[Entrenamiento] Golpes sinceros [Priv. Yugure]
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20 de Ichigatsu del 15 D.Y. / 10AM
País de los Fideos
Templo

Hacía ya días en los que llevaba de búsqueda en búsqueda, iba y venía de los Países más cercanos en busca de alguna que otra pista que nos pudiera llevar al hermano de la Uchiha. No podía evitar pensar en lo que ese niño podría estar pasando, así mismo, también tenía los sentimientos de la hermana que, cada vez que respondía con un simple “Sí” a si estaba bien, todas mis alertas de mentiras saltaban. Aunque claramente yo no era la única que sabía que la militar mentía en esa pregunta por todos los costados, tan solo yo tenía ese radar que me había hecho capaz de detectar realmente la mentira como tal.

Era un nuevo día, había vuelto de una pequeña inspección por un soplo poco fiable pero que me había hecho levantar sospechas. Prefería no decir nada en estos casos, no quería que surgiera esperanza donde claramente no parecía que la fuera a haber. Correrían las diez de la mañana del día 20 cuando mi cuerpo salió de la protección del bosque que unía la civilización tras este con el templo donde nos estábamos escondiendo de miradas furtivas. Caminaría tranquilamente mientras que desharía el henge que me había estado protegiendo hasta que llegara al templo. Aquella figura de un adolescente con vestimentas claramente imperiales se esfumaría para que apareciera la túnica con dibujos tribales que solía llevar. El frío se notaba en el ambiente, corría el invierno casi recién iniciado, y de no ser por aquel chaleco de protección que además de ser una protección en combate también me resguardaba del frío, estaría congelada la mayor parte del día.

Para cuando estuviera llegando al templo, una figura de cabellos rubios estaría saliendo. Sonreiría. – ¿Has dormido bien? – Preguntaría.


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Poco a poco, los convocados a aquella reunión habían estado llegando. El camino hasta allá de la rubia fue un tanto complejo. Kureha no estaba al cien de sus capacidades y Yatako aun parecía desconfiada con respecto a todo. Era normal, claro, su hermano menor acaba de ser secuestrado y no sabía por donde empezar la tarea y buscarle. Rukasu por otro lado parecía bastante cercano a la Uchiha, así que le daba buena espina a la rubia, aunque tampoco había estado demasiado tiempo con él.

El 19 de ichigatsu fue el día en que poco a poco se acercarían al punto de encuentro y aunque en principio había sido complejo, todo parecía calmo. Cada uno de ellos tenía una personalidad extraña, llevada a su modo, temerosa, fuerte, desconfiada, pero parecía que el fin a la larga sería el mismo. El veinte por la mañana la rubia había despertado temprano. Había estado organizando cosas en su mochila como siempre. Era imposible que la cogieran por sorpresa ante cualquier evento y claro, tampoco iba a permitirse morir antes que los demás, como buena médico que era.

Saldría despacio y en ese preciso momento, a quien concebía su amiga desde antes regresaba. —…Si, bastante bien. ¿Y tú?— indagó tranquila al tiempo que sonreía apacible. Gea se había convertido en la persona más importante para la rubia, además de Shujin, con quien sostenía una relación cercana. No entendió por qué, pero no era del todo normal ahora mismo salir tan temprano —¿Está todo bien?— afiló su mirada con cierta desconfianza. Aún no olvidaba el incidente en el que se había vuelto loca y la asustaba un poco que pudiera salirse de control.

Esperaría respuesta de Gea y tras esto, empezaría a estirarse. —Siento que me estoy oxidando, necesito un poco de combate para refrescar antiguas memorias. ¿Te parece si entrenamos un rato?— comentó la rubia al tiempo que estiraba ahora sus brazos por sobre la cabeza y pensaba en un buen lugar para aquel encuentro —Creo que cerca de aquí podremos hacer grandes destrozos y pasar desapercibidas— comentó tratando de dejar claro que la diversión iba en serio.

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– Sí, todo bien – Respondería a la rubia al tiempo que una pequeña nota de nostalgia se notaría en mi rostro. Aún recordaba cada vez que miraba a la rubia aquella situación del todo comprometida que vivimos la primera vez que conocimos al del Rayo. Ya le había pedido perdón en varias ocasiones, pero sentía que le debía algo. Muchas veces me preocupaba el hecho de que me costase tanto confiar en la gente, pero por otra parte los que me rodeaban debían entender que habían sido muchos años desconfiando, muchos años habiéndome vuelto una loba solitaria que sin ayuda de nadie cuidaba de si misma. Ahora entendía que podía confiar un poco más en la gente, y la rubia había sido ese motivo.

