Hace años, cuando el imperio Boshoku apenas había acabado de limpiar las calles de rebeldes, muchos niños quedaron huérfanos y sin ningún lado a dónde ir, por suerte, Tuski Sheru había fundado al fin su orfanato dándole aquellos jóvenes una oportunidad de seguir viviendo su infancia en un sitio donde dormirían en camas cómodas, comerían caliente y podrían aprender y jugar junto a otros. No era una tarea fácil pero ese siempre fue el sueño de aquella mujer del clan Terumi que tras perder a su esposo tenía un par de gemelos a los cuál cuidar por su cuenta también.
Saito y Aiko eran llevados de vez en cuando al orfanato para ayudarles a tener amigos y demostrarle a los niños que residían que estaban en un ambiente seguro. Los gemelos solo tenían 5 años así que a Aiko no le gustaba ese lugar, era insegura y algunos niños eran mayores con ellos, Saito por otro lado, le gustaba la idea de conocer a otros niños y jugar con ellos, probarse a sí mismo y perder si hacía falta. En aquellos inocentes días el pequeño consiguió a la recién llegada en una esquina de área de las literas dónde todos dormían, lloraba sin parar, algo normal en los recién llegados, el pequeño niño se le acercó y le palmeó la cabeza en búsqueda de consolarla.
Vete-la niña claramente no lo quería cerca pero Saito era terco y se sentó a su lado-Te dije que te fueras-ordenó enojada y el niño solo la abrazó tiernamente sin decir nada, la niña rompió en llanto y se aferró a él para desahogarse, Saito entendía el dolor de perder a alguien que recordabas con cariño aunque su rostro y voz sean borrosos ahora.
Gracias, soy Sasha-despues de calmarse un poco la niña se presentó y Saito le ayudó a limpiar sus lágrimas-Yo soy Saito. No te preocupes yo cuido a todos-se presentó con mucho animo buscó levantarse y jalar la mano de la chica para que lo siga a afuera, era obvio lo que quería ¡Jugar!
Los niños del horfanato debían ser adoptados así que semana a semana se iban algunos, pero Sasha no, ella trataba de esconderse en los días de adopción y así continuar su amistad con Saito. El niño por su lado le contaba las ventajas de tener una familia y siempre compartía con ella nuevos juegos que le enseñaba su abuela y los postres que hacía. Claramente el niño había adoptado a Sasha como su hermana de corazón y al igual que la real la cuidaba de los niños que la molestaban y la mimaba todo lo posible. 3 años pasaron y ya estaban completamente acostumbrados al otro, Saito lamentablemente no visitaba tanto a la niña como antes, su abuela lo entrenaba junto a su hermana en el arte del Onmyõ y su madre en el ninjutsu general, pero Sasha era más fuerte y aprovechaba sus días sin Saito para practicar su nueva ambición, cantar.
Su canto de sirena acabó atrayendo a un hombre al orfanato con la intención de adoptarla, Tsuki conocía a la niña y claramente no la daría en adopción tras hacerle varias pruebas a aquel hombre el cuál era un hombre ejemplar, sin vicios, con buen empleo y hogar e incluso una esposa que lamentablemente era estéril. Así que tras unos días con papeleo, el día de la despedida había llegado para Saito y Sasha.
No me quiero ir Saito. No dejen que me lleve-la niña se reusaba a irse y por ello abrazaba al niño quien acarició su cabeza-Mereces tener una familia al igual que yo. Prometo visitarte así que no te preocupes-el niño sonrió y la niña lo soltó, tímidamente se marchó con su nueva familia y se despidió de aquellos que fueron amables con ella.
Pasarían unos días y Saito le pidió a Tsuki ir a visitar a Sasha pero la mujer estaba muy ocupada y no siquiera con todos los clones que tenía de ayudantes podía aceptar la petición de su hijo. Semanas después el niño le pidió nuevamente a su madre pero ellas había empezado a trabajar como ninja rastreadora y tenía misiones que hacer así que el niño suspiró y entendió la situación. Pasaron meses y Saito no se molestaba en pedirle a su madre visitar a su amiga, simplemente vivía con la esperanza de que fuera ella la que viniera a visitarlo pero nunca pasaba.
