Era una nueva tarde en aquel bullicioso lugar, aun no sabía cuánto más tendría que entrenar la pequeña Ohona en aquel lugar, pero su maestro había sido claro, debía ganar experiencia en combate, y de la real, así que este lugar seria, de hecho, el mejor ambiente para obtener esta experiencia.
Tras un largo descanso en la enfermería, su siguiente enfrentamiento seria dado, uno que no era algo de lo que la pobre niña estuviese contenta, pues su siguiente oponente seria Akami, la sacerdotisa.
Ambas dos eran ninjas pertenecientes a la misma organización, sin embargo, hasta el momento no se habían topado anteriormente, es por esto que al saber quién sería su oponente no supo realmente quien era, solo estaba ahí para efectuar su combate y es así como arribo al centro de la arena. La multitud empezó a aplaudirle, varias personas le reconocían de su anterior batalla, un vitoreo que no se imaginó empezó a resonar – Ohooona, Ohoooona – gritaba la gente, mientras el comentarista con distintos ánimos que la vez pasada empezó a hablar – y en la esquina sur, una contendiente prometedora, aquella que hirió de gravedad a la Leona, se aproxima con sus escasos 53 kilos de pura fibra, Ohona Hyuga, la Princesa Desmedida – fueron sus palabras, a lo que la joven ciclope respondió con nerviosismo, pasmada y asombrada, no sabía qué hacer ni decir ni por qué le llamaban así, solo pudo sonrojarse ante la sorpresa.
Equipo básico de Genin
Tras un largo descanso en la enfermería, su siguiente enfrentamiento seria dado, uno que no era algo de lo que la pobre niña estuviese contenta, pues su siguiente oponente seria Akami, la sacerdotisa.
Ambas dos eran ninjas pertenecientes a la misma organización, sin embargo, hasta el momento no se habían topado anteriormente, es por esto que al saber quién sería su oponente no supo realmente quien era, solo estaba ahí para efectuar su combate y es así como arribo al centro de la arena. La multitud empezó a aplaudirle, varias personas le reconocían de su anterior batalla, un vitoreo que no se imaginó empezó a resonar – Ohooona, Ohoooona – gritaba la gente, mientras el comentarista con distintos ánimos que la vez pasada empezó a hablar – y en la esquina sur, una contendiente prometedora, aquella que hirió de gravedad a la Leona, se aproxima con sus escasos 53 kilos de pura fibra, Ohona Hyuga, la Princesa Desmedida – fueron sus palabras, a lo que la joven ciclope respondió con nerviosismo, pasmada y asombrada, no sabía qué hacer ni decir ni por qué le llamaban así, solo pudo sonrojarse ante la sorpresa.
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