[Misión Rango C] Alianza Inesperada
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2 de Marzo del 16 D.K
Frontera del País de la Cascada con el País de los Fideos, Cruce Norte. 06:40 AM


"Naoya, tú y Kechizu se encontrarán con Takehiko en la frontera. Su caravana ya está avanzando para salir de la Cascada. Según el Johatsu que nos enlazó con el Imperio del Rayo, los shinobis que los asistirán llegarán a las 7 de la mañana. Sean precavidos, mantengan los ojos abiertos y eviten cualquier conflicto abierto. Takehiko tiene su chakra sellado, por lo que no podrá ayudarlos si son emboscados". Las palabras del Yondai Senchō de la Hangyaku no Kitsune resonaban en la cabeza de Naoya. El Shoku avanzaba junto a su hermano menor, Kechizu, en una rápida carrera por un pedregoso valle al este del País de la Cascada, tras haber sobrepasado Takigakure.

— Kechizu, si surge cualquier inconveniente durante la misión y yo corro peligro, tienes que irte. — pronunció serio el mayor de los hermanos. Su consanguíneo lo miró desafiante, avanzando dos metros detrás suyo en diagonal, mientras era regañado por la mirada de reojo de Naoya. — Pero hermano, me asig-- — intentó explicarse Kechizu. — Pero nada. Si te ordeno irte, corres y te largas lo más lejos que puedas. Una vez a salvo, espera mi comunicación, y si no me comunico en 24 horas, regresa a la aldea. — respondió severo el pelinegro. Su hermanito tragó saliva y también sus palabras.

Kechizu era un jovencito de 12 años. Al igual que su hermano mayor, era un genin, y había sido iniciado en las filas de la Rebelión de la Tierra, el bastión militar más poderoso de la gran Iwagakure. Y es que, en el fondo, el Emperador no podía hacerle frente al poderío de la Kitsune.
Pero en esta misión existían dos bandos que, normalmente siendo antagónicos, cooperarían por fuera de la ley, para asegurar la supervivencia y el bienestar de un grupo de civiles. Por parte de Kumogakure, dos genin igualmente serían enviados en una comitiva que arribaría a la frontera de la Cascada y los Fideos a las 7 de la mañana de aquel martes. Ya la caravana llevaba un día viajando, pero dentro del País de la Cascada todavía no se suscitaban los peligros que suponían las tríadas y grupos criminales del Este.

Zeta, como supervisor del dúo, y Kaname, una Yoichi a la cual el Imperio buscaba probar con un encargo un tanto más peliagudo que sus tareas sencillas dentro de País del Rayo y sus cercanías. Una vez que llegasen, la caravana estaría frenada, en un paraje solitario a unos 2 kilómetros de la frontera física, dividida por un río cruzado por un puente. En el paraje, apenas había una tienda de víveres, palos para atar los caballos y una vivienda humilde de las personas que atendían el lugar. Por el oeste llegaría el dúo rebelde, minutos antes de las 7. — ¡¿Takehiko?! — gritó Naoya, intentando encontrar a su contacto. Su hermano se posicionó detrás de él, un tanto tímido y nervioso. Al cabo de unos segundos, y tras un murmurar de las personas que formaban el grupo, un hombre salió de detrás de la tienda. Llevaba una turba en su cabeza y una barba de apenas unos días, desarreglada. No se veía muy elegante, y más bien parecía que había salido con lo que tenía puesto. "Y no es para menos... Ellos lo perdieron todo", pensó mientras negaba el Shoku.

— ¿Quién eres y qué buscas de mí? — dijo el hombre, bastante a la defensiva y poniendo la mano en su cinturón, donde un kunai desgastado colgaba. — Mi nombre es Naoya Shoku, Misago de la Hangyaku no Kitsune. Él es mi hermano Kechizu. Nosotros los ayudaremos a llegar hasta Yani a salvo. — Naoya se acercó, extendiendo su mano al hombre, mostrando firmeza y plena confianza en sí mismo. — Un gusto, Naoya. Los estábamos esperando. — suspiró aliviado e invitó a sus hijos a acercarse. — Ellos dos son mis hijos. En verdad que ahora estaremos seguros con dos shinobis cuidándonos, ¿verdad señor Shoku? — le dijo palmeando a sus dos engendros, dos varones de unos 5 y 8 años. Naoya sonrió y asintió.

