[Privado] Cuándo las lágrimas se entierran
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1 de Nigatsu
Ciudad en Ruinas / País del Viento 

Tras la huida de aquel ataque y sin duda teniendo ahora un objetivo seguramente distinto al que de primeras Yatako nos había dado, mi mente voló por la información que había obtenido de aquel libro junto en el momento en que aquel shinobi del Rayo me alegró el día. En aquel libro dictaba lugares donde encontrar la información necesaria. Conocía diferentes facciones dentro de los rebeldes y los criminales que controlaban muchos de los barrios de algunos países donde el Imperio no había tenido tanto control, dejando así vacíos que fueron conquistados por las facciones que plantaban cara al Imperio.

Por mi parte, tras haber huído del País del Agua y de aquel fatídico ataque donde pudimos ver realmente el poder desbastador que tendrían dentro de aquel País para su defensa, haría un viaje exprés para intentar encontrar aliados frente a la situación que se le venía encima a Yugure. Habiendo salido vivos casi por los pelos y que las bajas de Yatako y Kureha, solo me quedaba intentar encontrar aliados en otra parte. El País del Viento era ya conocido como terreno pantanoso para el Imperio, sin duda sus calles, lugares, pueblos y desiertos eran propiedad de las bandas rebeldes y criminales. Así mismo fue donde, llevada por la imperiosa necesidad de encontrar un nuevo camino o encauzar el camino de la organización, me acercaría a aquel frente donde la noche anterior habría descubierto que me podía poner en contacto con una de esas bandas. Estaba ligeramente nerviosa, sin duda. Iría vestida igual que en el asalto, con mi quimono negro con dibujos que simulaban tatuajes tribales camuflándose así los mismos que llevaba en la nuca, viéndose esta por la cola alta que siempre llevaba hecha en el pelo. ¿Cómo se daría aquel primer encuentro? ¿Encontraría la información que quería o me ayudarían a encontrar el nuevo camino?
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1 de Nigatsu
Ciudad en Ruinas / País del Viento



La antigua Sunagakure, al igual que la gran mayoría de tierra conocida del Viento, era territorio de la Yakuza, la facción criminal más imperiosa y fuerte del mundo shinobi. Adentrarse allí era salir de la jurisdicción de Boshoku para entrar en terreno pantanoso, donde cosas como las leyes o códigos de faltas dictados por los respectivos Imperios, desaparecían y se difuminaban ante dictámenes severos, violentos e irracionales por parte del Nidai Atama No Ryuu, la Segunda Cabeza de Dragón (oséase, el segundo líder histórico de los Yakuza. Desde que Gea consiguió adentrarse en la ex-Suna, las miradas fueron posadas en ella constantemente, quizá producto de sus vestimentas tradicionales, de sus tatuajes que podían denotar fuerza, poder o pertenencia a alguna banda, o simplemente de la presencia que como kunoichi imponía la fémina.

Sin embargo, hasta no acercarse a uno de los cuarteles más públicos de la Yakuza, calles adentro de un distrito bastante militarizado en la desértica ciudad, no había sido detenida por nadie. Un sujeto de cabello negro, chaleco gris y una banda de la antigua Aldea de la Arena tachada, colgando de su muslo derecho, como principales características, se le apareció de lado, a unos cuantos metros y sin interceptarla, mientras terminaba de avanzar por una calle poco transitada que se dirigía hacia lo que parecía ser la puerta de un edificio donde finalizaba el recorrido. El joven no era demasiado alto, apenas superaba el 1.70 y no se mostró hostil en su aparición, pese a haber aterrizado allí de la nada, probablemente producto del jutsu del Cuerpo Parpadeante. No conocía como reaccionaría la Suzume, pero si seguía caminando no se lo impediría y simplemente caminaría en la misma dirección, observándola de reojo y con la diestra en el mango de una katana que envainaba muy bien en su lado derecho de la cintura. — Bonito día para pasear, ¿no crees? — Comentó dando una calada al cigarrillo que llevaba entre labios. — No me suena haberte visto... Ni a esas marcas que traes. ¿A quién buscas? — Inquirió finalmente. No parecía haber nadie más allí, o al menos a primera instancia. Recién dentro del cuartel podrían ser detectadas presencias por alguien capaz de hacerlo. Quién sabe dónde Gea se estaba metiendo, pero ella misma lo estaba buscando. El Dragón nunca teme luchar, pero tampoco abandona jamás a los que tienen su sangre. ¿Qué enlazaba a la joven con la Yakuza?
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Todo estaba bastante tranquilo, de momento, aunque siempre debía tener en cuenta que estaba en territorio ligeramente hostil y que debía tener todos mis sentidos puestos en velar por mi seguridad. Sabía que en este tipo de lugares se movía información y seguramente sustancias de dudosa procedencia. Por el momento seguía caminando sin mucha aventura hasta que de pronto una figura apareció en mi lado, su chakra estaba tranquilo a pesar de haber usado una técnica para acercarse a mí. No me asusté lo más mínimo, pues sabía que en cualquier momento me interceptarían, y ese momento había llegado.

