[MISON AUTO-NARRADA: RANGO D] EL ENCARGO DEL GRANJERO
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0700 horas,  27 de Noviembre del 14 D.Y
[Imagen: e61e9a69d438a4b08157bfc40c5c4d3e.jpg]

Ilu se encontraba en un viaje por el país del fuego, pero debido a gastar no planeados el joven chico de las montañas se vio obligado a tomar una misión cerca de las granjas del país. Para su suerte este había salido armado en el viaje, por términos de seguridad, cosa que les serían útil para completar el encargo. Se sabía que la misión era sencilla, pero quería hacer lo mejor posible para impresionar a los líderes de la aldea. Tal vez con el tiempo deba volver y si hace buena letra le sería fácil tomar misiones del tablo del país del fuego.

Se perdió en el transcurso del camino, pues nunca estuvo en el país del fuego ya que era esta su primera vez, pero para su suerte aun así llego a tiempo a la granja del granjero, en donde es atendido por un señor de mediana edad, el cual le explica nuevamente la misión a llevar a cabo y le comenta que tendrá un compañero. El granjero esperaría la llegada de este último, para empezar a mostrarle el área en donde los conejos habían estado comiendo.

Mientras tanto Ilu empieza a preparar sus armas y estrategias para capturar la mayor cantidad de conejos posible.

Granjero

Área


Resumen
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El joven Manabu se levantó casi ipsofacto de su cama cuando se dio cuenta que tenía que ir a una misión. Había estado postponiendo la alarma hasta que se acordó que tenía cosas que hacer. Saltó rápidamente y se tropezó, cayendo de bruces contra el suelo. Dolía, pero no había tiempo para llorar o quejarse. Se puso sus pantalones cortos anchos y una chaqueta cualquiera, y mientras bajaba las escaleras, hacía malabares para calzarse las sandalias.

Tras salir de casa, salió corriendo tan rápido pudo, sorteando niños, señoras y señores. La ubicación estaba a más de media hora de la aldea, y tenía que estar allí hace más de diez minutos. Una vez cruzó las puertas, se subió a lo alto de los árboles y empezó a saltar de uno a otro, de esa manera llegaría antes, seguramente. "Espero que el granjero y mi compañero no se enfaden conmigo por llegar tarde..." Iba pensando el joven shinobi mientras apuraba su paso.

Finalmente, llegó al lugar donde le esperaban. Se reunió donde estaban los dos individuos, y jadeando se inclinó y apoyó ambas manos en sus rodillas, para recuperar el aliento. Luego levantó la vista y el brazo derecho con la palma hacia ellos, como pidiendo perdón. -Perdonen, chicos... Soy... Soy...- Le estaba costando respirar a causa de lo rápido que había venido. -Soy Manabu. El chico... Perdón, el ninja de Konoha.- Se irguió y les miró a los dos. Primero al granjero y luego al chico, para acto seguido hacer una reverencia de disculpa. -Siento mucho llegar tarde, pero he tenido una complicación por el camino.- Dijo, esperando que ellos no se enfadaran con él y dejaran aquello pasar.
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-Un gusto conocerte, mi nombre es Ilu y seré tu compañero en esta misión. – el joven le estira la mano para saludar, por otra parte, el granjero tambien se presenta como Makio y saludo al joven shinobi de Konoha, ya con un simple saludo de su parte las presentaciones habían terminado. Ya estando los dos encargados de la misión el granjero le pasa a mostrar la zona a trabajar, el lugar contaba con bastante espacio verde y grandes cantidades de cultivo, el cual tendrían que tener cuidado de no romper o echarlos a perder.
 
Al escuchar esto Ilu decide que la mejor estrategia para capturar a los conejos es crear una barrera improvisada utilizando las herramientas de la granja, como estacas de madera y alambre de púas. Tal vez si se creaba una entrada en la barrera con un trozo de tela y llenaran de comida el agujero los conejos entrarían y serian más fácil de atrapar. Después de crear la barrera, Ilu y su compañero solo tendrían que espera pacientemente detrás de la tela, escondido de la vista de los conejos, la trampa se llenaría y los jóvenes podrían cobrar la recompensa.

Ilu le comunicaría el plan a su compañero, si este tuviera otro entonces podrían ganar tiempo y llevar acabo las dos ideas.

Trampa
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Manabu le da la mano a su nuevo compañero, Ilu y le dedica una amplia sonrisa. Parece ser que no les importó que llegara tarde, lo cual le tranquilizó enormemente. Su madre siempre le había enseñado que la puntualidad lo es todo, y que llegar tarde crea una mala imagen suya y del clan. -Encantado de conocerte, Ilu. Me informaron que estaría acompañado en esta misión. ¡Vamos a esforzarnos y demos lo mejor de nosotros mismos!- Dijo, a modo de ánimos para cumplir con la misión.