Los estiramientos de la rubia y su propuesto me dejaron un poco descolocada y un rostro de sorpresa se instaló en mis facciones. Así mismo, sonreí al momento, hacía tiempo que no me hacía tanta ilusión un entrenamiento, quizás era la forma de devolverle a la rubia aquel accidente que habría pasado el segundo día de conocernos. Un entrenamiento en el que ambas simplemente buscaríamos conocernos más en batalla y que no inmiscuiría ninguna locura por parte de ninguna, o al menos eso creía.

– ¡Claro! A apenas diez minutos hay un claro del bosque perfecto – Expresaría mientras que me daba la vuelta y, esperando a la rubia, comenzaría a correr de forma neutral, ni rápido ni despacio, para entrar en calor. Así mismo, cinco o diez minutos más tarde llegaríamos al lugar. Un claro de bosque de unos treinta metros de diámetro donde, con la protección de altos robles, no se nos vería demasiado. Además, estaría un poco preocupada por la rubia y su aún facción a la que estaría afiliada. – Bisha, ¿qué hay de la Villa de la Hoja? Me preocupa que se enteren de todo lo que está por venir – Le diría mientras me colocaba a unos seis metros de ella, no muy alejada pero tampoco cerca, pues conocía las habilidades en el cuerpo a cuerpo de la médica. Mis estiramientos también se harían visibles hacia la militar. La acción estaría por empezar, y cuando esta estuviese preparada podría ver los sellos en mis manos, así me pondría en posición de carrera, con las yemas de mis dedos en el suelo, sabía que la kunoichi no tardaría en intentar acercarse. – ¿Empezamos? – Expresaría.


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Hizo una mueca extraña al escuchar a Gea. No es que no le creyera, aquello había querido significar más un “te estoy observando”, que cualquier cosa que significara des confianza. Al verle, y sabiendo lo que su rostro expresaba, la mano de la rubia subiría hasta la frente de la chica para darle un pequeño piquete en la misma y acto seguido sonreírle. Era raro, pero de todos ahí, Gea era quien más le agradaba y quien más la hacía sentir tranquila.

Entonces vamos ahí.— dijo sin más antes de ponerse en marcha tras Gea.

Rama tras rama, el camino propuesto por Gea se acortaba. Mientras el cuerpo de la rubia parecía motivado por todo aquello que significaba entrenar. Ella muchas veces había tenido la oportunidad de lidiar con bandoleros y demás, pero combates serios que pudieran enseñarle sobre tácticas y formas de emplearse en combate, realmente pocas. Hacía parte de su autodescubrimiento. Sus manos fueron estiradas y sus hombros y piernas igual con cada paso que daba.

Trataré de llevarlo hasta donde pueda, pero llevo ya mucho tiempo esperando un cambio. Es ahora el momento… todo esto va con crecer... La muerte viene con ser un shinobi. Hay momentos en que la muerte es difícil de aceptar, pero si no la superas, no hay futuro... Sin miedo, mi querida, pasará lo que deba pasar— terminó sintiendo una leve ráfaga de viento mover sus cabellos ya situadas casi que en centro de aquel claro y a seis metros de Gea.

La señal fue dada, justo después de que Gea hiciera un par de sellos. Había decidido tomar la delantera, pero lo cierto era que aquella distancia le dejaba a la rubia muy poco terreno que cortar y a su velocidad seguramente seis metros no serían más que un parpadeo a la velocidad que ella acostumbraba. Así, una afirmación para dar inicio había bastado para que Bisha realizara un par de sellos y se moviera hacia Gea y al avanzar dos metros más abriera su boca para dejar salir un humo violáceo que inundaría la zona en cinco metros de radio y tres de alto.

Esto, sin parar de correr y sabiendo un poco hacia donde se movería la pelinegra, la rubia volvería a cruzar sus dedos quizá más de una vez para la siguiente jugada.

