7 vidas [Priv.]
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En algún punto de Enero, 15 D.Y.
4 A.M.
Afueras de Kirigakure no Sato.



Quien se postraba frente a él a escupir ordenes adornadas con saliva era un hombre de mediana edad, con la cabeza rapada quizá por decisión, que pretendía ser una figura de autoridad aún cuando aquel a quien le hablaba fácilmente le doblaba en estatura. Sin embargo, el más alto y joven de los dos mantenía la mirada firmemente a algún punto del imaginario horizonte por puro respeto, mientras las palabras de su aparentemente malhumorado superior le retumbaban en los oídos a tan tempranas horas de la madrugada. Su semblante quería, muy honestamente, mostrar respeto para evitar problemas al comenzar el día.

— … entonces basta con que pongas tu puta cara en el camino, te mantengas ahí hasta que el sol se oculte, y en caso de algún percance, notifiques a tu superior inmediato. — Espetaba el Imperial. — ¿Entendido? — Murmuró la última de las preguntas mientras clavaba una mirada inquisitiva en el ojiceleste, que instintivamente se erguía tanto como su columna se lo permitiese, asintiendo con firmeza.

Poco tiempo necesitó el Heizu para partir de aquel cuartel imperial donde se le había llamado. Para hacer honor a la verdad, y viendo que el sol ni siquiera empezaba el esfuerzo por asomarse en oriente, su plácida noche de sueño se vio interrumpida por un llamado “urgente” a la acción. Que no era más que una patética tarea de suplencia.

Uno de los tantos guardias que patrullaba la ciudad había caído enfermo por, aparentemente, sobredosis accidental de alcohol la noche anterior, y haciendo uso de favores para zafar del castigo, probablemente estuviese durmiendo mientras al soldado raso le tocaba cubrir su puesto. Pero, de cualquier forma, Sevro aceptaría sin rechistar. Por las malas había aprendido a hacerlo hace mucho ya.

Mientras se acercaba al punto en que debía sembrarse cual árbol y pasar el resto de la jornada, alcanzó el único trozo de información relevante que le entregaron aquella mañana, leyéndolo en el acto ahora que tenía oportunidad. — ¿Un cargamento? ¿A estas horas? — Murmuró para sí, mientras volvía a guardar el papel en alguno de sus bolsillos. No había mucho que entender más que tener en consideración que, en algún momento de la mañana un “cargamento importante” pasaría por la ruta que el vigilaba y debía cerciorarse de que todo estuviese en orden.

Una vez en la encrucijada de caminos que iba a encargarse de vigilar, en algún punto de las afueras de Kirigakure, estiró como pudo su cuerpo intentando alcanzar el cielo con la punta de sus dedos, y dejó escapar un profundo suspiro a ojos cerrados. Cuando los orbes celestes volvieron a abrirse, y su cuerpo tomó la forma usual, el enfoque se fue a uno de los matorrales a un costado del camino. Iluminado por la luz de la luna que aún hacía presencia en el cielo, una pequeña bestia cruzaba miradas con él.

El intercambio duró a penas un par de segundos en los que el felino estudió al shinobi y viceversa. No había nada que resaltar en el uno ni en el otro, especialmente dada la distancia y la complicada visibilidad, por lo que sin más, el gato decidió internarse en aquellos arbustos con un salto grácil.

— Pensé que tendría algo de compañía… — Murmuró, de nuevo para sí, al tiempo que alzaba la mirada al extrañamente despejado cielo. En aquellas horas de la madrugada la niebla abundaba, pero parches de claridad como aquel en el que estaba no eran inusuales tampoco. El frío también se colaba en los huesos para aquel que no estuviese abrigado, pero por fortuna el Heizu tenía su abrigo oscuro usual.

De ahí en más, lo que el día le deparase, iba a resultar en una sorpresa. Grata, quizás.
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Aquella madrugada el Kurama no había podido despertarse peor. Como de costumbre, su descanso se había visto perturbado por una oscura pesadilla que había conseguido que incluso hiperventilara y tuviera las mejillas llenas de lágrimas secas. Desde lo sucedido en la misión de Iwagakure, estaba más sensible y irritable de lo normal; no podía dejar de recordar los gritos de horror que tanto caracterizan a una batalla de ese calibre, y eso no dejaba de hacerle sentir más culpable. ¿Pero acaso tenía otra opción? ... Probablemente no. Aunque no le gustara, debería aceptarlo y superarlo lo antes posible; a partir de ahora, no sería de extrañar que le asignaran más tareas similares. 

Se levantó de la cama y fue al patió a buscar a su mascota, Dobby, para que le diera un poco de cariño y así sentirse un poco mejor. Hacía 2 años que lo cuidaba; en realidad era callejero, pero un día Kano le dio de comer y después de eso cada día se dedicó a pasar por su casa para maullarle y pedirle algo de pollo. Al principio mostraba ser un gato bastante reacio a acercarse a humanos, de hecho no se acercaba a los platos hasta que el muchacho no se hubiera alejado, pero con el paso de las semanas la distancia entre ambos se fue estrechando hasta que al final consiguió que durmiera sobre su regazo. Aquella fue la primera vez que el Kurama experimentó el cariño sincero, y desde entonces lo adoptó para volverse inseparables. Lo único malo es que su tía no dejaba entrar en casa a Dobby, pero muchas veces el adolescente lo metía a escondidas para que durmiera con él cuando tenía malos sueños.

