Tener lo necesario
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Última modificación: 08-03-2023, 04:49 PM por Hikaru Yuki.
Su departamento no era ningún lujo, pero desde que vivía allí gozaba de una tranquilidad inigualable. El único problema, quizá, era que ya no se encontraba en el barrio residencial de los Yuki, sino en el sector más cercano a la entrada de la famosa zona residencial.
La única ventana de aquel segundo piso era grande para compensar la ausencia de otras, aunque su función era principalmente de ventilación puesto que la visión a esas alturas era algo casi utópico en Kirigakure. Lo normal era que ya a pocos metros sobre el nivel del mar todos los vidrios se encontraran siempre empañados.

Sin embargo, Hikaru tenía la mala costumbre de limpiarlo regularmente cuando le tocaba pasar tiempo en su casa. Si bien era algo tedioso y con prácticamente nulos resultados, al menos por un momento, le gustaba ver las calles de su querida aldea. Aquella mañana, después de tomar un suave café por la mañana y mientras se disponía a limpiarlo como siempre, una figura familiar llamó su atención al otro lado. 

Deslizó el vidrio con vehemencia hasta abrirlo completamente, sorprendido pero alegre.
-¿Qué haces acá, Viejo? Ya ni los reposos respetas, ¿eh?-

Hiro




-Calla y prepárame un café, que tengo algo que contarte.- Hikaru rió, como si le molestara que aún tantos años después su tío siguiera dándole órdenes como cuando era un niño. De todas formas, cumplió su pedido luego de arrimar la puerta para dejarlo entrar.
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Ya con la infusión sobre la mesa -y por supuesto la ventana limpia y cerrada-, indagó sobre el tema.
-Y bien... ¿Qué tienes que contarme?-

Hiro tomó un buen sorbo, como si se preparara para algo extenso. -Bueno. Seré breve., intenta no interrumpirme. Resulta que Yami ha muerto-

-¡¿Qué, Yami?! ¿Cuándo?- Desacató tan rápido como le fue posible el jounin. Su tío le lanzó una mirada fulminante, para luego continuar con su relato.
-Hace 2 días, en el País de las Montañas. Fue emboscado por un grupo de criminales del País del Rayo. Aparentemente sólo buscaban su cabeza para cobrar una recompensa. Evidentemente eran competentes, pero dice el informe que él iba con su nieta y tuvo que bajar la guardia para permitir que la chica escapase.- Hikaru asintió, procurando esta vez no interrumpirlo mientras rabiaba por dentro. Como siempre, todo lo que venía del Rayo eran malas noticias. -Como sea, estuvimos hablando con los viejos del clan y decidimos asignar cuanto antes un sucesor. En los tiempos que vivimos, no tener un representante claro que responda ante la aldea puede poner al clan en la mira de la Shodai Shujin en cuestión de semanas.- Hikaru volvió a asentir, pues compartía la apreciación de su tio y los consejeros del clan. -Entonces eso... nos pusimos a evaluar posibles candidatos y se me ocurrió recomendarte. Para serte sincero, mientras te entrenaba como genin, nunca pensé que tuvieras madera de líder. Pero el último tiempo te cambió. Quizá ni siquiera fue un cambio deseado, pero la experiencia te convirtió en alguien que tiene lo necesario para liderar un clan como el nuestro. Hizo un silencio y volvió a dar un sorbo a su taza, como si dejara un espacio para la reacción de Hikaru. El jounin permaneció callado. -Pero claro, para eso tienes que quererlo. Y Bien... ¿Qué dices?-


Miró por un segundo a la ventana ya empañada, como si esperara recibir algo desde el otro lado. Volvió la mirada hacia su tío y luego de un suspiro respondió.
-Ja. Así que eso crees, tío... La verdad, me halagas. Si tengo que ser sincero, nunca imaginé que se me presentaría una oportunidad como esta. Sé que también dará trabajo y sobre todo una gran responsabilidad, pero si tú crees que estoy listo... tocará demostrar que no te equivocas.- No podía evitar pensar en sus tiempos como genin. En aquel chico que pedía permiso hasta para atacar a sus enemigos, o que sentía verguenza de hablar con cualquier compañero que no fuera de su equipo. Una sonrisa se apoderó de su rostro, como si todo el progreso de repente se volviera tangible por un segundo y pudiera sentirlo entre sus manos. Sentía un gran orgullo, aunque también pensaba en su nuevo rol como una posible fuente de información acerca de los movimientos de la aldea y el país. De seguro un líder de cualquiera de los clanes históricos de la antigua Kirigakure tendría acceso a varios temas confidenciales a través de distintas reuniones.

-Además, no puedo mentirte a ti. También creo que puede ayudarme un puesto como ese para seguir más de cerca al imperio. Eso sí, si estás de acuerdo con que igual lo tome, prometo no poner en riesgo al clan por seguir mis proyectos personales.- Hiro entendería perfectamente, no hacía falta decir más. Otra cosa distinta era qué tan cierto fuera eso último, pero seguramente el tiempo lo diría.

-Claro, también lo pensé. Si puedes prometerme eso último, yo estaré más que feliz de pasarte la antorcha.- 

Hikaru sonrió y dio la mano a su tio, dando cierre a aquel pacto familiar y secreto. Finalmente estaba decidido.
-Eso sí, tendrás que mudarte nuevamente al barrio. Lo bueno es que como líder no tienes que preocuparte por el alojamiento, tendrás viviendas a disposición.-

-No hay problema. Lo veo lógico y tampoco me vendría mal algún que otro lujo.- Rió, conforme con la solicitud y dispuesto a cumplirla.

Se levantó para buscar algo más de café. Si bien el tema central estaba sanjado y ya su tió le diría cómo proceder, una buena charla matutina para ponerse al día no sonaba nada mal.
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