¿Porque las malas circunstancias sacan lo mejor de uno? No lo sabía hasta ese día.
Unas luchas clandestinas, en donde gente que anhelaba dinero, desde obreros y vagabundos hasta endeudados iban a participar, a dejar la sangre en la arena por unas monedas. Sin embargo, los que de verdad amábamos la lucha veíamos diferente ese lugar. Era un lugar donde mostrar nuestra valía, donde ganar honor y donde sacias nuestra sed de combate.
"El demonio de Iwa", decían al verme, con mi pañoleta roja sobre la cabeza, mi uniforme rojo de la aldea con su manga larga y fondo negro.
-Vaya, hace rato que no te veíamos- dijo Ken, el hombre que movía las luchas y encargado del coliseo clandestino.
-He estado algo relajado, no quiero aburrirte con mis noticias, sólo vengo a divertirme- dije con una sonrisa maliciosa.
El tipo soltó un "Ja" fuerte, y luego ordenó a su subordinado que le entregara un libro con las rondas.
-Vaya, tienes suerte. Hay un torneo con eliminatorias- dijo el líder del lugar.
-Hazme un espacio- respondí. El asintió con la cabeza y tras escribir mi nombre, devolvió el libro a su subordinado.
Tras esto, procedí a ir a la zona en donde los luchadores esperábamos nuestro turno. El lugar entero, el coliseo, era una enorme bodega abandonada, residuos de una parte de la ciudad abandonada entre cavernas y un laberíntico sistema de túneles, de lo que había sido la antigua Iwa.
Reconstruida con escombros de otros edificios, ventanas tapadas con tablas y restos de láminas, todo estaba repleto de graffity.
La zona donde aguardábamos, era una mera sección de la bodega, en donde había unos baños cutres, unos vestidores con cortinas de baño viejas y el suelo lleno de sangre, sudor y otros fluidos.
En una esquina, un sujeto asaba carne en un barril de metal con carbón adentro, y lo vendía a muy bajo precio a los luchadores.
Sin embargo, entre esas ruinas mientras aguardaba, apareció ella.
Era una chica notablemente más alta que yo, de gran cuerpo voluptuoso y corpulento, esculpido por años de entrenamiento intenso y combate. Su piel era del color apiñonado claro de un humano, sin embargo, sus orejas puntiagudas y sus dos cuernos sobre su cabeza, sobresaliendo desde su fleco negro, la delataban como una Oni.
¿Quién era ella? Jamás la había visto en mi vida, ni siquiera en las reuniones del clan ¿Vendría del país de los demonios? Quizás era nueva aquí, o siempre había vivido en lo oscuro de la parte ruinosa, pero era difícil saberlo.
Ella, quien yacía cruzada de brazos y recargada sobre una pared, cruzó miradas conmigo y su rostro serio, antipático y malhumorado, mostró brevemente algo de sorpresa al verme. Pareciera que no hubiera visto a alguien como ella en años, o nunca. Simplemente giró su rostro para luego caminar y hablar con alguien.
Mi atención se distrajo de ella cuando los luchadores a mi lado, montañas de carne curtida con cicatrices, murmuraban algo. Hablaban en voz baja, mirando a un hombre sentado solo al otro extremo de la sala, vestido con una túnica negra. El sujeto era completamente blanco, albino, con ojos rojos y cabello rizado blanco.
Su mirada, a diferencia de la de la chica, quien sólo mostraba antipatía, mostraba un profundo odio profano hacia la vida, como si nos odiara con todas sus fuerzas a cada uno de nosotros.
-"El asesino blanco"- dijo uno de los luchadores- dicen que es un fanático religioso que escapó de su convento.
-Yo escuché que fue entrenado por una secta de asesinos y ahora tiene sed de sangre- dijo el otro luchador.
Mi mirada se cruzó brevemente con la del sujeto, mirándonos nuestros ojos rojo carmesí fijamente.
Sonó la campana y eso distrajo mi atención.
-Señoras y señores, demos inicio al torneo del fin de semana- dijo la voz de la presentadora- en esta ronda lucharán "Tonny Tonny Copper" contra "El Zorro".