Después de cerrar la puerta detrás de sí, llamó al animal para que saliera de su escondite y se acercara a él como de costumbre, pero eso no pasó. Lo volvió a llamar, y nada. Siguió así hasta unas 5 veces, momento en el cual comenzaría a desesperarse. Buscó como un loco por todo el patio a su amigo, pero no estaba en ninguno de sus rincones habituales, por lo que se preocupó─. No, no, no... Por favor no me dejes solo ahora Dobby ─desde que lo había adoptado nunca se había escapado, por lo que se temió lo peor. 

Kano no es una persona que pierda fácilmente los papeles, pero la cosa cambia mucho cuando cree que a algún ser querido le ha pasado algo. Sin pensárselo dos veces se fue corriendo con la intención de recorrer toda la aldea y encontrar a Dobby, sin importarle el hecho de ir en pijama. Su respiración se aceleró al igual que sus pulsaciones, las cuales retumbaban en sus oídos y le desesperaban aún más. Estuvo sin parar como 10 minutos de reloj, hasta que llegó a las puertas de la aldea y lo vio, sentado al lado de un guardia mientras se limpiaba con su pata─. ¡Dobby, menos mal estás bien! ─fue directo hacia allí bastante emocionado, pero el felino se asustó por su repentina brusquedad y se fue corriendo hacia las afueras, perdiéndose entre unos arbustos─. ¡No, no te vayas!

El muchacho intentó pasar las puertas corriendo, pero uno de los guardias le frenó en seco y le obligó a identificarse antes de salir de la aldea. El Kurama estaba muy estresado, pero colaboró para poder seguir con la persecución. Al cabo de un par de minutos le dejarían salir, y él se dirigió como un cohete en la dirección donde la parecía que se había ido. Gritaba su nombre cada dos por tres mientras miraba cada árbol por si se había subido a alguno, pero no hubo suerte.

Sin darse cuenta había llegado a un camino, donde vio a un hombre bastante alto y pelinegro; por el uniforme que vestía, estaba claro que era otro ninja de la Niebla como él, aunque no sería de extrañar que el contrario le confundiera con un niño cualquiera por sus pintas, su voz y su pequeño tamaño─. ¡P-Perdone! ¿Ha visto a un gato pasar por aquí? Tiene manchas grises... Y cicatrices en la cara ─le preguntó bastante acelerado, solo bastaba verlo para notar lo desesperado que estaba; tenía los ojos llorosos, su respiración era irregular y sus manos no paraban de temblar. No sería de extrañar que en cualquier momento le diera un ataque de pánico.
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Saito se encontraba en el hospital trabajando en el turno de la noche, así es, estaba desde las 7 pm y su turno no acabaria hasta las 7am del dia de hoy. El muchacho habia tenido una noche poco movida gracias a Dios, pero no por eso significaba que se la habia pasado sentado y echandose aire, no, habian muchos pacientes que necesitaban ciertos ejercicios o medicamentos de noche y tuvo que velar por ellos.

La cosa de trabajar de noche es que bueno, su habilidad para ver lo sobrenatural lo distrae un poco... Auyentar a los espiritus que buscaban empeorar la situación de los pacientes era un deber que traia miradas juiciosas, al igual que guiar a los recién fallecidos al otro lado...

Pero, lo que llamó su atención esa noche fue una figura femenina en el pasillo, una que conocia desde hace un tiempo.

¿Que haces aquí? Es de madrugada-Saito aprovechó que nadie estaba en la habitación para hablar tranquilamente con su fallecida prima.

Bueno, es que estoy super aburrida. ¿Podemos caminar un rato al menos?-la chica se veia aburrida y distraida. Asi que Saito aceptó, aunque antes le pidió a Harley (su superior) de que le dejara ir temprano hoy y bueno, a cambio le terminó debiendo un postre caro...

Los primos caminaron tranquilamente por las calles poco transcitadas de Kirigakure. Hablando de cosas sin mucha importancia pero que a la vez los hacian reflexionar. La cosa es qie en su caminata notaron a un chico correr en pijamas hacia las puertas de la villa y aunque era de noche a Saito le sonaba.

¿Kano? Creo que si... Ven, veamos que le pasa-pidió preocupado y aunque su prima no queria acabó siguiendolo.

Kano paró en laa puertas y Saito acabó alcamzandolo junto a su prima... La cual nadie podia ver pero eso era una bendicion, sis quejidos eran insorportables.

Ah, era eso. Hola, ¿me recuerdas? Te vi corriendo y me preocupe. Oye, calma, te ayudare a buscar a tu gato-Saito dejó su mano en el hombro del chico brindando su apoyo y el de su prima aunque ande negandose.
Narro-Pienso-Hablo

Pasivas
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De situaciones inesperadas está llena la vida de aquellos que cuentan con la fortuna suficiente para no vivir y morir entre el aburrimiento. Durante sus primeros años de vida rara vez sucedía algo fuera del típico y estándar guión que parecía venir con una vida pacífica, pero aquella madrugada en particular, con el cruce de caminos siendo testigo, las cosas empezaban a tornarse extrañas. No por el gato que había visto hace rato ya, pues vida silvestre poblaba aquellas tierras y no era algo que resaltar, pero ahora un niño aparecía en la periferia, vistiendo pijamas para más peculiaridad. Inevitablemente el Heizu torcería el cuello inclinando la cabeza cual can observando algo que escapa, aunque sea ligeramente, de su comprensión. 

