En el País del Fuego, específicamente en Cuidad Moeru. Rohan Mercer vivía su día a día, era de mañana y estaba a punto de desayunar. Había optado por comida rápida, tratándose de un Puesto de Dangos, eligió los dulces. Cuando estuvo deambulando, aparentemente sin destino alguno, se encontró con una escena sorprendente. Varios Shinobi estaban reteniendo a un anciano, los civiles estaban aterrorizados debido a su temible comportamiento hostil.
Rohan, con la presencia de Shinobi supo que no debía exponerse y esperó tranquilamente a que todo terminara. Sin embargo, su curiosidad lo había forzado a observar más de cerca y cuando vio al anciano, se dio cuenta de que no era humano. Había desarrollado una segunda cabeza y dientes tan afilados que salían de sus labios. Por un momento, había recordado a la gente de su clan. Pero, había notado algo bastante diferente, con su afinidad al chakra natural, no percibió la presencia de tal Chakra en aquella abominación. Los Shinobi tuvieron que neutralizarlo y guardar los restos en bolsas de plástico.
Aún así, no había terminado allí. Rohan intentaba comprender que demonios pasaba, y estuvo mirando a todos lados hasta que en la entrada de un callejón, ubicó a una persona de apariencia misteriosa. Cubría su cara con una máscara roja y al percatarse de que fue "descubierto", el sospechoso tuvo que entrar al callejón, queriendo desparecer. Era una presa fácil y el muchacho, lo siguió hasta que lo pudo acorralar en el callejón sin salida. En verdad, quería hacer las cosas por las buenas... Pero no recibió respuesta.
Rohan arremetió contra el enmascarado y con apenas esfuerzo lo pudo dejar en un lamentable estado. Su primera pregunta fue que le pasó al anciano, pero no fue contestada. Una segunda paliza por supuesto que lo hizo hablar. Le había explicado el funcionamiento del Jikken T, pero eso no bastó para el Tenbin y tras romperle los dedos, uno por uno, obtuvo una información Interesante. La fecha y hora, de la llegada de un cargamento al puente Tenchi.
Los hechos ocurridos en Cuidad Moeru llegaron a oídos de la mismísima Hokage, en el mediodía, y no tardó mucho tiempo en enviar a un escuadrón de cazadores Anbu para obtener más información al respecto. Aquella información llegó cinco horas después, en el atardecer, además de los resultados de la autopsia. La Hokage, con una mente fría, al saber de la existencia del Jikken T, tuvo que idear un plan de emergencia para erradicarlo de la faz de la tierra. Ya sabía sobre el cargamento que llegará al Puente Tenchi y tomó la decisión de llamar a varios Shinobi y Kunoichi, entre ellos se encontraba Khal.
Khal fue encontrado en una plaza, estaba descansando recién había reprendido a unos revoltosos borrachos que estaban atormentando a un humilde comerciante, no le fue para nada difícil. Había recibido una carta y tras leer el contenido, supo que era algo serio. La Hokage solicitaba su inmediata presencia. El muchacho pelilargo fue puntual, cuando ingresó a la oficina. Se encontró con la mano derecha del Hokage, parado a un lado de la dama y una Kunoichi rango Jōnin quien formará parte del equipo, era una sensor. Los dos presentes recibieron detalles bastante extensos de la misión clasificada cómo de alto riesgo (S) y debían emprender camino en el anochecer lo antes posible al País de la Hierba.
La Hokage les solicitó que por nada en el mundo fueran a fallar en aquella misión. ¿Cuál era el objetivo? Destruir el cargamento y interrogar a los involucrados y sobre todo, saber en dónde se oculta ese tal Makai el exiliado. Khal el Uchiha, no debía fallar, ese era su momento para probar su valía y lealtad al Imperio. Estaban más que preparado.
Un peligroso lacayo de Makai, había viajado al País del Viento. ¿Cuál era su propósito? ¿Cuál era su destino? Era esparcir una versión debilitada del Jikken T, específicamente en el desierto infernal. Era de noche, una fría noche y el encapuchado estaba cazando a cualquier tonto que se le acercara a asaltarlo para inocular aquella bacteria mortal en su organismo y ampliar la infección que su amo le ha ordenado, en secreto. Sin saberlo, no tenía en cuenta que Sokaar del País del Viento se encontraba bastante cerca de él. Sokaar no tenía ni la más mínima idea y al divisar la figura del encapuchado decidió seguirlo, cómo Shinobi capacitado no emitió ningún tipo de ruido y usaba las grandes rocas y montículos de arena como cobertura.
Hubo un momento donde escuchó el grito de una mujer inocente, era una viajera y cuando se acercó lo suficiente. Observó a ese sujeto, aquel encapuchado tenía su mano tapando la boca de la bella dama. Ella movía los brazos y piernas descontroladamente. Pero, nada de eso le sirvió. Segundo después, cayó a la arena y el proceso de transformación inició. En cuestión de segundos, ya no era la misma belleza, era otra cosa. La mujer desarrolló un par de brazos extra, además de una cola y inmediatamente se lanzó al ataque, fácilmente fue derrotada debido a su inexperiencia en controlar tan oscuro chakra. El hombre cuya apariencia seguía siendo un misterio la desmayó.
Sokaar no comprendía que estaba pasando, pero de algo si que estaba seguro. Nunca había visto algo parecido en sus años de vida y decidió intervenir, no con el fin de salvar a la dama, quería obtener información y saber que carajos sucedió. La batalla duró minutos, el encapuchado era un usuario experto en Taijutsu, pero no fue tan fuerte. Sokaar no tardó en realizar preguntas, preguntas que no fueron contestadas hasta que aplicó varios métodos de tortura. Kim soltó hasta su nombre y inclusive información sobre la Jikken T, revelando que un cargamento se dirige al Puente Tenchi, en el País de la Hierba. La información despertó la curiosidad del Rōnin.