Su cuerpo aparecería de la nada, podría ver una bandana colgando de su muslo derecho con seguramente el símbolo de la villa que hacía años habría emergido de entre las dunas. Sus preguntas eran más o menos directas, simples y sencillas, y seguramente en búsqueda de cuáles podrían ser mis intenciones en aquel lugar. Era un soldado raso quizás o simplemente alguien que buscaba compañía. Me sonaba más la primera. – Siempre es lindo pasear – Expresé mientras que giraba mi cuello para mirarle más o menos y ver que estábamos casi a la misma altura. Nos separarían un par de metros y su siguiente pregunta sería el entero y llano nudo de la conversación. ¿Debía destapar un poco lo que quería y arriesgarme a que quizás se podía tratar de un simple tipo que no me serviría de nada? – Las “marcas” son tatuajes tribales que me recuerdan de dónde vengo, y mis raíces, algo así como mi familia – Expliqué sin meterme en mucha historia. – Además de que quedan bien con la túnica que llevo – Expresé llevando el terreno a simple estética.

Lo segundo quizás era más peliagudo, pero debía en algún momento destapar cartas para ver si surgía el efecto deseado. – En general no buscó a nadie en particular, me han hablado de varios nombres y demás, pero ni los recuerdo ni sé dónde comenzar a buscarlos – Expresaría contando la verdad, aunque ocultando mis razones para estar allí, pues sabía que quizás podría estar ante un sensor como yo y podría detectar mentiras. – Me imagino que tú serás alguien que suele patrullar estos lares, ¿no? ¿Qué se cuece por aquí? – Preguntaría mientras seguía caminando sin rumbo fijo.
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El joven pelinegro asintió un par de veces con la cabeza. Los tatuajes de Gea le habían llamado la atención, y su explicación sonaba bastante amena. El hecho de llevar sus raíces a donde fuese era un punto en común, pues él representaba a la Arena a donde sea, y a la Yakuza igual. Pese a que sus tatuajes no eran visibles a simple vista, también los portaba con mucho orgullo. Dio una calada a su cigarrillo, finiquitándolo y lanzando la colilla en el suelo, a un lado del camino por el que avanzaban. Poco a poco, a cada paso, iban acercándose más al edificio, a aquel cuartel de la Yakuza. Un cartel rezaba: "Oficina de Asuntos Exteriores y cuartel militar del Dragón", un poco gastado y no tan bien cuidado, colocado en una reja que protegía el edificio por fuera.

— Me gusta eso de las raíces, te siento. — Comento sintiéndose identificado con el comentario. — Hablando de eso, ¿de dónde vienes? — Comentó para aminorar un poco la marcha, intentando invitar a la contraria a hacer lo mismo. Sino, eventualmente, terminarían chocándose con el cuartel. — Entiendo, te han hablado de nombres, huh... — Asintió con la cabeza. En realidad, el joven shinobi ya sabía lo que la Suzume le estaba contando, pero quería probar hasta dónde era sincera con sus intenciones.