Dudando de su propia vista por unos instantes y de su estabilidad mental por otros, observó mientras aquel chiquillo se acercaba. De ilusiones entre la niebla sabía algo él, definitivamente, pero aquello no parecía tal. Sin embargo, y en favor a mantener la cabeza bien posicionada sobre sus hombros, irguió la postura en lo que alertaba a cada uno de sus sentidos para prever, tanto como pudiese, una emboscada o algo del estilo. La posibilidad hostil estaba, o estaba a punto de tener su primer contacto paranormal. Cualquiera de las dos opciones le hacía bombear el corazón un poco más de lo normal.

Pero, por fortuna o desgracia, el chico ya estaba lo suficientemente cerca cuando alzó la voz en un intento casi desesperado por comunicarse y espantar las teorías complicadas que se formaban en la psique de Sevro. Y, al parecer, el chico no estaba solo en aquel predicamento. De momento, sin embargo, la atención del Heizu se concentró en el más pequeño. En cuestión de instantes, una historia se esquematizó en la mente del ojiceleste, buscando darle sentido a aquella narrativa de la que ahora parecía ser parte. Un gato -aparentemente perdido-, un chico desesperado, y una madrugada atípica. Receta inusual pero efectiva, definitivamente. 

— Respira, pequeño. — Murmuró el más alto. Su tono era condescendiente pero la frialdad con la que aquellas palabras venían acompañadas no compaginaba con el discurso. Aunado a eso, el semblante casi inamovible del somnoliento y pálido Heizu le hacía lucir casi como un cadaver perfectamente conservado. Una vez el aparente peligro había salido de la ecuación la emoción también se había esfumado casi en su totalidad, y lo que sobraba iba dirigido a evitar que el niño empezase a llorar. Por supuesto, no paraba de juzgar equivocadamente al ninja que tenía en frente, y probablemente en una situación un poco más desafortunada ya tuviese un cuchillo clavado en el cuello por puro descuido y exceso de confianza. 

— Vi un gato, si. — Alzó la diestra con el índice extendido hacia un punto en particular, señalando los matorrales entre los que se había perdido la pequeña fiera. — Al comienzo de mi turno acá, cruzamos miradas y desapareció en aquella dirección. — Añadió mientras movía su mirada entre el punto al que señalaba y el objetivo de sus palabras. — No puedo decirte con certeza hace cuanto fue, pero no debe haber ido muy lejos. A lo sumo se habrá encontrado con un lobo o algo… — Terminó mientras murmuraba el final y bajaba el brazo. Su turno había comenzado hace rato ya pero era imposible saber cuanto tiempo llevaba ahí parado entre la niebla. La cuestión del lobo no era una certeza ni tenía intenciones de comentarla, pero aquella parte fatalista a veces hablaba demás, sin mediar ni detenerse un segundo para considerar consecuencias. 

Por un instante y abstrayendose completamente de la posible respuesta del otro, quedó en una encrucijada moral. Si analizaba bien su situación, allí parado, estaba muriendo de aburrimiento. Ayudar a un chico a encontrar a su gato perdido, además de buena acción, era definitivamente más interesante que quedarse ahí sin mas esperando un supuesto cargamento del que no había rastro. — ¿Necesitas ayuda? Puedo ayudarte a buscar. — Dijo, casi como si una epifanía hubiese llegado y le indicase que abandonar su deber en busca de aventuras era el camino correcto. Pero sus palabras iban dirigidas a alguien que, posiblemente, hubiese reaccionado mal a la posibilidad fatal propuesta instantes antes por el Heizu. Y si el chico estaba acompañado, ellos también pudieron haber reaccionado mal.
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Antes de salir por las puertas de la aldea, Kano habría sido interrumpido por Saito, un muchacho que había conocido en una cena de empresa. Le acompañaba otra chica que no conocía, pero no le prestó mucha atención ya que estaba más preocupado por que no le diera un infarto y encontrar a su mascota. En el momento que sintió la mano del Onmyoji en su hombro se tensó y la apartó con un movimiento brusco; no estaba acostumbrado a que invadieran su espacio personal─. ¡Ya intento calmarme! Pero no puedo ─le respondería aceleradamente. En otra situación habría sido amable y le habría saludado, pero entre la pesadilla y lo de Dobby era incapaz de relajarse─. Se ha ido por allí, si vas a ayudarme date prisa por favor.

Después de esa pequeña escena, el Kurama habría llegado al camino donde se encontraba Sevro junto a Saito y su prima. El hombre habló con un tono tan frío como el hielo, pero le recordó algo importante al adolescente: que debía respirar bien. Después de correr como un loco por todos lados, no se había dado cuenta de que estaba hiperventilando, y como siguiera así no sería extraño que se desmayara. Cerró los ojos para inspirar profundamente y expirar lentamente, consiguiendo después de algunas repeticiones que su corazón bombeara con un poco menos de fuerza. Seguía preocupado y ansioso, pero por lo menos volvió a ser consciente de dónde estaba y lo que estaba pasando─. Tengo que serenarme, las calles no son seguras y cualquier enemigo puede aprovecharse de mi estado para cortarme el cuello.