Dos luchadores entraron a la arena. Se escuchaban los gritos de los participantes, de los espectadores y el sonido del impacto de sus golpes. Desde una grieta podía ver los combates.
-Hey, no es justo analizar al oponente ¿sabes? Debes esperar- dijo la chica Oni, recargándose sobre la pared a mi lado. Realmente mi cabeza llegaba a sus enormes y firmes pechos, por lo cual debía medir dos metros treinta, aproximadamente.
-Un poco de entretenimiento- respondí.
-Así que eres un Demi Oni, famosos en Iwa- dijo la chica yendo directo al grano- no me es común verlos afuera, y no es que eso sea suficiente como para llamar mi atención, pero tu... tu tienes algo.
-Puede ser, me llaman "El demonio de Iwa"- dije, haciendo una leve reverencia, mirando sus ojos verdes- ¿cual es tu nombre?
La chica sonrió y rió brevemente, con tono severo.
-Si quieres saber mi nombre, tienes que ganarte ese derecho- dijo la chica, parándose enfrente de mí con pose intimidadora. En ese momento, se anunció el siguiente combate.
-El ganador es "Tonny Tonny Copper"... ahora, Mushi "El semental de la roca" contra Hinata Kendo "La princesa ogro"- gritó la presentadora. La chica se quedó inmóvil unos momentos.
-Buena suerte, Hinata- dije con un tono algo burlón, a lo que ella sólo se volteó con un "hum".
Así siguieron los combates. Mi combate lo terminé con relativa facilidad, venciendo a un pobre sujeto endeudado que había entrado para ganar dinero.
En la siguiente vuelta fue lo mismo, por lo que veía que los competidores no eran tan fuertes como lo había esperado, aunque había observado a "La princesa ogro" a través de la grieta. Sus taijutsus y movimientos eran de los Demi Oni, y de Iwa. Era misteriosa.
Pese a su tamaño y corpulencia, se movía con gracia.
Acabó fácilmente con su oponente y regresó ilesa a la sala de espera.
En ese momento, aquel sujeto albino se levantó. Se sentía la tensión cada vez que se movía y podía sentir en el aire su aura maligna, como una amenaza de peligro que manda un animal venenoso, o la imponencia que ejercía un depredador.
Casi todos sus combates terminaban en muertes brutales e innecesarias, y sólo entonces se le podía ver una sonrisa en el rostro.
-Ese sujeto me da escalofríos- me dijo Hinata, mirando al sujeto mientras salía.
-Es sospechoso, quizás sea... quién sabe- dije, recordando algo que había enfrentado hace no mucho tiempo, sobre los sectarios que a cada rato llegaban a Iwa.
-Respecto a lo de hace rato, recién llego a Iwa. No había visto a otro de mi clan, o especie, o raza... pero sabía que existían- me comentó.
-Eso explica algunas cosas, como porque no te había visto antes. Eso significa que tus padres no son Demi Oni ¿cierto?- le cuestioné.
-Mi madre lo era, ella no la conocí. Mi padre, por otro lado, es un ex militar del país de los Osos y me entrenó. Venimos del País de los Osos, pero tras un incidente en Hoshigakure, donde fue asaltada, decidimos venir a Iwa de regreso- dijo Hinata.
-Entiendo. Yo viví varios años en el País de los Demonios, y regresé a Iwa. Quizás sea el destino del clan regresar aquí- dije sonriendo.
La chica devolvió la sonrisa, pero en ese momento, el grito de la gente volvió a oírse. Ambos vimos por la grieta cómo la cabeza del oponente del albino caía desde una altura considerable, y un arma larga, como una guadaña, se esfumaba de su mano.
-Conozco esa arma. Hay que tener cuidado con ese sujeto- dije a la chica- son fanáticos y no dudan en sacrificar su seguridad por dar golpes mortales.
-No me interesa eso. He luchado cientos de veces contra hombres armados, esto no es nada nuevo- dijo la chica.
Acabó esa ronda y era la semi final.
Yo salí al combate contra mi oponente, un enorme sujeto con la piel llena de carbón y suciedad de las minas, al cual derroté sin mucho esfuerzo, sin embargo, el siguiente combate era de Hinata contra el sectario.