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El golpecito que me habría dado la rubia antes de empezar a caminar habría hecho que mi humor cambiara. Me sentía preocupada, y aquello lo cambio haciendo una especie de reseteo que haría que disfrutara mucho más. Confiaba en la rubia, quizás por eso me preocupaba por ella y por lo que estaría por venir.

Una vez que llegamos al lugar y puse mi estrategia a funcionar, la médica no tardó en moverse también. Cuando empezó a caminar, una mueca de sonrisa apareció en mi rostro pensando en que parecía ser predecible como atacaría, aunque cambió rápidamente a un rostro de sorpresa cuando vi aquella cantidad de humo salir de la rubia que de forma agresiva me alcanzó. Respiré lentamente, pero podía notar como apenas habiendo estado medio segundo en aquel humo, la toxina entraría en mi torrente respiratorio. ¿Cómo actuaría? No lo sabía, quizás el tiempo me lo diría. Ahora bien, debía encargarme de que la médica no se acercase con tan facilidad o seguramente estaría en problemas.

Tras el salto para salir del humo y con las manos extendidas haciendo delante durante el tiempo que durara el movimiento, el viento se arremolinaría a mi espalda para extenderse en forma de agresivo ataque que iría directo hacia la nube de toxina de la rubia. Así mismo, por mi cuello asomaría (libero hide) una sanguijuela del tamaño de uno de mis dedos, negra, y totalmente amarrada a mi sangre. Aquella alimaña me daría un plus a mi movimiento y a otros elementos que seguramente me ayudaría en la pelea. – ¿Qué hace ese humo, rubia? Pensaba que eras de pelear a corta distancia – Expresaría haciendo un sello en mi mano y separando mis labios ligeramente. ¿Sería capaz la médica de luchar contra lo que se le avecinaba?

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Era obvio, Gea no iba a quedarse a descubrir que era aquella nube de humo morado que había impedido su visión por un corto rato. Bisha tampoco, habría salido por la izquierda de la nube de humo rodeando la misma. Así, para cuando el ataque de la pelinegra se diera, buscando disipar la nube de humo, la rubia estaría donde no se le podía tocar y básicamente, corriendo haciendo una especie de semicírculo para acercarse a Gea.

No sabía del todo que esperar de ella, conocía sus habilidades de clan y claro, habían llegado a conversar bastante de las técnicas de una y de la otra, así que estar cerca efectivamente también podía ser un arma de doble filo. Pronto averiguarían más de la otra, eso era seguro. En breve, siguiendo sus pasos, la rubia estaría en posición.

¿Corta distancia?... Bueno, supongo que vas a conocer a alguien versátil en combate.— sonrió con picardía.

Arremetería con fuerza contra Gea con el puño izquierdo a secas buscando darle con un poco más de fuerza de la esperada, mientras que sus piernas flexionadas aguardaban como resortes para alejarla en caso de ser necesario, así, el puño podría ser certero y destruir lo que tuviera enfrente o podría detenerse a mitad del mismo para alejarse del peligro.

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No me gustaba el hecho de que todos o casi todos mis rivales fueran luchadores de media corta distancia, yo normalmente siempre solía mantener las distancias, sabía que en pelea corta tenía las de perder. > ¿No tendré la suerte un día de pelear contra alguien en la distancia? < Pensaría al tiempo que lanzaba aquel ultrasonido (libero hide) que me mantenía callada por el momento. No sabía si Bisha quedaría sorda, pero sabía que si daba en el clavo aquel ataque tenía por seguro de que la médica no haría las de quedarse atrás, no sería algo que la frenaría y sabía que en algún momento se lanzaría de nuevo al ataque.

Y dicho y hecho, pues hubiera o no hubiera acertado aquel movimiento en sus cavidades auditivas, la médica se lanzaría para intentar acertar un puñetazo directo hacia mi rostro. Mi rostro claramente mostraría concentración el tiempo que esquivaba hacia un lado e impactaba una técnica fuuton que normalmente usaba para librarme de rivales de tan corta distancia como lo era la médica. Una esfera de chakra fuuton que se materializaría en mi zurda y que yo misma sería la que la accionaría con un pequeño golpe con mi diestra, explotando ésta en un radio de acción algo elevado y lanzándome hacia atrás con una potente explosión indolora casi a ras de suelo, un potente escape para cuando necesitase librarme de ciertos combatientes a corta distancia.

