El templo de la sangre existe. Esas palabras significaban poco para mí, pero ahora habían tomado mucho más valor de lo que alguna vez tuvo.
En mi palacio negro, hogar de mis padres, grandes miembros del clan y agentes de alta estima para el Imperio y el País, mientras Carmilla, la guapa empleada doméstica otorgada por el estado, que aunque con cabello blanco y corto con un fleco sobre el ojo derecho, vestía con traje negro masculino, pero sus rasgos faciales no indicaban en ella otra cosa que belleza. Ella yacía encargándose de las cuestiones administrativas del palacio, mientras que yo me dedicaba al estudio y a mi preparación como shinobi.
Yo me encontraba en la biblioteca del palacio, leyendo sobre las formas de combate, el combate psicológico y sobre el engaño, cuando, en un intento por ir a lo más profundo, encontré en lo alto de los estantes una copia gruesa de un libro forrado con piel negra, hojas negras y sin título. Me llamó la atención lo curioso de ese libro, por lo que me lo llevé conmigo para analizarlo bien. Tan pronto como concentré mi chakra en mis pies para bajar del estante, las letras del libro se hicieron visibles. Eran azules, un azul celeste hecho de luz, y titulaban el libro "El Templo de la Sangre".
Rápidamente bajé y regrese a un sofá cómodo, y concentré chakra en mis manos como lo hacía con los pies, haciendo aparecer aquellas letras una vez más.
"El Templo de la Sangre" por "Nakai Chinoike". Era el nombre de mi abuelo.
Tras comenzar a leer, se abrieron ante mí notas del pasado de mi familia. Pasajes sobre cómo se conocieron mis abuelos, sobre la rivalidad Uchiha, y sobre todo, la alianza de 3 hermanos, quienes en algún punto del País del Rayo construyeron un templo dedicado al estudio de la naturaleza de la sangre. Sabían que de ella provenía poder, información, linaje y otras cualidades místicas y médicas que debían descubrirse.
Se mostraba el dibujo de una especie de altar, hecho con esas líneas de chakra azul, el cual indicaba cómo colocar la sangre de una persona en un recipiente, mientras las máscaras y figurillas de dioses murciélagos estaban presentes. Uno de los hermanos, Mao Chinoike, un médico, aparecía representado con cabeza de murciélago y con alas de murciélago que sobresalían sobre sus brazos; mientras observaba un vial con sangre. Otro hermano, Jiang Chinoike, un hombre con barba y vestido con traje, realizaba sellos de sellado sobre un montón de sangre sobre una tablilla, buscando "liberar" los secretos de ésta. Pero el tercer hermano, alguien mostrado como el mayor, con rasgos faciales de murciélago, sostenía un cuchillo con el cual sangraba su propio brazo. Él era Kai Chinoike, un sujeto bastante extraño.
Seguí leyendo sobre fórmulas que se llevaban a cabo en ese altar, así como el equipo de laboratorio que utilizaban. Aunque eso no era mucho de mi interés, sí que lo eran los resultados. Hablaba sobre un vínculo de sangre que les permitía introducir a alguien en un genjutsu, aunque estuviera en otro país. La capacidad de asimilar recuerdos de una persona al beber su sangre, alterar la sangre para conocer los secretos y potencial de su clan, entre otras cosas.
Con el tiempo, se irían uniendo otras personas, hasta que el libro mencionó a mi padre. Él nunca entró al templo de sangre, pero mi abuelo narraba cómo empleaba los conocimientos que le transmitía para crear sus propios jutsus, como las katanas de sangre eternas, la armadura de sangre eterna y otros jutsus más, como crear un fetiche donde sellaba una cantidad de sangre para luego liberarla y absorberla por ósmosis, recuperando salud.
-Carmilla, ¿sabes algo del Templo de la Sangre?- le pregunté a la chica. Ella no hizo ningún gesto.
-No, señor Asura, nunca he oído sobre ningún templo de sangre-dijo Carmilla.
Tenía que saber. Salí del palacio y me dirigí hacia la residencia de otro miembro del clan. Tras llegar hasta ahí, una mansión de enormes jardines y una arquitectura más moderna, en donde me recibió su mayordomo. Después de identificarme, me dirigió hacia la sala principal, en donde un hombre alto, de edad avanzada pero aún bastante firme, yacía leyendo los periódicos del día.
-Joven Asura, que sorpresa que decidiste venir a visitarnos-dijo mi tío.
-Kuma-san, tío, tengo una pregunta que hacerte-le dije, sentándome en un sofá cerca de él.
-Claro, ¿que es?- respondió mi tío.
-¿Has oído hablar de "El templo de la sangre"?- le pregunté. Su expresión cambió a una más seria, a la vez que intentaba recordar.
