectar no haría daño a nadie además podría encontrar cosas más que interesantes en esa flamante ciudad, a lo mejor hasta con, cierta suerte podría hacer amigos,-Vaya, que iluminado y bonito esta todo, musitó como si se tratara de un susurro escapando por los labios, solo tuvo que fijarse en la gente allí presente para hacer una ligera muescas, era como un pequeño gesto que no era casi perceptible pero que dejaba entre ver que guardaba un as bajo la manga, si, a veces era demasiado analista, le gustaba observar a las personas hasta el punto que podía parecer un loco, no es algo que pudiera evitar, por lo que intentaba ser quizás más comedido en tal acto, por ello y buscando tal vez saciar esta especie de curiosidad que tenía saco su cuaderno, donde claramente solía apuntar toda clase de cosas.

-Uh esa chica sería una buena marioneta, tiene como uh, buenas estructura, si, evita hacer que clase de comentarios y hablaba en voz baja para el mismo, no es que fuera un depredador ni similar solo es que le encantaba hacer artilugios y armas, usaba cada oportunidad para pensar cual sería la mejor manera de crear una marioneta eficaz, invertía mucho tiempo y esfuerzo en ello aunque rara vez queda satisfecho, podía parecer que el mismo peso de la responsabilidad caía sobre él, con tanta fuerza y determinación que parecía que lo quebraría en cualquier momento, pero no era así,  era el sentido de la responsabilidad, bueno, eso y ser alguien carente de moral, ambicioso y con la creencia que el estilo del marionetismo era todo y haría lo que fuera por llevarlo hasta su máximo esplendor.

-Uh disculpe, puede dejarme pasar, preguntó intentado no chocarse con la gente que estaba presente, con sumo cuidado busco colocarse en una mejor posición para ver el desfile, no era demasiado alto por lo que, tenía que encontrar una zona optima, la cantidad de gente y no conocer el lugar no ayudaba en absoluto, sin embargo buscaba poner de su parte para remediarlo, dudaba muy mucho que alguien se hubiera fijado en él, claramente solía pasar inadvertido por que, simplemente era un chico normal entre aquella masa de gente, “No te despistes, aquí pueden pasar muchas cosas”, resonó en su propia mente a lo que el muchacho solo asintió, tener esa especie de sensación de ayuda o consciencia hacia que se preocupara por todo, era un mecanismo de defensa ante lo que pudiera pasar, estar solo hacía que tuviera que cuidarse el solo y depender solo de su propia persona, eso le hacía a veces sentirse solo, aunque no lo exteriorizara.

Multiverso de la locura

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El desfile de modas estaba por iniciar. El trabajo en equipo de los organizadores había culminado en un escenario bastante adornado y colorido. Fuegos artificiales y música a gran volúmen. Rápidamente, creé otros 2 sirvientes de tinta, dos chicas hermosas con orejas de conejo, quienes me acompañaban en la pasarela mientras luciría mis ropas, diseñadas como salpicadura de tinta.

Ejemplo de mi Ropa


Estaría listo para, en caso de poder comenzar a modelar, salir cuanto antes. Había dibujos raros y emocionantes, diseños bellos y otros extravagantes. Esperaba poder sobresalir. En mi mente, mientras veía los colores de las decoraciones, los fuegos artificiales y los diseños, anhelaba poder crear algo similar en la vida real. Poder dar vida a mis creaciones.

Tenía que quitarme de la cabeza esos pensamientos, ya tenía suficiente pensando en lo que había sucedido y en mis experimentos de sellado en tinta. Sacudí mi cabeza, metí mi mano en el bolsillo y le di dinero a uno de mis sirvientes, el que tenía forma de caricatura.

-Ve y compra una orden de bolas de calamar y más té de jazmín frío-le ordené, esperando a que regresara a tiempo.

Ya podía comenzar a distinguir a otros ninjas que se acercaban a ver y pensaba realmente en poder convivir con algunos.

Quizás podría realizar una entrada triunfal sobre un dragón, pero eso generaría caos y, posiblemente, me descalificarían, pero tenía pensado otras cosas en mente.
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20 de Sangatsu/Marzo, 15 D.Y.