Una noche, Saito y Aiko se quedaron a dormir en el orfanato ya que estaba haciendo una pijamada con los demás niños. A pesar de la edad, las historias de terror no faltaron, ser Onmyoji le regalaba a Saito grandes historias sobre yokai que hacían que alguno se orinara encima aunque buscaba no ser tan tenebroso para que Aiko no la pasará mal. Era invierno así que todos usaban pijamas acolchadas para mantenerse calientitos, pero sintieron frío cuando un horrible llanto comenzó a rodear el lugar, se escuchaba arañazos en las paredes y Saito simplemente le pidió a todos quedarse en la habitación mientras él investigaba.
Aiko, cuida al resto. Veré si las clases de la abuela funcionan-el niño se aventuró solo con su pijama de perro como única protección. Ahí la vió, una horrenda mujer de largo cabello y arrugas, su ropa sucia y destrozada. Era la típica bruja, pero para Saito era algo mas-Baba Yaga-un yokai peligroso por lo que debía deshacer de ella-¡Cosa fea, vete! No eres bienvenida en este lugar-mostrarse seguro era importante, la llorona arremetió contra él y el niño no pudo hacer más que correr, huyendo por todo el lugar con miedo. Era un niño, obviamente no podía ganarle a algo tan horroroso, llegó a la cocina y tomó un cuchillo para intentar defenderse, su torpeza hizo enojar al espíritu el cuál de un zarpazo lo despojó de su arma y de otro arañó su rostro, justo debajo de su ojo izquierdo, un poco más arriba y de seguro quedaba ciego.
El niño chilló de dolor, podía sentir su sangre recorrer su mejilla pero se levantó y la miró molesto-¡Soy Saito Yamamoto! ¡Exorcista! ¡De he dicho que te vayas!-ordenó con el corazón acelerado, la bruja gritó y sujeto su cabeza con fuerza-¡SAITOOOO!-la bruja se rodeó de una energía negra y de pronto se convirtió en una niña delgada y mal arreglada, tenía claros moretones en su piel y empezó a llorar-¡Waaa! ¡Waaa! ¡Saito! ¡Saito! ¡Waaa!-no fue hasta que empezó a llorar que Saito notó de quién se trataba-¡¿Sasha?! ¡Sasha!-laa abrazó y ambos se pusieron a llorar, Saito creyó que iba a morir pero si era Sasha le hacía feliz verla de nuevo. Pero, había un claro problema-¿Que te pasó Sasha?-el niño había caído en cuenta, su amiga estaba...
¡Ese hombre feo! ¡Me vendió! ¡Me vendió a un hombre malo! ¡Muy malo! ¡Waaa!-seguía llorando miserablemente mientras abrazaba a Saito con una fuerza sobre humana, el niño tosió herido-No tan fuerte Sasha... ¿Cuál hombre feo?-no entendía nada pero necesitaba vivir para entenderla-Me adoptaron... sniff... pero me dieron a otro hombre... un hombre malo... muy malo... me hizo cosas feas... hasta que un día solo me desmayé y ya no estaba. Mi cuerpo frente a mi... sniff... no soportaba verlo, solo podía pensar en mi odio ¡Yo quiero matarlo!-la chica volvió a una forma semidemoniaca y Saito la abrazó fuerte para que se calmara-No lo encontré. Sentía mucho odio Saito, mucho odio. Pero tú nombre, saber que eras tú me calmó al fin... pero quiero matar al hombre malo-Saito la miró y suspiró-Yo igual. La abuela dice que los espíritus malos son así por el odio al morir. ¡Pero tú no eres mala! ¡Sasha! Debes ir al cielo Sasha-la espíritu negó con la cabeza molesta por lo que le habían hecho, como la habían usado-Tengo miedo. Si voy al cielo ya no voy a verte-la chica solo quería volver a cuando su vida era buena pero Saito no podía dejarla.
Sasha debe ir al cielo. No tengas miedo, el cielo es bonito. Mi papá está allá arriba. Tus papás también deben estar allá arriba-esas palabras iluminaron los ojos de la niña, también quería ver a sus padres pero, quería quedarse con Saito y matar a ese hombre malvado-Sasha, yo voy a vengarte. Yo mataré al hombre malo. Lo mandaré al infierno así que no te preocupes-la niña empezó a soltar lágrimas y negó con la cabeza-No me quiero ir Saito... no de nuevo-Saito acercó su mano a su herida recién hecha, de seguro tendría una cicatriz-Juro por esta cicatriz que nos veremos de nuevo ¡Yo también planeo ir al cielo con papá! Y te visitaré todos los días-era una promesa, una que está vez no pensaba fallar. La niña se sintió satisfecha por esas palabras y le regaló al niño un pequeño beso en los labios, su espíritu brillo y se desvaneció en pequeños copos de nieve. El niño miró decaído al pequeño charco que se formó en el suelo y sujeto un copo de nieve que caía en su mano.
