Kano nada más recibir la invitación se negó en rotundo, el simple hecho de pensar en cenar con tanta gente le inquietaba más de lo que debería; ¿acaso iría alguien de su edad? En general, la mayoría de adultos le intimidaban y no creía que fuera capaz de hablar con ninguno. Pero Akira, su tía, no tardó en enterarse del evento y prácticamente le ordenó al adolescente que fuera; decía que relacionarse con sus futuros compañeros de misiones era necesario, y que conocerlos más no le vendría nada mal.
Al final fue a regañadientes. Prácticamente arrastraba los pies mientras caminaba hacia el restaurante donde se daría el encuentro, intentando tardar lo máximo posible; quizá, con suerte llegaría tarde y no quedarían más asientos libres. Pero para su desgracia, cuando pasó por la puerta del establecimiento vio que apenas unos un par de Genins y un Chunin estaban sentados esperando a los demás. Uno de ellos le miró, sonriéndole y saludándole con la mano. El moreno se sonrojó un poco por el nerviosismo, aunque por suerte gracias a su tono de piel no era muy perceptible, y bajó la cabeza mientras se acercaba a uno de los tantos asientos libres—. Uhm... Hola, encantado —saludó prácticamente con un susurro y se sentó, juntando sus manos sobre la mesa y jugando con sus dedos para intentar relajarse un poco.
Los minutos pasaron, en los cuales el Kurama no soltó ni una palabra más. Esperando a que más gente llegara y pudiera pedir algo para comer, se limitó a escuchar la conversación de los otros ninjas que estaban allí; la verdad es que era entretenida, ya que estaban comentando algunas anécdotas graciosas que pasaron durante sus misiones.