Ya había llegado la tardecita y con ello el final del día laboral. Luego de acomodar el Motel, sillas, mesas, platos y demás Satoru decidió ir al centro donde estaría el espectáculo, sin lugar a dudas le llamaba la atención, era la primera vez que vería algo así. Luego de una charla con el Anciano, Satoru salió del Motel en dirección al espectáculo. Tras unas cuadras allí estaba, era un lugar repleto de gente, luces de colores, mercados, hasta fuegos artificiales. Para Satoru seria la primera de vez de muchas cosas, se quedo asombrado al ver esas luces que explotaban en el cielo dejando a su paso miles de colores. pero eso no era todo, habían montando un escenario con pasarela por donde circulaban distintos actrices con diversas prendas unas mas exóticas que las otras. Un sinfín de imágenes y sonidos que hacían del lugar digno de llamarse Festival. Para Satoru, dejando de lado su sorpresa, era mas bien distante, prefería estar a la distancia y apreciar desde afuera el evento, aunque eso no lo detuvo a comprar algunos huevos y porque no comer la cena, al momento de elegir opto por unos mariscos -Mmm que delicia- pensó.
Luego de su comida, decidió tomar altura para ver el espectáculo de moda, por lo que se subió a la terraza de uno de los edificios de allí,, una vista maravillosa de aquel Konoha. Una Konoha que rara vez uno podía apreciar, toda la gente con un mismo propósito, festejar. En esos momentos Satoru creía estar viendo la formula de la Paz. O al menos el anhelaba eso, esa paz, esos momentos en los que nada más importa...La realidad  trajo de nuevo a Satoru, una suave brisa lo hizo salir de sus divagaciones, había escalado pensamiento tras pensamiento, pero hoy no era momento, hoy era un día de relajamiento, aquel día ya atardecido había sido un día de paz, una paz efímera.
- Algún dia..!- Dijo Satoru, Unas palabras a la Aldea.
Satoru
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— ¿De qué está hecho esto? — Preguntó mientras estrellaba -cuidadosamente- la pequeña taza de cerámica que aún tenía rastros de la bebida espirituosa que tomaba el ojicarmesí. Sin intenciones sus pasos le habían llevado a un bar improvisado a las riveras de la calle principal y, por fortuna o desgracia, había encontrado un asiento libre mientras andaba. Hacía rato ya de haberse separado -a la fuerza- de su familia y de alguna forma había quedado con el reto personal de tener una noche divertida sin ellos.

El malhumor era evidente, al menos cuando no tenía alcohol encima. Por ello venía siendo hora de otra ronda, y con la diestra entre las telas de su propio yukata sacaría el dinero para pagarla. Una viejecita en su tarea ancestral serviría otro poco de aquella bebida de dudosa procedencia antes de entregarlo al dominio del ojicarmesí, quien jugaría con el líquido un rato antes de engullirlo también. — No voy a irme antes de que me des el secreto, vieja. — Dijo, haciendo referencia al alcohol. No sabía con certeza qué clase de bebida era pero dada su constitución debía ser fuerte para causar siquiera el más mínimo efecto en él.

— Si te doy el secreto pierdo el negocio. No seas avaricioso. — Respondió la viejecita mientras recogía la taza de nuevo para hacer su rutina de limpieza y servir un trago a otro comensal. — Tampoco es que te quede mucho tiempo de vida, aprovecha y deja tu legado. — Respondería Isshin poniendo otra moneda sobre el mostrador de madera. Una mirada furtiva de aquella anciana bastó para que él reculara al menos un poco y le regalase una media sonrisa burlona. La mujer tomaría la moneda y se dispondría a servir otro trago para el medio-hyuga.

— A mi vieja le encantaría este licor. — Dijo, para detenerse un segundo y maldecirse a sí mismo por seguir pensando en su familia. A razón de esto el próximo trago fue más amargo y lo acompañó con un par de caladas a la pipa ceremonial que llevaba consigo y se disponía de espaldas al pequeño bar, aún sentado, para perder la mirada entre quienes andaban por ahí.

