En una mañana común y corriente, las mujeres del burdel atendían a sus clientes con esmero, recreando historias y vivencias entre cliente y geisha, generando memorias entre ellos, algunas más importantes que otras, todo mientras que la Matrona de la casa practicaba su caligrafía, con pincel en mano, kimono de manga amplia y una delicada forma de afirmar el mango mientras que con su mano diestra sostenía la manga del kimono, la joven escribía cuidadosamente los Kanji sobre el pergamino en blanco que tenía en frente, haciendo grandes letras uniformes y bien formadas, la delicadeza y maestría se notaban en ello, Ohona Hyuga, la que llaman ciclope sin corazón y la princesa desmedida, la matrona infernal, aquella que siempre muestra una sonrisa pero nunca piedad… ella era elegante y a la vez tradicional… durante su estancia en esta casona, cientos de historias han pasado por frente de sus ojos, aquellos ojos blancos ocultos tras esa mascara de chakra, esos ojos que habían atestiguado historias muy conmovedoras y momentos de amor verdadero…
Una de las tantas historias, la favorita de Chihona, quien suele recordar esta clase de situaciones, trata simplemente de un joven enamoradizo, aun no conocen su nombre, pero este joven todas las semanas, los días miércoles, siempre llega al burdel con lo poco de dinero que lograba reunir, siempre se atendía con la misma muchacha, una joven de pelo oscuro y piel blanca llamada Kisaki, una pareja muy jovial, donde aquella muchacha de apenas 19 años atendía con un rostro sonrojado al muchacho cada vez que venía a su despacho, donde el pudor se había dejado a un lado, pues rara vez hacían algo más que simplemente abrazarse… donde ellos dos hablaban más que actuar con sus cuerpos, donde ellos de vez en cuando incluso se besaban… y muy rara vez, hacían el amor. Y si, cuando hay sentimiento de por medio, es muy distinto lo que se hace en la intimidad, y ya estaban acostumbradas, aunque en la habitación de al lado la mujer era llevada a la pared y besada en su cuello mientras arrancaban la tela, en esta habitación era tan delicado el trato que parecía incluso que hasta le pedía permiso para tocar su piel…
La joven Kisaki era muy amable, también era bella como ninguna, atendía bien a las lecciones de combate que impartía Ohona, había conocido a algunos miembros de la organización y servía de informante entre las partes, solía avisar a la matrona cuando llegaba Toji al local, aunque ella ya lo hubiese visto llegar, también informaba de la presencia de Aiko-sama y las andanzas de Izuku-sensei, siendo prácticamente la encargada de informarle cada vez que él quería efectuar una reunión o algo por el estilo, mantenía informada a la kunoichi de casi todo lo que pasaba en la base de Ichigan mientras Ohona efectuaba deberes de matrona y era quien la cubría cuando ella iba a pasar tiempo con sus amigos… Kisaki era realmente un amor de persona…
Durante su caligrafía, Chihona hablaba con su hermana, recordando estas historias y sintiéndose maravillada por ella, preguntándose cuando seria el día en que Kisaki decidiera al fin corresponder los sentimientos del joven apuesto… en estos momentos, la joven estaba corriendo por los pasillos desde la base de Ichigan en dirección a la recepción, de seguro era porque hoy era miércoles, hoy era un día muy importante para la jovencita, como todos los miércoles, y ahí estaba el, ese joven de bonito aspecto, algún día debiese Ohona preguntar su nombre, era muy importante, él estaba aguardando con unas rosas en la recepción, al verla, a la joven Kisaki, este se paró frente a ella y la mostro su ramo de flores, inclinándose en correcta posición, bajando su cabeza y esperando una respuesta, Ohona pudo ver como la joven Kisaki respondió inclinándose varias veces y esbozando algo en voz alta, pero luego de eso, la jovencita siguió corriendo a toda velocidad, pasando de él, siguiendo su camino largo y recto.