— Yo trabajo aquí. No suelo patrullar mucho, pero se anda comentando sobre la llegada de forasteros a la aldea en los últimos días. De hecho... — Sacó de su bolsillo otro cigarrillo y lo puso en sus labios, dándole fuego con su mechero. — No se sabe muy bien por qué, pero algunos han vuelto de excursiones o misiones. Otros son nuevos aquí, y andan preguntando por nombres o ubicaciones a los lugareños. — Dijo soltando el humo de la primera calada, y tomando el cigarro entre sus dedos para señalar con esa misma mano humeante a la joven. — Dicen que una chica con marcas viene de Shoseki, en el País del Agua. Indra-sama no está muy contento con el resultado. Después de todo, llamó a criminales y shinobis a rescatar a una persona y todavía sigue cautiva. — Giró la cabeza y levantó los hombros viendo ahora al cuartel.

La puerta doble del cuartel se entreabrió un poco, dejando ver desde la oscuridad y penumbra en su interior, dos ojos rojos que brillaban, como acechando y observando la conversación. Seguro Gea, de estar atenta, habría detectado dicha presencia desde hacía unos metros atrás. Era portadora de un chakra bastante grande, y seguramente era de alguien de quien habría oído hablar. Sin duda se trataba de uno de los peces gordos, o mínimamente alguien con un cargo más alto. Sin embargo, aquella figura misteriosa no daría la cara ni se mostraría todavía. Su identidad e intenciones eran un misterio.
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El hecho de que aquella conversación pudiera parecer amena y que pudiera parecer que estaba en un lugar de índole neutral, sabía de sobra que podía estar metiéndome en la boca de un lobo que no era capaz de enfrentar. Aunque a decir verdad no iba con ninguna intención más que recabar información acerca de cómo entrar a saco en el País del Agua y destruirlo. Sabía de las defensas y había visto a aquel terrible animal acuático emerger de las profundidades de las inmediaciones del castillo asediado. Mismo castillo que ahora estaría mencionando el tipo con el cigarrillo en la mano. Aunque me hubiera preguntado acerca de mi lugar de procedencia, ni yo misma tenía la respuesta directa, pues no era de un lugar indicado en el mapa. Todo el mundo era mi hogar y el nomadismo era algo que se caracterizaba por no tener un lugar específico en el mapa donde considerar tu “hogar”, por lo que obvié la pregunta con una simple respuesta. – Practico el nomadismo, voy de aquí para allá – Espeté como respuesta a una pregunta que normalmente se me hacía bastante a menudo últimamente. Entendía que aquello no era más que una primera toma de contacto y que aquel chico actuando como primera barrera de contención para saber mis intenciones. La mención directa de aquel nombre si que me había puesto ligeramente nerviosa y eso podía notarse, pero a decir verdad, ¿a quién no le podría poner en jaque el nombre del Líder principal y directo de todas las organizaciones criminales que hubiera?

A decir verdad, aunque supiera que aquel hombre estaría fuera del alcance de cualquiera que no tuviera el mismo estatus que él, podría empezar a adentrarme en aquella organización. – De hecho, ahora que nombras aquel lugar dentro del Agua, yo estuve en esa batalla, tuve un pequeño contratiempo contra el Nidai Senchō de la Facción Imperial, ese Tiburón Blanco nos dio la bienvenida muy rápido y se fue más rápido todavía – Expresé recordando la magnitud y el tamaño de aquella tremenda ola que nos lanzaría. – Quizás a algún superior le interese preparar una batida e intentar un nuevo ataque para rescatar a esa persona – Expresé directamente viendo que ambos teníamos, al parecer, la misma dirección. Yugure tenía que recomponerse, y buscar un objetivo común era importante, además de conseguir refuerzos en caso de necesitarlos.


No podía obviar el hecho de aquel chakra que habría sentido metros atrás, además de que aquella figura que se asomaba desde el edificio que teníamos delante y aquellos ojos chispeantes con los que había medio cruzado miradas me ponían ligeramente nerviosa. ¿Qué sería lo próximo?
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Tras las palabras de Gea, con su cigarro entre labios Hayate, el hombre que la acompañaba, sonrió y asintió repetidamente, con suavidad. — Con que era cierto. Algunos hombres dijeron ver a Emizu Hoshigaki en Shoseki, pero no sabíamos si era muy cierto. — Dio una calada y dejó caer la ceniza. — Después de todo, la fortaleza es jurisdicción de Rashōn.