Apariencia y resumen
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Conforme pasó el tiempo, la rubia igual seguí detallando a las personas que tenía cerca. A varios conocía de konoha, pero desafortunadamente, aquella noche ninguno de ellos parecía hacer presencia. Pensó en toparse con varios, con Rhooh, con Shikabira, o con el indulgente de Adan. Pese a todo, el chico no parecía ser mal del todo. Aquel pensamiento le sacó una sonrisa, el espíritu revolucionario le hacía pensar en la Bishamon actual, en aquella que no temía usar la fuerza para conseguir lo que quería y claro, la misma que quería ver al imperio sumido en total desesperación. La misma que anhelaba, por encima de todo, volver a los días pasados.

Con aquellos pensamientos, una mueca de descontento se posaría en su rostro. Pero al instante, y sin que nadie pudiera percatarse del asco que sentía en medio de aquella festividad imperial, la misma se borraría dejando una sonrisa “genuina”. Seguía intrigada en gran parte por la aparición de la Hokage y aunque no fuera definitivo, la idea le gustaba. Además, los pensamientos de la rubia por esos días habían trascendido. Ahora, había algo que la ataba a la aldea y eran las ganas de llevar al clan Senju a otro nivel.

Normalmente y desde los inicios, el clan y quienes tenían el control absoluto del Mokuton se destacaban por ser hábiles en ninjutsu y en combate, pero era quizá, después de Tsunade, que un médico se acercara al punto al que Bishamon había llegado y además, el control reciente que tenía de su cuarto elemento, aquel que uniendo Suiton y Doton daban origen a la línea sucesoria que suponía ser el Mokuton.

Inmersa en sus pensamientos, una ráfaga de viento tomó prestado el paraguas de Bisha, haciendo que de inmediato la rubia se girara y empezara a correr, con su vestido, un tanto ajustado, cuesta abajo, casi que por la misma línea por la que el desfile habría dado inicio minutos después. Eso mismo, la habría ubicado al fondo de la tarima y claro, de frente al vento principal en donde podría ver cada uno de los vestidos y las hermosas personas que harían gala a los mismos.

Bueno, parece que este año será genial...— sonrió justo antes de notar que la canasta y sus huevos, no estaban a su lado.
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Última modificación: 04-04-2023, 05:52 AM por Isshin.
Con un último sorbo de aquel licor fuerte y con rastros cítricos dejaría salir un gruñido casi confundible con el de una bestia. Fue tal el sobresalto de los otros desamparados que poblaban aquel puesto de licores artesanales que pensaron probablemente estar bebiendo al lado de un jabalí salvaje. Uno, incluso, pegó un salto digno de elogio y le dedicó una mirada colérica al ojicarmesí. — No es para tanto, joder. — Murmuró él en respuesta de las malas caras del resto mientras se revolvía el yukata en busca de una moneda para pagar por aquel último trago. A su malestar ahora se sumaba que aquella era, literalmente, la última moneda que llevaba consigo. Y por tanto, se marcaba el final de la noche. O eso creía.

— No voy a rendirme. Volveré y conseguiré la receta. — Diría mirando directamente a los ojos de la artesana de tal magnífico licor y colocando la moneda sobre la mesa. Acto seguido, y con un salto, bajaría del banquillo en el que se sentaba para luego alejarse de aquel puesto rascándose la nuca.

A partir de ahí la noche era un libro en blanco. El más lógico curso de acción era volver a casa. Pero la noche seguía siendo joven, y el festival no parecía tener intenciones de descansar por el momento. El alcohol le había hecho suavizar aquella rigidez que le traía dolores de espalda más que metafóricos y debía aprovechar ese efecto. Pero claro, no traía dinero consigo, y tenía que ingeniárselas para divertirse. Además aún debía conseguir algún regalo para sus hermanos, siendo víctima de una tradición familiar que no pretendía romper.

Con algo de suerte encontraría algún conocido al que pedir dinero prestado, o la oportunidad perfecta para robarse algo que sirviese de regalo. Lo que sea que ocurriese primero, estaba dispuesto a seguir ese camino.