Yo también te quiero Sasha...
Saito y Aiko eran llevados de vez en cuando al orfanato para ayudarles a tener amigos y demostrarle a los niños que residían que estaban en un ambiente seguro. Los gemelos solo tenían 5 años así que a Aiko no le gustaba ese lugar, era insegura y algunos niños eran mayores con ellos, Saito por otro lado, le gustaba la idea de conocer a otros niños y jugar con ellos, probarse a sí mismo y perder si hacía falta. En aquellos inocentes días el pequeño consiguió a la recién llegada en una esquina de área de las literas dónde todos dormían, lloraba sin parar, algo normal en los recién llegados, el pequeño niño se le acercó y le palmeó la cabeza en búsqueda de consolarla.
Vete-la niña claramente no lo quería cerca pero Saito era terco y se sentó a su lado-Te dije que te fueras-ordenó enojada y el niño solo la abrazó tiernamente sin decir nada, la niña rompió en llanto y se aferró a él para desahogarse, Saito entendía el dolor de perder a alguien que recordabas con cariño aunque su rostro y voz sean borrosos ahora.
Gracias, soy Sasha-despues de calmarse un poco la niña se presentó y Saito le ayudó a limpiar sus lágrimas-Yo soy Saito. No te preocupes yo cuido a todos-se presentó con mucho animo buscó levantarse y jalar la mano de la chica para que lo siga a afuera, era obvio lo que quería ¡Jugar!
Los niños del horfanato debían ser adoptados así que semana a semana se iban algunos, pero Sasha no, ella trataba de esconderse en los días de adopción y así continuar su amistad con Saito. El niño por su lado le contaba las ventajas de tener una familia y siempre compartía con ella nuevos juegos que le enseñaba su abuela y los postres que hacía. Claramente el niño había adoptado a Sasha como su hermana de corazón y al igual que la real la cuidaba de los niños que la molestaban y la mimaba todo lo posible. 3 años pasaron y ya estaban completamente acostumbrados al otro, Saito lamentablemente no visitaba tanto a la niña como antes, su abuela lo entrenaba junto a su hermana en el arte del Onmyõ y su madre en el ninjutsu general, pero Sasha era más fuerte y aprovechaba sus días sin Saito para practicar su nueva ambición, cantar.
Su canto de sirena acabó atrayendo a un hombre al orfanato con la intención de adoptarla, Tsuki conocía a la niña y claramente no la daría en adopción tras hacerle varias pruebas a aquel hombre el cuál era un hombre ejemplar, sin vicios, con buen empleo y hogar e incluso una esposa que lamentablemente era estéril. Así que tras unos días con papeleo, el día de la despedida había llegado para Saito y Sasha.
No me quiero ir Saito. No dejen que me lleve-la niña se reusaba a irse y por ello abrazaba al niño quien acarició su cabeza-Mereces tener una familia al igual que yo. Prometo visitarte así que no te preocupes-el niño sonrió y la niña lo soltó, tímidamente se marchó con su nueva familia y se despidió de aquellos que fueron amables con ella.
Pasarían unos días y Saito le pidió a Tsuki ir a visitar a Sasha pero la mujer estaba muy ocupada y no siquiera con todos los clones que tenía de ayudantes podía aceptar la petición de su hijo. Semanas después el niño le pidió nuevamente a su madre pero ellas había empezado a trabajar como ninja rastreadora y tenía misiones que hacer así que el niño suspiró y entendió la situación. Pasaron meses y Saito no se molestaba en pedirle a su madre visitar a su amiga, simplemente vivía con la esperanza de que fuera ella la que viniera a visitarlo pero nunca pasaba.
Una noche, Saito y Aiko se quedaron a dormir en el orfanato ya que estaba haciendo una pijamada con los demás niños. A pesar de la edad, las historias de terror no faltaron, ser Onmyoji le regalaba a Saito grandes historias sobre yokai que hacían que alguno se orinara encima aunque buscaba no ser tan tenebroso para que Aiko no la pasará mal. Era invierno así que todos usaban pijamas acolchadas para mantenerse calientitos, pero sintieron frío cuando un horrible llanto comenzó a rodear el lugar, se escuchaba arañazos en las paredes y Saito simplemente le pidió a todos quedarse en la habitación mientras él investigaba.