Antes de que saliera a la arena, me acerqué a ella.
-Ten mucho cuidado, te lo dice un ninja de Iwa- le dije. Ella sólo sonrió y siguió adelante.
Me dispuse a observar desde la entrada a la arena por bastidores.
Uno frente a otro, en cuanto sonó la campana, la chica lanzó un rápido puñetazo que impactó al sectario, mandándolo a volar cinco metros hacia atrás. Luego se aproximó a gran velocidad y, tras cinco rápidos golpes en el cuerpo, volvió a empujarlo. El albino no hacía nada, no reaccionaba y eso la confundió.
Alzó su mirada, sonriente, y extendió los brazos. Pese a su sonrisa, sus ojos mostraban aún ese odio profundo.
La chica se lanzó al combate, pero el sujeto esquivó su golpe. Uno tras otro, esquivaba sus golpes como si fuera una hoja en el aire.
La chica dio un salto hacia atrás y desde su dedo lanzó un haz de chakra maldito, el cual el joven esquivó para dar un potente golpe al mentón a Hinata, elevándola por los aires, reapareciendo justo detrás de ella, sujetándola y girando de regreso al piso. Hubo un gran impacto que levantó una polvadera.
Ella estaba en el suelo, levantándose con dificultad. Con un golpe había logrado neutralizar parte del daño, pero había recibido mucho. El sujeto la derribó con una patada en las costillas y con otra la giró boca arriba.
La oni intentó sujetar sus piernas con las suyas, pero la esquivó de un salto y cayó justo sobre su estómago. Estaba recibiendo una paliza, pero yo sólo observaba.
La chica intentó recuperarse, pero él golpeó fuertemente su pecho con su puño, causando un leve temblor a su alrededor.
-No puede más- pensé, apretando los puños.
Fue entonces cuando, el albino estiró su mano y con un "puff" apareció una enorme guadaña negra. Tras un grito agudo de guerra, levantó su guadaña y apuntó a su cabeza.
Se escuchó el sonido de un filo surcar rápidamente el aire, y cómo se encajaba en carne y trozaba un poco del hueso a su impacto.
El albino cayó de lado con un kunai clavado en su sien, dejando caer su arma hacia atrás. Todos quedaron en silencio unos momentos para luego comenzar a abuchear.
A dos metros de él, estaba yo con la mano aún extendida. El shunshin no jutsu me acercó a él y con el kunai ataqué por sorpresa.
-¿Que... que demonios... haces?- me cuestionó Hinata, apenas consciente.
-!El demonio de Iwa ha intervenido, queda descalificado!- gritó la presentadora, mientras la gente abucheaba.
El albino se levantó y con un poco de dificultad, desclavó el kunai de su cabeza.
-Se suspende la pelea- gritó la presentadora, pero el albino aún yacía en pie. Dos guardias se aproximaron a nosotros, pero el albino, de un movimiento, decapitó a ambos.
Mis cuernos se ensancharon un poco e incrementó levemente mi musculatura. Tras unos sellos, apareció una seta detrás de mí.
-Cómetela y vete- le ordené a Hinata, la cual apenas podía moverse. Al verla moverse, el cultista aulló de furia y se lanzó contra mí.
Invoqué mi Kanabo y ambas armas chocaron justo a tiempo.
Su expresión volvió a cambiar a una de goce.
Las armas chocaron un par de veces. Lancé una bomba de humo y salí de su alcance, apareciendo en la barda que protegía a los espectadores. Se lanzó contra mí con fiereza, surcando el aire con su arma.
Hinata aprovechó para comer la seta que había crecido, recuperando algo de salud.
La chica fue directo a la entrada a los bastidores, viendo la batalla.
En cuanto tuve distancia, lancé otro kunai, pero el chico esquivó y lanzó otro golpe con su hoz, pero logré bloquearlo apenas.
La uña de mi mano comenzó a alargarse mientras chocábamos armas, y en un momento, con una mano sostuve su arma por el palo y con la otra, concentrando chakra en la punta del dedo, lancé un rápido ataque hacia su rostro, perforando su ojo.