Miró a cada uno de los que se habían ofrecido a ayudarle y bajó la cabeza avergonzado mientras juntaba sus temblorosas manos─. Lo siento mucho por haber actuado así, Dobby es muy importante para mí y estoy muy preocupado ─se disculparía y tragaría saliva. Podía notar como las lágrimas intentaban salir de sus ojos, pero se contuvo para no incomodar más a los demás─. Por favor, ayudadme a encontrarlo y así no os molestaré más. Os prometo que os devolveré el favor ─prácticamente les rogó. Después de eso, miraría en la dirección donde el más alto le había dicho que había visto a su gato. Lo único que distinguió fue arbustos y árboles, por lo que suspiró y comenzó a caminar hacia allí.
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Saito alcanzó a Kano pero el chico estaba tan desesperado que se portó bastante grosero, Saito lo miró con pena y le siguió el paso dado que igual le ayudaría.

La ayuda de un shinobi de turno vino de perlas para tranquilizar al moreno y aunque Saito fue ignorado seguiria brindando su apoyo. Por otro lado, Samara, sintió como Kano logró verla, eso era posible, como tesoro sagrado ella podía ser vista por ojos atentos... Les daria un ejemplo pero mejor veanse Noragami.

No poseo técnicas de rastreo pero tengo una que podría ayudar ahora que la luz es minima-expresó realizando algunos sellos. Pronto, Saito sería poseído por un Suiko para obtener algunas cualidades fisicas del yokai. Brazos y piernas ahoran eran las de un tigre blanco, su pelo se tornó del mismo estilo y sus ojos y dientes se afilaron como minino.
Nekomata


¿Suiko? Creí que harias antorchas o algo mas util...-y claro, la señorita perfecta se quejaba de la desición de Saito.

Puedo ver en la oscuridad. Además mi olfato es mejor. Cazaré a ese gato en poco tiempo-afirmó seguro de sí mismo y empezó a buscar un rastro, algo de pelo atorado en una de las ramas del arbusto serviria.
Narro-Pienso-Hablo

Pasivas
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El maleducado -más por inocencia que por indecencia- pelinegro no pudo evitar soltar un bostezo sonoro que se tradujo en una bocanada de aire tibio que se escurría entre los dedos de la mano que había destinado a tapar el gesto. Lo que es más, sin embargo, era que aquella muestra de cansancio -o aburrimiento- tuvo lugar mientras el más chico del grupo hablaba y pedía ayuda para buscar a su mascota.

En otras circunstancias el Heizu probablemente habría empatizado con el desconocido, por pura conveniencia, pero este no era el caso. Mas sí lo veía como la distracción perfecta para lidiar con su aburrimiento y, encima, dudaba llegar a meterse en problemas por dejar su puesto unos cuantos instantes en los que se dedicaba a buscar un gato. Después de todo, ¿Qué tan difícil podía ser aquello?

Sus elucubraciones se vieron interrumpidas por el comentario de aquel segundo desconocido que, de la nada, empezaba a hacer sellos. Instintivamente el Heizu dio un paso atrás mientras mantenía la mirada fija en el otro shinobi. Desconfiar, aunque sea un poco, de ninjas desconocidos era un práctica que llevaba tatuada en la mente y no iba a dejar de hacerlo sin importar la circunstancia. A continuación, y con la mirada pasando de la suspicacia a una mezcla entre la estupefacción y el asombro, miró al más chico para intentar discernir si lo que estaba viendo era una alucinación individual o compartida. Era la primera vez que veía una técnica como aquella y su respuesta fue arquear una ceja. Y en vista de que todo parecía estar bajo control, soltó un suspiro y se rascó la nuca. 

— Oh, buena idea. Te seguimos. — Dijo, en voz alta, una vez el Onmyōji se permitió explicar el por qué de la elección de técnica. — Aunque cazar quizá no sea el mejor termino… — Agregaría al final, con un poco más de duda esta vez. Enseguida volvería la mirada al más pequeño de los tres, y con una voz fría preguntaría. — ¿Por qué habrá huido tu gato? — Su pregunta era con una genuina intención de curiosidad.

Por un instante luego de aquello, el ojiceleste se vio ante la cuestión de no saber el nombre del resto del improvisado equipo de búsqueda. Pero, francamente, prefería mantenerlo así. Si preguntaba, los otros inquirirían buscando saber el suyo, y si todo esto terminaba mal, no habría forma de ligarlo a esto. Al final, no estaba ni siquiera en su puesto de trabajo oficial sino pagando favores.