Acto seguido, su compañero le trazó un plan, que el shinobi asintió enérgicamente, aunque no tuviera ni la más remota idea de hacer trampas para conejos, para ratas, osos, o para cualquier animal en general. El nunca había cazado, aunque era una de las cosas que más le gustaría hacer, cazar a una presa con sus manos, y cocinarlas al fuego de la hoguera... Pero para ello necesitaba a alguien que le acompañara y le enseñara a cazar y a cocinar. -Me parece una idea genial, pero... Creo que me debes enseñar a hacer las trampas porque no he hecho una en mi vida...- Dijo, poniendose las manos en la cintura.

El otro plan que se le podía ocurrir sería localizarlos y cazarlos uno a uno, lo cual sería muy fácil si tuviera su "Byakugan" despierto, pero aún no lo había despertado y no podía proponer aquel plan. Tendrían que, de momento, intentar el plan de las trampas, y ver como iba la cosa.
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-No te preocupes eh crecido en las montañas del oeste y atrapar animales pequeños como conejos  es algo que prácticamente hago todos los días. – observo a sus alrededores en busca de materiales para poder realizar las trampas, pero al no encontrarlas, se las pidió al granjero. Los materiales pedidos se encontraban en una bodega lejos de la granja, por lo que Ilu decidió ir a buscarlas –Mientras vuelvo podrías crear algunos agujeros, no los hagas cerca del cultivo, sino cerca del bosque, tampoco deben estar juntos sino los conejos no caerán.- Tras terminar de hablar el shinobi se dirigiría al galpón en busca de los materiales, estos eran alambre de púas, madera y tela o cualquier cosa que pudiera tapar la vista de la trampa.

Mientras se dirigía hacia el galpón, Ilu pudo observar a unos conejos saltar entre los arbustos, por lo que no dudo en avanzar para atrapar a estos. –Son bastante grandes, creo que quedarían bien en un estofado o en empanadas. –, una vez terminada la misión el chico le pediría al granjero un par de conejos para comer en la noche. Al llegar al galpón Ilu toma las cosas que necesitaba y nuevamente vuelve con su compañero, esperando que los posos estén hechos y así poder ayudar a hacer más.
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Ilu le tranquilizó, y le dijo que no se preocupara, que él se encargaría de hacer las trampas; y también le dijo como debía proceder. Al parecer tendría que hacer varios agujeros cerca del bosque y que no estuvieran muy separados unos de otros, porque sino los conejos no caerían en la trampa. Una vez le dijo eso, Manabu asintió y fue en dirección al bosque. -¡No te preocupes, Ilu! ¡Yo me encargaré de cavar!- Dijo de una voz para que le escuchara.

Tras llegar a su destino y al no contar con ninguna pala, se remangó las mangas de su chaqueta y comenzó a cavar en la tierra con sus propias manos. Lo hacía tan rápido como podía, y todo ello a pesar de que le dolieran las manos, ya que al no contar con pala o guantes, las piedras chocaban con sus dedos y las mas pequeñas entraban en sus uñas. Al final del día tendría las uñas completamente negras, pero bueno, ese era su trabajo y no podía ni quería quejarse. A fin de cuentas, el era un ninja de Konoha, y más tarde o más temprano se iba a encontrar con problemas mucho peores.

Tras hacer cinco agujeros lo suficientemente profundos, escuchó a su espalda unas pisadas. Al girar la cabeza y ver que se trataba de su compañero, le dedicó una sonrisa. -¡Ey, Ilu! He hecho cinco agujeros. ¿Debería hacer más, o con estos nos vale?- Preguntó, levantándose para mirarlo a los ojos, esperando una respuesta de su parte.
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Al llegar al lugar Ilu observa a su compañero el cual tenía las manos ensangrentadas –A carajos, hiciste los posos con las manos, que estúpido fui, me olvidé de que no teníamos herramientas apropiadas. Déjame ver. – Ilu observaría las manos de Manabu si este lo dejara y le ofrecería unas vendas de su porta objetos para que pueda vendarse las manos. –Sinceramente no pensé que fueras a usar las manos, pero bueno era la única forma de hacer los posos. - una angustia se hacía presente en la mente del chico, el cual no se dio cuenta de su error. –Espérame aquí enseguida vuelvo. – Corriendo nuevamente hacia el galpón el chico toma unas palas, las cuales lleva hacia donde se encuentra su compañero. –Ahora sí, toma. Con esto será más fácil, perdón por mandarte a cavar sin herramientas, pero nunca imagine que usarías tus manos para crear los posos. – Tomando la pala Ilu empieza a cavar –haremos unos diez posos más y empezaremos armar las trampas-

Con tranquilidad le mostro a Manabu como colocar el alambre por dentro del pozo y utilizando las estacas evitar que el alambre se cayera, una vez las quince trampas estaban armadas, estas fueron tapadas por una manta blanca. Ahora solo quedaba colocar el cebo para los conejos y esperar a que estos cayeran uno a uno. -Si estas trampas funcionan, haremos un par extra en el bosque, aunque el granjero tendrá que poner un alambrado o algo, matar a muchos conejos tampoco sería correcto. -