Y la fortuna le sonrió. Pero la suerte de unos se vuelve la desgracia de otros en un instante. Sus pasos le llevarían a una canasta con huevos abandonada. Se detuvo unos segundos frente a aquel regalo del destino y miró hacia los lados intentando dar con el dueño de tal botín. No encontró nada, al menos no a la vista, y se dobló para alcanzarla. Esperó un segundo en aquella posición dando tiempo a un “¡Detente malhechor!” que nunca llegó, por lo que tomó la canasta. Esperó un par de segundos más con la canasta en las manos, y dejó escapar una sonrisa que emulaba la de un niño que acababa de salirse con la suya. Apretó el agarre y continuó caminando con su nueva adquisición y la solución a sus problemas.

Llegó al escenario principal donde el desfile de modas tenía lugar y dedicó unos cuantos minutos a mirar con ojos curiosos aquel despliegue.

Resumen
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El grupo de desfile había comenzado, y con ello la festividad estaba llegando a su cúspide. Rápidamente tomé mi lugar a la espera de la tarima, en donde presumuría mis ropas y algo más.

Llegaría mi turno, y mientras esperaba a llegar, mis sirvientes de caricatura, dos chicas voluptuosas, me acompañarían cada una a mi lado. Comí las bolitas de calamar y el té de jazmín, tomé aire varias veces y, cuando fue mi turno de subir a la pasarela, me lucí. Era un artista después de todo, y lucirme era mi especialidad.

Había muchos vestidos hermosos, y pomposos, pero no tenían lo que yo, ninjutsu y tinta.

Apenas dí unos pasos a la tarima, me dí una vuelta para que me vieran y, tras realizar unos sellos, dos enormes alas de ave aparecieron de mi espalda. Me elevé varios metros de altura, con los brazos extendidos, luego, la capa de tinta envolvió mi cuerpo, tomando diversos colores, coloreando mi piel más no mi ropa, dejando que se exhibiera con sus diseños mientras ofrecía el espectáculo.

Pronto, volvería a descender y retiraría mi capa de tinta. Las alas desaparecerían y volvería a estar sobre la tarima, completando el recorrido para volver a bajar de esta.

Seguramente TODOS los presentes me habrían visto, y muchos de ellos se habrían asombrado por la gala de habilidades y colores que realicé. Mis sirvientes de caricatura me esperaban, sosteniendo mis bolitas de calamar y mis otras pertenencias.

Regresaría al final del desfile, junto al resto de gente que ya había participado.

Ahí me pararía cerca de Bishamon, con su vestido ajustado y su sombrilla. Se me hacía remotamente conocida.

-Buena suerte- le dije a la hermosa chica.
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¿Qué haría ahora? Por un lado, haber recuperado su paraguas completaba su outfit, pero haber perdido los huevos que le habían regalado era realmente traumante. Así que, empezaría una nueva tarea: Encuentra los huevos. Antes de todo eso, una persona con alas pareció aparecer haciéndose notar por todos.

¿Amaya?— pensó mientras observaba su descenso.

La jounin que en su momento compartió campo de batalla con la rubia y a quien no veía desde hacía mucho. ¿Era posible? Poco a poco, la figura se fue aclarando hasta dejarle claro que no. Un chico con aspecto tranquilo arribó quien acto seguido la saludó.

¿Eh? Haha no no, yo no participo— dijo tranquila. —Oye ¿puedo pedirte un favor? Es que perdí mi canasta de huevos, es rosa y… la dejé cerca a la tarima principal. Si puedes ayudarme a dar con ella podría obsequiarte alguno.— comentó tranquila mientras ponía sus ojos en aquella tarima, tratando de dilucidar donde podría haber quedado o quién podría tenerla.

No era complicado de identificar. La cesta finalmente era rosada y tenía huevos un poco particulares.

Por cierto, mi nombre es Bishamon
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El desfile de modas tenía su encanto inherente. Después de todo para eso estaba pensado; para cautivar miradas de incluso los menos letrados en aquél arte. El pelilargo se limitaba a observar y a acompañar al público con cada “Oooh” que salía casi al unísono cuando una modelo de considerable belleza portaba una prenda que resaltaba entre las demás. Por lo demás, él no entendía en lo más mínimo lo que sucedía. Pero la noche pintaba bien, y con su reciente botín incluso más.