De allí esperaría a que quien sea que tomase el liderazgo de la cuadrilla de busqueda diese el primer paso. Él no estaba en posición ni disposición de tomar la delantera, por lo que se apegaría a cualquier consejo y curso que los otros decidiesen tomar. Y en vista de que el pequeño no contaba con unos nervios de acero, el Onmyōji parecía el más indicado para poner en la delantera.
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Aquellas 3 personas aparentemente aceptarían sus disculpas, aunque la verguenza en el pecho del Kurama probablemente iba a tardar un rato en irse; no le gustaba nada que los demás vieran aquel lado de él, ya que debía mantener la reputación que estaba comenzando a ganarse entre el ejército imperialista. Se suponía que era un chico calmado, muy inteligente y organizado, que no toma decisiones precipitadamente; pero al fin y al cabo, seguía siendo un adolescente así que todo lo que le pasaba le afectaba más de lo normal, aunque normalmente supiera ocultarlo.

La transformación del Onmyoji le tomó por sorpresa, tanto que dio un pequeño respingo y hizo el amago de caminar hacia atrás. No entendía cómo funcionaba aquella técnica, pero cuando escuchó a Saito hablando con aquella forma de tigre se relajó un poco. Eso sí, cuando mencionó la palabra "cazar", sus ojos se abrieron como platos, pero las palabras del hombre pelinegro consiguieron sacarle el susto─. Dobby es un gato muy escurridizo, al fin y al cabo vivió bastante tiempo en la calle así que tiene el instinto de huir a flor de piel ─les explicaría a todos─. Pero desde que le adopté nunca se había escapado... Quizá está enfadado porque últimamente siempre estoy fuera del país ─tras aquella explicación, notó como nuevamente su vista se nublaba por algunas lágrimas pero rápidamente se las quitó con el brazo y avanzó para ponerse al lado del tigre blanco─. Te seguimos entonces. Intenta no avanzar muy rápido... Podrías asustarle y se alejaría más.

Si Saito avanzaba hacia el arbusto donde Sevro decía que había visto al gato, podría oler unos pequeños pelos que habían quedado entre las ramas después de que el felino hubiera pasado por en medio. El rastro seguiría recto, por una zona donde la gente no solía caminar así que estaba llena de plantas, matorrales y ramas de árboles que dificultaban un poco el paso.
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Última modificación: 23-02-2023, 09:51 PM por Saito Yamamoto.
La transformación de Saito era algo que asombró a ambos Chunin, ambos retrocedieron un poco, inseguros por el juicio del Onmyõji, pero cuando escucharon las intenciones de Saito se aliviaron, aunque claro, la palabra "cazar" no fue muy bien recibida. (Si, muchas comas. Asi que vaya y coma... ¿no? Si... Mal chiste.)

Saito escuchó la razón del por que el gato Dobby estaba siendo grosero con Kano y no opinó, bueno, no en voz alta-Es un gato. Los gatos no quieren de verdad. Kano le daba comida y por eso lo visitaba pero si Kano deja de hacerlo busca a alguien que lo haga. Así son todos-Saito era mas de perros obviamente pero en estos momentos era mitad minino asi que mejor y buscaba a Dobby y ya.

Somos shinobi. Rápido y sigiloso es algo que nos define-tras decir esto encontró el rastro de Dobby y empezó a avanzar sigilosamente a una buena velocidad.
Muon Satsujin Jutsu

Nekomata

Su prima Samara solo suspiró y empezó a buscar al minino por otro lado, sabia que Saito andaba jugando y aunque ella andaba aburrida no quería pasar la noche de esta manera o enserio lograria dormirse... Algo no tan malo pero ya no quería eso, solo comer algo bueno, para eso necesitaba que Saito estuviera libre yanque no poseía ni un Ryo.
Narro-Pienso-Hablo

Pasivas
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Si el curso de aquella madrugada estuviese en manos de alguna retorcida mente que se encargase de elegir los acontecimientos, todo tendría más sentido. Sevro no paraba de sobreanalizar lo que parecía ser un sueño extraño y, honestamente, pensó en pellizcarse un par de veces para discernir si estaba realmente despierto. Después de todo, lo que tenía pinta de resultar en una noche común y corriente había devenido en una extraña aventura con un medio gato, un niño, y un gato perdido.
 
Por otro lado, el deber empezaba a susurrarle al oído cuando el recuerdo de su tarea de vigilancia se balanceaba entre las paredes de su mente. Era amargo tener que decidir entre una pseudo-aventura y evitar los problemas, pero ello no lo detendría de empujar los límites de la legalidad para tratar de salirse con la suya.
 
Pero, aunque el estuviese atrapado en aquel efímero debate, el resto del mundo no se detenía en su avanzar. El Onmyōji ya empezaba a seguir el rastro del pequeño y rebelde dobby mientras el peliazul se disponía a seguirle. Fue casi instintivo el primer paso, y tras este ya no hubo vuelta atrás.
 