Tras aquellas palabras finales de Gea sobre "un nuevo ataque", la puerta rechinó, abriéndose un poco más, pero los ojos rojos se retiraron al interior. Hayate cabeceó hacia el cuartel. — Pasa, joven. Te estaban esperando. — Comentó para luego, si Gea accedía, acompañarla hasta la entrada del Cuartel.

Si la líder de los Suzume decidía adentrarse en la edificación perteneciente a la Yakuza, un gran espacio se abriría ante ella. Se trataba de una arquitectura renacentista, un amplio lobby con columnas antiguas que sostenían la estructura. Como si de una recepción se tratase, frente a la puerta a varios metros, se encontraba un mostrador, que por detrás conducía a dos puertas, una a cada lado. A ambos lados de la sala principal, escaleras en caracol subían a un segundo piso que recorría los laterales del lobby, con puertas a otras habitaciones del cuartel. Todo había sido remodelado luego de la destrucción de Sunagakure, por lo que no se veía tan antiguo ni clásico. — Por allí, sigue la puerta de la derecha. En la sala del fondo te espera Mayu-sensei. — Comentó, ahora con mayor cordialidad. No parecía haber otras personas en el lobby, pero si Gea se ponía fina, notaría otras presencias rondando el edificio, tanto en la planta baja como en el piso superior. Al fondo del pasillo, efectivamente, se sentía la presencia más poderosa a nivel de chakra, aquella que había detectado desde afuera, y a la que ahora podía ponerle nombre: Mayu Amagiri, Yondai Senchō de la Yakuza.

La sala donde entraría se trataba de una oficina, bastante convencional. Un escritorio con algunos papeles encima y medallas de honor colgadas de varios cuadros que apuntaban hacia la silla de Mayu. Allí, de pie frente a su silla y mirando a la puerta, la Oficial la recibiría. — Adelante, ponte cómoda. Mi nombre es Mayu, un placer. — Comentó extendiéndole la mano en señal de respeto, para saludarla. Para la Yakuza las relaciones se formaban desde la cercanía, y eran bastante apreciativos con el contacto estrecho. Si hay algo de lo que jactaban diferenciarse del gobierno de los grandes Países, era en su trato con sus hombres y con el mundo en general. — Aunque no lo creas, esperábamos los reportes de Shoseki con ansias. Indra-sama estaba furioso, y ciertamente fue un golpe duro, pero aquí hay algo más, o eso sospechamos todos, ¿sabes? — Sobre la situación, Mayu intentaba ser lo más amena posible y no intimidar a Gea. Si hay algo que pudo parecer a primera impresión, era que estaban enojados o la juzgarían por el fracaso, pero ciertamente la Amagiri intentaba no incomodar a la joven visitante.

Mayu Amagiri
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No sabía hasta qué punto sería verdad aquello de que me estaban esperando, pero sin duda me daría ligera idea de que sabían que era lo que podía y no podía ofrecer una persona como yo. Sus palabras fueron acertadas cuando avisó de que había llegado a sus oídos que aquel General del Agua había estado entre las filas de los defensores del terreno que habíamos asediado. En mi favor no tenía muchas cosas, pues a decir verdad no había pensado que quizás me iba a tocar decir verdades de haber sensores por aquel lugar. Tenía que encontrar la forma de contrarrestar aquella habilidad que yo misma tenía.

Cuando aquel chico me diera paso a la sala donde parecía que ya me estuvieran esperando, agradecí con un gesto amable pero sin cambiar mi rostro neutral, y empecé a caminar por aquel lugar hasta donde me esperarían. Sabía que aquel lugar se componía de una jerarquía totalmente normal, generales, superiores, y más superiores por encima de estos. Seguramente la chica que tendría delante se encargaría de las visitas, quizás de los nuevos reclutas y demás gente que quisiera tener un mínimo contacto con su organización. Algo así como la primera barrera de fuego que se encontraría una persona desconocida como yo. Quizás pudiera conocer mi nombre por algún conocido de un conocido, pero desde luego no creía que fuera tan famosa. Al menos todavía.