El sujeto aulló de furia y placer, lanzándome con una gran fuerza hacia la arena. Mi uña se desclavó de su cabeza, llevándose consigo incluso partes del cerebro,
Aquel tipo veía con sorpresa e incredulidad su propio ojo colgando, así que tras esos segundos, lo arrancó y saltó hacia mí.
Apunté con mi dedo hacia él, y cuando saltó, una bala de fuego se incrustaría en su pecho, haciéndolo caer a medio camino.
Realicé mis sellos mi mano comenzó a emanar grandes cantidades de humo rojizo que pronto se volverían llamas. Concentré chakra en la punta de mi dedo y, con la uña crecida, corrí hacia él para asestarle un último golpe.
Salté sobre él, pisando la guadaña y clavé mi dedo en su nuca. Penetré su nuca y por tanto su columna, desatando una leve explosión al hacerlo, quemando esa parte impactada.
Al menos ya no se podía mover.
Los espectadores que no habían huido aplaudieron, mientras que los guardias mostraban rostro de alivio.
Materialicé una espada de fuego y corté las extremidades del sujeto, envolviéndolas en su túnica como una bolsa para llevármela.
-Eso fue grandioso, no importa lo que dijo la presentadora, eres el ganador- dijo el líder del lugar, ofreciéndome dinero, pero simplemente me di la vuelta para ver a Hinata. Ella yacía aún ahí, observando, recuperándose.
Invoqué otra seta y se la dí. Se vio más recuperada pero aún así le extendí la mano.
-Necesito llevar estos restos a la comisaría de Iwa, pero puedo llevarte a un hospital. Hay una comunidad de Demi Oni aquí, y no dudarán en ayudarte- le dije. Aunque eso hería un poco el orgullo de la chica, finalmente aceptó tomar mi mano y salir de ahí, apoyándose sobre mí.
-No lo mal interpretes, estoy agradecida y necesito atención médica. No podré comerme tu champiñón por siempre- dijo Hinata, caminando con dificultad.
Era agradable tener a otra de los míos a mi lado, sobre todo cuando no era pariente cercana. Quizás, con algo de suerte, la vería más a menudo en las reuniones del clan.
Unas luchas clandestinas, en donde gente que anhelaba dinero, desde obreros y vagabundos hasta endeudados iban a participar, a dejar la sangre en la arena por unas monedas. Sin embargo, los que de verdad amábamos la lucha veíamos diferente ese lugar. Era un lugar donde mostrar nuestra valía, donde ganar honor y donde sacias nuestra sed de combate.
"El demonio de Iwa", decían al verme, con mi pañoleta roja sobre la cabeza, mi uniforme rojo de la aldea con su manga larga y fondo negro.
-Vaya, hace rato que no te veíamos- dijo Ken, el hombre que movía las luchas y encargado del coliseo clandestino.
-He estado algo relajado, no quiero aburrirte con mis noticias, sólo vengo a divertirme- dije con una sonrisa maliciosa.
El tipo soltó un "Ja" fuerte, y luego ordenó a su subordinado que le entregara un libro con las rondas.
-Vaya, tienes suerte. Hay un torneo con eliminatorias- dijo el líder del lugar.
-Hazme un espacio- respondí. El asintió con la cabeza y tras escribir mi nombre, devolvió el libro a su subordinado.
Tras esto, procedí a ir a la zona en donde los luchadores esperábamos nuestro turno. El lugar entero, el coliseo, era una enorme bodega abandonada, residuos de una parte de la ciudad abandonada entre cavernas y un laberíntico sistema de túneles, de lo que había sido la antigua Iwa.
Reconstruida con escombros de otros edificios, ventanas tapadas con tablas y restos de láminas, todo estaba repleto de graffity.
La zona donde aguardábamos, era una mera sección de la bodega, en donde había unos baños cutres, unos vestidores con cortinas de baño viejas y el suelo lleno de sangre, sudor y otros fluidos.
En una esquina, un sujeto asaba carne en un barril de metal con carbón adentro, y lo vendía a muy bajo precio a los luchadores.
Sin embargo, entre esas ruinas mientras aguardaba, apareció ella.