El ramo de flores cayó al suelo, el joven cayo de rodillas, un par de muchachas que estaban en la recepción se acercaron para consolarlo, incluso una hasta parecía ofrecerle otra clase de consuelo, no lo sabía bien, pero si podía ver que ese día aquel joven no traía dinero, sus flores yacían en el suelo dispersas y sus sentimientos no se veían correspondidos… una introspectiva dentro de la mente de Ohona y Chihona se veía, era como un mundo oscuro, donde nada más que ellas dos estaban al interior, hablando y comentando, ambas conversando una ante la otra mientras la tinta recorría el papel, su conversación fluía – ¿qué?… ¿Kisaki no sentía algo por ese chico? – no lo sé, ella es muy devota en su trabajo, puede que nunca sintió nada por él y solo le dio lo que quiso – eso solo lo haría alguien sin sentimientos… - ella se parece a mí – no, no es verdad, ella si bien es muy servicial y amable, solo vive del burdel y en el burdel, no tiene a nadie fuera de esta casona, no tiene amigos por fuera ni familia… ella está sola – y nadie la ama… al igual que a mi… - estúpida – diria su hermana, mientras una bofetada caía en el rostro de Ohona – todos te aman… solo debes aprender a abrir tu corazón… - decía, mientras una lagrima empezaba a correr por la mejilla de la joven Hyuga…
Los sentimientos de Ohona solían ser bastante confusos, y para este punto, la joven de ojos purpura ya solo veía aquel pergamino con los Kanjis correctos, una felicitación para una gran amiga, su mejor amiga, eran palabras tan bellas, más bellas que las que nunca había escrito, solo sintió los pasos apresurados tras la puerta y una apertura abrupta… era Kisaki, la joven a la que amaba tanto el joven de la recepción… ella se arrodillo ante Ohona, bajo la cabeza, puso un puño sobre el tatami de la habitación y, con voz temerosa y temblorosa, dijo a la joven ciclope, quien se volteaba con una lagrima en el ojo… - Ohona-sama… lo siento por interrumpirla… pero… nos acaban de informar que Akami-sama… ha muerto… - el corazón de Ohona se detuvo por un instante, las lágrimas brotaron a más no poder, su aliento se contuvo y su cuerpo tirito… su codo paso a llevar aquel frasco de tinta y la tinta se derramo por este pergamino que tanto esfuerzo le había tomado… aquel pergamino de felicitaciones por la boda… aquellas sinceras palabras que le había dado a su amiga… ya no importaban… Ohona solo pudo caer en un llanto ensordecedor y golpear el suelo con su puño cerrado… no pudo contener más sus emociones… alguien a quien amaba… ya no podría volver a verla… alguien a quien respetaba y por quien pudo dar su vida… ya no estaba más ahí… la amistad y el amor son una cosa, pero cuando la muerte te las arrebata sin previo aviso… eso es otra cosa… ¿de que servía un abrazo de consuelo? ¿de que servían los deseos de año nuevo? ¿para que servía ese pergamino arruinado? ¿de qué sirve ser tan poderosa? ¿de qué sirve el amor? Si al final del día, nada de eso importa…
Una de las tantas historias, la favorita de Chihona, quien suele recordar esta clase de situaciones, trata simplemente de un joven enamoradizo, aun no conocen su nombre, pero este joven todas las semanas, los días miércoles, siempre llega al burdel con lo poco de dinero que lograba reunir, siempre se atendía con la misma muchacha, una joven de pelo oscuro y piel blanca llamada Kisaki, una pareja muy jovial, donde aquella muchacha de apenas 19 años atendía con un rostro sonrojado al muchacho cada vez que venía a su despacho, donde el pudor se había dejado a un lado, pues rara vez hacían algo más que simplemente abrazarse… donde ellos dos hablaban más que actuar con sus cuerpos, donde ellos de vez en cuando incluso se besaban… y muy rara vez, hacían el amor. Y si, cuando hay sentimiento de por medio, es muy distinto lo que se hace en la intimidad, y ya estaban acostumbradas, aunque en la habitación de al lado la mujer era llevada a la pared y besada en su cuello mientras arrancaban la tela, en esta habitación era tan delicado el trato que parecía incluso que hasta le pedía permiso para tocar su piel…
La joven Kisaki era muy amable, también era bella como ninguna, atendía bien a las lecciones de combate que impartía Ohona, había conocido a algunos miembros de la organización y servía de informante entre las partes, solía avisar a la matrona cuando llegaba Toji al local, aunque ella ya lo hubiese visto llegar, también informaba de la presencia de Aiko-sama y las andanzas de Izuku-sensei, siendo prácticamente la encargada de informarle cada vez que él quería efectuar una reunión o algo por el estilo, mantenía informada a la kunoichi de casi todo lo que pasaba en la base de Ichigan mientras Ohona efectuaba deberes de matrona y era quien la cubría cuando ella iba a pasar tiempo con sus amigos… Kisaki era realmente un amor de persona…
Durante su caligrafía, Chihona hablaba con su hermana, recordando estas historias y sintiéndose maravillada por ella, preguntándose cuando seria el día en que Kisaki decidiera al fin corresponder los sentimientos del joven apuesto… en estos momentos, la joven estaba corriendo por los pasillos desde la base de Ichigan en dirección a la recepción, de seguro era porque hoy era miércoles, hoy era un día muy importante para la jovencita, como todos los miércoles, y ahí estaba el, ese joven de bonito aspecto, algún día debiese Ohona preguntar su nombre, era muy importante, él estaba aguardando con unas rosas en la recepción, al verla, a la joven Kisaki, este se paró frente a ella y la mostro su ramo de flores, inclinándose en correcta posición, bajando su cabeza y esperando una respuesta, Ohona pudo ver como la joven Kisaki respondió inclinándose varias veces y esbozando algo en voz alta, pero luego de eso, la jovencita siguió corriendo a toda velocidad, pasando de él, siguiendo su camino largo y recto.