Agradecí el gesto de la recién nombrada Mayu, y de primeras su nombre no me sonó conocido, pero caí en su apellido rápidamente sin que ella me lo dijese, sabiendo que estaba ante una de las conocidas dentro de los Yakuza. Sabía que trataría con alguien importante, pues el simple hecho de que rastreasen mi chakra ya les daría a entender que tenía poder, pero no pensaba que me atendería la discípula de la sucesora de la Cabeza de Dragón. – Es un placer, señorita, mi nombre es Gea – Le expresaría con una pequeña reverencia simplemente para dar a entender una educación totalmente fingida. Caminé hacia la posición que ella misma me ofreció para sentarme y ocupé el puesto, dejando que hablase y tomase las primeras palabras de la conversación. Entre medias su chakra ya estaría almacenado en mi registro, un chakra tan grande y apetecible que no podía pasar desapercibido para una rastreadora tan hábil como yo, aunque me sorprendía su fuerza en relación a su chakra por la edad que la joven aparentaba.

– Entiendo totalmente su desconcierto, aunque no sé si podré ser de más utilidad que lo que le haya llegado – Expresé siendo totalmente sincera. – La Fortaleza estaba preparada, quizás alguna lengua suelta dio el aviso, pero sin duda estaban preparados para la llegada y para el ataque – Expresé apoyando mi espalda en el asiendo, cruzando mi pierna zurda por encima de la contrario y dejando caer mis manos juntas por encima de estas. – El mismísimo General Hoshigaki Emizu estaba allí y tuvimos nuestro pequeño enfrentamiento, pero se escondió rápido – Mantuve con una expresividad completamente neutra hasta mis últimas palabras, donde fruncí el ceño. Me había dado rabia no poder hacerme con aquella victoria, aunque sabía que iba a tener más oportunidades si todo salía bien.


Datos
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Última modificación: 19-05-2023, 07:54 PM por Narrador General.
Hayate se despreocupó por Gea, pues ahora estaba en manos de Mayu. Una vez que la vio cruzar el pasillo, se relajó y, finalizando su cigarro, se dirigió junto al resto a seguir sus tareas. Si bien el edificio parecía bastante vacío, varios miembros de la Yakuza andaban merodeando, quizá alguno tuviese habilidades sensoriales y estuviese resguardando a su jefa, la Amagiri, por si algo pasaba. Lo cierto era que el primer gancho dentro de la organización del Dragón, era aquella pelirroja frente a los ojos de Gea.

Presentaciones hechas, la joven también tomó asiento y escuchó las palabras de la Suzume. Asintió repetidas veces. — Sí, lo mismo pensábamos de esa lengua suelta. Ya caerá por ahí, pero supongo que alguien cercano a la Oyabun ha de haberlo soplado. — Suspiró y acomodó su cabello. — No hay problema. Digamos que recorriste todo el continente para llegar aquí al Viento, y no creo que tu única razón haya sido dar un reporte ante nosotros. — Pausó un momento, para ver a los ojos a Gea. — Si así fuera, supongo que es un buen gesto de tu parte rendirnos cuentas, siendo quienes te contratamos aún sin conocerte.

La joven Amagiri se recostó en el respaldo de su silla y sonrió. — Cuéntame sobre tí, Gea. ¿Qué te trae a Sunagakure? — Inquirió, intentando comprender un poco más el por qué de la visita de la kunoichi. Lo que en un principio, ante la mirada fría y algo distante de aquel shinobi que vigilaba, con actitudes no muy directas, parecía ser meterse en la boca del lobo, ahora se mostraba más cordial y sereno, ya dentro del cuartel. El Dragón no cerraba las puertas a nadie, y Mayu era el punto de contacto con aquellos que lo buscaban.
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No iba a expresarle a la Yakuza de mis habilidades antes de conseguir algo más que puras palabras, pero sí que era cierto que podía resultar útil para la causa de encontrar al traidor que había soltado la lengua frente al ataque a la fortaleza del País del Agua. Mis habilidades sensoriales para detectar mentiras estaban en auge, y realmente no parecía que la chica que tuviera delante estuviera mostrando ni un atisbo de maldad, al menos por el momento, ni de mentira. No tendría ninguna mala intención y la conversación estaba siendo agradable, ¿qué más podía pedir?