Aiko, cuida al resto. Veré si las clases de la abuela funcionan-el niño se aventuró solo con su pijama de perro como única protección. Ahí la vió, una horrenda mujer de largo cabello y arrugas, su ropa sucia y destrozada. Era la típica bruja, pero para Saito era algo mas-Baba Yaga-un yokai peligroso por lo que debía deshacer de ella-¡Cosa fea, vete! No eres bienvenida en este lugar-mostrarse seguro era importante, la llorona arremetió contra él y el niño no pudo hacer más que correr, huyendo por todo el lugar con miedo. Era un niño, obviamente no podía ganarle a algo tan horroroso, llegó a la cocina y tomó un cuchillo para intentar defenderse, su torpeza hizo enojar al espíritu el cuál de un zarpazo lo despojó de su arma y de otro arañó su rostro, justo debajo de su ojo izquierdo, un poco más arriba y de seguro quedaba ciego.
El niño chilló de dolor, podía sentir su sangre recorrer su mejilla pero se levantó y la miró molesto-¡Soy Saito Yamamoto! ¡Exorcista! ¡De he dicho que te vayas!-ordenó con el corazón acelerado, la bruja gritó y sujeto su cabeza con fuerza-¡SAITOOOO!-la bruja se rodeó de una energía negra y de pronto se convirtió en una niña delgada y mal arreglada, tenía claros moretones en su piel y empezó a llorar-¡Waaa! ¡Waaa! ¡Saito! ¡Saito! ¡Waaa!-no fue hasta que empezó a llorar que Saito notó de quién se trataba-¡¿Sasha?! ¡Sasha!-laa abrazó y ambos se pusieron a llorar, Saito creyó que iba a morir pero si era Sasha le hacía feliz verla de nuevo. Pero, había un claro problema-¿Que te pasó Sasha?-el niño había caído en cuenta, su amiga estaba...
¡Ese hombre feo! ¡Me vendió! ¡Me vendió a un hombre malo! ¡Muy malo! ¡Waaa!-seguía llorando miserablemente mientras abrazaba a Saito con una fuerza sobre humana, el niño tosió herido-No tan fuerte Sasha... ¿Cuál hombre feo?-no entendía nada pero necesitaba vivir para entenderla-Me adoptaron... sniff... pero me dieron a otro hombre... un hombre malo... muy malo... me hizo cosas feas... hasta que un día solo me desmayé y ya no estaba. Mi cuerpo frente a mi... sniff... no soportaba verlo, solo podía pensar en mi odio ¡Yo quiero matarlo!-la chica volvió a una forma semidemoniaca y Saito la abrazó fuerte para que se calmara-No lo encontré. Sentía mucho odio Saito, mucho odio. Pero tú nombre, saber que eras tú me calmó al fin... pero quiero matar al hombre malo-Saito la miró y suspiró-Yo igual. La abuela dice que los espíritus malos son así por el odio al morir. ¡Pero tú no eres mala! ¡Sasha! Debes ir al cielo Sasha-la espíritu negó con la cabeza molesta por lo que le habían hecho, como la habían usado-Tengo miedo. Si voy al cielo ya no voy a verte-la chica solo quería volver a cuando su vida era buena pero Saito no podía dejarla.
Sasha debe ir al cielo. No tengas miedo, el cielo es bonito. Mi papá está allá arriba. Tus papás también deben estar allá arriba-esas palabras iluminaron los ojos de la niña, también quería ver a sus padres pero, quería quedarse con Saito y matar a ese hombre malvado-Sasha, yo voy a vengarte. Yo mataré al hombre malo. Lo mandaré al infierno así que no te preocupes-la niña empezó a soltar lágrimas y negó con la cabeza-No me quiero ir Saito... no de nuevo-Saito acercó su mano a su herida recién hecha, de seguro tendría una cicatriz-Juro por esta cicatriz que nos veremos de nuevo ¡Yo también planeo ir al cielo con papá! Y te visitaré todos los días-era una promesa, una que está vez no pensaba fallar. La niña se sintió satisfecha por esas palabras y le regaló al niño un pequeño beso en los labios, su espíritu brillo y se desvaneció en pequeños copos de nieve. El niño miró decaído al pequeño charco que se formó en el suelo y sujeto un copo de nieve que caía en su mano.
Yo también te quiero Sasha...