Un trío de criminales independientes, liderados por la temible Dian, marchaba con diez millones de Ryō. Al frente iba Zaar, la mano derecha de Dian. Un hombre alto, de casi dos metros, cabello rojo y piel blanca, aunque no tan pálida. Le faltaba el ojo derecho y esa ausencia del órgano, la cubría con un parche gris. Vestía el típico traje elegante — Recuerden, idiotas buenos para nada. La prioridad es obtener el cargamento, no hace falta mencionar lo importante que es esto para nuestra querida señora Dian. Si fallamos, nos mata. Así de simple. — Zaar sabía que un mínimo fallo, si las cosas no salen como Dian las tiene previstas, es quien más mal la va a pasar... Sí, hay destinos peores que la muerte y él lo sabe.
Frente a Zaar, marchaban dos hermanos malechores, con gran fuerza física. Sujetaban los sacos repletos de dinero en efectivo. A la derecha iba Jon el tartaja, es el de menor tamaño, ya que su altura no supera el metro cuarenta. Viste el mismo traje de Zaar, aunque de color diferente, era rojo y la cortaba azul. Tenía un extraño gusto. — S-s-s-sí, señor Zaar. Comprendemos la gravedad del asunto, esta mercancía hará que Dian obtenga mucho dinero al revenderla. ¿Verdad que sí, Caraculo? — Jon ríe, ya que mayor parte del tiempo le es muy difícil evitarlo. Todo le causa risa, inclusive esta situación. Por esa razón, muy poco suelen tomarlo en serio a diferencia de su hermano mayor Zek. —L-l-l-l-l-llegaremos, Zek el ejecutor. M-m-m-m-manten los ojos bien abiertos. — Diría tartamudeando.
Zek, se caracterizaba por ser bastante silencioso. Reconocía la imprudencia de su hermano Jon el tartaja y por eso mismo decidió ignorarlo. Mantenía toda su atención en los dos sacos de billetes que, con mucha fuerza estaba sosteniendo, no sentía cansancio, estaba acostumbrado a trasladar el papel moneda de aquella forma. Zek vestía ese mismo traje elegante y es un poco más alto que su hermano Jon, de hecho, en cuestión de altura estaba casi a la par de Zaar.
El trío anduvo por un camino secreto, cuya orientación los llevaría al mítico puente de cielo y tierra. Una vez que, tras largos minutos de caminata, llegarían sanos y salvos al puente. Zaar fue el primero en adelantarse y, Jon y Zek, permanecieron atrás de él, en silencio. — Vaya, si que son puntuales. — Diría sonriente visualizando al otro lado del puente a dos personas. Uno era un gigante de cuatro metros de altura, cubierto por una gran capa. Sostenía en el hombro una caja de madera y a su costado derecho, había otra persona de menor tamaño, no llevaba capa y se trataba de una chica de piel morena y ojos extraños.
— Ohhh, vaya, vaya. ¡Allí están, debemos acercarnos, Ten-sama! — Exclamaría animada la muchacha desde el otro lado del puente. — Mimo, todo está listo. Necesitamos que nos cubras ¿Entendido? — Presionaría el botón del comunicador, informándole a un tercer aliado que se oculta en el bosque, preparado para actuar ante cualquier situación que frustre los planes de Makai-sama
— Silencio, aún no nos acercaremos. Que ellos lo hagan primero, no debemos confiarnos tan fácil. Sigo sin comprender porque no vino Gong el Gigante, mi hermano mayor vale por cien Shinobi. — Ten el cosechador de muerte, le fastidia la presencia de Heroku, pero eso se debía a su actitud bastante infantil — Veo que ya le haz hablado a ese loco de remate. Bien, que permanezca atento. — Murmuraría y cerró un poco los ojos. Ten no sabía que del otro lado del puente, en posiciones distintas y ocultos entre matorrales y árboles se encontraban Rohan, Sokaar, Khal y Shina.
— Khal, sospechosos a la vista. ¿Cómo quieres proceder? ¿Dejamos que se haga la compra y los interceptamos luego? — Shina la Sarutobi, preguntaría a Khal y de un momento para otro, su habilidad sensorial hizo que colocara sus manos en los costados de la cabeza, estaba temblando — Debemos... Irnos ahora... Debemos irnos ahora, no puedo... No puedo. Esas fuente de chakra al otro lado del puente, es lo más oscuro que he detectado. — Sentía un jodido miedo y era notable en su expresión, también estaba sudando frío. Lo que detectó, sabía que no era humano. Si Khal decidiera usar su poder ocular, también sería capaz de verlo, dos fuentes de chakra tan oscuras como la vía láctea, con un toque siniestro, infectadas de un gran instinto asesino.
Rohan por su parte, desde una posición segura no tan alejado de Sokaar, observaría atentamente lo que está por pasar. El como quiera proceder está en él mismo. ¿Intervendría con la compra? ¿Optará por robarse el cargamento? Sin duda alguna, tiene mucho en que pensar antes de realizar su movimiento. La única manera de atravesar el puente, era ir por dónde vio a los sujetos con trajes elegantes. Sookar por su parte, cómo un depredador al acecho, esperaba a que todo diera un buen inicio para poder actual según como vea conveniente. Tendrá que decidir cuál es su verdadero interés en el Puente Tenchi ¿Era el cargamento? ¿O era el dinero? Quien sabe, eso está por verse muy pronto.