En su poder tenía una cesta rosada con huevos particularmente curiosos. En su mente, por otro lado, se justificaba a sí mismo por haberla tomado diciéndole a su subconsciente que, de no haberlo hecho, alguien la habría estropeado o tirado a la basura. Estaba esperando que apareciese el o la dueña mientras observaba el desfile cuando un olor particular le tomó por sorpresa.

A unos minutos de caminata estaba un puesto de takoyakis famoso entre sus coterraneos. Y el aroma era inconfundible. El estómago empezó a rugir y el apetito entraba en escena como un actor principal. El movimiento fue casi automático, y al cabo de unos instantes estaba en el sitio rebuscando en sus bolsillos para encontrar alguna moneda.  – Joder, lo he gastado todo en alcohol. – Dijo en voz alta. – La juventud necesita planificarse más. – Diría el hombre mayor que servía los takoyakis. Isshin le miraría con un gesto de desagrado pero se contendría. – ¿Acaso el festival no va de regalar? ¿Su bondad no será lo suficientemente grande como para saciar el hambre de este pobre diablo? – Dijo el pelilargo. Su rostro trataba de invocar lástima, y era esencialmente gracioso ver a un hombre corpulento como lo era él en aquella posición de debilidad. Pero el estómago vacío era uno de los peores castigos para él.

– Hmmm. – El sonido de la consideración venía del vendedor, a lo que el ninja casi cae tentado a dibujar una sonrisa. – Puedo darte una ración de takoyakis a cambio de uno de esos. – Señalaría a la canasta con huevos decorados. El shinobi bajaría la mirada y mentalmente contaría los huevos para darse cuenta de que, efectivamente, le sobraban unos 3. Alcanzó a tomar uno de los sobrantes y lo entregó al hombre quien, a cambio y cumpliendo con su palabra, le entregaría la ración.

Tras una despedida cordial y agradecimientos de parte y parte, Isshin -con su canasta- andaría hacia el lado contrario al desfile de modas, perdiéndose entre la multitud y pensando en qué más podría conseguir a cambio de los huevos sobrantes. Por supuesto que, mientras andaba, comería takoyakis.
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Aquel conocido y carismático personaje acababa de llegar hasta el escenario, comenzó a dar sus primeros pasos por los escalones, subiendo por ellos mientras observaba a todos a su alrededor, notando de inmediato como estos parecían estar en un ambiente de trabajo bastante tenso y estresante, corriendo desde un lado hacia el otro, dando lo mejor de ellos para que todo el evento saliera de acuerdo al plan, a medida que este se abría paso por detrás del telón, muchos de los ahí presentes parecían reconocerlo inmediatamente, sonriéndole y saludándolo con mucho ánimo, fue ahí que este, luego de saludar a todo el equipo, se abrió paso hasta el sector de maquillaje para comenzar a prepararse.
                Una vez doña Juana jefa de maquillaje, le dio el aviso de que estaba listo, este de inmediato se levanto de la silla en la que estaba, saliendo del sector de maquillaje con dirección al centro del escenario, respirando profundo, se detuvo por unos instantes, cerrando los ojos, escuchando e imaginando al público, mientras pensaba «este es mi momento…son míos» al terminar este pequeño instante de meditación, este con una sonrisa bastante animada y juguetona, realizo un movimiento bastante rápido, poniéndose sus característicos lentes de sol, aplastando un poco su pelo con las manos y tomando su micrófono de la suerte, para estos momentos ya estaba listo y dispuesto a salir hacia el centro del escenario.

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                Fue en este mismo instante en donde todos los parlantes del lugar, los cuales llevaban desde el mismo principio del evento sonando, de un momento a otro se silenciaron, llamando de inmediato la atención de todo el público que estaba alrededor del escenario, quienes bastante intrigados comenzaron a observar intentando entender que estaba sucediendo, aumentando incertidumbre, en ese mismo momento, las potentes luces ubicadas en la parte superior del escenario se encendieron de repente, comenzando a apuntar hacia el suelo, en dirección a una de esquinas de este, lugar por donde este gran personaje salió repentinamente, este se veía muy bien arreglado, con traje y corbata, moviendo su mano desde un lado al otro saludando a la gente, con una visible y gran sonrisa, comenzando a abrirse el paso hasta el centro del escenario, siendo este seguido por las grandes luces.
 