— Bien, en cuanto lleguen los refuerzos de la Nube partimos. No hay tiempo que perder, su nuevo hogar los espera. — Naoya miró a su hermano y este asintió. Se sumaron al grupo y comenzaron a dialogar, aguardando por Zeta y Kaname.

OFF
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Una semana antes, Zeta se encontraba en una super fiesta que había hecho su amigo Q.  Había de todo, música, alcohol, mujeres, dro... Medicina, mucha medicina y caramelos de colores *guiño, guiño*. Simplemente estaba siendo una noche de locos, de esas que aveces Zeta tenía la oportunidad de asistir y reventarle la cara a alguien con la excusa de que bebió demasiado. La cosa es que en ese día los estúpidos imperiales de Kumogakure encontraron la fiesta y empezaron a arrestar a todos por robarle de su "medicina" a los Criminales de la Nube.

Zeta acabó en una celda por varios días hasta que uno de los vigilantes se acercó a la celda-A ver imbéciles, me asignaron una misión estúpida y como me chupa tres huevos mandaré a uno de ustedes en mi lugar-el hombre se puso a mirar a todos los que estaban ahí y notó a Zeta, recuerda como el moreno fue uno de los mas problemáticos a la hora de ser capturado y decidió que podia ser buen candidato-Tú, el tipo triste sentado en la orilla, felicidades, ganaste tu libertad temporal el dia de hoy. Has el trabajo bien y podrías ser libre, has el trabajo mal o huye y serás asesinado por los ANBU ¿Entendiste putito?-su sonrisa egocéntrica era una patada en el culo de Zeta pero no había de otra-Trato.

Un baño y algo de comida más tarde, Zeta estaba listo para hacer de mandadero, según le habían informado tenía que manejar una caravana hasta un País vecino y llevar a gente a otro lado, sonaba fácil pero seguro tenía truco aunque él no sabía qué exactamente. El moreno no sabía exactamente manejar una caravana, pero haría el intento, cuando llegó al sitio de partida le informaron algo nuevo-Zeta, ella es Kaname Yoichi. Es una novata entre las filas imperiales. Ella estará aprueba en esta misión. Además de tener la misma misión que tú, también tiene la misión de vigilante e informarnos si haces algo estúpido como huir o algo parecido-la señora con anteojos que les daría su caravana a los "shinobi" de Kumo era una ex-kunoichi que se había retirado hace poco por quedar embarazada a pesar de su edad avanzada.

Por otro lado, la chica era realmente hermosa, morena, uff como amaba esa piel y el delineado de sus ojos, son duda el tipo de chica de Zeta y no se lo dice a cualquiera-Maravilloso, de tortura esto pasó a un hermoso regalo del cielo. Estoy honrado en conocer a tal ángel-guiñó el ojo y le sonrió con picardía a la chica antes de subirse a la caravana y empezar su viaje.

Sería un tanto largo pero si la chica quería podían hablar de algo o simplemente cantar algo animado como:

"A Thousand Miles"

Posiblemente llegarían algo tarde de la hora estipulada, Zeta no solo era poco experimentado manejando una caravana, tampoco sabía leer mapas, así que si su guapa compañera era tan novata como decían, posiblemente tendrían algunos contratiempos. Pero cundo al fin llegaran se encontrarían al viejo y los niños que les dijeron que debían llevarse-Ok, caravanas Zeta a la orden. Subanse todos para tener un viaje largo y poco seguro hasta el lugar que usted desee... o no. Ahí veremos si logro leer el mapa-confesó mientras se encogía de hombros.
resumen
Hablo-Narro-Pienso
pasiva
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Última modificación: 14-05-2024, 04:48 PM por Yoichi Kaname.
El amanecer apenas comenzaba a teñir el cielo de tonos rosáceos y naranjas cuando finalmente llegamos al punto de encuentro. La caravana había transitado durante horas, sacudiéndose violentamente sobre un camino irregular, resonando con cada piedra y bache que encontraba. Durante el viaje, mantuve el talismán de madera tallada que Sojiro me había dado firmemente apretado contra mi pecho. Este sencillo objeto, aunque no más grande que la palma de mi mano, servía como un recordatorio constante de sus palabras: "observar con atención y actuar con deliberación". Me ayudaba a centrar mis pensamientos y a calmar mis nervios, como un faro en la oscuridad de la incertidumbre.