Para cuando las cartas fueran a estar sobre la mesa, la chica me expresaría, en pocas palabras, que podíamos dejarnos de tonterías y empezar a hablar en serio sobre el motivo por el cual estaba allí. No era otro que alzar una mano amiga a la organización que había preparado el ataque a la Fortaleza Shoseki para preparar un nuevo ataque, un nuevo plan, o algo para alzar las fuerzas contra aquellos a los que consideraba enemigos. Suspiré. Era hora de hablar en serio. Así mismo, cambié mi postura cruzando la pierna contraria después de varios minutos con la anterior sobre la contraria y esta vez era la zurda por encima de la diestra. – Mi viaje ha sido exclusivamente para intentar encontrar aliados y preparar un nuevo ataque sobre la fortaleza Shoseki – Expresé con una voz tranquila a la par que segura. – Vosotros tenéis un propósito para atacar aquella fortaleza y yo solo quiero ver el País del Agua arder – Expresé. Detrás de aquel ataque había desarrollado un gusto por la sangre Kiriana, además del hecho de que Jashin se había convertido en mi Dios y me había enseñado el propósito de que la vida no era más que un camino que realmente te enseñaba el nuevo comienzo: la muerte. Quería enseñarle al mundo cuál era el verdadero comienzo, la verdadera vida, siendo la mundana algo que no tomarse demasiado en serio.

Entrecerré los ojos tras mis palabras y sonreí segura. – ¿Crees que podría ser de interés? Al fin y al cabo no habéis completado vuestro propósito inicial, así que un segundo ataque estará seguramente en vuestros planes – Mencioné esperando respuesta.
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— Pese a que el propósito no se cumplió, en gran medida fue por la debilidad de los rebeldes del Agua, como debes haber visto de primera mano. — Chasqueó la lengua y negó repetidas veces con la cabeza, como si no reconociese debilidad en los criminales enviados por la Yakuza a aquel asalto, y más bien pareciese que la responsabilidad del fracaso caía sobre hombros de una facción rebelde que no tenía casi relación con ellos. — La idea era aprovechar la fuerza de choque de la rebelión y colar hombres enviados por la Yakuza, como ustedes, entre los atacantes. En el revuelo, debían cumplir con su objetivo. Pero ni siquiera hubo una victoria inicial. Cayeron todos antes de tocar un muro de la prisión. — Mayu se puso seria durante un momento, y apoyó ambos codos sobre la mesa, inclinándose un poco hacia adelante.

— De igual a igual te confieso algo: tu actitud me agrada. Suelen ser los que más cumplen, aquellos que no tienen como propósito recibir un pago sino una satisfacción a título personal y emocional. — Formó media sonrisa, buscando complicidad con la Suzume. — No planeamos ningún segundo ataque por ahora, y ciertamente sería un suicidio y una declaración de guerra muy dura, que ahora no estamos en posición de afrontar. No deseamos la guerra con la Shodai Suijin. — Conocido era que la Yakuza era una pieza clave en el Tratado Ososhiki, que unía a el Agua y el Rayo como las dos más grandes potencias a nivel mundial. Sin embargo, los rumores de un acercamiento más personal entre la cabeza de la Yakuza y el Shodai Raijin eran cada vez más grandes, y obviamente el Agua ya veía con recelo a los del Viento.

— Lo que si te aseguro es que no está abandonado el plan de liberar a ella. — Habló de la mujer a quien se había encargado liberar, aunque el misticismo detrás de su identidad era grande. — Un ataque declarado por nuestra parte es una mala jugada, como te decía, así que es imposible. Pero sí aceptaríamos cooperación para infiltrarnos allí, si eso nos asegura rescatarla. — Los ojos escarlata le brillaron por un momento. Sin duda aquel rescate era algo importante para ellos. — ¿Trabajas sola, Gea? 
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