-¿Donde oíste eso?- respondió mi tío.
-En un diario de mi padre-le respondí.
-Ya veo. Ciertamente, el último miembro conocido que fue parte del templo fue tu abuelo, mi tío, uniéndose gracias a recomendaciones de mi padre. Se que ahí hacían rituales y experimentos con la sangre, sin embargo, tenían que ver dioses de la muerte y la sangre. Eran muy místicos, y aunque se unieron científicos de la familia, como médicos, siempre se manejaban con un carácter religioso-dijo mi tío, pensando.
-¿Religioso? Pero, ¿donde se encuentra?- le pregunté.
-Nunca me dijeron. Sólo se que en el País del Rayo, y cuando mi padre acudía salía de la aldea y se dirigía al norte. Creo que estaba en la cordillera más al norte, pero desconozco en donde se pudiera encontrar realmente- dijo.
-¿Porque ya no está funcionando?- le cuestioné.
-Lo desconozco. Quizás sea cierto que ya no está operativo, aunque puede que aún lo esté, no lo sé. Mi padre falleció en la Sexta Guerra mundial, y tu abuelo desapareció. Supe que seguían en la selección de nuevos miembros, pero con su muerte, quizás ya no se seleccionaron nuevos y quedó abandonado. Son muchas especulaciones, Asura, lo mejor será no salir en su búsqueda hasta que sepas muy bien en donde se encuentra-dijo mi tío.
-Ya veo, tiene sentido. Espero poder encontrarlo algún día. Ojalá otro de nuestros miembros conozca algo sobre ello- le respondí.
-Lo dudo, ya que el Templo de Sangre era muy secreto-dijo mi tío- apenas un puñado de gente tenía conocimiento, y menos aún tenían acceso.
Tras desanimarme momentáneamente, le daría las gracias y regresaría a mi palacio, dejándolo solo.
---
Aunque ya no lo vería, una vez que me hubiera retirado, mi tío se dirigiría a su teléfono y ordenaría a su mayordomo irse del lugar.
-Kurosakura-sama, soy yo, Kuma Chinoike de Kumo. Mi sobrino, Asura Chinoike, vino a preguntarme sobre "Las salas rojas"... si, ajá... creo que ha averiguado algo... si, claro... ajá... voy a vigilarlo entonces... también lo creo, quizás sea un buen candidato a futuro... eso es todo. Gracias...adiós...- dijo mi tío, colgando el teléfono para luego asomarse a la ventana para ver sus jardines.
En mi palacio negro, hogar de mis padres, grandes miembros del clan y agentes de alta estima para el Imperio y el País, mientras Carmilla, la guapa empleada doméstica otorgada por el estado, que aunque con cabello blanco y corto con un fleco sobre el ojo derecho, vestía con traje negro masculino, pero sus rasgos faciales no indicaban en ella otra cosa que belleza. Ella yacía encargándose de las cuestiones administrativas del palacio, mientras que yo me dedicaba al estudio y a mi preparación como shinobi.
Yo me encontraba en la biblioteca del palacio, leyendo sobre las formas de combate, el combate psicológico y sobre el engaño, cuando, en un intento por ir a lo más profundo, encontré en lo alto de los estantes una copia gruesa de un libro forrado con piel negra, hojas negras y sin título. Me llamó la atención lo curioso de ese libro, por lo que me lo llevé conmigo para analizarlo bien. Tan pronto como concentré mi chakra en mis pies para bajar del estante, las letras del libro se hicieron visibles. Eran azules, un azul celeste hecho de luz, y titulaban el libro "El Templo de la Sangre".
Rápidamente bajé y regrese a un sofá cómodo, y concentré chakra en mis manos como lo hacía con los pies, haciendo aparecer aquellas letras una vez más.
"El Templo de la Sangre" por "Nakai Chinoike". Era el nombre de mi abuelo.
Tras comenzar a leer, se abrieron ante mí notas del pasado de mi familia. Pasajes sobre cómo se conocieron mis abuelos, sobre la rivalidad Uchiha, y sobre todo, la alianza de 3 hermanos, quienes en algún punto del País del Rayo construyeron un templo dedicado al estudio de la naturaleza de la sangre. Sabían que de ella provenía poder, información, linaje y otras cualidades místicas y médicas que debían descubrirse.
Se mostraba el dibujo de una especie de altar, hecho con esas líneas de chakra azul, el cual indicaba cómo colocar la sangre de una persona en un recipiente, mientras las máscaras y figurillas de dioses murciélagos estaban presentes. Uno de los hermanos, Mao Chinoike, un médico, aparecía representado con cabeza de murciélago y con alas de murciélago que sobresalían sobre sus brazos; mientras observaba un vial con sangre. Otro hermano, Jiang Chinoike, un hombre con barba y vestido con traje, realizaba sellos de sellado sobre un montón de sangre sobre una tablilla, buscando "liberar" los secretos de ésta. Pero el tercer hermano, alguien mostrado como el mayor, con rasgos faciales de murciélago, sostenía un cuchillo con el cual sangraba su propio brazo. Él era Kai Chinoike, un sujeto bastante extraño.