Zeta, quien había conducido desde Kumogakure, parecía muy feliz con la equivocada idea de que yo era una mujer. Su error sobre mi sexo me ofrecía una oportunidad inesperada, así que decidí mantener la ilusión y actuar de manera más femenina durante la misión, como parte de un juego privado para ver cómo se desarrollaban las cosas bajo esta nueva luz. No solo era un ejercicio de adaptabilidad y actuación, sino una pequeña diversión en medio de la seriedad de nuestra tarea.

Gracias por el viaje, Zeta. Has manejado la caravana de maravilla. mentí con una sonrisa, cuidando de mantener mi voz suave y mi comportamiento calmado, alineado con la persona que él suponía que era. Zeta, claramente complacido consigo mismo, me devolvió una sonrisa confiada y un guiño audaz.

Pronto divisamos a Naoya y Kechizu. Naoya llevaba una expresión de determinación y responsabilidad que se manifestaba en cada uno de sus movimientos. Con una gracia estudiada, extendí mi mano en señal de cooperación, manteniendo una postura que reflejaba tanto confianza como la delicadeza que había adoptado para la misión.

Soy Kaname Yoichi de Kumogakure, aquí para asegurar que esta caravana llegue a salvo a su destino. Estoy a sus órdenes. me presenté, inclinando la cabeza ligeramente ante Naoya en un gesto de respeto.

Con la caravana ya lista y todos los participantes presentes, ajusté mi equipo una última vez. El talismán en mi bolsillo parecía irradiar un calor especial, como si cobrara vida propia con la promesa de protección. Me mentalicé, recordándome que estaba preparado para enfrentar cualquier desafío que surgiera en nuestro camino.

Mientras reflexionaba sobre las enseñanzas de Sojiro, su consejo resonaba profundamente en mí: "Observa no solo con tus ojos, Kaname, sino también con tu corazón." Estas palabras se convertirían en mi guía durante la misión, un mantra para mantener la claridad y la compasión en medio de los posibles conflictos y desafíos.

A pesar de la incertidumbre que nos esperaba, me sentía fortalecido, apoyado por las lecciones de un artesano que, sin ser un shinobi, había logrado enseñarme más sobre la esencia de la vida y mi papel en ella que cualquier técnica de combate. Estaba listo para demostrar que la verdadera fuerza no siempre reside en la habilidad física, sino en la capacidad de entender y conectarse con los demás, un reflejo de la verdadera sabiduría que Sojiro había inculcado en mí.

Resumen
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Kechizu realizó una reverencia ante la amable llegada de Kaname, y Naoya asintió, extendiéndole también la mano en señal de saludo y respeto. Sin embargo, su expresión cambió cuando el shinobi de Kumo mencionó su nombre. "¿Yoichi? ¿Desde Kumo?", pensó. Los Yoichi eran enemigos naturales de los Shoku, allá en las estepas del Viento, y miembros del clan de Kaname habían acabado con los padres del dúo. — Kaname, ¿eh? Un gusto, amigo. Yo soy Naoya y él es Kechizu, de la Hangyaku no Kitsune. Espero podamos dejar las diferencias ideológicas y políticas a un lado y cooperar con éxito en esta misión. — miró a un lado y le indicó a su contacto, Takehiko, que fuese con el resto del grupo.

Zeta llegó bastante soberbio, manejando una carreta (voy a suponerlo porque caravana no es un vehículo como tal). Kechizu arqueó una ceja ante él, y luego se volvió a mirar a su hermano mayor. — ¿Tu compañero es retrasado o algo así? — le comentó por lo bajo, aprovechando que el moreno no llegaría a oírlo por estar encima de la carreta y a unos metros de ellos. — No me extraña. Cerdos del Imperio... — rebufó el joven Kechizu por lo bajo, cruzando sus brazos.

— ¡Muy bien! ¡Óiganme todos! — gritó Takehiko, el ex-rebelde. Se ocupó de reunir a todo el grupo. Salieron de detrás de la casa de servicio y de algunos sectores aledaños, donde estaban descansando en bancos, y los niños correteando por ahí. Veinte personas exactamente, contando a Takehiko. Entre ellos, 12 adultos y 8 niños. Aparcadas a un lado habían 3 carretas y 5 caballos con montura. — Ahora cruzaremos la frontera. Esta gente que ha llegado son shinobis, así que tengan en claro que estaremos a su cuidado a partir de ahora. No sabemos qué nos espera. El País de los Fideos es un territorio manejado por bandas criminales, así que sigan las indicaciones de estos hombres y no les causen problemas. — terminó diciendo en su discurso. Luego, miró a Naoya y le asintió.

