Última modificación: 21-06-2024, 10:46 PM por Defton..
El atardecer se desvanecía lentamente, como si el cielo mismo se resistiera a dejar ir los tonos cálidos que lo habían pintado. Naranja y violeta se entremezclaban como si se tratase de la paleta de un pintor que busca el color perfecto para su obra. Defton observaba la escena desde uno de los edificios mas altos de la zona oeste de la ciudad. su mirada fija en el horizonte, absorto por el momento que parecía ser especial. A su lado, un par de niños jugaban con un viejo perro llamado oketsu, un fiel compañero de pelaje enmarañado, que habría vivido toda su vida entre los mineros que residían por esa zona ganándose el cariño de grandes y chicos por igual.
La aldea de Iwagakure se extendía ante defton, sus edificios de piedra y techos de tejas formando un mosaico irregular. Las luces comenzaban a encenderse en las ventanas, y el aroma a comida cocinándose se mezclaba con el humo del carbón que flotaba en el aire. Recordó su infancia en estas calles, cuando la guerra aún no había dejado su huella en cada rincón, o mas bien, cuando su corta edad no le permitía saber todo lo que tiempo después descubrió y que asi mismo, pronto descubrirían aquellos niños que jugaban con oketsu, inocentes de todo a su alrededor.
—¿Qué nos deparará el futuro, querido Defton? —susurró, como si las palabras pudieran escapar del viento y encontrar respuesta en el crepúsculo.
El Genin se ajustó la bandana de la aldea en la frente. La tela áspera le recordaba su deber, su papel como parte de ese sistema que él mismo cuestionaba. Pero no era solo un engranaje más; tenía una misión personal. No quería ser un simple agente del gobierno, sino alguien capaz de cambiar las cosas desde adentro.
El perro se movió inquieto, olfateando el aire. Pronto todos se quedaron absortos en el cielo, el tiempo parecio detenerse. Defton sonrió. A veces, la paz se encontraba en los momentos más inesperados. Quizás no todo estaba perdido en esta tierra llena de desgracia. Quizás, con determinación y valentía, podría generar un cambio real.
Se levantó de aquel techo y se dirigió hacia la aldea. Los niños seguían jugando, ajenos a las preocupaciones de los adultos. Mientras caminaba por los techos de la aldea, aquel genin se prometió a sí mismo que protegería la inocencia de aquellos niños, que lucharía por un futuro mejor. No por venganza ni odio, sino por amor a su hogar y a quienes lo habitaban.
El sol se ocultó por completo, y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo nocturno. Defton caminó hacia las afueras de la aldea, listo para enfrentar lo que viniera. El sistema podía estar corrompido, pero él sería la chispa que encendería la llama del cambio. por ahora, solo debía patrullar a las afueras de la ciudad.
Y así, bajo la mirada atenta del perro y la promesa silenciosa del atardecer, Defton se adentró en las sombras, decidido a escribir su propia historia en los añales de Iwagakure.
Para cuando anocheció por completo, se encontraba investigando algunas cuevas a escasos kilometros de la aldea.
Para cuando anocheció por completo, se encontraba investigando algunas cuevas a escasos kilometros de la aldea.