Era una chica notablemente más alta que yo, de gran cuerpo voluptuoso y corpulento, esculpido por años de entrenamiento intenso y combate. Su piel era del color apiñonado claro de un humano, sin embargo, sus orejas puntiagudas y sus dos cuernos sobre su cabeza, sobresaliendo desde su fleco negro, la delataban como una Oni.
¿Quién era ella? Jamás la había visto en mi vida, ni siquiera en las reuniones del clan ¿Vendría del país de los demonios? Quizás era nueva aquí, o siempre había vivido en lo oscuro de la parte ruinosa, pero era difícil saberlo.
Ella, quien yacía cruzada de brazos y recargada sobre una pared, cruzó miradas conmigo y su rostro serio, antipático y malhumorado, mostró brevemente algo de sorpresa al verme. Pareciera que no hubiera visto a alguien como ella en años, o nunca. Simplemente giró su rostro para luego caminar y hablar con alguien.
Mi atención se distrajo de ella cuando los luchadores a mi lado, montañas de carne curtida con cicatrices, murmuraban algo. Hablaban en voz baja, mirando a un hombre sentado solo al otro extremo de la sala, vestido con una túnica negra. El sujeto era completamente blanco, albino, con ojos rojos y cabello rizado blanco.
Su mirada, a diferencia de la de la chica, quien sólo mostraba antipatía, mostraba un profundo odio profano hacia la vida, como si nos odiara con todas sus fuerzas a cada uno de nosotros.
-"El asesino blanco"- dijo uno de los luchadores- dicen que es un fanático religioso que escapó de su convento.
-Yo escuché que fue entrenado por una secta de asesinos y ahora tiene sed de sangre- dijo el otro luchador.
Mi mirada se cruzó brevemente con la del sujeto, mirándonos nuestros ojos rojo carmesí fijamente.
Sonó la campana y eso distrajo mi atención.
-Señoras y señores, demos inicio al torneo del fin de semana- dijo la voz de la presentadora- en esta ronda lucharán "Tonny Tonny Copper" contra "El Zorro".
Dos luchadores entraron a la arena. Se escuchaban los gritos de los participantes, de los espectadores y el sonido del impacto de sus golpes. Desde una grieta podía ver los combates.
-Hey, no es justo analizar al oponente ¿sabes? Debes esperar- dijo la chica Oni, recargándose sobre la pared a mi lado. Realmente mi cabeza llegaba a sus enormes y firmes pechos, por lo cual debía medir dos metros treinta, aproximadamente.
-Un poco de entretenimiento- respondí.
-Así que eres un Demi Oni, famosos en Iwa- dijo la chica yendo directo al grano- no me es común verlos afuera, y no es que eso sea suficiente como para llamar mi atención, pero tu... tu tienes algo.
-Puede ser, me llaman "El demonio de Iwa"- dije, haciendo una leve reverencia, mirando sus ojos verdes- ¿cual es tu nombre?
La chica sonrió y rió brevemente, con tono severo.
-Si quieres saber mi nombre, tienes que ganarte ese derecho- dijo la chica, parándose enfrente de mí con pose intimidadora. En ese momento, se anunció el siguiente combate.
-El ganador es "Tonny Tonny Copper"... ahora, Mushi "El semental de la roca" contra Hinata Kendo "La princesa ogro"- gritó la presentadora. La chica se quedó inmóvil unos momentos.
-Buena suerte, Hinata- dije con un tono algo burlón, a lo que ella sólo se volteó con un "hum".
Así siguieron los combates. Mi combate lo terminé con relativa facilidad, venciendo a un pobre sujeto endeudado que había entrado para ganar dinero.
En la siguiente vuelta fue lo mismo, por lo que veía que los competidores no eran tan fuertes como lo había esperado, aunque había observado a "La princesa ogro" a través de la grieta. Sus taijutsus y movimientos eran de los Demi Oni, y de Iwa. Era misteriosa.
Pese a su tamaño y corpulencia, se movía con gracia.
Acabó fácilmente con su oponente y regresó ilesa a la sala de espera.
En ese momento, aquel sujeto albino se levantó. Se sentía la tensión cada vez que se movía y podía sentir en el aire su aura maligna, como una amenaza de peligro que manda un animal venenoso, o la imponencia que ejercía un depredador.