— Eh… — Alzó la voz tratando de modularla para concordar con el «rápido y sigiloso» que su compañero de excursión había mencionado. — Procuremos hacer esto rápido. Debo volver a mi puesto tan pronto como sea posible… — Agregaría entre susurros mientras avanzaba entre el resto. — Y con cuidado, que he leído reportes de células rebeldes trabajando por aquí en antaño. Quizá podamos encontrarnos con alguna sorpresa. — Terminó como pudo para dar paso a una carrera silenciosa.
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Última modificación: 27-02-2023, 03:22 PM por Kano Kurama.
Aún con la frase de Saito, el Kurama no pareció estar muy convencido, pero como él es el que había tomado el liderazgo de la improvisada misión prefirió no replicar y simplemente asentir con la cabeza. El tigre blanco avanzó bastante rápido mientras olfateaba para seguir el rastro, escurriéndose por la vegetación y evitando las ramas que habían por en medio. Kano intentaría apresurarse para seguirle, aunque antes de ir tras el Onmyoji miraría al más mayor─. ¿Y por qué no creas un clon de sombras? Así vigilará por ti y no tendrás que preocuparte ─le comentó aquella idea, y tras su respuesta volvería a fijarse en el Yamamoto para seguirle.

El moreno físicamente no parecía un ninja, entre el pijama y el hecho de que era bastante joven, pero cuando aceleró el paso demostró que se movía con una agilidad digna de como mínimo un Chunnin; no era tan rápido como los otros dos, pero estaba claro que no era un principiante ni un niño civil.

No me haría mucha gracia tener que pelear... Así que espero que esos rebeldes no estén rondando por aquí cerca ─contestaría al aviso de Sevro, y prestaría atención a los alrededores tanto por si veía a Dobby o si notaba cualquier cosa sospechosa; al estar fuera de la aldea, no podían moverse despreocupadamente. El rastro del gato les haría avanzar por el bosque, acercándoles cada vez más a la costa; por aquella zona no había playa, sino que acantilados, por lo que Kano no pudo evitar preocuparse durante un segundo pensando que su mascota se podría haber caido. Luego recordó que era un gato, un animal bastante ágil, y se le olvidó la tontería.
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Última modificación: 27-02-2023, 09:57 PM por Saito Yamamoto.
Como un sabueso Saito se transformó en el lider de la expedición por su habilidad de rastreo, el chunin desconocido queria ayudar pero debía seguir con su deber. Kano le dio una solucion que Saito de hecho iba a proponer, claro, no tendria mucha protección la puerta pero el clon al desaparecer ayudaría a saber del ataque y así regresar y contraatacar.

A mi si se me apetece un combate, deseo verlos en acción-mencionó y de pronto paró de golpe-Ty gato es rápido y corre muy lejos... ¿no es algo raro? Intentaré olfatear algo...-Saito buscó rastro humano o animal reciente. Un gato que se aleje tanto a una velocidad superior a la de un genin es preocupante.
Nekomata

Su prima por otro lado se quedó diambulando por el espeso matorral de a isla, no había hallado nada bueno pero la luna era linda y el viento refrescante.

El sol saldria en unaa horas para regalar un bello amanecer entre la neblina. Pero aquí lo importante era encontrar a ese Dobby que tantos problemas le habia traido al joven Kano que aún en piijamas lo buscaba.
Narro-Pienso-Hablo

Pasivas
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El muy improvisado trío de búsqueda seguía la iniciativa de uno de sus integrantes mientras Sevro era cuestionado de frente. Lo que parecía una simple sugerencia había calado hondo en su psique mientras se lamentaba el no haberlo pensado él. Ahora solo restaba lo lógico por hacer; inventar una excusa para no ser juzgado con desdén. O quizás decir la verdad era lo suyo en tal ocasión. Al fin y al cabo, estaba seguro de que, muy probablemente, a aquel par de desconocidos no se los iba a encontrar de nuevo. — Debo confesar que no tengo idea de cómo hacer un clon de sombra… — Fue lo que salió de su boca mientras se trasladaba. ¿Una verdad o una mentira? Ni él mismo tuvo tiempo de pensar en ello cuando el segundo comentario de Kano y la eventual respuesta de Saito hicieron eco en aquel gélido aire de la entrante mañana.

— Un combate sería una manera interesante de comenzar un día, ¿No creen? — Anunció, encadenando una pregunta con cierta capciosidad. — Aunque pensandolo bien, quizás deberíamos dejar que los ninjas de alto rango se encarguen de esas cosas de rebeldes peligrosos. — Para esta punto empezaba a divertirse mientras interpretaba un personaje completamente distinto a su “yo” real. Y aprovechándose de la carencia de identificaciones y datos que delatasen su rango, prefería jugar aquel juego.

En medio de la conversación del trío, a un costado del camino escabroso que estaban tomando, unos matorrales vibrarían con un sonido que denotaba la presencia de algo. Y no era algo del particular tamaño de un pequeño gato como aquel que el Heizu había visto. ¿Lo escucharía alguno de los Kirinins? Probablemente, pero dependería de ellos prestarle atención o no, y dependería de la suerte la naturaleza de aquel ruido.
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Durante la búsqueda de su mascota, Kano ni se había dado cuenta de que estaba empezando a amanecer. Lo que sí que notaba es que hacía un frío casi gélido, cosa que la humedad de la niebla y solo estar vestido con un pijama no ayudaba─. Quizá tienes r... ¡ACHÍS! ─iba a contestar a Saito, pero un estornudo le obligó a cubrirse la boca con el brazo. Sorbió un poco los mocos que tenía en la nariz; a este ritmo, iba a resfriarse.