El tiempo paso y los conejos empezaron a caer uno a uno, algunos eran grandes otros chicos, pero las trampas estaban funcionando adecuadamente. Si esto seguía así, lo único que tendrían que hacer los jóvenes seria entrar a matar a los conejos y así poder darle fin a la misión.
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Manabu estaba tan centrado en cavar, que ni se dio cuenta que le sangraban las manos por cavar con ellas. Sólo se dio cuenta cuando Ilu llegó y le dijo que le miraría las manos. Tras echarle un vistazo, sacó de su portaobjetos unas vendas, que el ninja de Konoha agarraría de buena gana para taparse las pequeñas heridas una vez se limpiara las manos con un poco de agua. -¡Muchas gracias por las vendas! Esto no es nada para un ninja. ¡Shajajajajajajaja!- Dijo de buena gana el chico. Tras aquello, esperó a que volviera con algunas palas para continuar el trabajo.

Cogió la pala y siguió cavando tantos agujeros como fueran necesarios. -¡Ilu! No te preocupes. Un ninja debe amoldarse a la situación que se encuentre para llevar a cabo su misión.- Comenzó diciendo. -En este caso, no había palas... ¡Pues lo hago con las manos! Y si no hay manos... ¡Lo hago con los pies! Y si no hay pies ni manos... ¡Lo hago con la boca!- Dijo, esperando que su compañero riera por aquella broma.

Después de cavar los agujeros, Ilu le enseñó a colocar las trampas para que los conejos cayeran en ellas. Ahora ya tenía un método para cazar conejos, que seguramente usaría en el futuro. Al cabo de unas horas, todos los conejos fueron cayendo uno a uno, un poco más rápido de lo que Manabu pensó, pero mucho mejor. Así podría volver a casa para ducharse, comer y dormir. ¡Que ganas tenía el Hyuga de dormir!
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Ilu mostro una pequeña sonrisa al comentario del joven Manabu, -eres algo gracioso jajaja me agradas. -, las trampas de los conejos se empezaron a llenar rápidamente, así que ahora los chicos lo único que tenían que hacer era empezar a matar a los conejos, -Bueno creo que es hora de trabajar. - tomando una kunais Ilu se movió en dirección al Este donde había algunas trampas, -Yo iré por aquí, ve por las otras del allá y nos volvemos a encontrar justo en el medio.

El joven shinobi se movió hasta la primera trampa del Este y allí empezó a mover la manta blanca, de donde saco a los animales pequeños mientras que los mataba de un solo golpe para evitar su sufrimiento. Atravesando su cuello con el arma afilada iba colocando a los conejos boca abajo para que estos perdieran la sangre, su objetivo era usar la carne y la piel del animal para evitar muertes innecesarias. 

Al llegar a la última trampa, Ilu le hablo a Manabu –Creo que terminamos, iré avisarle al granjero que los conejos están muertos, tal vez nos paguen ahora. – tras terminar de decir eso el shinobi se empezó a mover en dirección a la casa principal en donde se encontraba el granjero, pero en mitad del camino –Espero, mejor vamos juntos así nos pagan en la entrada así cada uno después vuelve a casa. -
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Manabu asintió con una amplia sonrisa cuando escuchó a su compañero que le agradaba. Sinceramente, el Hyuga nunca tuvo dificultad para hacer amigos. Le era bastante fácil porque tenía bastante encanto natural y era bastante espontáneo. Además, tenía la habilidad de saber siempre que decir en cualquier momento. -Muchas gracias, Ilu. Tu también me agradas. ¡Eres muy hábil con las trampas para cazar!- Dijo. -¡Apuesto a que puedes hacerlas mucho más grandes! ¡Cómo para cazar un oso!- 

Una vez que terminó la conversación, Ilu le avisó que tenían que matar a los conejos, lo cual Manabu no tuvo muchos problemas. En las fiestas de su clan, en algunas ocasiones cogían un cerdo y lo mataban para luego comérselo, por lo que no tenía problema en matar a aquellos animales. El chico los agarraba de la cabeza y les rompía el cuello, de manera que fallecieran al instante. Replicó aquel movimiento con los conejos hasta que no quedó ninguno. Su compañero le dijo que ya habían terminado, por lo que deberían ir a que aquel granjero les pagara.

Manabu asintió y fue tras él. -¡Día de paga, Ilu! ¿Que harás con tu recompensa?- Preguntó. -Yo, probablemente vaya a comer a algún buen restaurante de la aldea. O quizás me compre algún cómic. ¡Shajajajajajajaja!- Dijo mientras se dirigían hacia allí. Una vez hablado con el granjero, se despidieron y se marcharon cada uno por su lugar, esperando volver a encontrarse para disfrutar de una tan fácil misión.
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