Casi todos sus combates terminaban en muertes brutales e innecesarias, y sólo entonces se le podía ver una sonrisa en el rostro.
-Ese sujeto me da escalofríos- me dijo Hinata, mirando al sujeto mientras salía.
-Es sospechoso, quizás sea... quién sabe- dije, recordando algo que había enfrentado hace no mucho tiempo, sobre los sectarios que a cada rato llegaban a Iwa.
-Respecto a lo de hace rato, recién llego a Iwa. No había visto a otro de mi clan, o especie, o raza... pero sabía que existían- me comentó.
-Eso explica algunas cosas, como porque no te había visto antes. Eso significa que tus padres no son Demi Oni ¿cierto?- le cuestioné.
-Mi madre lo era, ella no la conocí. Mi padre, por otro lado, es un ex militar del país de los Osos y me entrenó. Venimos del País de los Osos, pero tras un incidente en Hoshigakure, donde fue asaltada, decidimos venir a Iwa de regreso- dijo Hinata.
-Entiendo. Yo viví varios años en el País de los Demonios, y regresé a Iwa. Quizás sea el destino del clan regresar aquí- dije sonriendo.
La chica devolvió la sonrisa, pero en ese momento, el grito de la gente volvió a oírse. Ambos vimos por la grieta cómo la cabeza del oponente del albino caía desde una altura considerable, y un arma larga, como una guadaña, se esfumaba de su mano.
-Conozco esa arma. Hay que tener cuidado con ese sujeto- dije a la chica- son fanáticos y no dudan en sacrificar su seguridad por dar golpes mortales.
-No me interesa eso. He luchado cientos de veces contra hombres armados, esto no es nada nuevo- dijo la chica.
Acabó esa ronda y era la semi final.
Yo salí al combate contra mi oponente, un enorme sujeto con la piel llena de carbón y suciedad de las minas, al cual derroté sin mucho esfuerzo, sin embargo, el siguiente combate era de Hinata contra el sectario.
Antes de que saliera a la arena, me acerqué a ella.
-Ten mucho cuidado, te lo dice un ninja de Iwa- le dije. Ella sólo sonrió y siguió adelante.
Me dispuse a observar desde la entrada a la arena por bastidores.
Uno frente a otro, en cuanto sonó la campana, la chica lanzó un rápido puñetazo que impactó al sectario, mandándolo a volar cinco metros hacia atrás. Luego se aproximó a gran velocidad y, tras cinco rápidos golpes en el cuerpo, volvió a empujarlo. El albino no hacía nada, no reaccionaba y eso la confundió.
Alzó su mirada, sonriente, y extendió los brazos. Pese a su sonrisa, sus ojos mostraban aún ese odio profundo.
La chica se lanzó al combate, pero el sujeto esquivó su golpe. Uno tras otro, esquivaba sus golpes como si fuera una hoja en el aire.
La chica dio un salto hacia atrás y desde su dedo lanzó un haz de chakra maldito, el cual el joven esquivó para dar un potente golpe al mentón a Hinata, elevándola por los aires, reapareciendo justo detrás de ella, sujetándola y girando de regreso al piso. Hubo un gran impacto que levantó una polvadera.
Ella estaba en el suelo, levantándose con dificultad. Con un golpe había logrado neutralizar parte del daño, pero había recibido mucho. El sujeto la derribó con una patada en las costillas y con otra la giró boca arriba.
La oni intentó sujetar sus piernas con las suyas, pero la esquivó de un salto y cayó justo sobre su estómago. Estaba recibiendo una paliza, pero yo sólo observaba.
La chica intentó recuperarse, pero él golpeó fuertemente su pecho con su puño, causando un leve temblor a su alrededor.
-No puede más- pensé, apretando los puños.
Fue entonces cuando, el albino estiró su mano y con un "puff" apareció una enorme guadaña negra. Tras un grito agudo de guerra, levantó su guadaña y apuntó a su cabeza.
Se escuchó el sonido de un filo surcar rápidamente el aire, y cómo se encajaba en carne y trozaba un poco del hueso a su impacto.