Seguí leyendo sobre fórmulas que se llevaban a cabo en ese altar, así como el equipo de laboratorio que utilizaban. Aunque eso no era mucho de mi interés, sí que lo eran los resultados. Hablaba sobre un vínculo de sangre que les permitía introducir a alguien en un genjutsu, aunque estuviera en otro país. La capacidad de asimilar recuerdos de una persona al beber su sangre, alterar la sangre para conocer los secretos y potencial de su clan, entre otras cosas.
Con el tiempo, se irían uniendo otras personas, hasta que el libro mencionó a mi padre. Él nunca entró al templo de sangre, pero mi abuelo narraba cómo empleaba los conocimientos que le transmitía para crear sus propios jutsus, como las katanas de sangre eternas, la armadura de sangre eterna y otros jutsus más, como crear un fetiche donde sellaba una cantidad de sangre para luego liberarla y absorberla por ósmosis, recuperando salud.
-Carmilla, ¿sabes algo del Templo de la Sangre?- le pregunté a la chica. Ella no hizo ningún gesto.
-No, señor Asura, nunca he oído sobre ningún templo de sangre-dijo Carmilla.
Tenía que saber. Salí del palacio y me dirigí hacia la residencia de otro miembro del clan. Tras llegar hasta ahí, una mansión de enormes jardines y una arquitectura más moderna, en donde me recibió su mayordomo. Después de identificarme, me dirigió hacia la sala principal, en donde un hombre alto, de edad avanzada pero aún bastante firme, yacía leyendo los periódicos del día.
-Joven Asura, que sorpresa que decidiste venir a visitarnos-dijo mi tío.
-Kuma-san, tío, tengo una pregunta que hacerte-le dije, sentándome en un sofá cerca de él.
-Claro, ¿que es?- respondió mi tío.
-¿Has oído hablar de "El templo de la sangre"?- le pregunté. Su expresión cambió a una más seria, a la vez que intentaba recordar.
-¿Donde oíste eso?- respondió mi tío.
-En un diario de mi padre-le respondí.
-Ya veo. Ciertamente, el último miembro conocido que fue parte del templo fue tu abuelo, mi tío, uniéndose gracias a recomendaciones de mi padre. Se que ahí hacían rituales y experimentos con la sangre, sin embargo, tenían que ver dioses de la muerte y la sangre. Eran muy místicos, y aunque se unieron científicos de la familia, como médicos, siempre se manejaban con un carácter religioso-dijo mi tío, pensando.
-¿Religioso? Pero, ¿donde se encuentra?- le pregunté.
-Nunca me dijeron. Sólo se que en el País del Rayo, y cuando mi padre acudía salía de la aldea y se dirigía al norte. Creo que estaba en la cordillera más al norte, pero desconozco en donde se pudiera encontrar realmente- dijo.
-¿Porque ya no está funcionando?- le cuestioné.
-Lo desconozco. Quizás sea cierto que ya no está operativo, aunque puede que aún lo esté, no lo sé. Mi padre falleció en la Sexta Guerra mundial, y tu abuelo desapareció. Supe que seguían en la selección de nuevos miembros, pero con su muerte, quizás ya no se seleccionaron nuevos y quedó abandonado. Son muchas especulaciones, Asura, lo mejor será no salir en su búsqueda hasta que sepas muy bien en donde se encuentra-dijo mi tío.
-Ya veo, tiene sentido. Espero poder encontrarlo algún día. Ojalá otro de nuestros miembros conozca algo sobre ello- le respondí.
-Lo dudo, ya que el Templo de Sangre era muy secreto-dijo mi tío- apenas un puñado de gente tenía conocimiento, y menos aún tenían acceso.
Tras desanimarme momentáneamente, le daría las gracias y regresaría a mi palacio, dejándolo solo.
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Aunque ya no lo vería, una vez que me hubiera retirado, mi tío se dirigiría a su teléfono y ordenaría a su mayordomo irse del lugar.
-Kurosakura-sama, soy yo, Kuma Chinoike de Kumo. Mi sobrino, Asura Chinoike, vino a preguntarme sobre "Las salas rojas"... si, ajá... creo que ha averiguado algo... si, claro... ajá... voy a vigilarlo entonces... también lo creo, quizás sea un buen candidato a futuro... eso es todo. Gracias...adiós...- dijo mi tío, colgando el teléfono para luego asomarse a la ventana para ver sus jardines.