El Shoku aplaudió dos veces. — Todos a bordo entonces. Takehiko-san, ¿quién monta esos caballos?

— Hay uno para cada uno de ustedes, y yo voy en otro, comandando la caravana. Pero queda en ustedes qué quieren hacer. Estos caballos nos los han dado en este paraje. —. Naoya asintió y observó a su hermano pequeño y luego a Kaname. Zeta debía seguir a bordo de su propia carreta, así que no sabía qué hacer con él. — Escúchame Kaname, hay que ponernos de acuerdo. Que tu amigo deje de jugar al chofer: esta gente maneja sus propias carretas. Pueden dejar esa porquería en la que llegaron aquí, seguramente el gran Imperio del Rayo la recuperará más tarde. — suspiró y escupió a un lado. — Kechizu cubrirá el flanco derecho, yo iré en la retaguardia. Tú podrías cubrir el flanco izquierdo y tu compañero... Espera, ¿es tu compañero de misión, verdad? Dijeron que enviarían dos refuerzos. — se paró a preguntar primero. Si Kaname le daba la afirmativa, continuaría. — Bueno, él puede ir junto a Takehiko en la delantera. Con esa formación deberíamos estar cubiertos por cualquier imprevisto.

Si no había ninguna objeción, cada uno montaría su caballo. Había exactamente 5, así que los 4 shinobis y el salvoconducto de la Hangyaku (Takehiko) deberían montar con éxito los equinos. Se escucharía un chiflido, y tras subirse a las carretas todas las familias, los caballos empezarían a andar y comenzaría el viaje.


El grupo podría aprovechar el trayecto para dialogar un poco, aunque a la distancia, y eso mismo haría el menor de los hermanos de Iwa, Kechizu. — Oye, Kaname. ¿Eres de Kumo? ¿O naciste en otro lugar y llegaste allí después? — preguntó desde el flanco derecho. Todos los miembros de la caravana podrían oír su pregunta. Naoya iba por la parte de atrás. Ya llevaban varios kilómetros y habían cruzado con éxito la frontera. Oficialmente estaban en territorio de los Fideos.

Los primeros kilómetros fueron tranquilos. Les esperaba un viaje de 300 kilómetros hasta el norte del país, donde se ubicaba Ciudad Yani, por lo que les tomaría un par de días llegar. Takehiko habló en un momento dado, desde el frente, donde Zeta debía estar cabalgando a su lado. — Otro grupo ya está viajando. Los mismos miembros del clan Yani se preocuparon en colocarles una escolta de sus hombres, así que deberían estar bien. Nuestras familias estaban un poco más preocupadas por mi culpa... Se podría decir que hay personas que no me quieren mucho. — chistó.

"El primer punto donde nos detendremos para que estas personas coman está a unos 60 kilómetros. Deberíamos darnos prisa, para que no nos atrasemos y lleguemos a pasar la noche a las afueras de la Sede Kama", pensó Naoya desde la retaguardia. Era el punto más vulnerable, así que quería encargarse de que estuviese cubierto.

OFF

APARIENCIAS
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Durante el viaje Kaname fue amable al decir que Zeta conducía bien pero la verdad es que ni siquiera él aguantaba tantas rocas-Vaya, has conocido conductores horribles. Yo soy el que maneja y ya estoy arto de las piedras, baches y no se que. Ojalá ya no falte poco-por suerte para ambos no tardarían tanto en llegar hasta el escondite de los refugiados.

Las presentaciones fueron enfocadas entre los de Iwa y la compañera de Zeta, mientras él simplemente se relajaba un poco en espera de que puedan seguir con la molesta misión. Pronto el líder de los refugiados comenzó un discurso para que todos supieran la situación y la verdad para sorpresa de Zeta eran muchas más personas de las que le dijeron ¿No sé abría equivocado de gente? Ya qué si es así.

¡A mí no me miren! Yo no soy shinobi, miren, no tengo armas ni la banda esa de ninja. Si pasa algo malo vayan con ellos-Zeta apuntó a los chicos de Iwa y se volvió a acostar, si había peligro el no quería estar de niñera protegiendo niños.