                Una vez este logro llegar hasta el centro del escenario, estaba notoriamente muy animado y listo para comenzar con todo, por lo que luego de tragar un poco de saliva, antes de iniciar sus palabras, se preparó internamente cerrando los ojos y dijo – Damas y caballeros… señoras y señores…niños y niñas… mi hermosa gente de konohagakure… es para mi un verdadero honor estar aquí parado frente a ustedes… yo soy el… narrador Z… perdón digo, el animador Z. corrigió mientras se rascaba unos instantes su cabeza con una peculiar y carismática sonrisa, aprovechando la pausa para los gritos y ovaciones del público, los cuales se escuchaban abruptamente fuertes, agregando – puedo darme cuenta de que se la están pasando genial en este increíble evento y sobre todos los mas pequeños… buscando sus huevitos, esta es una hermosa festividad y debemos aprovechar de pasarla en paz… al igual que yo aprovechare ahora de dar las gracias a todo el equipo de administración quienes se coordinaron e hicieron que este evento se hiciera posible… dejando otra pausa para los gritos y festejos del público.
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En ese momento y al escuchar los fuertes gritos del público, este comenzó a sentir la fuerte emoción de todos, lo que lo llevo a apretar fuertemente de su puño levantándolo repentinamente al igual que con su otra mano su micrófono, el cual llego a poner sobre la altura de su cabeza, disfrutando cada instante de lo que estaba haciendo agrego bueno mi hermosa gente, la idea es encender un poco el ambiente… y para esto les traigo unos concursos… una vez mas dejo a la gente gritar y emocionarse esperando el momento para causar revuelo – muchos concursos para pasar una muy buena tarde de paz y armonía, entretenida para la familia, pero para esto necesito que todos se acerquen hasta el escenario… entre gritos el público comenzó a apretarse hacia el escenario, mientras el animador miraba con atención entre la gente.

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OFF ROL
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La pasarela al parecer había concluído. La chica con la que hablaba, de nombre Bishamon, resultó no ser una modelo que concursaba para ganar un lugar en la pasarela. No sabía bien quién había ganado, pero no importaba más que el hecho de que la gente me notara y reconociera como artista.

Por otro lado, la hermosa chica Bishamon, habría comentado algo de la canasta de huevos que había perdido. Era una canasta rosa. 

Invoqué varios de mis ratoncitos y mis aves de tinta, y les ordené buscar la canasta de la chica, y a mis sirvientas de caricatura, que me acompañaran, pues cuando la detectaran, quizás mandaría un clon a buscarla. Los sirvientes de caricatura no servirían para ello, pues simplemente arrebatarían la canasta y podrían causar un caos.

-No te preocupes, encontraré tu canasta- le diría a Bishamon- mi nombre es Nagato...Nagato Emaki, ¿que la trae a este festival? Pensé que era una modelo de la pasarela.

Tras decir esto, la voz del presentador de dragon... digo, el presentador Z comenzó a hablar, retumbando su voz por todas las vocinas, apagando el nivel de la música para llamar la atención.

El público celebraba y gritaba de emoción, con cada cosa que el presentador mencionaba, ellos volvían a gritar y a celebrar. Era algo, por así decirlo, casi ritual o programado, pues no me parecía que dijera cosas muy importantes.

Sin embargo, el algún momento mencionó que comenzarían con los concursos donde todos podían participar. Entre esto, y el griterío, me llamó la atención acercarme para poder participar. Entre más me vieran, mejor para mi fama.

-Bishamon, ¿quieres ir al frente a participar?- le pregunté- mis creaciones encontrarán rápidamente tu canasta, pues son como 60 ojos buscando. Trata de relajarte y divertirte. Volvería a crear mis alas y le extendería la mano.

