[Autonarrada] Kaname Yoichi - Sojiro Murakumo.
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El sol brillaba sobre la aldea y yo me dirigía con paso decidido hacia el taller de Sojiro Murakumo, el maestro artesano al que me habían asignado para una misión diferente a las habituales. La brisa fresca me saludaba mientras me adentraba en el tranquilo barrio donde se encontraba el taller y pronto pude vislumbrar el modesto edificio entre las callejuelas.

Al llegar, fui recibido por Sojiro con una sonrisa amable pero cautelosa. Sus ojos parecían escudriñarme, como si pudiera ver más allá de mi apariencia y adentrarse en los rincones más oscuros de mi ser. Me sentí momentáneamente incómodo bajo su mirada penetrante, pero me obligué a mantener la compostura y mostrar mi mejor actitud.

Durante los días siguientes, me sumergí en el arte de la carpintería bajo la tutela de Sojiro. Aprendí a manejar las herramientas con destreza y a moldear la madera con precisión, dejándome llevar por el ritmo meditativo del trabajo manual. Aunque al principio me costó adaptarme a esta nueva tarea, pronto me encontré disfrutando de la sensación de crear algo con mis propias manos.

Con el tiempo, una extraña conexión comenzó a forjarse entre Sojiro y yo. Aunque el anciano seguía mostrando cierta reserva, pude sentir cómo su actitud hacia mí comenzaba a suavizarse gradualmente. Nos comunicábamos más a menudo, compartiendo historias y experiencias mientras trabajábamos juntos en el taller.

Sin embargo, no pude ignorar la sombra de la desconfianza que parecía rondar en los ojos de mi nuevo maestro. En los momentos de silencio, podía sentir su mirada escudriñándome, como si estuviera tratando de desentrañar algún secreto oculto en mi interior. Me sentí inquieto ante sus penetrantes, pero me esforcé por demostrarle que podía confiar en mí.

A medida que pasaban los días, la relación entre Sojiro y yo comenzaba a transformarse. Aunque seguía habiendo una barrera entre nosotros, podía percibir un cambio en su actitud hacia mí. La desconfianza empezaba a disiparse lentamente, dando paso a una camaradería basada en el respeto mutuo y el trabajo en equipo.

Y así, entre el sonido rítmico de las herramientas y el aroma a madera recién cortada, forjamos una conexión que trascendía las palabras y los gestos. Aunque el camino hacia la confianza plena aún era largo, sabía que estábamos avanzando en la dirección correcta, unidos por el arte de la carpintería y el deseo compartido de crear algo hermoso juntos.


Durante una pausa en nuestro trabajo, Sojiro se detuvo frente a mí, su expresión seria y reflexiva. Sus ojos, profundos como pozos llenos de sabiduría, me miraban con una intensidad que me hizo sentir desnudo ante su mirada. Aquel hombre, que no era siquiera un shinobi, podía ver a través de mi. Esa fue la sensación que me dio.

"Kaname", comenzó en un tono grave, "hay algo que debo confesarte". Su voz era serena pero cargada de significado, como si estuviera a punto de revelar un secreto antiguo guardado bajo llave. "Aquella melodía que escuchaste en el santuario, la que solo los puros de corazón pueden percibir... fui yo quien la cantó".

Mis ojos se abrieron con sorpresa ante esta revelación. No había esperado que el anciano maestro artesano estuviera relacionado con aquel misterio que me había llevado a emprender una búsqueda en busca de respuestas. ¿Qué significaba esto? ¿Qué conexión había entre Sojiro y la canción perdida?

Antes de que pudiera formular una pregunta, Sojiro continuó, su voz resonando con una mezcla de solemnidad y cautela. "Sin embargo, Kaname, debes entender que esa melodía solo puede ser escuchada por aquellos con un corazón puro. No todos son capaces de percibir su belleza y su significado. Y yo... me pregunto si realmente eres uno de ellos".

Sus palabras cayeron sobre mí como un balde de agua fría. Una oleada de duda y confusión inundó mi ser, haciendo eco en el silencio del taller. ¿Acaso Sojiro estaba poniendo en duda mi pureza de corazón? ¿Dudaba de mi capacidad para percibir la verdadera belleza y la verdad que yacía en lo más profundo de mi ser?

Me quedé sin palabras, luchando por encontrar una respuesta adecuada que pudiera disipar las sombras de la desconfianza que parecían envolvernos. Sin embargo, en el fondo de mi corazón, sabía que estas palabras resonarían en mi mente durante mucho tiempo, desafiándome a demostrar mi valía y mi pureza a través de mis acciones y mis elecciones en el camino que me esperaba.

Mi camino junto a Sojiro acababa de comenzar.
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Misión Finalizada

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