En el vuelo e intentando no desestabilizarme, lancé un total de dos esferas de chakra sónico, una a siete metros de la posición de médica y otra a diez de ella misma, quedando entre medias de ambas. En cuanto posé de nuevo los pies en el suelo y estando a veinte largos metros de la médica – si esta no se había movido – encaucé una técnica que me gustaba usar cuando los rivales me obligaban a estar esquivando todo el rato. – No creas que vas a acercarte tan fácilmente, rubia – Expresaría con una sonrisa amable y totalmente sincera. Me gustaban ese tipo de enfrentamientos donde solamente se buscaba la diversión y practicar lo que en un combate real no podías estar pensando. > Pelea en cuerpo a cuerpo, pero parece que también tiene un as bajo la manga para la distancia… sigo sin saber que era esa nube de humo, ¿me afectará para el futuro? < Pensaría.

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No había logrado su cometido o a lo mejor sí. El sonido había sido lo suficientemente inesperado y concentrado como para convertir a la rubia en estela de humo. El puño efectivamente no habría tenido lugar y en ese preciso momento, escondida en aquella cantidad de aire blanco que le impediría ver, sus pies sentirían las manos salidas de la tierra y las mismas, empezarían a halarla hacia abajo. Su cuerpo quedaría cubierto completamente hasta el cuello al tiempo que la rubia, la real, quedaba sobre la tierra pegada a la rubia.

Si las cosas seguían bien, la rubia tendría un par de ases bajo la manga y claro, una secuencia de sellos al tiempo que esbozaba una sonrisa un tanto pícara y planeaba su próximo ataque o huída. Nadie más que ella lo sabría.

Poco a poco, parecía que el combate estaba por acabarse, cuando una de las dos sacaba jugadas poco convencionales. Bisha y Gea eran excepcionales cada una en su campo y unas estrategas admirables. Aquello, solo daba fe de las formas que tenían las mismas para poder sortear sus problemas desde sus individualidades.

Veamos que tal te mueves ahora—.

Si todo el tema de la técnica de Gea llevaba a realizarse, entonces sería bajo el suelo, en el mismo lugar en el que la rubia ya no estaría y claro, buscaría una nueva localización moviendo sus piernas a ras del suelo quedándose a unos metros de Gea y realizando una nueva tanda de sellos.

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Off


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La bomba de aquel humo habría estallado hacía tiempo, aunque todavía no terminaba de tomar en cuenta cuáles serían sus efectos secundarios. Mi cuerpo se movía con normalidad y mi chakra actuaba como debía hacerlo, entonces, ¿qué era lo que había hecho aquella humareda de chakra salida del interior de la rubia? Debía preguntarle, aunque ahora mismo estaba muy ocupada intentando encauzar aquella técnica que si bien no era tan perceptible como las que acostumbraba a realizar, era devastadora para alguien cuya audición era sencillamente algo que llevaba usando siempre.

Mi técnica pretendía dejarla sorda el tiempo suficiente para lograr una nueva estrategia, pero mi sorpresa fue tan cuando las ondas de chakra llegarían a su destino que aquella Bisha estallaría en una pequeña humareda blanca. – ¿Un clon? – Mi rostro de sorpresa hizo que buscara a la rubia por el método que sabía que nunca fallaba, y así fue como mi infalible radar con un sello rápido me dio la capacidad de darme cuenta de que la rubia había caído en aquella pequeña trampa (libero hide post #3) que había instalado en el primer momento en que el combate daría su comienzo, una zanja de cinco metros de profundidad fue lo que habría hecho que la rubia, al meterse bajo la tierra y buscar tomarme por sorpresa, tardara más de lo normal y yo pudiera captar su chakra sin problema. Ahora faltaba la forma en la que reaccionaría a aquello, buscando el método más fácil.

Teniendo en cuenta que sabría la posición en la que se encontraba por mi rastreo, sería más sencillo escapar de su estrategia, usando el chakra que habría colocado en mis piernas (libero hide turno anterior) para escapar de su ofensiva y que aquello solo hubiera quedado en un intento de sorprender. – Por un momento casi me pillas, rubia – Mencionaría con una sonrisa irónica y una gota imaginaria cayendo por el lado trasero de mi cabeza. Si la médica salía de la tierra y me veía, estaría a unos diez metros de ella hacia su lado izquierdo, por el movimiento habría sido de la misma distancia pero hacia mi lado derecho.