Dependiendo de si aceptaba o no, la llevaría conmigo hasta el frente de todos, para poder quedar hasta adelante y poder participar cuanto antes. 

Descendería majestuosamente, con ella si lo deseaba, para que el animador Z pudiera vernos y tomarnos en cuenta.

Alzaría la mano para que me viera, sonriendo y gritando, esperando a ver que era lo que el animador tenía preparado para poder animarnos más. Quizás hubiera PREMIOS o alguna recompensa de todo esto. Consideraría participar de acuerdo al evento, pero lo importante seguía siendo que me notaran.

Era un artista, después de todo.
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Izuku estaba muy tranquilo comiendo su manzana con caramelo deliciosa, sentado cerca del escenario, mientras observaba pudo notar que incluso gente de otras aldeas se subía al escenario para denotar un gran conjunto de habilidades sorprendentes que hicieron que el Uchiha aplauda con genuina admiración. La festividad alegraba un poco el corazón del Uchiha, ya que se sentía algo solitario desde que sus amigos Kurai, Mangetsu y Rukasu, no frecuentaban tanto la aldea como antes, así que en gran parte estar rodeado de personas desconocidas pero alegres lo ayudaban a liberarse un poco el estrés habitual de ser un ninja. Sobretodo, siendo el además un rebelde encubierto bajo la identidad de "Kenshi", debía tener especial cuidado de que nadie del imperio lo descubriera o seria tomado como traidor, lo cual era una carga pesada que llevar.
En eso se sube al escenario un animador de pelo rubio y lentes negros. Este se presento como el animador Z.
~que nombre curioso tiene aquel sujeto~ Pensó Izuku.
La gente empezó a gritar y a festejar emocionada, era notable su habilidad para captar la atención del publico. En eso el presentador dijo que iba a haber un concurso importante y que todos los que deseaban participar debían acercarse al escenario.
-Jaja, interesante, bueno veamos de que se trata, quizás me divierta un rato.-
Pero había un problema, había mucha gente que quería participar del concurso, si quería ser el también un participante, tendría que colocarse bastante cerca de el y lograr llamar su atención. El Uchiha entonces hizo nota de sus habilidades pajaristicas, dos grandes alas surgieron en su espalda y el comenzó a volar, hasta quedar casi al lado del presentador.
Fushichō no Hikō

-Buenas, donde me anoto.- Le dijo Izuku al presentador

OFF
Pasivas

-Hablo-~Pienso~
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El chico, sin decir mucho parecía haber puesto un plan en marcha. Bishamon solo se limitó a observar como creaba aves y ratones de tinta que se inmiscuían en medio de la multitud para ayudarla. No sabía por qué, pero aquella canasta había sido un obsequio bastante bonito y no quería perderlo, en especial por el huevo rojo. No tenía a quien entregárselo, pero precisamente era por eso que quería guardarlo como nada, porque sentía que, en algún momento, podía tener dueño.

Gracias, muchas muchas gracias, un gusto Nagato— dijo casi que sollozando y haciendo una reverencia al chico. —¿Yo? No no, que va… solo estoy por aquí pasando el rato—.

Tras decirlo, los parlantes de habían quedado en silencio y al tiempo, la gente empezó a seguir la acción expectante a lo que fuera a pasar. No fue mucho, dado que el animador Z se haría presente y claro, de nuevo la música, los gritos, los aplausos, los silbidos y la vibra de la gente se haría sentir. Poco a poco, el rubio presentador iba llevando a la gente a otro nivel. Todo parecía indicar que la fiesta apenas empezaba y que posiblemente los premios los ganarían quienes siguieran sus instrucciones.

Si si, vamos, hagámonos espacio entre esta gente.— dijo a Nagato sonriendo antes de escuchar las palabras de ánimo del chico sin tener más remedio que hacerle caso y asentir. En el peor de los casos, sus habilidades como shinobi la habrían acercado hasta la primera o segunda fila. Ella quería estar allí, seguro junto a Nagato pero el chico sacaría nuevamente sus alas y claro, ella aceptaría que fuera él quien les llevara hasta allá.
[Imagen: Firma-Bishamon.jpg]
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