El albino cayó de lado con un kunai clavado en su sien, dejando caer su arma hacia atrás. Todos quedaron en silencio unos momentos para luego comenzar a abuchear.
A dos metros de él, estaba yo con la mano aún extendida. El shunshin no jutsu me acercó a él y con el kunai ataqué por sorpresa.
-¿Que... que demonios... haces?- me cuestionó Hinata, apenas consciente.
-!El demonio de Iwa ha intervenido, queda descalificado!- gritó la presentadora, mientras la gente abucheaba.
El albino se levantó y con un poco de dificultad, desclavó el kunai de su cabeza.
-Se suspende la pelea- gritó la presentadora, pero el albino aún yacía en pie. Dos guardias se aproximaron a nosotros, pero el albino, de un movimiento, decapitó a ambos.
Mis cuernos se ensancharon un poco e incrementó levemente mi musculatura. Tras unos sellos, apareció una seta detrás de mí.
-Cómetela y vete- le ordené a Hinata, la cual apenas podía moverse. Al verla moverse, el cultista aulló de furia y se lanzó contra mí.
Invoqué mi Kanabo y ambas armas chocaron justo a tiempo.
Su expresión volvió a cambiar a una de goce.
Las armas chocaron un par de veces. Lancé una bomba de humo y salí de su alcance, apareciendo en la barda que protegía a los espectadores. Se lanzó contra mí con fiereza, surcando el aire con su arma.
Hinata aprovechó para comer la seta que había crecido, recuperando algo de salud.
La chica fue directo a la entrada a los bastidores, viendo la batalla.
En cuanto tuve distancia, lancé otro kunai, pero el chico esquivó y lanzó otro golpe con su hoz, pero logré bloquearlo apenas.
La uña de mi mano comenzó a alargarse mientras chocábamos armas, y en un momento, con una mano sostuve su arma por el palo y con la otra, concentrando chakra en la punta del dedo, lancé un rápido ataque hacia su rostro, perforando su ojo.
El sujeto aulló de furia y placer, lanzándome con una gran fuerza hacia la arena. Mi uña se desclavó de su cabeza, llevándose consigo incluso partes del cerebro,
Aquel tipo veía con sorpresa e incredulidad su propio ojo colgando, así que tras esos segundos, lo arrancó y saltó hacia mí.
Apunté con mi dedo hacia él, y cuando saltó, una bala de fuego se incrustaría en su pecho, haciéndolo caer a medio camino.
Realicé mis sellos mi mano comenzó a emanar grandes cantidades de humo rojizo que pronto se volverían llamas. Concentré chakra en la punta de mi dedo y, con la uña crecida, corrí hacia él para asestarle un último golpe.
Salté sobre él, pisando la guadaña y clavé mi dedo en su nuca. Penetré su nuca y por tanto su columna, desatando una leve explosión al hacerlo, quemando esa parte impactada.
Al menos ya no se podía mover.
Los espectadores que no habían huido aplaudieron, mientras que los guardias mostraban rostro de alivio.
Materialicé una espada de fuego y corté las extremidades del sujeto, envolviéndolas en su túnica como una bolsa para llevármela.
-Eso fue grandioso, no importa lo que dijo la presentadora, eres el ganador- dijo el líder del lugar, ofreciéndome dinero, pero simplemente me di la vuelta para ver a Hinata. Ella yacía aún ahí, observando, recuperándose.
Invoqué otra seta y se la dí. Se vio más recuperada pero aún así le extendí la mano.
-Necesito llevar estos restos a la comisaría de Iwa, pero puedo llevarte a un hospital. Hay una comunidad de Demi Oni aquí, y no dudarán en ayudarte- le dije. Aunque eso hería un poco el orgullo de la chica, finalmente aceptó tomar mi mano y salir de ahí, apoyándose sobre mí.
-No lo mal interpretes, estoy agradecida y necesito atención médica. No podré comerme tu champiñón por siempre- dijo Hinata, caminando con dificultad.
Era agradable tener a otra de los míos a mi lado, sobre todo cuando no era pariente cercana. Quizás, con algo de suerte, la vería más a menudo en las reuniones del clan.