A su vista, una secuencia de sello estaría dándose en mis manos, pues tampoco pretendía quedarme de brazos cruzados esperando. – No es respondido mi pregunta, ¿qué era ese humo violeta del principio, algún tipo de veneno? – Expresé mientras que encauzaba chakra en las dos elegidas. Conocía así mismo el tono morado de algunos venenos gaseosos, quizás sería algo que acabaría por dejarme K.O. si el tiempo necesario pasaba.

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Nada, eso era lo que había justo sobre su cabeza. En ese momento, toda la información de su clon, quien había sido atacado y destruido en corto tiempo, había llegado a la original. Sabía bien que no tenía sentido, puesto que las habilidades de Gea le permitirían dar con ella. Así que, de golpe y con una especie de salto la de cabellos dorados saldría de la tierra.

Muy lista…— comentó —nada, realmente la toxina por ahora no tiene ningún efecto, pero… Si por alguna razón sus signos vitales empiezan a verse afectados, podrías caer inconsciente de golpe— sonrió tranquila. —De todas formas, no tienes por qué alarmarte, lo peor que puede pasar es que yo misma tenga que sacarte el veneno que aspiraste— comentó con cierta tranquilidad.

Gea, por otro lado y ahora situada a diez metros de la rubia parecía seguir con el entrenamiento. —¿Quieres seguir un poco más o paramos acá?— habían acabado de empezar, pero para ella había resultado ser una eternidad. Sin embargo, si la de cabello negro quería seguir, ella no tenía ningún problema.

Sus piernas, por si o por no, se flexionaron un poco, casi que con la intención de servir de soporte para que la rubia atacara de frente a la menor.

Off. Ya ni me acuerdo de como venía esto, haha buscaré retomar si quieres seguir el tema, sino, podría morir acá. <3
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Sonreiría ante la alabanza de la joven rubia que tendría a apenas unos metros. Si no llegase a ser por aquel socavón que había abierto segundos atrás seguramente ahora tendría que batallar para sacar el cuerpo entero de la tierra. Conocía las técnicas Doton y muchas de las estrategias, pero solamente una era la que se originaba bajando por los túneles de la tierra.

Así mismo, estaría más tranquila frente a la explicación de la médica. Parecía que aquella masa de humo no sería más que un alterante de mi estado anímico cuando mi fuerza flaquease, era algo así como un golpe final, que sin duda frente a combates de largo tiempo sería algo a tener en cuenta. En este caso no habría servido de mucho, pero porque no se trataba de un combate más allá de entrenar entre dos amigas para pasar el tiempo. Cuando la médica auguró que podríamos dejarlo allí o seguir con el combate, relajé mi cuerpo de un momento a otro. – Por mí podemos dejarlo en empate, además, tengo algo de hambre, ¿te apetece que cocinemos algo? – Preguntaría mientras que caminaría hacia ella. Cuando estuviera a su misma altura, le pegaría un pequeño y amistoso puño indoloro en el hombro, algo así como un golpe en son de paz acompañado de una sonrisa.
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Las palabras de Gea la desarmaron al instante, precisamente por que no había riesgo de nada en aquel combate. Era sencillo, si querían parar se detenían, sino, seguirían bailando un poco más. Sin embargo, la segunda opción no parecía ser la que ganaría, por lo que, al igual que la otra, relajó por completo los músculos de su cuerpo y le dedicó una sonrisa.

¿Un empate? Que va, si está claro que ganarías. — comentó sincera.

Algo había en ese tipo de entrenamientos que le impedía a la rubia ir con todo lo que tenía. No sabía del todo como desprenderse de los sentimientos hacia alguien y simplemente dejarlo ser, pero era algo que debía aprender. Sabía de sobra que no había mejor forma de aprender que viéndose envuelta en ese tipo de situaciones una y otra vez.

Claro, vamos a por ello.— dijo con ánimo mientras empezaba a acercarse a ella. Una vez a su lado, pasaría su brazo derecho por sobre la nuca de la pelinegra. —Espero estés más tranquila ahora, Gea. Como te lo dije antes, aquí, tu y yo somos familia—. Su sonrisa, nuevamente sincera, se abriría paso a los ojos de la otra, mientras se marchaban de allí a lo que había sido la construcción de una cocina improvisada en aquella zona en el país de los fideos.
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