Luego tuvo que intervenir nuevamente-¡Yo no sé montar caballos! Así que le sedo el mío a alguien más-Zeta no sabía ni montar bicicleta ¿Cómo coño querían que montara un caballo? Capaz y se cae y se mata por querer ser vaquero.

El discurso acabó y una vez más los de Iwa se reunieron con Kaname para hablar y Zeta se quedó sacándose los mocos, pinche frío que congela todo y no provoca hacer nada.

Al final a Zeta lo pusieron junto al viejo líder en frente de todos, el moreno simplemente se quedaría sentado en la carreta que era llevada por el caballo del anciano y con pereza miraría el entorno montañoso por el cuál viajaban hasta que por fin alguien se dignó a hablarle.

Amigo, yo no sé un carajo de clanes. Pero si le caes mal a los Yani esos que te sude, total, no toda la gente le cae bien todos y aveces hay gente que solo finge amistad. Mira a los tipos de Iwa, llevan una cara más coñoemadre, seguro y ni en su país los quieren-si a Zeta lo enviaron a una misión donde puede morir por que es un mero ladrón y su vida vale poco, seguro, seguro los chicos de Iwa también valen poco.

resumen
Hablo-Narro-Pienso
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¿Por qué sería? Naoya, quien a la distancia no me había transmitido más que formalidad y disciplina, permitió sin más que la expresión de su rostro se transformara ante la mera mención de mi nombre. ¿Era aquel título afeminado con el que mi madre me había bendecido la causa de su sorpresa? ¿O lo era el nombre de mi familia? En cualquier caso, pretendí no haberme dado cuenta y estreché su mano con fuerza. Sonreí contento ante la reverencia de Kechizu y volví a bajar la cabeza, devolviendo su saludo. La mención de la Hangyaku no Kitsune sirvió para recordarme que estaba tratando con rebeldes al Imperio, pero hasta ahí llegaron sus efectos en mí. Después de todo, yo era inexperto y de aquella organización no sabía mucho.

—Un shinobi tan verde como yo no tiene ningún derecho a preocuparse por ideologías. — comenté. —He elegido un camino de servidumbre. Como tal, cumpliré con la misión que se me ha encargado tan efectivamente como mis capacidades me lo permitan.

Me había tomado un tiempo para meditar aquellas palabras y, mientras salían de mi boca, continuaba masticándolas y preguntándome si habían sido las más correctas. En ellas no había ni un ápice de deshonestidad y, sin embargo, yo sentía que en pos de una convivencia pacífica durante la misión, había miles de formas mejores de responder a las palabras de Naoya. Yo había dejado que mis malos hábitos ganaran y había elegido una forma más provocativa de responder. En cierta medida me arrepentía y esperaba que la negrura que intentaba esconderse tras mis palabras no fuera descubierta por los rebeldes.

—No me han informado de que Zeta padezca de alguna deficiencia en sus facultades mentales. —continué. Y ante el comentario de Kechizu, respondí— Por lo que me han dicho, Zeta no sirve al Imperio. Antes de que nos asignaran como compañeros, se encontraba privado de libertad.

Escuché desde la distancia las palabras de Takehiko. Entendí que uno de los caballos me pertenecería mientras durara el viaje y escuché con una sonrisa las indicaciones de Naoya.

—No tengo problemas con cubrir el flanco izquierdo y sí, Zeta es mi compañero. Les aseguro que a pesar de no ser ninja y no saber montar a caballo, es de fiar —reí. No hace falta decir que no tenía idea de si lo que estaba diciendo era cierto.

Por supuesto que aquellas palabras sobre el Imperio del Rayo cargadas de ironía no pasaron desapercibidas para mí. También era consciente de que la retaguardia era la posición más ventajosa si lo que Naoya se proponía era mantenernos vigilados a Zeta y a mí. No importaba, yo no había mentido cuando dije que mi propósito era únicamente cumplir con la misión.

Como había sido decidido, monté en mi caballo y tomé el flanco izquierdo. Desde allí acompañé la caravana al paso que Takehiko decidiera llevarnos.

—Mis padres se unieron a las fuerzas de Kumogakure escapando del régimen criminal en el País del Viento. Llegué al Imperio del Rayo con tres meses de edad. —entonces llegaron a mis oídos las palabras de Zeta sobre nuestros colaboradores de Iwa. — A decir verdad, yo tampoco conozco muy bien al clan Yani, ¿podrían hablarme de ellos?

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