Reflexiones y entrenamientos
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El shinobi, con su máscara de zorro, miraba atentamente hacia la nada misma mientras estaba sentado junto al lago, observando cómo la cascada caía al igual que sus pensamientos. La serenidad del entorno contrastaba con la tormenta interna que lo consumía. El sonido del agua que caía le brindaba un breve consuelo, un momento de paz en medio de su agitada mente.

—Hemos logrado hacer muchas cosas, pero independiente de todo... ¿estaré listo para cuando llegue el día? —murmuró, su voz apenas audible sobre el rugido de la cascada.

Se levantó lentamente, con pasos detenidos, y se acercó a la cascada. El frescor del agua que salpicaba su rostro le recordaba la pureza de sus intenciones, el motivo de su lucha. No era el poder lo que anhelaba. No, su deseo era mucho más profundo y noble.

—No quiero el poder... quiero la libertad para mi pueblo —pensó, determinado, mientras seguía caminando sobre el lago. Con un movimiento fluido, sacó su abanico, observando las lunas talladas en él durante unos segundos. Las lunas representaban las fases de su vida, las etapas que había atravesado y las que aún le esperaban.

—Voy a liberar a Sunagakure de la yakuza —exclamó con una voz firme y decidida.  - Me volveré líder de mi clan, para unirlos a todos... un pueblo unido es más fuerte. -

se dijo a si mismo mientras de un momento extendería con fuerza su abanico - ¡¡hoy me voy a superar!!-.
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