La percepción del Kurama era bastante buena, y como estaba atento a cualquier movimiento sospechoso en los alrededores notó como unos matorrales cercanos vibraban, delatando la presencia de algo. Saito no parecía estar siguiendo el rastro en esa dirección, así que lo más probable es que no se tratara de su gato sino de algún animalillo del bosque─. Parece que hay algo en ese matorral ─igualmente él no se quedaría callado, y avisaría a sus improvisados compañeros mientras señalaba donde se encontraba el orígen del ruido. El muchacho parecía no atreverse a comprobar lo que era.
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Última modificación: 09-03-2023, 02:04 PM por Saito Yamamoto.
Saito escuchó las palabras de aquel shinobi y se detuvo de golpe pata poder mirarlo con suma preocupación.

¿Dejaron la protección de las puertas a un ninja que no puede usar un simple clon?-pregunta trampa, solo suspiró y pasó a dejar un clon en las puertas para cubrir a su aliado.
Kage Bunshin no Jutsu

No debería gastar mi chakra así pero... Ya que-quejandose en su cabeza siguió su rumbo.

Su pelaje lo había hecho olvidar la helada mañana pero Kano se lo recordó con su estornudo.

Salud. Y no, si le dejamos todos los rebeldes a otros nunca subiremos de rango-contestó la pregunta y al fin encontró el rastro. Kano pudo ver como del arbusto salieron varios shuriken y Saito se pondría en medio para que su brazo izquierdo recibiera el impacto.

Extranjeros...-musitó y del arbusto salieron dos mujeres, una de hecho tenía al gato.

Quien lo diría. Tu plan funcionó. Ese gato fue la carnada perfecta para traer a ninjas de la niebla y un niño-habló la mujer de traje mas sombrio.


Mi control sobre los gatos siempre es perfecta-respondió su acompañante minina mientras miraba a Saito le hacia postrarse de rodillas.

¡Aaaahgr! ¡Mi cabeza! ¡¿Que haces?!-el Onmyõji sujetaba su cabeza con fuerza y en cuestión de segundos todo se calmó. Saito se puso de pie y lanzó un zarpazo a Kano ¿Que estaba pasando?
Nekomata

Lean
Narro-Pienso-Hablo

Pasivas
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Aquello del clon de sombra había levantado alarmas, aparentemente. Y no era para menos. Pero tampoco iba a dedicarle mucho tiempo en defenderse de las bien fundadas sospechas de Saito. Y siendo testigo de aquella muestra de altruismo de parte de este último, no hizo sino aplaudirle. — Oh, podría aprender un par de cosas de usted, que parece preocuparse de verdad por la aldea. —  Diría, honestamente, mientras volvía a concentrarse en Kano y su búsqueda una vez superado el tema del clon y la vigilancia. 

Cuando las cosas cambiaron de rumbo tan repentinamente el shinobi dio un paso atrás. No por miedo o precaución, sino por puro y duro instinto. Las chicas que habían entrado en escena repentinamente eran cuanto menos extrañas, y no iba a detenerse a cuestionar mucho. Lo que había dicho hace momentos sobre rebeldes podía ser realidad, y no iba a jugarse el cuello en un descuido. A penas la presencia de ambas se dio a conocer, y mientras daba un paso atrás alejándose de todos, llevó ls siniestra lentamente a su riñonera y sacó un par de shurikens que sostuvo ahí, ocultas tras su espalda.

— ¿Quienes sois? — Preguntó Sevro en voz alta y con tono serio. — Chico, ¿Ese es tu gato? — Agregó, dirigiéndose verbalmente a Kano. Posterior a sus preguntas, el ataque sorpresa de Santo tuvo lugar y el kirinin pegó un salto de un par de metros hacia atrás. — ¿Controlar gatos? Qué habilidad de mierda. — Dijo en voz alta, tratando de provocar furia. No quería arriesgarse a atacar directamente para evitar poner en riesgo a la mascota de su compañero, pero si se veía arrinconado y no tenía de otra, atacaría.


OFF
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Kano no se esperaba para nada lo que aparecería entre los matorrales: un par de mujeres, además una de ellas confesó que podía controlar a los gatos. Él esbozó una mueca tensa, frunciendo el ceño y apretando los dientes mientras retrocedía un par de pasos por puro instinto─. Sí, ese es Dobby ─le respondería al pelinegro tajantemente, sin despegar la mirada de las dos sospechosas─. Me da igual quiénes seáis, pero devolvédmelo ─el muchacho parecía estar bastante cabreado, tanto que incluso sin darse cuenta se le escapó un gallo. Sus brazos se moverían rápidamente para hacer un único sello, pero ver como Saito se arrodillaba para luego encararle frenó sus intenciones. 

El tigre blanco se le abalanzaría para darle un zarpazo, a lo que el adolescente reaccionó estirando su brazo con la mano abierta. Las garras del felino le causarían una profunda herida en la palma, pero nada más le tocó una explosión de agua surgiría para empujarle directamente hacia la enemiga gatuna y usarle como arma humana─. Tsk, no me digas que también puede controlarle a él. ¡Saito, deshaz la transformación! ─no sabía si su compañero le iba a hacer caso, pero por intentarlo no perdía nada.