El ramo de flores cayó al suelo, el joven cayo de rodillas, un par de muchachas que estaban en la recepción se acercaron para consolarlo, incluso una hasta parecía ofrecerle otra clase de consuelo, no lo sabía bien, pero si podía ver que ese día aquel joven no traía dinero, sus flores yacían en el suelo dispersas y sus sentimientos no se veían correspondidos… una introspectiva dentro de la mente de Ohona y Chihona se veía, era como un mundo oscuro, donde nada más que ellas dos estaban al interior, hablando y comentando, ambas conversando una ante la otra mientras la tinta recorría el papel, su conversación fluía – ¿qué?… ¿Kisaki no sentía algo por ese chico? – no lo sé, ella es muy devota en su trabajo, puede que nunca sintió nada por él y solo le dio lo que quiso – eso solo lo haría alguien sin sentimientos… - ella se parece a mí – no, no es verdad, ella si bien es muy servicial y amable, solo vive del burdel y en el burdel, no tiene a nadie fuera de esta casona, no tiene amigos por fuera ni familia… ella está sola – y nadie la ama… al igual que a mi… - estúpida – diria su hermana, mientras una bofetada caía en el rostro de Ohona – todos te aman… solo debes aprender a abrir tu corazón… - decía, mientras una lagrima empezaba a correr por la mejilla de la joven Hyuga…
Los sentimientos de Ohona solían ser bastante confusos, y para este punto, la joven de ojos purpura ya solo veía aquel pergamino con los Kanjis correctos, una felicitación para una gran amiga, su mejor amiga, eran palabras tan bellas, más bellas que las que nunca había escrito, solo sintió los pasos apresurados tras la puerta y una apertura abrupta… era Kisaki, la joven a la que amaba tanto el joven de la recepción… ella se arrodillo ante Ohona, bajo la cabeza, puso un puño sobre el tatami de la habitación y, con voz temerosa y temblorosa, dijo a la joven ciclope, quien se volteaba con una lagrima en el ojo… - Ohona-sama… lo siento por interrumpirla… pero… nos acaban de informar que Akami-sama… ha muerto… - el corazón de Ohona se detuvo por un instante, las lágrimas brotaron a más no poder, su aliento se contuvo y su cuerpo tirito… su codo paso a llevar aquel frasco de tinta y la tinta se derramo por este pergamino que tanto esfuerzo le había tomado… aquel pergamino de felicitaciones por la boda… aquellas sinceras palabras que le había dado a su amiga… ya no importaban… Ohona solo pudo caer en un llanto ensordecedor y golpear el suelo con su puño cerrado… no pudo contener más sus emociones… alguien a quien amaba… ya no podría volver a verla… alguien a quien respetaba y por quien pudo dar su vida… ya no estaba más ahí… la amistad y el amor son una cosa, pero cuando la muerte te las arrebata sin previo aviso… eso es otra cosa… ¿de que servía un abrazo de consuelo? ¿de que servían los deseos de año nuevo? ¿para que servía ese pergamino arruinado? ¿de qué sirve ser tan poderosa? ¿de qué sirve el amor? Si al final del día, nada de eso importa…