Suishōha

Off
[Imagen: cb295f99ee3d24361583b9ee05fd2168.jpeg]
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Escuchar a aquel hombre aplaudir y luego escuchar esas palabras hacia sentir a Saito que se estaba burlando aunque sonaba honesto, sin querer darle mas vueltas solo aceptó.

Te enseñaré si gustas. No soy el mejor pero supongo que todos necesitamos ver para aprender-las conversaciones de esos tres eran de lo mas fuera de lo comun pero tal vez era por el poco conocimiento entre ellos.

Cuando el confricto empezó Saito acabó en el bando enemigo, la defensiva de Kano lo ayudó a alejar al tigre pero la chica gato simplemente detuvo el avanzar.

Buen intento niño ¡al ataque!-ordenó y Saito junto al gato de Kano se lanzaron contra el chaval.
Gouken Ryuu

Contenido Oculto
Tu pareces ser el maa fuerte, espero no te sientas mal por ser eliminado por nosotras-habló la sombria mientras con sus uñas heria sus manos para cambiar la apariencia de sus ojos al mismo tiempo que Sevro sentia que algo raro le pasaba a su cuerpo.
Ketsuryugan

Y para finalizar, un sello de manos que haria que de sus manos saliera un chorro de sangre contra los Kirinin, el chorro que iba contra Kano podia llegar a golpear a Saito si este lo esquivaba o peor, golpear a su gato.
Nekomata


off
Narro-Pienso-Hablo

Pasivas
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Todo se había complicado innecesariamente como si de una historia tragicómica se tratase. El conflicto escalaba a trompicones mientras el Heizu seguía dando pequeños saltos hacia atrás buscando alejarse del peligro. Confiaba, por supuesto, en que su buen compañero Kano tuviese lo necesario para salir ileso de aquella batalla campal de la que el peliazul pretendía ser testigo sin más. Especialmente luego de recibir confirmación por parte del más joven indicándole que, efectivamente, aquel felino era su gato perdido. Después de todo no quería arriesgarse a herir al inocente gato.

— ¡Vamos muchacho! ¡Confía en ti mismo! — Arengaba al tiempo que se ubicaba a, al menos, 10 metros del par más cercano y otros cuantos más de las dos chicas. Definitivamente no iba a formar parte de una escaramuza tan singular y confiaba que todo terminase por salir bien. — ¡Te cubro las espaldas por si aparece otro enemigo! — Aquello era una verdad a medias, pues sí estaría atento, pero saber si participaría o no era hilar demasiado fino.

Pero eventualmente sus movimientos y discurso se vieron frenados por un hormigueo en todo el cuerpo. Desvió por un segundo la mirada a la mano que sostenía el kunai y volvió a mirar al campo de batalla para observar la arremetida de los dos gatos contra el más joven. — Chico, no me siento bien. Creo que me sentó mal la cena. — Informó en voz alta a su compañero de batalla. El flujo de información era importante y el Heizu no quería que el jovenzuelo lo tomase por alguien inexperto en combate.
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La situación no paraba de complicarse a pasos agigantados. Aparentemente el pelinegro no iba a ayudarle en esa batalla, por lo menos directamente, y encima se estaba viendo obligado a combatir contra su propia mascota. A ojos del Kurama, se había despertado de una pesadilla para aparecer en otra, solo que esta vez se trataba del mundo real. Su corazón bombeaba por la ansiedad y sus manos habían vuelto a temblar violentamente, igual que cuando la pareja de shinobis se lo habían encontrado; a juzgar por su rostro horrorizado y sus dientes apretados, quedaba claro que aquella escena estaba empezando a superarle. Apenas era un niño, ¿cómo iba a ser capaz de gestionar algo así de manera eficiente él solo?

Mundo interno

Antes de que Saito y Dobby se le abalanzaran, el ninja demoníaco habría realizado un único sello que haría aparecer un par de clones. Ambos saltarían hacia el lado para tomar distancias, uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha. El problema de realizar esta jugada, es que no le daría tiempo a defenderse del Taijutsu del hombre tigre y el zarpazo de su mascota, los cuales le golpearon en el hombro izquierdo y le empujaron varios metros por el impacto.

Kage Bunshin no Jutsu

Por otro lado, el clon que se encontraba por la izquierda habría realizado una rápida tanda de sellos mientras saltaba y habría inflado su pecho. Un proyectil de agua iría directo hacia el chorro de sangre para detenerlo un poco, otros dos irían a por Saito y Dobby, y el último par serían disparados al pecho de las rebeldes. Además, el clon de la derecha habría hecho también una tanda de sellos, pero a diferencia del otro por el momento no habría generado ningún jutsu, esperando el momento adecuado.

Teppoudama
Contenido Oculto

Volviendo a centrarnos en el "Kano" original, él habría esbozado una siniestra sonrisa mientras tomaba con una de sus manos su hombro herido─. Maldito cabronazo, deja tus palabras alentadoras y en vez de apartarte ayúdame anda. ¿O es que tu también estás con los rebeldes? ─exclamaría a Sevro mientras sin pensárselo dos veces saltaba para esquivar el jutsu de la ninja sangrienta, introduciéndose en el proceso en unos matorrales que le ocultarían gracias a su baja estatura.
Contenido Oculto
[Imagen: cb295f99ee3d24361583b9ee05fd2168.jpeg]
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